Un poco de luz acerca de MUFACE

 


Resumen

Los conflictos recurrentes entre el Gobierno y las aseguradoras privadas cada vez que expira un concierto ponen en el centro del debate público a la institución de MUFACE. Para que este debate sea serio y productivo, es indispensable un conocimiento mínimo del tema; sin embargo, en los medios se han difundido todo tipo de imprecisiones. Esta situación impide cualquier posibilidad de discusión rigurosa y, como resultado, no se logra abordar de manera coherente un problema que afecta a la seguridad sanitaria de toda la población, y no solo a los funcionarios.

Este artículo busca aclarar, de forma clara y concisa, qué es MUFACE, cuáles son los servicios que ofrece, cómo se financia y, a partir de ahí, permitir que cada persona —con un conocimiento adecuado del asunto— forme su propio juicio y desarrolle una opinión bien fundamentada. Solo así podremos fomentar un debate constructivo y avanzar hacia una solución.

Abstract

The recurring conflicts between the Government and private insurance companies whenever a contract expires place the MUFACE institution at the center of public debate. For this debate to be serious and productive, a minimum understanding of the subject is essential. However, the media have spread all kinds of inaccuracies. This situation prevents any possibility of a rigorous discussion and, as a result, makes it impossible to coherently address a problem that affects the healthcare security of the entire population, not just civil servants.

This article aims to clearly and concisely explain what MUFACE is, the services it provides, and how it is funded. From there, it seeks to enable everyone—armed with adequate knowledge of the matter—to form their own judgment and develop a well-founded opinion. Only in this way can we foster a constructive debate and move towards a solution.


Índice

  • ¿Qué es MUFACE?
  • El origen de MUFACE durante el esplendor del mutualismo
  • Servicios que ofrece
  • Los conciertos con las aseguradoras privadas
  • Posible incorporación de MUFACE al Régimen General de la Seguridad Social 


¿Qué es MUFACE?

MUFACE, cuyo nombre oficial es Mutualidad de Funcionarios de la Administración Civil del Estado, es un organismo público español encargado de gestionar prestaciones sociales y sanitarias para los funcionarios en activo de la Administración General del Estado (AGE), los jubilados y sus familiares; según los datos más recientes disponibles, MUFACE cuenta con aproximadamente 1,2 millones de afiliados.

Aunque MUFACE es la más conocida, no es la única mutualidad de este tipo. Para los miembros de las Fuerzas Armadas existe el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), y para los empleados de la administración de justicia, la Mutualidad General Judicial (MUGEJU). Ambos organismos comparten una estructura y un funcionamiento similares a los de MUFACE.

Al igual que la Seguridad Social, que se financia mediante las aportaciones de los trabajadores, las empresas y, en su caso, los Presupuestos Generales del Estado, MUFACE se financia con las aportaciones de los funcionarios y del Estado en su doble papel de empleador y garante cuando es necesario. En esencia, ambos sistemas siguen el mismo esquema: empleados, empleador (o empresa) y el Estado como respaldo subsidiario.

 

El origen de MUFACE durante el esplendor del mutualismo

MUFACE se creó en 1969, en un contexto en el que la existencia de mutualidades sectoriales era algo común. En España, ya existía una tradición de sistemas de protección social diferenciados para grupos profesionales específicos. Esta segmentación respondía tanto a las particularidades de cada sector como a la evolución histórica de la protección social en el país.

La protección social en España comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX, inicialmente a través de mutualidades y seguros privados. Estos sistemas estaban dirigidos a colectivos concretos, como trabajadores de ciertas industrias, funcionarios o profesionales liberales. En el caso de los funcionarios públicos, contaban desde el siglo XIX con un sistema de protección específico conocido como “Clases Pasivas”, que garantizaba pensiones y otras prestaciones a los empleados del Estado y sus familias.

En 1963, se creó el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), que sentó las bases de la Seguridad Social moderna en España. Sin embargo, en el momento de la fundación de MUFACE, la Seguridad Social aún no ofrecía una cobertura universal y uniforme, lo que permitió que muchos colectivos, incluidos los funcionarios, mantuvieran sus propios sistemas de protección. En aquel entonces, el mutualismo no era la excepción, sino la norma.

A partir de la década de 1980, el sistema nacional de la Seguridad Social se fue universalizando, lo que llevó a la progresiva desaparición de muchas mutualidades. Sin embargo, MUFACE quedó fuera de este proceso, consolidándose como un régimen de seguridad social paralelo al sistema general.

 

Servicios que ofrece

MUFACE proporciona a sus afiliados tres tipos principales de asistencia: asistencia sanitaria, prestaciones económicas y ayudas sociales.

La asistencia sanitaria ofrecida por MUFACE tiene una cobertura muy similar a la que ofrece el Sistema Nacional de Salud(1). Esto significa que incluye los mismos servicios médicos, intervenciones quirúrgicas, pruebas diagnósticas, criterios de baja, lista de medicamentos subvencionados y demás prestaciones sanitarias, sin diferencias ni exclusiones adicionales.

En cuanto a las prestaciones económicas, MUFACE cubre parcialmente situaciones como incapacidad temporal, maternidad y paternidad, así como subsidios por riesgos laborales.

Por último, dentro de las ayudas sociales, los afiliados pueden acceder a subsidios para gastos funerarios, ayudas por nacimiento o adopción, entre otras prestaciones.

 

Los conciertos con las aseguradoras privadas

El Gobierno español convoca concursos periódicos —normalmente plurianuales— para la atención sanitaria de los funcionarios a través de aseguradoras privadas. Estos procesos, complejos y regulados, se ajustan a las normas de contratación pública.

El objetivo principal es seleccionar a una o varias aseguradoras privadas que brinden cobertura sanitaria a los funcionarios y sus familiares que optan por la modalidad privada en lugar de la asistencia sanitaria pública.

Este es, quizás, el aspecto más polémico del sistema, y lo es desde un doble enfoque. Por un lado, por las controversias que rodean el proceso de adjudicación del concurso, especialmente en lo relativo a la renovación de contratos y al equilibrio entre costes y calidad del servicio. Por otro, porque genera un debate social sobre el privilegio que supone para los funcionarios y sus familiares en un momento en el que el Estado de bienestar está en entredicho, las políticas públicas favorecen directa o indirectamente a la sanidad privada en detrimento de la pública, y el derecho a la sanidad universal es cuestionado desde posturas neoliberales.

Así, cada año, los afiliados a MUFACE pueden elegir entre los servicios de la sanidad pública y los ofrecidos por las entidades privadas que resultaron adjudicatarias en el concurso vigente. Si, por ejemplo, el concurso es ganado por tres aseguradoras, cada beneficiario dispondrá de cuatro opciones, aunque deberá seleccionar una y solo una de ellas.

Durante ese período, el afiliado recibe atención sanitaria a través del equipo médico y los hospitales asociados a la aseguradora elegida. En casos excepcionales —muy raros, dado que los hospitales privados están cada vez mejor dotados—, si la aseguradora no pudiera proporcionar la atención requerida, un hospital público actuaría de manera subsidiaria. No obstante, los gastos derivados correrían a cargo de la entidad aseguradora.

Se pueden describir las ventajas e inconvenientes que esta situación supone para los afiliados a MUFACE, aunque siempre desde una perspectiva subjetiva. Lo que para algunos puede ser una ventaja, para otros puede representar una desventaja, y en muchos casos no existen datos concretos que permitan fundamentar afirmaciones objetivas.

Entre las ventajas de optar por la vía privada, destaca en primer lugar la aparente facilidad para elegir médico. Además, se percibe que las listas de espera son menos frecuentes y, si existen, son más cortas. Otra ventaja es la posibilidad de acudir directamente al especialista sin necesidad de pasar por el médico de familia, lo que, si bien no está claro si es beneficioso para la salud y para la eficiencia del sistema, sin duda agiliza el proceso desde un punto de vista individual. Los hospitales privados suelen estar mejor equipados para atender a los familiares y, por lo general, disponen de habitaciones individuales. Por último, los afiliados pueden elegir entre la sanidad pública y varias aseguradoras privadas, lo que les permite seleccionar la opción que mejor se adapte a sus necesidades personales o geográficas. En general, lo que más se valora es la rapidez en la atención médica no urgente que ofrece la sanidad privada.

Entre las desventajas de la vía privada, los afiliados a MUFACE suelen destacar que, fuera de Madrid y de las grandes ciudades, los equipos médicos y los hospitales privados son menos numerosos. En algunas provincias, apenas hay especialistas privados en determinadas áreas, lo que supone un problema para los afiliados que eligen esta opción, ya que no siempre se reside en Madrid; también es un problema cuando el beneficiario se desplaza de su lugar de residencia ya que la enfermedad puede surgir en cualquier lugar.

Relacionado con lo anterior, en caso de urgencia, el paciente debe ser trasladado a un hospital concertado con la aseguradora elegida. De lo contrario, una vez superada la urgencia y siempre que la causa de la atención médica no pertenezca a una lista de razones tasadas, el afiliado deberá hacerse cargo de los gastos incurridos.

Además, existe una percepción generalizada de que, aunque las aseguradoras ofrecen una amplia gama de servicios, algunos tratamientos o especialidades pueden no estar cubiertos, lo que obliga a los afiliados a recurrir a la sanidad pública en ciertos casos. Cuando esto ocurre, suele ser después de que los tratamientos privados no hayan surtido efecto y se hayan agotado las opciones disponibles. Esto representa un claro perjuicio para la salud del asegurado porque el alargamiento en la detección de un diagnóstico adecuado suele provocar problemas graves y sinsabores físicos y anímicos.

 

Posible incorporación de MUFACE al Régimen General de la Seguridad Social

Las convocatorias realizadas para la renovación del concierto a finales de 2024 han quedado desiertas, y el Gobierno se ha visto obligado a realizar una nueva convocatoria. Parece existir un riesgo real de que la negociación no prospere y haya que trasladar a los beneficiarios de MUFACE que, en su momento, eligieron una aseguradora privada al Sistema Nacional de Salud.

Dicho traslado no debería realizarse como consecuencia de una ruptura de negociaciones, sino como fruto de una decisión política consensuada por la sociedad española (2). Es precisamente de esta manera rápida e irreflexiva como no se debería actuar.

La decisión de trasladar a los afiliados de MUFACE al Sistema Nacional de Salud implicaría la incorporación repentina —en los meses siguientes a la ruptura de las negociaciones— de 1.500.000 personas a la sanidad pública. De ellas, se estima que 800.000 se integrarían en la Comunidad de Madrid. El número total de personas que han escogido recibir la asistencia sanitaria mediante aseguradoras privadas  (actualmente ASISA, ADESLAS y DKV) es de 1.007.322. 

La distribución por edad de la población mutualista de MUFACE con prestación sanitaria privada es en términos de distribución porcentual por franjas de edad la siguiente: la población pediátrica (0-14 años) representa el 11.8%, la población joven (15-34 años) el 13.9%, el grupo de población entre los 35 y los 64 años son el 42.4%, mientras que los mayores de 65 años suponen el 31.9%. Esto representa una población envejecida avocada a usar más los servicios médicos.

Esta situación supondría una carga enorme para los servicios médicos públicos, que no parecen estar preparados para asumirla, en gran parte debido a las políticas sanitarias deficientes de los gobiernos autonómicos, entre los que destaca, por méritos propios, el de la mencionada Comunidad de Madrid.

Además, surgen preguntas cruciales: ¿qué pasará con los pacientes que están en pleno tratamiento, atendidos por médicos que conocen su evolución? ¿O con aquellos que esperan una intervención quirúrgica? ¿Cómo afectará a los enfermos que ya dependen de la Seguridad Social pública, que de repente tendrán que "competir" por recursos con los recién incorporados?

Todos los problemas de organización en la sanidad pública dejan un rastro de víctimas. Los recortes presupuestarios, los cambios de políticas, la falta de recursos, la masificación de los servicios y las decisiones basadas en principios ideológicos —que, aunque puedan ser legítimos en su intención, no se acompañan de medidas presupuestarias adecuadas, una planificación realista ni objetivos claros— representan un grave riesgo para la salud pública.

Además, si MUFACE se integrara en el régimen general de la Seguridad Social, el presunto agravio comparativo derivado de la posibilidad de elegir seguros privados seguiría existiendo en aquellas mutualidades que no enfrentan problemas en la renovación de sus respectivos concursos.

Por ello, lo primero es debatir con honestidad si resulta más justo y eficiente unificar a todos los trabajadores bajo un único sistema de protección o, por el contrario, mantener el statu quo. Si se concluye que la unificación es la mejor opción, no debería esperarse a un conflicto que deje solo nueve meses para la transición, que es lo que la Ley de Contratos permite prorrogar el convenio.

El plan B que propone el Ministerio de Sanidad si las aseguradoras no se presentan al concurso es aprovechar esos 9 meses, para realizar una incorporación paulatina estratificada por letra de comienzo del primer apellido, edad y aseguradora prestadora de servicios,  singularizando su aplicación a nivel de cada Comunidad Autónoma. El plan, que no es tan alocado como para incluir ciertas salvaguardas, amplía a un año la transición para casos de pacientes inmersos en procesos terapéuticos que precisen continuidad. Esto parece insuficiente, en su lugar, debería aprovecharse un período completo del convenio para diseñar un plan de trabajo e implementar los cambios de manera más gradual. 

Una estrategia viable y que conlleva más seguridad, siguiendo el ejemplo de casos similares —como el de la gestión de las pensiones de los funcionarios mediante las clases pasivas—, sería aplicar el criterio de extinción progresiva de los colectivos a partir de una fecha determinada. De este modo, la transición se llevaría a cabo de forma escalonada, permitiendo que las personas más afectadas por el cambio permanezcan dentro del concierto hasta la desaparición paulatina de dicho grupo.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo y funcionario de la AGE

 

Notas

  1. La Seguridad Social en España cubre la extracción de muelas en casos necesarios, especialmente si hay infección, caries avanzada o riesgo para la salud del paciente. Sin embargo, la cobertura es limitada y suele centrarse en extracciones de urgencia o necesarias por razones médicas. La Seguridad Social también cubre la atención psicológica y psiquiátrica con ciertas limitaciones. MUFACE no cubre directamente la odontología ni la psicología, ofrece ayudas puntuales.
  2. Ya de paso, puestos a igualar la cobertura, esto debería aplicarse a todas las prestaciones. Se podría corregir el hecho de que los jubilados de MUFACE paguen un 20% más por los medicamentos que los pensionistas del Régimen General, y que las pensiones de los jubilados que aún se rigen por el cálculo de las Clases Pasivas de la AGE se determinen de la misma manera que las del resto de los pensionistas.


Bibliografía

Ministerio de Sanidad Noviembre 2024. MUFACE: del seguro privado al Sistema Nacional de Salud