Teoría general de sistemas y la sociología II: Walter Buckley

 

Walter Buckley en la década de 1960

Como continuación del artículo anterior sobre la teoría general de sistemas y la sociología (ver "La teoría general de sistemas y la sociología") nos adentramos brevemente en una teoría de sistemas específicamente desarrollada para los sistemas sociales: la teoría moderna de los sistemas de Buckley.

Esta teoría se basa en una aproximación a las ideas del interaccionismo simbólico contemplándolas desde la perspectiva de la teoría de sistemas. Perspectiva esta muy interesante para el estudioso de la sociología pues no abunda literatura al respecto y es, cuando menos, una aproximación teórica original.

Abstract

As a continuation of the previous article on general systems theory and sociology (see "General systems theory and sociology"), we briefly look at a systems theory specifically developed for social systems: Buckley's modern systems theory.

This theory is based on an approach to the ideas of symbolic interactionism from a systems theory perspective. This is a very interesting perspective for the sociology scholar because there is not much literature on the subject and it is, at least, an original theoretical approach.

 

Índice

  • Ventajas de la teoría de sistemas
  • Principios generales
  • Aplicación al mundo social

Ventajas de la teoría de sistemas

Lo primero que aborda Walter Buckley (1) al plantear su teoría moderna de sistemas es el examen de las ventajas que proporciona este enfoque en el estudio de lo social.

En primer lugar, se trata de una teoría integrada pues aporta un lenguaje común y es aplicable tanto a las ciencias duras (2) como a todas las ciencias sociales y conductistas.

Como segunda ventaja, la teoría de sistemas proporciona herramientas de análisis en varios niveles, puede funcionar en el ámbito macrosocial y es aplicable también a los aspectos microsociológicos de la vida social. Asunto este que, como saben los lectores fieles, me interesa especialmente por ser un territorio poco explorado dentro de la sociología (3).

En tercer término, la teoría de sistemas presenta una tendencia estructural hacia la perspectiva holística, rehúye los análisis parciales y se interesa por las relaciones entre los numerosos aspectos de la vida social.

En cuarto lugar, la teoría de sistemas contempla esas relaciones dentro del mundo social como procesos, en especial, como redes de comunicación e información.

Y, por último, Buckley señala que la teoría de sistemas es esencialmente integradora, en ella se integran – cito literalmente – las grandes estructuras objetivas, los sistemas de símbolos, la acción y la interacción, la conciencia y la autoconciencia.

Principios Generales

Buckley comienza por analizar sistemas del mundo real ya estudiados por la teoría general de sistemas y los compara con los sistemas socioculturales, en concreto, echó mano de los sistemas mecánicos y los sistemas orgánicos.

De esta forma, estableció un continuum multidimensional desde los sistemas mecánicos a los orgánicos y, de estos, a los socioculturales, clasificándolos según la mayor o menor complejidad, la menor o mayor inestabilidad y el mayor o menor grado en el que las partes son atribuibles al conjunto del sistema.

Algunas dimensiones de estudio tienen diferencias cualitativas y otras difieren cuantitativamente, por ejemplo, si atendemos a las transferencias entre las partes, los sistemas mecánicos se basan en transferencias de energía (claramente cuantitativa), los orgánicos transfieren energía e información (mayoritariamente cualitativa) y, los socioculturales, básicamente intercambian información.

Si medimos el grado de intercambio del sistema con su entorno los sistemas son abiertos o cerrados. Evidentemente, los abiertos tienen un mayor grado de intercambio y los cerrados tienen a aislarse. Los sistemas mecánicos tienden a ser cerrados, los orgánicos son más abiertos y los sociales son los más abiertos de las tres categorías.

El grado de apertura de un sistema está relacionado con dos propiedades esenciales de la teoría de sistemas: la entropía y la neguentropía.

La entropía es la tendencia de los sistemas a debilitarse y dejar de funcionar, al contrario, la neguentropía es la tendencia de los sistemas a crear estructuras con el fin de sobrevivir.

Los sistemas cerrados tienden a ser entrópicos, no evolucionan y tienen una vida media más limitada, por eso un coche o un ordenador suelen durar menos que una empresa o institución social, sobre todo, si el ordenador sufre de actualizaciones periódicas de Windiows (es broma).

Los sistemas abiertos suelen ser neguentrópicos, sus subsistemas se adaptan al entorno con lo que sobreviven con mayor facilidad a los cambios externos.

Para el estudio de la evolución de los sistemas es muy útil el concepto cibernético de la retroalimentación. La retroalimentación —también referida de forma común como realimentación— es un mecanismo por el cual una cierta proporción de la salida de un sistema se redirige a la entrada, con señales de controlar su comportamiento. Esta reentrada de información en el sistema permite que este se adapte a las variaciones del entorno.

Otros procesos internos que intervienen en la evolución de las partes de un sistema son la morfoestasis y la morfogénesis. La morfoestasis es el conjunto de procedimientos internos que contribuyen al mantenimiento del sistema. La morfogénesis se refiere a los procesos internos que crean o modifican estructuras aumentando, como resultado, su complejidad.

En este sentido, los sistemas sociales desarrollan los llamados sistemas mediadores que intervienen entre el entorno y la acción del sistema con el fin de sobrevivir a las fuerzas externas que lo tensionan. Unos son morfogenéticos y otros morfoestáticos. En cualquier caso, los sistemas mediadores dotan de independencia y de autonomía a la acción del sistema, por ejemplo, permiten la adaptación del sistema a situaciones temporales o dirigen el sistema desde un entorno hostil a otro más agradable.

 

La sociedad según la teoría moderna de sistemas

 

Buckley estudió la sociedad tanto a nivel microsociológico como en el ámbito macrosociológico, lo que no es muy común entre los teóricos.

En el nivel individual, se apoyó tanto en la teoría de sistemas como en el interaccionismo simbólico de Mead (4) (5).

De la obra de Mead le parecía especialmente interesante la interrelación entre conciencia y la acción. La acción es el resultado de una señal externa recibida por el actor. Esta señal no es pura, sino que está sesgada por el ruido del entorno. Sea como fuere, la señal proporciona información al actor y este la procesa y emite una respuesta. Esta respuesta está mediatizada por la conciencia del self. Si se fija uno atentamente esta es una representación perfectamente coincidente con la teoría de sistemas.

El lector recordará que para el interaccionismo simbólico el self es un proceso mental que trabaja con un repositorio de experiencias sociales previas (retroalimentación externa) para que la persona sea eficiente en sus relaciones sociales. El self permite a la persona adaptarse a las reglas y normas socialmente aceptadas y actúa como una plataforma desde donde influir a los demás.

Buckley analiza la conciencia del self en los términos de la teoría de sistemas. Considera al self – según las propias palabras de Buckley – como un mecanismo de retroalimentación interna de los estados del sistema que, combinada con las experiencias anteriores almacenadas en la memoria, permiten seleccionar una acción concreta entre el repertorio de acciones posibles.

Respecto a las ideas de Buckley en el ámbito societal, hay que señalar que se centró básicamente en los roles (6) y las instituciones sociales (7).

Buckley extrae los siguientes principios generales de aplicar la teoría de sistemas al dominio sociolcultural. En primer lugar, expone la idea de que la tensión es una realidad del sistema social necesaria para la adaptación mutua de las partes que lo componen.

En segundo lugar, analiza la naturaleza y las fuentes del sistema social en consonancia con la visión dinámica de la teoría de sistemas.

En tercer término, se ocupa de los procesos de selección de alternativas tanto en el ámbito personal como en la interacción social.

En cuarto lugar, escalando en su análisis, este ámbito interpersonal lo considera como la base del desarrollo de las grandes estructuras sociales. Los mecanismos de intercambio, de la negociación y del pacto construyen las estructuras sociales y culturales estables y con vocación de permanencia.

Por último, reconoce la tendencia a la perpetuación y transmisión en los sistemas sociales, contemplando una relación dialéctica con el dinamismo inherente a la teoría de sistemas.


Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

Notas

  1. Walter Frederick Buckley (17 de abril de 1921 - 27 de enero de 2006) fue un sociólogo estadounidense y profesor de sociología en la Universidad de New Hampshire . Buckley fue uno de los primeros en aplicar conceptos de la teoría general de sistemas basados en el trabajo de Bertalanffy a la sociología. Buckley estudió sociología en la Universidad de Wisconsin–Madison. En 1958 recibió su doctorado con una tesis en la que esboza una teoría no funcionalista de la estratificación social. Fue, a principios de la década de 1960, profesor asistente de sociología en la Universidad de California, Santa Bárbara, en el departamento de sociología, de 1971 a 1985 fue profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire. En la década de 1970 participó en el Círculo de Teoría de Uppsala en la Universidad de Uppsala en Suecia fundado por Tom R. Burns. En 1998 fue galardonado con el presidente honorario del Comité de Investigación Socio-Cibernética de la Asociación Sociológica Internacional. Buckley ha sido descrito como un pionero en la teoría de los sistemas sociales que desafió los puntos de vista convencionales. En su vida personal apreciaba la música jazz y tocaba el saxofón tenor.
  2. Ciencia dura y ciencia blanda son términos construidos de forma un tanto coloquial, no utilizados institucionalmente por su carácter problemático (no existen facultades ni licenciaturas de ciencias duras o de ciencias blandas), pero de uso epistemológico muy extendido para comparar campos de investigación científica o académica, designando como duros los que se quieren marcar como más científicos en el sentido de rigurosos y exactos, más capaces de producir predicciones y caracterizados como experimentales, empíricos, cuantificables y basados en datos y un método científico enfocado a la objetividad;​ mientras que los designados como blandos quedan marcados con los rasgos opuestos. Diferentes aproximaciones al método científico pueden distinguirse por cómo consideran la diferencia entre los términos ciencia dura y ciencia blanda. Este es un asunto clave para la filosofía de la ciencia, que no siempre permite la posibilidad de marcar una diferencia clara entre ambos términos; y la sociología de la ciencia, que estudia las percepciones implícitas de la investigación y metodología. Las ciencias naturales y las ciencias físicas se suelen incluir en el campo de las duras, mientras que las ciencias sociales o ciencias humanas se suelen incluir en el campo de las blandas,​ cuando no se niega directamente su condición científica, no siempre de forma peyorativa aunque como decía mi madre, “de besos y abrazos no nacen los niños, pero tocan a vísperas
  3. Me atreví a hacer una propuesta basada en la teoría de la información, la arquitectura de ordenadores y la arquitectura de los sistemas de comunicaciones, para estudiar los niveles macro y micro de la sociología, ver “Un modelo multinivel de sociedad”
  4. El interaccionismo simbólico es una de las corrientes de pensamiento sociológico/microsociológico, relacionado también con la antropología y la psicología social, que se basa en la comprensión de la sociedad a través de la comunicación y que ha influido enormemente en los estudios sobre los medios. El interaccionismo simbólico se sitúa dentro del paradigma interpretativo. Este analiza el sentido de la acción social desde la perspectiva de los participantes. Dicho paradigma concibe a la comunicación como una producción de sentido dentro de un universo simbólico.
  5. GeorgeH. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte. Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos.
  6. En sociología se llama rol social a los distintos papeles sociales que se pueden desempeñar en una sociedad, por ejemplo, el rol de presidenta de un tribunal de oposición, pero también, el rol de maestro, de policía, de estudiante, de hijo, de madre, de niño o de anciano, de casado o de soltero; cuanto más compleja es una sociedad, cuanta mayor sea la división del trabajo, de funciones, de características específicas que marcan diferencias de comportamiento, mayor será el conjunto de roles sociales. Para ampliar información acerca de los roles sociales ver en este mismo blog “Los roles sociales”.
  7. Una institución social es antes que nada una práctica social, es decir, un conjunto de expectativas que dan lugar a comportamientos previsibles por parte de los individuos, que las siguen de modo casi irreflexivo y que no necesitan de justificaciones para llevarlas a cabo. Al contrario, si tu comportamiento va en contra de lo dictado por una institución social, serás calificado – en el mejor de los casos – como extravagante. Para ampliar información acerca de las instituciones sociales ver en este mismo blog “Las instituciones sociales”.

 

Bibliografía

George J. Klir, Teoría General de Sistemas, ICE ediciones, Madrid 1980

Ritzer, George: Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw-Hill, Madrid 2003

Burns, Tom: General Systems Theory, Encyclopedia of Sociology, Blackwell; Londres 2010

Wikipedia español e inglés

 

 

Mapa Mental



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La teoría general de sistemas y la sociología I

Ludwig von Bertalanffy

  

Resumen

La teoría de sistemas ha sido para mí una herramienta esencial durante cuarenta años de práctica de la ingeniería del software. Lo primero que hago cuando comienzo el análisis de un sistema de información es hacer diagramas -que provienen de esta disciplina- que permiten una primera formalización del sistema de trabajo que se pretende informatizar. En la mayor parte de los casos, ese trabajo es gran parte realizado por las personas de manera manual.

Yo he dedicado mi vida profesional a informatizar a la administración pública que no deja ser un sistema social, lo he hecho durante años sin saber que lo era, pues empecé a estudiar sociología a los 39 años cuando llevaba 15 años haciendo este tipo de trabajo. Cuando tuve suficientes conocimientos de sociología me di cuenta de que la teoría de sistemas funciona bien en entornos sociales.

Digo todo esto porque la aplicación de la teoría de sistemas a la sociología ha sido muy discreta, como dice Ritzer(1), con altibajos; en cualquier caso es un enfoque que, en mi opinión, no se ha usado lo suficiente y que podría aportar mucha capacidad de análisis a las ciencias sociales. Además, dadas las características de las aproximaciones a los sistemas sociales, es perfectamente compatible con otros enfoques sociológicos.

El presente artículo intenta, no sin dificultades, explicar de una manera sencilla los principios básicos de la teoría general de sistemas y su aplicación a la sociología. Dejo para posteriores artículos, las dos teorías más importantes basadas en la teoría de sistemas: la de Buckley (2) y Luhmann (3).

 

Abstract

Systems theory has been an essential tool for me during forty years of software engineering practice. The first thing I do when I start the analysis of an information system is to make diagrams - which come from this discipline - that allow a first formalization of the working system to be computerized. In most cases, this work is largely done manually by people.

I have dedicated my professional life to computerizing public administration, which is still a social system, and I have done it for years without knowing that it was one, since I began studying sociology at the age of 39 when I had been doing this type of work for 15 years. When I had enough knowledge of sociology I realized that systems theory works well in social settings.

I say all this because the application of systems theory to sociology has been very discrete, as Ritzer(1) says, with ups and downs; in any case it is an approach which, in my opinion, has not been used enough and which could bring a lot of analytical capacity to the social sciences. Moreover, given the characteristics of social systems approaches, it is perfectly compatible with other sociological approaches.

The present article attempts, not without difficulty, to explain in a simple way the basic principles of general systems theory and its application to sociology. In later articles the two most important theories based on systems theory: Buckley's (2) and Luhmann's (3) will be explained.

Índice

La teoría general de sistemas

La idea de sistema en sociología

Las teorías sociológicas basadas en la teoría de sistemas

 

La teoría general de sistemas

La teoría de sistemas o teoría general de sistemas (TGS) es el estudio interdisciplinario de los sistemas en general. Su propósito es estudiar los principios aplicables a los sistemas en cualquier nivel de análisis y en todos los campos de la investigación.

Un sistema se define como una entidad con límites por los cuales se distingue de su entorno, con partes interrelacionadas e interdependientes, los subsistemas, cuya suma es mayor a la suma de sus partes. El cambio de una parte del sistema afecta a las demás y, con esto, al sistema completo, generando patrones predecibles de comportamiento.

La teoría de sistemas, en su visión más amplia, trata de buscar reglas comunes a todos los sistemas, sean estos cuales sean y estén situados en cualquier nivel de la realidad.

Es una aproximación genérica, una abstracción, aparece por tanto como una metateoría, o sea, una teoría de las teorías que recoge en su seno tanto a teorías formales – es decir axiomáticas – como a principios metodológicos e hipótesis que no pertenecen a ninguna teoría formal. Como afirma Klir (3) se comporta como una superestructura en el estudio de los sistemas como hacen las matemáticas o la lógica con respecto a las ciencias empíricas.

Así que cuando aplicas la teoría de sistemas buscas lo que hay de común en los sistemas en estudio – lo que en el argot de las matemáticas se denomina como isomorfismos – aplicando las siguientes características:

·       El uso de los mismos términos y conceptos para describir los rasgos esenciales de sistemas reales muy diferentes. En primer lugar, la construcción de modelos como método de descripción del comportamiento de sistemas reales.

En segundo lugar, la aportación de técnicas para facilitar el desarrollo teórico en campos en los que es difícil la abstracción del objeto, o por su complejidad, o por su historicidad.

En tercer término la superación de la eterna oposición entre las dos aproximaciones al conocimiento de la realidad: La analítica, basada en operaciones de reducción y de deducción,  la sintética, basada en la composición.

Por último, es muy importante el estudio mediante el análisis del entorno exterior y de sus relaciones con otros sistemas.

En 1950, el biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy (4) planteó la teoría general de sistemas propiamente dicha, exponiendo sus fundamentos, su desarrollo y sus aplicaciones. En 1973, los biólogos chilenos Francisco Varela (5) y Humberto Maturana (6) propusieron el concepto de autopoiesis (7)–concepto que también usa Luhmann para sus sistemas sociales- para dar cuenta de la especificidad que tiene la organización de los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que las constituyen.

 

Aunque la Teoría General de Sistemas surgió en el campo de la biología, pronto se vio su capacidad de inspirar desarrollos en disciplinas distintas y se apreció su influencia en la aparición de otras nuevas. A partir de entonces se ha ido constituyendo el amplio campo de la sistémica o de las ciencias de los sistemas, incluyendo especialidades como la cibernética, la teoría de la información, la teoría de juegos, la teoría del caos o la teoría de las catástrofes.


También se ha aplicado a la sociología, que es precisamente lo que vamos a ver a partir de ahora.



La idea de sistema en la sociología

 

Como ya se ha comentado la teoría de sistemas no ha tenido una repercusión grande en la sociología, el propio Ritzer indica que si no hubiera desarrollado Luhmann su teoría nunca hubiera hecho un capítulo dedicado a esta disciplina en su afamado libro, es más, hasta la edición de 2003 no trató el asunto.

 

Las razones para esta falta de interés las citó Ramón Cotarelo (8) tomándolas a partir de los textos críticos con la teoría de sistemas, a saber:

 

En primer lugar, el carácter amplio de la teoría de sistemas hace que tenga una naturaleza difusa, la idea de que un sistema es mayor que la suma de sus partes es muy difícil de comprobar empíricamente. Yo lo puedo entender cuando desmonto un dispositivo electrónico para arreglarlo y al volverlo a montar, me sobran piezas, pero mantiene el funcionamiento. No sé si esto es válido para la Academia, pero a mí me sirve para entender el concepto.

 

En segundo término, los críticos aseguran que la teoría de sistemas es similar al funcionalismo, al ser lo mismo, no supone ninguna aportación nueva. Eso sería cierto si fuera verdad esa similitud, pero más allá de que ambas teorías se basan en la idea de sistema, el funcionalismo no aplica los principios básicos de la teoría de sistemas que vimos en el apartado anterior.

 

La tercera crítica que se formula es que la teoría de sistemas no aporta ninguna solución concreta. Esto es completamente cierto, pero no lo pretende. Es una metateoría, una abstracción general, por tanto, hay que adaptarla a los distintos casos de estudio. Hay que trabajar un poquito señores.

 

Por último, se suele decir que la teoría de sistemas no es capaz de explicar los significados de las acciones sociales. Esto se refutará por sí mismo cuando veamos la teoría de Luhmann que se mete de lleno en la explicación de los significados de las elecciones de las personas.

 

Antes de que von Bertanlanffy publicara su teoría de general de sistemas, la sociología había utilizado el concepto de sistema para aproximarse al estudio de las sociedades humanas. En concreto desde el funcionalismo estructural y desde la sociología marxista. Ambos enfoques tienen una importancia capital en la historia de la sociología, pero debe recordarse que no pertenecen a la teoría de sistemas.

Los teóricos de la tradición funcionalista  (9) consideran a la sociedad como un conjunto de partes, estructuras, instituciones, normas o pautas culturales definidas en términos de las funciones particulares que cada uno realiza o satisface, es decir, contempla un sistema social compuesto de subsistemas, un organismo social suele ser la metáfora que se utiliza. Esto incluye, por ejemplo, su contribución al mantenimiento y la reproducción del sistema en su conjunto.

El principal funcionalista es Talcott Parsons (10), la sociedad parsoniana se contempla como un sistema con diversos grados de coherencia, integración y eficacia. Los subsistemas sociales, como la política, el derecho, la economía y la educación están interrelacionados y pueden contribuir de forma diferenciada al rendimiento sistémico global, cuya calidad y cantidad puede variar.

 

Para Marx (11), dicho de una manera muy sucinta, la estructura de las sociedades se componía de dos sistemas: la infraestructura y la superestructura. La primera sería la base material que determina la estratificación social, el desarrollo económico y el cambio social. Es el aparato que incluye a las fuerzas productivas y a las relaciones de producción.

 

De ella depende la superestructura que sería el conjunto de elementos de la vida que justifican un determinado tipo de organización social, por ejemplo, las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas y religiosas de un momento histórico concreto. Cada tipo de sociedad tiene su infraestructura y su superestructura y las de la sociedad capitalista tienen las suyas peculiares para mantener su peculiar orden social.

 

Entre otros desarrollos posteriores importantes relacionados con la sociología marxista, cabe mencionar la teoría de los sistemas mundiales de Wallerstein (12) (ver en este mismo blog “La estratificación social 2. El sistema económico mundial), que aborda la dependencia entre las naciones y el imperialismo, situando la evolución de los sistemas desde una perspectiva global y comparativa. Otra variante de la teoría marxista de sistemas es la de Pierre Bourdieu (13), que unifica lo material y lo simbólico, así como la agencia y la estructura.

 

Teorías sociológicas basadas en la teoría de sistemas

 

Una vez publicados los trabajos de von Bertanlanffy sobre la teoría general de sistemas se empezó a difundir como una herramienta útil para el desarrollo de la ciencia. Este pensamiento llegó a las ciencias sociales configurándose enfoques basados directamente en la teoría de sistemas como son: la dinámica de sistemas de Burns y Stalker, la sociocibernética de Geyer y van des Zouwen, la teoría moderna de los sistemas de Buckley y la teoría general de sistemas de Luhmann. Vamos a ver brevemente las dos primeras teorías y con mayor detenimiento, en apartados específicos, las dos últimas.

 

La dinámica de sistemas de Burns (14) y Stalker (15) entra dentro de la sociología de las organizaciones. Estudiaron, usando las herramientas de la teoría de sistemas, la parte administrativa de las organizaciones y se encontraron con una diversidad de métodos y procedimientos administrativos. En base a esta diversidad clasificaron a las empresas como mecanicistas y orgánicas.

En las empresas mecanicistas, los problemas y las tareas a las que el conjunto se enfrenta se asignan a especialistas. Están adaptadas a condiciones ambientales estables. En cambio, las empresas orgánicas, se adaptan a condiciones inestables cuando surgen problemas y exigencias de acción que no pueden ser fragmentadas y distribuidas entre especialistas en una jerarquía claramente definida. Este tipo de organizaciones la innovación es un valor imprescindible.

La sociocibernética es la aplicación de la cibernética a los sistemas sociales. La cibernética es una ciencia nacida hacia 1942 e impulsada inicialmente por Norbert Wiener (16), su objeto es el  estudio interdisciplinario de los flujos de información estrechamente vinculados al control de todo tipo de sistemas ya sean físicos, orgánicos o sociales.

 

Los sistemas complejos mantienen interactúan con su entorno de manera que se influyen mutuamente,  afectan  a su ambiente externo y se automodifican para adaptarse. La sociocibernética  se centra, por tanto, en las funciones de control y comunicación que permiten esta dialéctica entre el sistema y su entorno. Especial atención se presta a la retroalimentación y sus conceptos derivados.

La retroalimentación —también referida de forma común como realimentación— es un mecanismo por el cual una cierta proporción de la salida de un sistema se redirige a la entrada, con señales de controlar su comportamiento.

Esta capacidad de interacción entre el sistema y el entorno es natural en los organismos vivos, se ha usado en la tecnología – especialmente en la electrónica e la informática - y ha servido para modelizar las organizaciones.

 


Diagrama básico de una retroalimentación


La investigación sociocibernética parte de dos principios. En primer lugar,  una visión relacional del mundo y los objetos que estudia. En segundo término, entiende como procesos los cambios que gobiernan los estados de los sistemas.

Tomando como referente estos principios, la sociocibernética centra su trabajo en una tipología de problemas específicos, como por ejemplo: el hambre, la pobreza o los efectos medioambientales que produce la sociedad posindustrial. Estos fenómenos, se desarrollan en una escala global y son hijos de una gran complejidad en la que se puede identificar una amplia confluencia de factores. Para lo que plantea, como principal desafío, generar un enfoque interdisciplinario que permita tratar problemáticas sociales complejas.

Para comprender los procesos relacionados con estos problemas de investigación, la sociocibernética utiliza como herramienta principal la elaboración de modelos teóricos con diferentes grado de abstracción.

 

Por último, vamos a hacer un breve repaso de los dos enfoques sociológicos más importantes basados en la Teoría de Sistemas: la Teoría Moderna de los Sistemas Sociales de Buckley y la Teoría General de Sistemas de Luhmann.

 

Buckley realizó un estudio comparativo de los sistemas socioculturales, los sistemas mecánicos y los sistemas orgánicos. De este proceso extrajo sus propiedades y características generales. Como segundo paso, estudió la sociedad desde el nivel macro hasta el nivel individual apoyándose en el interaccionismo simbólico de Mead (17).

 

Luhmann desarrolló un enfoque sociológico que combinaba el funcionalismo estructural de Parsons (9), la Teoría General de Sistemas y conceptos de la biología cognitiva y la cibernética.

 

Por el interés especial que tienen estas dos últimas teorías vamos a tratarlas en artículos aparte. Así que como introducción a la teoría sistemas en creo que por ahora es más que suficiente y se me ocurre que tal vez lo más oportuno ahora sería decir “continuará”, como en las series por episodios.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Nota inicial

 

Al mismo tiempo que preparaba y escribía este artículo me acordé de una anécdota que viví cuando era estudiante, estaba haciendo la mili y fui a un examen final de teoría de sistemas en la facultad. Así que he escrito esta historia y la tenéis en la colección de relatos cortos “Las aventuras de un joven desventurado”, se llama “Un examen extraño”, este es el enlace:

 

 

Notas

 

  1. George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología.
  2. Walter Frederick Buckley (17 de abril de 1921 - 27 de enero de 2006) fue un sociólogo estadounidense y profesor de sociología en la Universidad de New Hampshire . Buckley fue uno de los primeros en aplicar conceptos de la teoría general de sistemas basados ​​en el trabajo de Bertalanffy a la sociología. Buckley estudió sociología en la Universidad de Wisconsin–Madison . En 1958 recibió su doctorado con una tesis en la que esboza una teoría no funcionalista de la estratificación social. Fue, a principios de la década de 1960, profesor asistente de sociología en la Universidad de California, Santa Bárbara, en el departamento de sociología, de 1971 a 1985 fue profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire . En la década de 1970 participó en el Círculo de Teoría de Uppsala en la Universidad de Uppsala en Suecia fundado por Tom R. Burns . En 1998 fue galardonado con el presidente honorario del Comité de Investigación Socio-Cibernética de la Asociación Sociológica Internacional. Buckley ha sido descrito como un pionero en la teoría de los sistemas sociales que desafió los puntos de vista convencionales. En su vida personal apreciaba la música jazz y tocaba el saxofón tenor.
  3. Niklas Luhmann (8 de diciembre de 1927 en Luneburgo, Baja Sajonia - †6 de noviembre, 1998 en Oerlinghausen, Renania del Norte-Westfalia) fue un sociólogo alemán, alumno de Talcott Parsons, reconocido a nivel académico por su formulación de la teoría general de los sistemas sociales. También es uno de los máximos exponentes del uso de la metodología Zettelkasten. Luhmann escribió prolíficamente, con más de tres docenas de libros publicados sobre una variedad de temas, incluyendo leyes, economía, política, arte, religión, ecología, medios de comunicación y amor.
  4. Karl Ludwig von Bertalanffy (Viena, 19 de septiembre de 1901-Búfalo (Nueva York), 12 de junio de 1972) fue un biólogo y filósofo austríaco, reconocido fundamentalmente por su teoría de sistemas. Ingresó en la Universidad de Innsbruck para estudiar historia del arte, filosofía y biología, finalizando su doctorado en 1926​ con una tesis doctoral sobre psicofísica y Gustav Fechner. En 1937 se fue a vivir a Estados Unidos gracias a la obtención de una beca de la Fundación Rockefeller, donde permaneció dos años en la Universidad de Chicago, tras los cuales vuelve a Europa por no querer aceptar declararse víctima del nazismo[cita requerida]. En 1939 trabajó como profesor dando clases de biología teórica en la Universidad de Alberta en Edmonton, Canadá. De 1961 a 1969 en la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo.
  5. Francisco Javier Varela García (Santiago, 7 de septiembre de 1946 - París, 28 de mayo de 2001) fue un biólogo y filósofo chileno, investigador en el ámbito de las neurociencias, las ciencias cognitivas y la filosofía de la mente. Junto con su profesor Humberto Maturana, es conocido por introducir el concepto de autopoiesis en la biología, y por cofundar el Mind and Life Institute, institución encargada de promover el diálogo entre la ciencia y el budismo.
  6. Humberto Augusto Gastón Maturana Romesín (Santiago, 14 de septiembre de 1928-Ibídem, 6 de mayo de 2021) conocido simplemente como Humberto Maturana, fue un biólogo, filósofo2​ y escritor chileno, premio nacional de ciencias en 1994. Trabajó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) entre 1958 y 1960.​ Más tarde, junto con su alumno y luego colaborador Francisco Varela, desarrolló su concepto original de la autopoiesis en su libro De máquinas y seres vivos (1972), concepto que da cuenta de la organización (interna) de los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que los constituyen. Además, sentó las bases de la «biología del conocer», disciplina que se hace cargo de explicar el operar de los seres vivos en cuanto sistemas cerrados y determinados por su estructura. Otro aspecto importante de sus reflexiones corresponde a la invitación que Maturana realizó al cambio de la pregunta por el «ser» (pregunta que supone la existencia de una realidad objetiva, independiente del observador) a la pregunta por el «hacer» (pregunta que toma como punto de partida la objetividad entre paréntesis, es decir, que los objetos son «traídos a la mano» mediante las operaciones de distinción que realiza el observador, entendido este como cualquier ser humano operando en el lenguaje).
  7. La autopoiesis o autopoyesis (del griego: auto, ποίησις [auto, poiesis] ‘a sí mismo; creación, producción’) es un neologismo que designa la cualidad de un sistema de reproducirse y mantenerse por sí mismo mediante la creación de sus propias partes. El término fue introducido en la publicación de 1972 Autopoiesis and Cognition: The Realization of the Living de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela para definir la química de automantenimiento de las células vivas. Desde entonces, el concepto se ha aplicado a los campos de la cognición , la teoría de sistemas , la arquitectura y la sociología . Niklas Luhmann introdujo brevemente el concepto de autopoiesis a la teoría organizacional.
  8. Ramón Cotarelo García (Madrid, 1943) es un politólogo, publicista, escritor y traductor español, catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la UNED. Su trabajo se ha centrado en varias áreas con una perspectiva pluridisciplinar. Se ha ocupado de los partidos políticos. Su obra Los partidos políticos fue texto en varias Facultades de Ciencias Políticas y Derecho. Igualmente ha trabajado en aspectos como la Teoría del Estado y política comparada. Dentro de este campo destaca una línea de estudio e investigación sobre el Estado del bienestar  en el que señalaba en 1990 que la crítica neoliberal amenazaba ya con desmantelar el Estado del bienestar. Se ha ocupado asimismo del análisis de la transición española, una visión crítica sobre este tema lo acusa de haber presentado una visión edulcorada y legitimatoria del fenómeno e, incluso de haber coadyuvado a elaborar una visión “oficial” o pretendidamente “modélica” de la transición. En su obra posterior, el propio autor parece haberse distanciado de sus primeras posiciones y adoptado un punto de vista más crítico. Desde fines del siglo XX, Cotarelo ha venido centrando su trabajo en la teoría y la praxis de la sociedad de la información. Ha publicado abundante obra sobre el impacto de internet en el proceso y la comunicación políticas y es el principal animador de las periódicas Jornadas de Ciberpolítica, reuniones bienales de especialistas de este campo de estudio que tienen cada vez mayor repercusión. También es un ciberactivista, autor de un blog, Palinuro (www.cotarelo.blogspot.com) y con una fuerte presencia en las redes sociales. En los últimos tiempos, su figura ha sido muy controvertida por su apoyo al independentismo catalán. Buscar su bibliografía es un jaleo porque invirtió el orden de sus apellidos.
  9. En este mismo blog he publicado 4 artículos sobre el funcionalismo: El Funcionalismo I: Talcott Parsons, El Funcionalismo II: Robert Merton, El Funcionalismo III: Alexander y el Neofuncionalismo y El Funcionalismo IV: Sociología Aplicada.
  10. Talcott Parsons (13 de diciembre de 1902 – 8 de mayo de 1979) fue un sociólogo estadounidense. Cursó estudios en el Amherst College, el London School of Economics y la Universidad de Heidelberg (Alemania). Dio clases de sociología en la Universidad Harvard de 1927 hasta 1974 como director del Departamento de Sociología de dicha universidad (1944). Más tarde fue nombrado presidente del nuevo Departamento de Relaciones Sociales 1946 y posteriormente presidente de la American Sociological Association en 1949. Es uno de los mayores exponentes del funcionalismo estructural en Sociología. Dicha teoría social sostiene que las sociedades tienden hacia la autorregulación, así como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas, funciones, etc.). La autosuficiencia de una sociedad está determinada por necesidades básicas, entre las que se incluían la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y servicios, la educación como socialización y la protección de la infancia.
  11. Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra  en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
  12. Immanuel Maurice Wallerstein (Nueva York, 28 de septiembre de 1930-31 de agosto de 2019)1​ fue un sociólogo y científico social histórico estadounidense que llegó a ser el principal teórico del análisis de sistema-mundo.
  13. Pierre-Félix Bourdieu  (Denguin, 1 de agosto de 1930 – París, 23 de enero de 2002) fue uno de los más destacados representantes de la sociología contemporánea. Logró reflexionar sobre la sociedad, introdujo o rescató baterías de conceptos e investigó en forma sistemática lo que suele parecer trivial como parte de nuestra cotidianidad. Algunos conceptos claves de su teoría son los de "habitus", "campo social", "capital simbólico" o "instituciones". Al final de su vida se convirtió, por su compromiso público, en uno de los principales actores de la vida intelectual francesa. Su pensamiento ha ejercido una influencia considerable en la conciencia humana y social, en especial de la sociología francesa de posguerra. Caracterizó su modelo sociológico como "constructivismo estructuralista"; la problemática constructivista tiende a descifrar las realidades sociales como construcciones históricas cotidianas de actores colectivos e individuales que se sustraen del control de estos actores. Su sociología reveladora ha tenido críticos que lo acusan de una particular visión determinista de lo social.
  14. Tom Burns  (1913 - 2001) fue un sociólogo inglés , autor y fundador del departamento de Sociología de la Universidad de Edimburgo Miembro de la Academia Británica , Tom Burns fue profesor de Sociología en la Universidad de Edimburgo de 1965 a 1981,  y también enseñó en Harvard y Columbia.Sus primeros intereses fueron la sociología urbana y trabajó con el West Midland Group en reconstrucción y planificación de la posguerra. Mientras estuvo en Edimburgo, su preocupación particular fueron los estudios de diferentes tipos de organización y sus efectos en los patrones de comunicación y en las actividades de los gerentes. También ha explorado la relevancia de las diferentes formas de organización para las condiciones cambiantes, especialmente para el impacto de la innovación técnica. En colaboración con el psicólogo George Macpherson Stalker , Burns ha estudiado el intento de introducir el trabajo de desarrollo electrónico en las empresas escocesas tradicionales, con miras a que entren en esta industria moderna y en rápida expansión a medida que disminuyen los mercados para sus propios productos bien establecidos. Esto resultó en el libro de 1961, "La gestión de la innovación".
  15. George Macpherson Stalker (1945), psicólogo británico, estudió en la Universidad de Edimburgo. No es académico siempre ha trabajado en el mundo de la empresa y fue colaborador de Tom Burns en el desarrollo de su teoría de sistemas mecanicistas y orgánicos.
  16. Norbert Wiener (Columbia, Misuri, Estados Unidos, 26 de noviembre de 1894-Estocolmo, Suecia, 18 de marzo de 1964) fue un matemático y filósofo estadounidense, conocido como el fundador de la cibernética.1​ Acuñó el término en su libro Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas, publicado en 1948.

Bibliografía

George J. Klir, Teoría General de Sistemas, ICE ediciones, Madrid 1980

Ritzer, George: Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw-Hill, Madrid 2003

Burns, Tom: General Systems Theory, Encyclopedia of Sociology, Blackwell; Londres 2010

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La práctica de la medicina desde el punto de vista de un paciente

 

Resumen

Este artículo describe las impresiones de alguien –que soy yo – que disfruta de una mala salud de hierro y se las tiene que ver – más a menudo de lo que quisiera- con el honorable y antiguo gremio de los médicos, por los que siente – a pesar de que siempre que está enfermo aparecen uno o varios con rostro enigmático– agradecimiento y cierto afecto.

Se da un repaso a las relaciones entre médico y paciente desde el punto de vista del paciente. Querido lector. Sé paciente y léelo.

Abstract

This article describes the impressions of someone - that's me - who enjoys robust ill health and has to deal - more often than he would like - with the honorable and ancient guild of physicians, for whom he feels gratitude and a certain affection despite the fact that whenever he is ill one or more appear.

A review is given of doctor-patient relations from the patient's point of view. Dear reader. Be patient and read it.

El pintor Goya atendido por el Dr. Arrieta (pintura de Goya)


Índice

  • Introducción
  • Los médicos de familia
  • El médico especialista
  • Los cirujanos
  • El espíritu crítico

Introducción

Si hay una palabra que se ajusta a su significado es el término “paciente”. Un paciente es una enfermo que sufre toda clase de martirios proporcionados por los médicos con el fin de recobrar la salud o, al menos, para mejorar su estado, o bien, poniéndonos más pesimistas, para que la cosa no vaya a más. Por tanto, la mayor cualidad de un paciente es la paciencia para soportar los tratamientos, sobrellevar el dolor, no dejarse amilanar por el miedo o no sucumbir a la depresión.

El paciente se diferencia del enfermo porque para serlo es necesario estar en mano de un médico. No hay paciente sin médico, el enfermo se transforma en paciente bajo la práctica médica. Antes de haber médicos solo había enfermos y, por supuesto, todos los pacientes son enfermos pero no todos los enfermos son pacientes.

Ser un paciente implica necesariamente que te encuentras en una situación pasiva, te llega una enfermedad y acabas en el médico, a partir de ese momento el juego no depende en gran parte de ti, pero no tienes por qué conformarte con esa situación, puedes convertirte en un buen paciente.

Ser un buen paciente es, en cambio, trastocar una situación pasiva en proactiva, no se puede curar uno mismo solo con una actitud positiva, pero puedes poner el rumbo hacia la salud si ofreces toda tu colaboración, dices toda la verdad y nada más que la verdad sobre tu estado sin exageraciones ni omisiones y tienes toda la entereza de la que seas capaz.

Todo esto lo sé bien porque yo soy un enfermo crónico, de hecho, de no ser por la medicina moderna - quiero decir que si estuviéramos cuarenta o cincuenta años atrás - yo llevaría muy probablemente unos cuantos años criando malvas en el cementerio de la Almudena.

Dicho esto, no me hago ilusiones, también puedo afirmar que la medicina como institución no siempre funciona bien, es víctima de intereses económicos y políticos; por otra parte, sus tratamientos te mantienen con vida, pero al mismo tiempo vaya usted a saber qué efectos secundarios están produciendo en el cuerpo del paciente.

En cualquier caso, prefiero la ciencia médica a cualquiera de las alternativas que por ahí se esgrimen cuando la medicina oficial no acaba de solucionar los problemas, léase la homeopatía, el curanderismo o ese amor por lo natural que bien esconde productos cuyo procesado se escamotea, o bien, sustancias con orígenes no contrastados científicamente.

Mi experiencia como paciente me ha llevado a clasificar a los médicos en tres categorías si estudiamos el tema desde un punto de vista funcional: los médicos de familia, los especialistas y los cirujanos. Ya sé que no soy muy original y que es una verdad de Perogrullo, pero desde el punto de vista del paciente, es la mejor clasificación que podemos hacer.

Los médicos de familia

Antaño, cuando era yo un niño, a este tipo de médico se le llamaba “de cabecera”. Es el médico de proximidad, el primero al que se acude para que identifique lo que te pasa. El que receta los medicamentos cuando se es crónico, el que trata las enfermedades menos graves, el que envía a los pacientes a los especialistas según los síntomas cuando la cosa es más seria y, en cierto modo, cuando todo funciona bien es el confesor, el psicólogo y la primera barrera contra un muy natural miedo a lo que pueda pasarte.

El paciente proactivo debe elegir un médico de familia accesible, con ojo clínico, digno de confianza, de su mismo entorno social si es posible y con la consulta cercana al domicilio.

Una vez elegido, debe cultivarlo, en el sentido de visitarlo con la frecuencia necesaria – ni más ni menos – pero siempre al mismo y no andar cambiándolo por razones nimias como que “hoy no me ha saludado bien” o “cuánto ha tardado en atenderme”. 

El buen paciente, aquel que vela por su propia salud, debe conseguir que su médico de cabecera le conozca, es decir, que sepa sobre su psicología básica, su historia, su entorno familiar y social, su nivel socioeconómico y cultural.

Asimismo, el paciente proactivo debe estudiar al médico, conocer sus reacciones, sus motivaciones, sus intereses, debe estar atento a lo que otros pacientes cuentan de él o ella. Debe hacerse una imagen lo más compacta y fidedigna posible.

Sólo con el conocimiento mutuo entre el médico y el paciente, con la confianza del galeno en que lo que dice el enfermo es cierto y con la confianza del paciente en que el médico va a actuar siempre a su favor, la relación entre ambos -y por ende la salud del enfermo- irá mejor.

El médico especialista

El médico especialista se circunscribe a un área de conocimiento específico, por esta razón tan simple, recibe el nombre de esa especialidad clínica: urólogo, cardiólogo u otorrinolaringólogo – término que siempre me ha hecho mucha gracia -.

Incluso, en el mundo tan especializado en el que vivimos, la especialidad se estructura por segmentos de población como el cardiólogo pediátrico o el gerontólogo o se especializa por técnicas determinadas como la electrofisiología cardíaca o el anestesista.

En cualquier caso, lo usual es que el médico de cabecera – cuando los síntomas así lo piden – te derive a un especialista, el que considere el más adecuado.

La relación entre paciente y especialista plantea dos problemas que se presentan siempre independientemente de cuán bueno sea el paciente o de si el médico, como se decía antes, es una eminencia: son el problema del viacrucis y el problema de la relación impersonal.

El viacrucis se produce nada más llegar a las manos del especialista y es inevitable. El especialista empezará a solicitar pruebas más o menos invasivas y a enviarte a otros especialistas porque la mayoría de las veces no está claro si el problema se localiza en un órgano u otro. Vas creyendo que tienes un problema de riñón y realmente el origen del mal está en el estómago o en el bazo o en la vejiga.

A partir de ese momento comienza el viacrucis, empiezas a solicitar citas previas, a dar vueltas por el hospital, se detectan nuevos males que no se buscaban, lo que te envía a nuevos especialistas y a nuevas pruebas. Con suerte, unos meses después mejoras, pero ya no serás el mismo que cuando empezaste el viacrucis, sabrás mucho más de medicina, puede que te falte alguna parte de tu cuerpo que te vino de serie pero que realmente no servía para mucho y, si servía, tienes un medicamento que te permite vivir sin ella.

Al final, serás menos paciente con respecto a la salud y más impaciente con respecto a colas de espera, tratamientos o viajes al hospital. El caso es que el paciente habrá dejado parte de su vida en el viacrucis con el fin de mantenerse con vida.

El otro problema clásico reside en la relación impersonal entre médico y paciente. El paciente puede conocer a su especialista, pero es muy difícil que el especialista conozca al paciente. Si acudes a verle con cierta regularidad puede que le suene tu cara, que sepa a grandes rasgos qué te pasa, pero es imposible que conozca los detalles porque entre dos visitas del mismo paciente por su consulta pueden pasar varios meses y en el interregno cientos de otros enfermos han visitado al médico.

Es entonces cuando la historia clínica adquiere la máxima importancia. El paciente debe desconfiar del especialista que empieza a atenderle inmediatamente sin repasarse la historia. Dado que el médico no puede recordar los detalles de tus males es necesario que dedique tiempo a repasar tu historia.

Hay especialistas que, entre paciente y paciente, dedican unos minutos a solas con el fin de repasar la historia y otros que leen la historia con el paciente delante para, si se tercia, hacerle preguntas. Yo personalmente prefiero estos últimos.

Es una tontería impacientarse, siendo paciente, si el médico tarda en atenderte; sobre todo si sabes que está dentro de la consulta con un enfermo y no en la cafetería del hospital. Eso significa que dedica tiempo a los pacientes y que cuando te toque te va a dedicar a ti el tiempo necesario.

El buen paciente debe fijarse en cosas como la facilidad que tiene el médico para hacerse una idea del estado de su estado salud a partir de los datos de la historia, normalmente eso implica que en consultas anteriores ha anotado lo necesario para poder recuperar la información en cualquier momento, tarea que es mucho más difícil de lo que parece. Depende de cómo se escribe, pero también de cómo se lee y se comprende.

Es bueno también que el paciente seleccione una institución hospitalaria que centralice – si es con ordenadores mucho mejor- todas las historias de todos los especialistas, de manera que esté disponible para cada enfermo toda la información médica que se ha ido anotando tras las consultas y las pruebas.

Otro consejo importante es que el paciente, para cuando se vea en la obligación de cambiar de médico, se haga una historia clínica paralela en la que guardar una copia de sus pruebas, de sus informes médicos, incluso es muy útil apuntar después de cada consulta las impresiones personales, lo que el especialista le ha dicho y el tratamiento que le ha prescrito. Con eso se evita que al cabo de los días no recuerdes si el médico te dijo que te tomaras las pastillas cada ocho horas o a las ocho horas.

Los cirujanos

Alguien definió a los cirujanos como unos técnicos que infringen heridas mortales a sus pacientes de manera controlada con el fin de curarles. ¿Exagero?, no creo, ¿acaso no es una herida mortal sacarte el corazón de tu cuerpo, conectar este último a una máquina, mientras los cirujanos lo operan encima de la mesa, para una vez recompuesto volverlo a dejar dentro de tu caja torácica?.

El de los cirujanos es el tercer nivel de atención al enfermo, cuando los dos anteriores no han funcionado. Si a los pacientes los especialistas apenas los conocen, con los cirujanos pasa justo el contrario, muchas veces los pacientes no llegan a conocer al que se ha metido en su cuerpo, lo ha cercenado, rajado y cosido. Entras en el quirófano, te duermen y despiertas en una sala sin rastro del perpetrador de tus heridas. Lo cierto es que cuanto más ambulatoria y sencilla es la operación menos aparece el cirujano; si éste te visita antes y te trata después la cosa es seria.

Hay un cierto parecido entre los quirófanos y la industria. Algunos funcionan como cadenas de montaje, las camillas van agolpándose en una sala de preparación, luego los pacientes van pasando por los distintos quirófanos y, al terminar, pasan a una sala de recuperación, para acabar el periplo quirúrgico en la habitación de la planta.

En las últimas décadas, esta industrialización médica también se puede observar por la disminución del periodo del internamiento del enfermo en el hospital, por la introducción continua de nuevas técnicas quirúrgicas y por el desarrollo de múltiples sistemas mecánicos, electrónicos y robóticos que ayudan en el proceso.

El buen paciente solo entrará en el quirófano cuando no le quede más remedio ya que suele ser el tratamiento más invasivo y arriesgado. Meterse en esa carnicería hipercontrolada por un motivo frívolo o por una mala información es un disparate. En toda operación, aún en las más inocuas, algo puede ir mal y el paciente es el sujeto pasivo, lo que significa que ese algo que puede ir mal lo hará sobre su cuerpo.

No digo yo que el paciente no tenga miedo, es inevitable y directamente proporcional a la gravedad del diagnóstico, pero a las puertas del quirófano se debe tener en cuenta que el paciente ya no puede hacer nada, que está en manos de otros y eso debería ser una idea tranquilizadora, al menos, para mí lo es.

El espíritu crítico

Jamás en toda la historia de la humanidad las personas han necesitado tanto del espíritu crítico. Jamás en toda la historia de la humanidad ha habido tantas distracciones, tanta información, tanta desinformación, tanta complejidad, tanta rapidez, tanta liquidez y, por qué no decirlo, tanta estupidez.

Uno de los grandes problemas de la medicina actual es que está muy mediatizada por los intereses económicos. En el ámbito de la sanidad pública, nuestro mundo neoliberal trata de disminuir el gasto público y, en el ámbito privado, el objetivo es aumentar el gasto de paciente. Al mismo tiempo se puede constatar una descapitalización de la sanidad pública en favor -en flujo gradual y constante – de la sanidad privada.

El triunviro de la República romana Craso (que acabó perdiendo la cabeza a manos de los partos sin que éstos tuvieran ningún ánimo quirúrgico por otra parte) era el hombre más rico de Roma; ¿sabéis cual era su negocio?, tenía la concesión de los bomberos de Roma. Era un gran negocio porque aquellas “insulae” de varios pisos de madera y ladrillo tenían una tendencia indiscutible a arder, pero sobre todo, porque Craso negociaba con los vecinos de las casas en llamas el precio de los servicios antiincendios. La sanidad es todavía mejor negocio porque la vida es aún más importante para las personas que la casa.

He venido observando por mi experiencia que ese interés económico de la medicina lleva a proponer tratamientos que pudieran ser innecesarios o a negar tratamientos caros necesarios dependiendo del beneficio que el proponente pueda sacar.

Entiéndaseme bien, todavía no se ha llegado al punto – o al menos conmigo no han llegado – a proponerme tratamientos que no estén indicados por los manuales de la medicina oficial; pero cada enfermo es un mundo, más allá de que la enfermedad puede ser la misma el efecto en cada persona puede ser distinto, y lo que afirmo es que en las ocasiones en que me he visto en esta situación,  se pasaba de puntillas por las características de mi estado de salud en el momento que hacían innecesario el estipendio o al menos eso me parecía a mí.

Tener criterio, pensar en pros y contras, someter a crítica lo que te dicen los médicos y cirujanos, no significa no hacer ni puto caso de lo que te digan – ya hemos quedado en que eso no te convierte en buen paciente - sino que buscas la mejor solución a tu problema.

En estos casos, cuando la sospecha te asalta, no metas a tu cuerpo sin más en el quirófano o a tu cabeza dentro del aparato de radioterapia, busca una segunda opinión si puedes, o bien, habla con tu amigo médico - todos tenemos a alguien – aunque haga mucho tiempo que no hablas con él, a lo mejor no te puede dar la mejor respuesta, pero apostaría a que sí sabe quién tiene la respuesta correcta a tu caso. Porque algo que aprendí muy joven es que no es tan importante saber una cosa como saber quién lo sabe.

Juan Carlos Barajas Martínez

Paciente

Mapa Mental



La teoría queer


 

Resumen

La teoría queer y el activismo político influenciado por ella, viene desde los años ‘90 reivindicando la sexualidad de todos aquellos que no se sienten identificados con la corriente principal de pensamiento social acerca de la conducta sexual.

En este artículo se examinan los antecedentes teóricos y orígenes históricos de la teoría, así como, sus propuestas de la sexualidad como construcción social y la cuestión de las identidades sexuales como significantes más que como categorías sociales, la política queer como praxis de la teoría y, por último, las principales críticas cosechadas por este polémico enfoque.

Abstract

Queer theory, and the political activism influenced by it, has since the 1990s been reclaiming the sexuality of all those who do not identify with mainstream social thinking about sexual behavior.

This article examines the theoretical background and historical origins of the theory, as well as its proposals of sexuality as a social construction and the question of sexual identities as significants rather than social categories, queer politics as a praxis of the theory and, finally, the main criticisms harvested by this controversial approach.

Índice

  • Introducción
  • Antecedentes
  • La sexualidad como construcción social y la cuestión de la identidad
  • La política Queer
  • Críticas a la teoría
  • Conclusión

Introducción

 

En Sociología Divertida se ha tocado en varias ocasiones el tema de la sociedad posindustrial con el estudio de autores como Zygmunt Bauman (1), Ulrich Beck (2) o Jean Baudrillard (3) y sus respectivas obras, todas sus teorías explican una segunda modernidad desde distintos puntos de vista: la volatilidad de la sociedad actual, los riesgos a los que nos ha llevado el desarrollo tecnológico o la percepción hiperreal del mundo a la que nos dirigen esas nuevas tecnologías. Pero lo que hasta ahora no hemos abordado es una teoría que no explica este período de nuestra historia, sino que es hija de él, es producto de esta segunda modernidad o posmodernidad como prefieren llamarla otros: la teoría queer.

La teoría queer es, primero que nada, un enfoque interdisciplinario para el estudio de la sexualidad. En un corto resumen – pues más adelante entraremos en cada uno de estos puntos – la teoría queer afirma que la sexualidad es una construcción social, el género no se basa en nada primigenio como la biología y las personas no encajan en el sistema sexual binario imperante y, para poder afirmar esto, pone en tela de juicio la cuestión de las identidades personales. De estas tres premisas principales los teóricos queer sacan la conclusión de que no existe una sexualidad normal, un arquetipo de conducta sexual al que se deben subordinar todas las demás, estamos hablando claro está de la heterosexualidad. Entre los autores queer clave destacan Gayle Rubin (4), Eve Kosofsky Sedgwick (5) y Steven Seidman (6).

Antecedentes

La palabra “queer” significa “marica”, es decir, un término despectivo con el que se designa peyorativamente a los homosexuales masculinos. Los activistas políticos gais y lesbianas reivindicaron este término con la intención de quitarle la connotación peyorativa mediante la adopción del vocablo “queer” con orgullo.

En su sentido más amplio incluye a todas las categorías sociales en contra del modelo imperante hombre-mujer, es decir, aparte de los homosexuales, los transexuales, travestis, bisexuales y demás siglas de la serie LGTBQIAK (7), pongo todas las siglas para no olvidar a nadie, aunque para acortar ahora usan LGTBIQ+, lo cual es muy de agradecer para los sexagenarios y mayores que apenas tenemos memoria para acordarnos de nuestro propio nombre.

Para buscar los orígenes teóricos de este enfoque hay que viajar en el tiempo hasta la década de 1970, cuando el filósofo francés Michel Foucault (8) publica la “Historia de la Sexualidad”, obra en la que describe la sexualidad como una construcción social y califica a las identidades sexuales como productos del poder sin una relación básica con la Naturaleza. En los años ’80 se publicaron trabajos académicos como los de Teresa de Lauretis (9) y Gloria Anzaldúa (10) que cuestionaron la forma en que el orden social en los países occidentales usa normas rígidas de género y conducta sexual como método de regulación de la sociedad. La mayoría de los autores señalan también a la filósofa feminista Judith Butler (11) como fuente teórica del movimiento queer quien, en su obra de 1990 “El Género en Disputa”, aborda como hiciera Foucault antes, la construcción social del género, sólo que en su caso, nos dice que el motor es la repetición constante de actos y conductas.

De todas formas, tanto en la antropología social como en la sociología, ha habido autores que, antes de que hubiera una teoría queer, han criticado la idea convencional de que la sociedad está divida entre homosexuales y heterosexuales y que esto es un universal cultural a lo largo de la historia de la humanidad. El constructivismo social (12) y postestructuralismo (13) han hecho aportaciones en esta dirección.

Por último, hay que señalar que, en la práctica política, la crisis del SIDA y la alarma sanitaria resultante identificó a los homosexuales como protagonistas principales. Desde muchos sectores se señaló con el dedo a estos colectivos lo que trajo nuevas oleadas de aislamiento y marginación. Como respuesta a este fenómeno las ideas queer encontraron un caldo de cultivo propicio para su difusión e implantación generalizada en estos segmentos de la población.

La sexualidad como construcción social y la cuestión de la identidad

Seidman mantiene que la industrialización y la urbanización sexualizaron el espacio social, creando un ámbito público asociado al mundo del trabajo que es claramente masculino y un espacio privado relacionado con el hogar que es básicamente femenino.

Este planteamiento formalizó los patrones masculino y femenino y reguló las relaciones interpersonales y, dentro de estas, el comportamiento sexual asociando la normalidad en este aspecto a la heterosexualidad, es lo que denomina heteronormatividad. Dicho de un modo breve, la mujer en casa con la pata quebrada, el hombre como mantenedor económico de la familia, sexualmente activo tanto en el hogar como fuera de él y la homosexualidad como perversión.

El constructivismo social afirma que cualquier experiencia que los seres humanos consideran “real” es en sí misma una creación social, siendo al mismo tiempo producto y producción social.

Según este enfoque teórico, se debe distinguir en lo tocante a la sexualidad entre comportamientos e identidades. Las identidades sexuales - el género dicho de un modo más general – es cultural no natural, pero una vez socialmente establecidas o institucionalizadas existen como hechos empíricos relativamente estables y como formas válidas de representar a las personas. La identidad gay, asociada a un período histórico concreto, se refiere a un grupo social delimitado.

Los teóricos queer en este punto difieren del constructivismo, argumentan que, aunque puede ser útil para el análisis referirse a las identidades sexuales como grupos sociales limitados, también hay que prestar atención a las diferencias, lo que complica la validez empírica de las identidades.

Por otra parte, considerar a las identidades como estables ayuda a consolidar la heteronormatividad.  Así, en la mejor de las versiones posibles, el mundo heterosexual se asocia a una serie de aspectos culturales positivos como la familia, el amor romántico, el matrimonio o la virtud; mientras que el mundo homosexual se asocia a valores alternativos positivos como el sentimiento de comunidad o la afirmación positiva del placer sexual. Para la teoría queer esto no deja de ser un sistema inestable de significación cultural y lingüística.

La homosexualidad y la heterosexualidad se necesitan para definirse mutuamente, no se refieren a nada empírico, sino que, como signos de un sistema lingüístico, se refieren y derivan su significado entre sí. La heterosexualidad, para para poder articularse de forma significativa, debe hacer referencia a la homosexualidad y al mismo tiempo repudiarla.

Butler pone el ejemplo de la boda como ritual heterosexual, durante el momento de "Yo te declaro" en una boda heterosexual, la homosexualidad representa el “otro tácito”, invisible, pero siempre presente. Siempre según esta autora, la ceremonia cultural de la boda va en contra de que el sexo heterosexual es natural - algo basado en la biología - y afirma que la heterosexualidad debe ser mantenida continuamente. El hecho de que la heterosexualidad solo puede derivar culturalmente de la invocación y el repudio de la homosexualidad es la razón de que ambas identidades sexuales sean inestables.

En esta relación los homosexuales luchan por nuevos derechos y un mayor reconocimiento, su objetivo es la normalización, conseguir que sean una opción positiva y equivalente éticamente a la heterosexualidad lo que, en definitiva, perpetúa un modelo injusto para todos aquellos que no tienen una etiqueta homologable, a aquellas formas de sexualidad más ambiguas que amenazan esta relación social binaria heterosexual-homosexual. Este es precisamente el terreno de la lucha de la política queer.

La política Queer

La política queer es la praxis de la teoría queer y, por lo tanto, está estrechamente ligada a ésta. Los activistas queer se han alejado de una política normalizadora basada en las minorías y se han centrado en el modo en que el binario heterosexual/homosexual opera para hacer que la heterosexualidad sea superior y para excluir formas más ambiguas de identidad sexual.

Esta política antinormalizadora se opone a la dominación social de la sexualidad heterosexual, y también a la corriente principal  de la comunidad de gays y lesbianas que busca su homologación. La justicia sexual de este punto de vista, no puede lograrse simplemente con la idea de que los gays y las lesbianas son "normales",  porque este tipo de retórica solo consolida el estado de discriminación de los queer.

Aboga por lo que Seidman denomina “una visión menos represiva de la diferencia”, un posmodernismo social cuyo objetivo es desafiar todas las normas mediante política de reconocimiento y afirmación de la diferencia en vez de una política conservadora identitaria” de tal manera que “diferencia y democracia puedan coexistir”.

La política queer aspira a defender a los queers, a las personas con VIH/SIDA, a las mujeres, a los ancianos, a los jóvenes y a las víctimas del tercer mundo de las industrias farmacéuticas del primer mundo.

Todos estos individuos comparten, según la política queer, una característica común: ocupan cuerpos que han sido clasificados y  luego tratados como más débiles, menos capaces o discapacitados, menos poderosos o menos atractivos por un orden disciplinario que convierte la masculinidad hegemónica, la fuerza y la virilidad más deseable desde el punto de vista social.

Críticas a la teoría

La teoría queer ha ido recogiendo numerosas críticas, vamos a examinar algunas de ellas. En primer lugar, aunque cuestiona el concepto de identidad se ha convertido en una etiqueta que designa en particular a identidades sexuales discriminadas como gais, lesbianas, bisexuales o transexuales. Al final, es una etiqueta nueva para un concepto viejo, que se ha utilizado para unificar categorías muy diversas como si fueran iguales dejando de lado desigualdades y diferencias importantes.

Se la ha acusado de elitista, por el uso de una jerga muy técnica escrita por un grupo selecto de  personas con acceso a los medios, todo esto le confiere – según los críticos – un sesgo clasista. De todas formas a mi me parece que no es la única teoría escrita en una jerga técnica y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Dado que desde el propio mundo queer se ha definido el movimiento como un sitio en el que se puede alojar todo aquel que se sienta desplazado debido a sus preferencias sexuales, por esa razón hay críticos que han advertido que puede ser usado para validar conductas sexuales cuestionables como el sadismo o la pederastia.

Desde la teoría queer se ha afirmado que la pornografía es queer porque es lo opuesto a lo normal, pues presenta un catálogo de representaciones sexuales desinhibidas. Olvidando que la representación de la mujer en la mayor parte de las revistas y películas está orientada a una visión machista de la sexualidad.

Algún crítico hay que reprocha que la teoría no tiene en cuenta ni la clase ni la raza, no tiene en cuenta limitaciones, como por ejemplo el dinero, que ponen difícil el hecho de permitirse el lujo de ser transgresor.

La teoría queer afirma que ha sido la primera teoría social que distingue entre sexo y género. Esta distinción lleva bastante tiempo aceptada tanto en la antropología social como en la sociología y el feminismo había convertido esta idea en reivindicación en la década de 1970.

Desde la sociología se ha criticado el exceso en el cuestionamiento de la identidad que realiza la teoría queer, ésta la reduce a un mero significante lingüístico sin interés empírico y, al hacerlo, limitan nuestra comprensión de la forma en que las identidades se insertan en las instituciones, los roles sociales y las prácticas cotidianas.

Desde un punto de vista personal y, admitiendo con humildad que puedo estar equivocado pues tan solo soy un divulgador, hay tres cosas de la teoría queer que me chirrían. En la primera no estoy solo, coincido con los que no ven en este teoría una crítica a las desigualdades socioeconómicas, precisamente porque no es una teoría completa, sino un enfoque para el estudio de la sexualidad. No se pueden extrapolar, así como así, los análisis sexuales para explicar toda la complejidad social. Dicho de un modo chusco, no se le pueden pedir peras al olmo, pero tampoco el olmo puede presumir de tener peras.

En segundo lugar, alguno de los autores queer niegan el sustrato biológico en las relaciones sexuales lo que representa, desde un punto de vista filosófico, una negación del cuerpo; a pesar de que la noción de cuerpo es precisamente uno de sus campos de batalla. Esto es contradictorio desde el punto de vista teórico, ¿cómo se puede formalmente reinvindicar los cuerpos vilipendiados por la heteronormatividad cuando estamos negando el papel de lo  biológico, y por tanto del cuerpo, en las relaciones sexuales?.

Y, por último, me chirría la negación de la normalidad. El primer objetivo de la teoría queer es ir en contra de la noción de “normal”, lo normal no existe. Bien, habría que ver contra  qué definición de normal cargan, Emile Durkheim (14) definía la normalidad desde un punto normativo, es decir, normal era lo que era frecuente y representaba un bien para la sociedad. Contra esa definición también cargo yo. No en la parte de la frecuencia sino en la parte normativa, aquello que es bueno para la sociedad.

Ahora bien lo frecuente, lo común, lo ordinario existe y me da la impresión de que cuando niegan la normalidad su negación también incluye esta primera parte de la definición de Durkheim. Como existe la frecuencia existen mayorías y minorías, que tienen sus propias dinámicas, y es algo a tener en cuenta cuando se diseña una teoría social.

 

Conclusión

El movimiento queer ha sido un fenómeno social de primer orden en las últimas décadas, que ha puesto en tela de juicio conceptos que provocaban y provocan desigualdades y tratos discriminatorios. Tiene mucha influencia en la cultura actual, en las artes plásticas, en la literatura, en el cine y en la televisión.

Como dice el sociólogo Chet Meeks (15) el futuro de la teoría y de la política queer pasa probablemente por pensar más allá de los límites de un modelo minoritario de sexualidad y política para gays y lesbianas, más allá del constructivismo, y teorizar las posibles coaliciones con otros que luchan contra una gama variada de normas corporales y sexuales.

Meeks añade que los estudios queer en el futuro deberán ser más concretos, empíricos y sociológicos sobre la contribución de lo social a lo sexual, y de la forma en que las identidades sexuales se insertan en las instituciones y los roles sociales. Si los principales contribuyentes a la teoría queer en 1990 eran sobre todo literatos y filósofos, el futuro de la teoría queer -al menos una gran parte de ella- pertenece a la sociología.

Cualquier visión que favorezca la igualdad, promueva los derechos civiles, pretenda evitar discriminación y marginación, cualquier teoría que, en definitiva, nos haga pensar, bienvenida sea.

JuanCarlos Barajas Martínez

Sociólogo

Notas

  1. Zygmunt Bauman (Poznań, 19 de noviembre de 1925 — Leeds, 9 de enero de 2017)​ fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente. Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010
  2. Ulrich Beck (Słupsk, Pomerania, 15 de mayo de 1944-Múnich, Baviera, 1 de enero de 2015)​ fue un sociólogo alemán, profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics. Estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. En los últimos tiempos se embarcó también en la exploración de las condiciones cambiantes del trabajo en un mundo de creciente capitalismo global, de pérdida de poder de los sindicatos y de flexibilización de los procesos del trabajo, una teoría enraizada en el concepto de cosmopolitismo. También contribuyó con nuevos conceptos a la sociología alemana, incluyendo la llamada «sociedad del riesgo» y la «modernidad reflexiva».
  3. Jean Baudrillard (Reims, 27 de julio de 1929-París, 6 de marzo de 2007) fue un filósofo y sociólogo francés, crítico de la cultura francesa. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la filosofía del postestructuralismo.
  4. Gayle S. Rubin (Carolina del Sur, 1949) es una antropóloga cultural estadounidense, más conocida como activista y teórica influyente en políticas de sexo y género. Ha escrito acerca de varios temas que incluyen feminismo, sadomasoquismo, prostitución, pedofilia, pornografía y literatura lesbiana, así como estudios antropológicos e historias sobre subculturas sexuales, especialmente focalizadas en contextos urbanos. Es profesora asociada de antropología, estudios de las mujeres y literatura comparada en la Universidad de Míchigan en Ann Arbor.
  5. Eve Kosofsky Sedgwick (2 de mayo de 1950 – 12 de abril de 2009) fue una pensadora feminista de Estados Unidos, especializada en los campos de los estudios de género, teoría queer (estudios queer) y teoría crítica. Influenciada por Michel Foucault, Judith Butler, el feminismo, el psicoanálisis y el deconstructivismo, sus trabajos reflejan un constante interés en un amplio abanico de temas y asuntos, incluyendo la performatividad y la actuación (performance) queer; la escritura crítica experimental; los trabajos de Marcel Proust; el psicoanálisis no lacaniano.
  6. Steven Seidman (17 de octubre de 1948) es un sociólogo, profesor en la Universidad del Estado de Nueva York en Albany. Sus áreas de estudio son la teoría social, cultura, sexualidad, sociología comparada, teoría de la democracia, nacionalismo y globalización.
  7. LGBT o LGTB es la sigla compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas, Gais, Bisexuales y Trans (transgénero, transexuales y travestis).​ En sentido estricto, agrupa a las personas con las orientaciones sexuales e identidades de género relativas a esas cuatro palabras, así como las comunidades formadas por ellas. La expresión tuvo su origen en el idioma inglés en los años noventa, pero estas iniciales coinciden en varios idiomas, entre ellos el español. El término ha sido resultado de una evolución en la que se fueron agregando letras con el fin de incluir a diversas comunidades discriminadas por su identidad sexual. Inicialmente se utilizaba la expresión «homosexual» o «gay», pero algunas organizaciones de personas lesbianas y bisexuales la cuestionaron como insuficiente, dando paso a la creación de la sigla «LGB». Posteriormente las personas transexuales hicieron una crítica similar dando origen a la sigla «LGBT». El orden de las letras dentro de la sigla puede variar según el uso de cada comunidad o de cada país. En los últimos años han surgido nuevas ampliaciones de la sigla con el fin de incluir a otras comunidades, como a las personas intersexuales (LGBTI), queer (LGBTQ),​ asexuales (LGBTA) y kink dando origen a la sigla LGBTQIAK.
  8. Michel Foucault (pronunciación francesa: [miˈʃɛl fuˡko]), nacido como Paul-Michel Foucault (Poitiers, Francia, 15 de octubre de 1926-París, 25 de junio de 1984) fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Fue profesor en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de los sistemas de pensamiento en el Collège de France (1970-1984), en reemplazo de la cátedra de Historia del pensamiento filosófico, que ocupó hasta su muerte Jean Hyppolite.  Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias sociales y las humanidades. Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana.
  9. Teresa De Lauretis (Bolonia, 1938) es una teórica feminista que ha realizado importantes aportes a los estudios de género, queer, cinematográficos así como al psicoanálisis. Traducida a más de diecisiete idiomas, De Lauretis es conocida internacionalmente por ser autora de influyentes libros tales como “Alice Doesn’t” (1984), “Technologies of Gender” (1987) y por haber acuñado la expresión “Queer theory” (1990) para marcar una discontinuidad radical en la epistemología y las políticas sexuales feministas-LGBT.​ Actualmente es Distinguida Profesora Emérita por University of California, Santa Cruz.
  10. Gloria Evangelina Anzaldúa (Valle del Río Grande, 26 de septiembre de 1942-Santa Cruz (California), 15 de mayo del 2004), fue una académica, activista política, feminista, escritora y poeta chicana.
  11. Judith Pamela Butler (Cleveland, 24 de febrero de 1956)​ es una filósofa materialista​ y posestructuralista​ judeo-estadounidense que ha realizado importantes aportes en el campo del feminismo, la filosofía política y la ética, y ha sido una de las teóricas fundacionales de la teoría queer. Es considerada «una de las voces más influyentes en la teoría política contemporánea»6​ y la teórica de género más leída e influyente del mundo.​ Ejerce desde 1993 en la Universidad de California en Berkeley y pertenece al Departamento de Estudios Psicosociales del Birbeck College y a la European Graduate School, entre otros.
  12. El constructivismo social es una teoría que sugiere que el conocimiento científico no constituye un corpus neutro de datos independiente de las prácticas culturales y los valores, sino que se origina en el seno de la sociedad, con lo que ello conlleva. Por lo tanto, los datos y las prácticas de la ciencia son, o bien construcciones sociales en su totalidad (constructivismo duro) o bien lo son en parte (constructivismo blando). En la práctica, el constructivismo social se interesa por el trabajo en el laboratorio, las publicaciones científicas y los flujos de información en tanto qué procesos deben estudiarse desde una perspectiva sociológica y no sólo en términos puramente científicos.
  13. El posestructuralismo o postestructuralismo está asociado con los trabajos de una serie de filósofos y teóricos críticos de la región continental francesa de mediados del siglo XX que se consagraron internacionalmente en los años 1960 y 1970.​ El término se define por su relación con un movimiento intelectual anterior: el estructuralismo (desarrollado en Europa desde principios hasta mediados del siglo XX). El estructuralismo propone que uno pueda entender la cultura humana por medio de una estructura, modelada en el lenguaje (lingüística estructural), que difiere de la realidad concreta y de las ideas abstractas, un «tercer orden» que media entre los dos. Los autores posestructuralistas presentan diferentes críticas al estructuralismo, pero los temas comunes incluyen el rechazo de la autosuficiencia del estructuralismo y un cuestionamiento a las oposiciones binarias que constituyen sus estructuras.4​ Los escritores cuyas obras a menudo se caracterizan como posestructuralistas incluyen: Roland Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Judith Butler, Jean Baudrillard, Julia Kristeva y Jürgen Habermas, así como otros de la Escuela de Fráncfort, aunque muchos teóricos que han sido llamados «postestructuralistas» han rechazado la etiqueta.
  14. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “Decuando la sociología daba sus primeros pasos” en este mismo blog
  15. Chet Meeks fue un sociólogo norteamericano, profesor en la Universidad de Wyoming, trabajó en el estudio de políticas sexuales de la diferencia y sociedad civil.

Bibliografía

C. Thorpe, C. Yuil, M. Hobbs, M. Todd, S. Tomley, M. Week: El Libro de la Sociología, Akal Editores, Madrid 2016

Chet Meeks, Queer’s Theory, Encyclopedia of Sociology, Blackwell; Londres 2010

Javier Sáez del Álamo, Teoría Queer y Psicoanálisis, Editorial Síntesis, Madrid 2004

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