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Un ordenador mítico:
la serie IBM 360 |
Hace cuarenta años la informática era cosa de
grandes empresas que tenían grandes centros de proceso de datos separados,
segregados del resto de la compañía. En edificios fortificados, con sistemas de
aire acondicionado muy potentes, falsos techos y falsos suelos, en donde unos
señores vestidos con batas blancas manipulaban ordenadores gigantescos cuya
potencia de cálculo y memoria cabría en cualquiera de nuestros teléfonos inteligentes
de tercera generación y que no se apagaban nunca no fuera a que ya no se
pudiera volverlos a poner en marcha. En aquellos grandes centros se trabajaba
con grandes aplicaciones corporativas como la nómina o la gestión de los almacenes.
Y aquellos señores de la bata blanca eran los
informáticos, una suerte de profesión druídica, poseedores de un conocimiento
iniciático que nadie – excepto ellos mismos –sabía muy bien en qué consistía y
que, en consonancia con el hermético arte que practicaban, cobraban un sueldo
muy por encima de la media.
Hoy, en cambio, la informática está metida en
todas partes, se ha metido en nuestras vidas hasta unos niveles que jamás
habríamos podido imaginar, en nuestros trabajos, en nuestras casas, en nuestros
coches, encima de nosotros en dispositivos cada vez más pequeños.
Primero el ordenador entró en los puestos de
trabajo de la mano del procesador de textos y convirtió a muchos trabajadores
en usuarios de la informática. Más tarde se abrió paso en el hogar, el ordenador personal se
convirtió en un electrodoméstico más y, en tercer lugar, vino Internet de la
mano de la portabilidad – portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes – que te
mantienen permanentemente conectado a una red que representamos por una nube
pero que sería más exacto dibujarla como una galaxia. A este proceso de
cuarenta años que he resumido en un párrafo es lo que yo denomino
popularización de la informática.
Hace ya tiempo que aquellos centros de
proceso de datos como tales desaparecieron o, al menos, nadie sabe dónde están,
en la nube nos dicen, ¿en qué nube contestamos?. Ni siquiera – con la
virtualización[1] – sabes si trabajas con un
ordenador que existe de verdad.
Y el informático hace mucho tiempo que colgó
la bata, se hizo hombre y habitó entre nosotros, se hizo corpóreo, se
desmitificó, perdió clase. Así que el informático, o mejor dicho, la idea que
se tiene socialmente de la profesión informática actualmente, es que se dedica a apagar y encender el
ordenador de la secretaria del director comercial, sin atender a diferencias de
funciones, conocimientos o niveles. Hoy en día se le llama como se llama al
electricista o al tío de la fotocopiadoras, oficios que tienen toda la dignidad
del mundo, pero que carecen de glamour.
Antaño le decías a una chica que eras
informático y – con tal de no ser el hermano gemelo de Cuasimodo – ligabas,
porque eras una suerte de astronauta,
ahora – si eres informático - necesitas más que nunca ser guapo.
¿Qué es lo que ha pasado en estos cuarenta
años?, bueno, la contestación fácil es decir que el grupo de profesiones
conocido como “informáticos” se ha proletarizado, descualificado o
desprofesionalizado, pero vamos a estudiar con más rigor este problema.
Lo primero que debemos señalar es que he
utilizado conscientemente el término “grupo de profesiones” pues la visión
social tiende a simplificar la imagen del informático reduciéndolo a una imagen
única e indefinida.
Cuando los abuelos matan el tiempo mirando
una construcción saben distinguir con un simple vistazo las distintas funciones
que se pueden apreciar en la obra, saben distinguir entre arquitectos e
ingenieros, capataces, jefes de obra, albañiles, electricistas. Pero si les
dejaras en una empresa o departamento de informática sería incapaz de distinguir
al administrador de las base de datos del ingeniero de sistemas, a un
programador de un director de sistemas. Y si, como pasa en muchas empresas
“modernas” no se usa corbata o se trata de un viernes y se pone en práctica el
“casual Friday”, entonces no sería capaz ni de “distinguir” entre jefes y
subordinados. Como todos andan con teclados y pantallas me diréis que es normal,
pero si le preguntáramos a que se dedica un administrador de bases de datos no
sería capaz de explicar su función y si explicaría perfectamente la de un
arquitecto.
Luego el primer problema con el que nos
topamos es que, a pesar de la popularización de la informática, existe una
visión social simplificada de lo que es la organización y jerarquía del grupo
de profesiones que se integran en el sector de la informática. Va a resultar
que el personal no “sabe” realmente de informática sino que se ha
“acostumbrado” a ella. De modo que todos somos usuarios de un montón de
aplicaciones, para nosotros la informática ha dejado de ser un arte hermético
y, aunque gran parte de la población no tiene ni idea de hacer un programa, ya
no le da importancia al hecho de que sean necesarios unos conocimientos
técnicos muy especializados para hacerlo.
Este proceso de popularización de la
informática ha traído consigo un aumento exponencial del sector y durante
algunos momentos de la historia reciente, ha habido una enorme necesidad de
especialistas en la materia, hasta tal punto, que primaba más la necesidad de
profesionales que la calidad de los productos informáticos que se
desarrollaban.
Esta escasez se cubrió en primer término con
los estudiantes de informática, recuerdo que en los primeros ’80 nos iban a
buscar a las aulas, conozco a muchos compañeros que no terminaron sus estudios
seducidos por un buen sueldo. Juventud y dinero es un cóctel que tienta a
cualquiera. Comoquiera que seguía habiendo escasez – y como no había una
profesión reglada – las empresas buscaron profesionales de otras carreras, al
principio las más próximas al sector y que ya habían proporcionado los
profesionales de la primera generación de informáticos. Ingenieros
industriales, de telecomunicaciones, físicos, matemáticos.
Pero después se abrió la veda y vino de todo,
biólogos, historiadores, ópticos y ortopedistas, taxidermistas, cualquiera que hiciera cuatro cursos y cuatro
programas era ya de la profesión. Conozco dos casos de licenciados en filosofía
y letras directivos de departamentos de informática que, por cierto, lo hacen
bastante mal aunque formulan preguntas bastante interesantes acerca de por qué
las cosas van mal. Así que el segundo problema que nos encontramos es el
intrusismo profesional que hay en el sector.
Y es curioso revisar cómo el mercado de
trabajo ha ido de la escasez a la saturación varias veces a lo largo de estos
últimos años, según se iban produciendo expansiones y contracciones en el
mercado informático, fundamentalmente, debido al desarrollo de nuevos
paradigmas tecnológicos[2].
El último proceso histórico que, a mi modesto
entender, ha influido de manera primordial en la proletarización de los
informáticos ha sido el propio avance de la tecnología. Durante los últimos
años se han desarrollado herramientas para el usuario final muy potentes y programas
generadores de otros programas, entre otros, generadores de aplicaciones, para
multimedia, para bases de datos, para desarrollar páginas Web y Weblogs. De
manera que con unas pocas instrucciones básicas, proporcionadas de una manera
muy visual – es decir mediante iconos -, permiten elaborar aplicaciones que
gestionan realidades muy complejas.
La principal ventaja de estos generadores es
con pocos conocimientos se pueden hacer muchas cosas y su desventaja es que los
resultados son muy genéricos y, a veces, adaptarlos a los casos particulares –
que es donde suelen satisfacerse las necesidades reales de los usuarios – suele
ser difícil y caro.
Pero a los efectos del objeto de este
artículo, cabe decir que si con poca formación se puede generar una aplicación
con sus altas, sus bajas y sus modificaciones, ¿para qué se necesitan
programadores?. La tecnología nos dio nuestro reino y luego nos lo quitó.
Pero es este un blog de sociología, ¿qué nos
dice la sociología acerca de lo que le ha ocurrido al grupo de profesiones que
forma parte del sector de la informática?. Bien, pues intentando no caer en el tedio,
ya que el fin de este blog es divulgar esta ciencia de manera amena, vamos a
ver ciertas aportaciones que nos ayudarán a comprender qué es lo que ha
ocurrido en estos trepidantes años.
Aunque yo he hablado de
desprofesionalización, descualificación y proletarización, como términos
equivalentes, para la
Sociología de las profesiones no lo son en absoluto[3].
La proletarización o descualificación, que
fue definida por el sociólogo norteamericano Harry Braverman, postula que el
proceso de cambio desde el empleo por cuenta propia hacia el empleo asalariado
incide directamente sobre la naturaleza del trabajo profesional. Este proceso
de asalarización ha afectado a todas las profesiones desde el comienzo del
siglo pasado, cuando gradualmente se fue pasando de la artesanía a la
producción industrial en cadena.
A lo largo de este proceso el trabajador
pierde el control sobre su trabajo y sobre el producto del mismo, los
profesionales asalariados pierden los valores asociados a su profesión, cayendo
en la rutina, en las malas prácticas, la especialización del conocimiento y la
enseñanza de la profesión recalcando la tecnología. La dirección de las
organizaciones ha invadido las áreas de control profesional para menoscabar el
poder administrativo de los profesionales y, en el proceso, los profesionales
han perdido estatus y salario.
La desprofesionalización – debida entre otros
a M. R. Haug- en cambio, postula que los
cambios sociales experimentados en la década de los años ’60 y ’70, hicieron
nacer un nuevo modelo cultural que no acepta la autoridad basada en el
conocimiento y desea ejercer un mayor control sobre las profesiones. La
tendencia general a la escolarización universal y la mejora de los niveles
educativos se interpreta por los teóricos de la desprofesionalización como un
fenómeno de reducción de la diferencia de conocimiento entre el profesional y
el cliente.
De manera que el monopolio profesional del
conocimiento se ha ido erosionando a causa de la mejora del nivel educativo de
la población, la división del trabajo profesional – es decir la
especialización- y la aspiración de los consumidores de controlar a los
profesionales y de alcanzar un equilibrio en su relación, la agregación de
clientes en entornos burocráticos y el uso de ordenadores. A consecuencia, los
profesionales pierden poder, autonomía y autoridad.
Hay que decir que según Mauro F. Guillén,
ninguna de las dos teorías tiene un apoyo empírico apreciable, por lo que se
trataría más de filosofía social que de sociología pura.
En mi opinión, ya sea por causa de los
capitalistas que van mermando gradualmente el poder de los profesionales – la
tesis de la proletarización - o sea la
sociedad en general la que va minando sus privilegios por que va espabilando –
la tesis de la desprofesionalización – el caso es que parece cierto que las
profesiones en general no es ya lo que eran
y que el prestigio social de las mismas va decreciendo. Ni médicos, ni
ingenieros, ni abogados son lo que solían ser.
A mi entender existe, independientemente de la
causa – proletarizadora o desprofesionalizadora - , una relación
dialéctica entre la sociedad y las profesiones. Esta relación mantiene un
diálogo positivo, en el que las profesiones ofrecen servicios a la sociedad y
la sociedad les concede privilegios[4] a cambio. Y un diálogo negativo en el que la sociedad intenta reducir los
privilegios que le ha concedido y las profesiones luchan por mantenerlos. Se
trata de un pulso en el que unas veces las manos andan más cerca de las
profesiones y en otras ocasiones éstas consiguen zafarse de la presión. Hoy en
día parece que profesiones van perdiendo pero no sé realmente quién está
ganando, porque no parece que la sociedad en su conjunto esté beneficiándose de
ello.
|
Relación dialéctica entre la sociedad y las profesiones
Fuente: Juan Carlos Barajas Martínez |
Otro motor en la dinámica de las profesiones
es la que podríamos denominar la hipótesis
del esoterismo, que se ve muy clara en la dinámica de las profesiones
informáticas. Guillén, lo expresa así: “una hipótesis fundamental es que cuanto más tácito
y esotérico sea el conocimiento que sirve de base para el ejercicio
profesional, más contribuye a la legitimación del profesional, pues resulta más
difícil de entender para el profano”.
Con estos dos motores, el pulso
sociedad-profesiones y la hipótesis del esoterismo, podemos establecer los
principios que marcan el devenir de las profesiones en el tiempo. Según
Wilenski, el proceso de desarrollo de las profesiones es el siguiente:
- Comienza
con el ejercicio de la profesión sin un periodo previo de aprendizaje
formal
- Continua
con la organización de programas de enseñanza que permiten controlar la
entrada en la profesión y estandarizar su práctica
- Cuando
la profesión comienza a contar con demasiados miembros para el mercado
existente, los profesionales establecidos se asocian para proteger sus
monopolios presionando para obtener una legislación favorable. Los dos
instrumentos que se usan para este fin son el establecimiento de licencias
obligatorias para poder ejercer y la certificación profesional.
- Finalmente,
Wilenski señala que la adopción de un código formal de ética profesional
supone la consolidación definitiva de la profesión como grupo.
¿Pero qué pasa si una profesión, por muy
diversas causas, no recorre todo el camino señalado por Wilenski?. Pues que no
es un oficio, pero tampoco es una profesión. En sociología existe el término
semiprofesión que creo que describe muy bien esta situación.
Para Parkin, las semiprofesiones son
ocupaciones que justifican su demanda de recompensa sobre la base de calificaciones
formales, pero que no han sido capaces de establecer un estricto cierre social
profesional[5]
mediante un monopolio legal o el control del núcleo y la calidad de los
aspirantes. Para Fernández Enguita, se trata de un grupo de asalariados, incorporado
en parte a la burocracia pública, cuyo nivel de formación es similar al de las
profesiones, y que, estando sometidos a la autoridad de sus empleadores, sin
embargo pugnan por ampliar su autonomía en el proceso de trabajo y por
conservar o ampliar sus ventajas en la distribución de la renta, el poder y el
prestigio frente a los miembros típicos de la clase obrera.
Bien ahora, como tramo final de este
artículo, superpongamos la historia de las profesiones informáticas – que hemos
visto al principio – y el aporte teórico de las distintas escuelas sociológicas
que han estudiado las profesiones. ¿Qué es lo que ha pasado en la informática?.
Según Wilenski el primer paso en la creación
de una profesión es el ejercicio de la misma sin un período previo de aprendizaje
formal. Hemos visto que en los primeros tiempos de la informática, en aquellos
enormes centro de proceso de datos, aquellos primeros semidioses con bata
blanca y sus locos cacharros carecían de una formación específica y formal,
normalmente eran profesionales de otras ramas de la ingeniería o científicos
que recibían unos cursos en su empresa o en la empresas punteras de
informática, en aquellos tiempos IBM o UNIVAC. Podemos afirmar que el primer
punto de Wilenski se ha cumplido.
El segundo punto de Wilenski es el desarrollo
de programas oficiales de enseñanza que permiten controlar el acceso a la
profesión. A finales de los años ’60 se creó el Instituto de Informática, que
fue el primer centro educativo oficial que impartió cursos reglados de informática.
La titulación no era todavía universitaria. Hubo que esperar hasta octubre de
1977, cuando comenzó – a partir del Instituto – la Facultad de Informática
adscrita a la Universidad
Politécnica. Los licenciados en informática fueron los
primeros titulados universitarios con un programa de estudios orientado a la
formación de las ciencias de la computación, luego vinieron los diplomados como
titulación de grado medio. Más tarde a mediados de los años ’90, cambiaron las
titulaciones hacia la ingeniería superior y técnica en informática. Veremos qué
pasa con las nuevas titulaciones de grado, para mí que vamos a peor, pero esto
sería objeto de otro artículo.
Podemos decir entonces que el segundo punto
de Wilenski se cumple también, aunque hay que admitir que en paralelo con los
estudios oficiales ha existido un cosmos de estudios paralelos de informática
en academias y centros más o menos oficiales, así como programas de formación
en las empresas.
En el tercer punto de Wilenski encontramos
los problemas insalvables. Se producido el asociacionismo previsto en este
tercer punto pero no ha conseguido plenamente sus objetivos. La Asociación de
Ingenieros e Ingenieros Técnicos en Informática (ALI) y las otras asociaciones
profesionales que se han creado no han conseguido después de muchos años de
lucha ni el monopolio de las funciones del informático ni siquiera la capacidad
para firmar proyectos. A mi entender era una lucha de un pobre caballero contra
un dragón enorme, el dragón de un mercado de trabajo con intrusismo
institucionalizado y una sociedad poco dispuesta a conceder privilegios a un
sector que considera como propio, recordemos que todo el mundo se considera
programador o analista. Más aún, a una
sociedad cuya tendencia general es que todas las profesiones de mercado –
entendidas como aquéllas que implican una relación profesional-cliente – se
están viendo reducidas a profesionales de empresa, en régimen de asalariado y,
por tanto, perdiendo estatus y privilegios.
De esta manera, los titulados universitarios
en informática, no es que se hayan desprofesionalizado o, al menos, no se han desprofesionalizado
más que otros gremios. El problema de la informática es que es una profesión
frustrada, es una semiprofesión.
Evidentemente, si no pasamos el tercer punto
de Wilenski, no tiene sentido hablar del cuarto.
Ciclo de Wilenski
|
Hitos en la informática
|
¿Conseguido?
|
1. Sin estudios reglados
|
Grandes CPD, informática
corporativa
|
Sí
|
2. Estudios reglados
|
Miniordenadores, informática
departamental
|
Sí
|
3. Asociacionismo profesional
|
Microordenadores, informática
personal
|
No
|
4. Código ético
|
Resultado =
|
Semiprofesión
|
Ciclo de Wilenski aplicado a los titulados
informáticos
Fuente: el autor.
Antes hablábamos de que la informática no era
una profesión única sino un grupo de profesiones y hemos encontrado una
explicación para los titulados universitarios pero, ¿Qué ha pasado con los que
no disponen de titulación universitaria?. Al principio de este artículo hemos
visto que también este grupo ha sufrido una pérdida general de estatus y
consideración social, pero en este caso, creo que se ajusta más la hipótesis de
la proletarización. Por lo tanto, por un lado, los titulados universitarios no han logrado
constituirse como profesión, quedándose en semiprofesión y los no
universitarios se han proletarizado[6].
¡Vaya panorama!, ¡cómo para recomendar a tu hijo que estudie informática!.
El año pasado estuve en un curso con un
montón de ingenieros en informática y en telecomunicaciones y, de éstos últimos,
me sorprendió que tenían los mismos problemas que mis compañeros informáticos,
subempleo y precariedad laboral. Pero en su caso, habría que estudiarlo
detenidamente, me da la impresión de que si podemos hablar de
desprofesionalización. ¿Quiénes serán los siguientes?.
Y ya para acabar querido lector, si has
tenido la infinita paciencia para llegar hasta aquí lo menos que puedo hacer es
regalarte un pequeño ejercicio de prestidigitación, o si lo prefieres, de
mentalismo. ¡Sé lo que estás pensando desde hace un rato!, que soy un exagerado
y que para desarrollar un producto o servicio informático no es necesario
estudiar una ingeniería ni ir a Salamanca. Y que, en cambio, para hacer una
casa como Dios manda es necesario contar con un arquitecto. Puede ser, no seré
yo quien lo niegue que he conocido a brillantes informáticos no informáticos, pero los maestros de obra que levantaron la catedral de Burgos – y mira que es
bonita, grande y sólida – no pasaron por ninguna escuela superior de
arquitectura, eran brillantes arquitectos no arquitectos. Pensad en ello.
Juan Carlos Barajas Martínez
Notas:
1. En
informática, virtualización, es la creación -a través de software- de una
versión virtual de algún recurso tecnológico, como puede ser un ordenador, un
sistema operativo, un dispositivo de almacenamiento u otros recursos de red
2. El
mercado de trabajo en informática se ha expandido y contraído varias veces.
Hasta finales de los ’80 se produjo una expansión continua que generó carestía
de personal cubierto con profesiones sin formación específica en informática. A
principios de los ’90 se produjo una contracción en el mercado consecuencia de
la crisis económica que saturó el mercado de trabajo. A partir de 1996 se
volvió a expandir debido a la eclosión de Internet y el efecto 2000 que
resucitó la programación en ensamblador y COBOL. Se volvió a contraer
suavemente con la crisis de las “.com” y posteriormente volvió a expandirse
suavemente hasta el 2008 en el que la crisis galopante atacó como ha atacado a
todos los sectores de la economía.
3. En
concreto en la sociología de las profesiones hay tres grandes corrientes, el
funcionalismo o estructuralismo o funcional-estructuralismo – que por todos
estos nombres es conocido -, los neomarxistas o neomarxianos – lo de marxiano
es para distinguir el Marx revolucionario del Marx sociólogo – y los
neoweberianos. Todos con aportaciones distintas y muchas veces contrapuestas.
En este campo hay una auténtica controversia. Y ahí es dónde yo he hecho
trampa, lo reconozco. He cogido lo que más me gusta de unos y otros y he hecho
un desarrollo lineal con el fin de hacerlo todo más claro. He hecho como si la
sociología fuera un saber acumulativo, como la física, cuando dista mucho de
serlo.
4. Cuando hablo aquí de privilegios, no hablo de privilegios de clase, sino de
licencias profesionales, definición y monopolio de funciones de una profesión,
etc.
5. Parkin
define el cierre social como el proceso mediante el cual las colectividades
sociales buscan ampliar al máximo sus recompensas limitando el acceso a los
recursos y oportunidades y a un número restringido de candidatos. Ello supone
la necesidad de designar ciertos atributos sociales o físicos como bases
justificativas de tal exclusión. En el caso de los grupos profesionales, los
procesos de cierre social se despliegan a partir del credencialismo, que es la
forma fina que tenemos los sociólogos de calificar a la “titulitis”. No se
trataría de buscar tanto la eficacia en un servicio o función como limitar y
controlar la oferta de aspirantes a una determinada ocupación con objeto de
presentar o mejorar su valor en el mercado. Por supuesto este cierre social
tiene como contrapartida estrategias de usurpación practicadas por los agentes
excluidos del proceso.
6. En este
caso evidentemente no podemos hablar de que se ha pasado de la artesanía a la
cadena de montaje, pero si parece que se ha dado un proceso de descualificación
en las empresas desde el operador que cambiaba cintas en el UNIVAC 1100 al
señor del CAU que atiende a los usuarios en una red local corporativa.
Bibliografía:
Mauro F. Guillén
Profesionales y burocracia: Desprofesionalización, proletarización y poder profesional en las organizaciones complejas
Revista Española de Investigaciones Sociológicas nº 51
Centro de Investigaciones Sociológicas
Madrid julio-septiembre 1990
Marta Jiménez Jaen
La Ley General de Educación y el movimiento de enseñantes
Servicio de Publicaciones de la Universidad de la Laguna
Tenerife 2000
Harry Braverman
Trabajo y capital monopolista
La degradación del trabajo en el siglo XX
Editorial Nuestro Tiempo S.A.
México, octava edición 1987
|
Los tíos con bata y un UNIVAC 1100 |
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