La
fetichización de los “resultados inmediatos”
conduce a un
pragmatismo vacío que lucha
por mantener el
equilibrio presente del poder,
en lugar de
buscar cambiar las condiciones estructurales
Rosa Luxemburgo
Resumen
Para el autor se puede identificar la
patología de la izquierda actual con la política folk. Esta política es una
constelación de ideas e intuiciones dentro de la izquierda contemporánea que
moldea las formas de organizarse, actuar y pensar la política que al final no
se sale de los límites que impone la ideología neoliberal hegemónica. Esta
política amenaza con debilitar a la izquierda, ya que no puede expandirse más
allá de los intereses locales pues son estrategias incapaces de generar cambios
permanentes.
Summary
For the
author, the
pathology of today's left can be identified with folk politics. This politics
is a constellation of ideas and intuitions within the contemporary left that
shapes the ways of organizing, acting and thinking politics that in the end
does not step outside the boundaries imposed by the hegemonic neoliberal
ideology. These politics threaten to weaken the left, as they cannot expand
beyond local interests because they are strategies incapable of generating
permanent change.
Índice
- Tres cuestiones previas
- El libro de Srnicek y Williams
- La protesta
- La política folk
- Historia de la política folk
- Logros de la política folk
- Conclusión personal por si a alguien le interesa
Tres cuestiones previas
Antes
de entrar en materia quería comentaros, amigos lectores, tres cuestiones
previas. En primer lugar, hace ya algún tiempo, el expresidente de Uruguay José
Mujica (1) le dijo al gran periodista español Jordi Évole (2) en una entrevista
televisada, que la patología de la izquierda era el infantilismo y,
cuando le fue preguntado que en qué consistía ese infantilismo, Mujica se tomó
su tiempo y añadió: “confundir el deseo con la realidad”.
A mí
esta contestación me dejó muy pensativo porque yo albergaba sensaciones
parecidas. Yo me había dado cuenta por mí mismo, desde muy joven, de que la
izquierda que representaban mis tíos Pepe y Paco, viejos comunistas, no tenía
nada que ver con la izquierda moderna, con la nueva izquierda.
Yo
había observado, y aquí entramos en la segunda cuestión previa, una política
izquierdista más preocupada por la forma que por el fondo, y la manera de
actuar del expresidente Rodríguez Zapatero (3) – por señalar a alguien próximo
- me parecía sintomática de este tipo de política, al punto de que empecé a
llamarla “política gestual”, más preocupada por el “qué dirán” que del efecto
positivo para la sociedad, una política con efecto cosmético que no influye
para nada en el status quo.
Por
último, la tercera cuestión, es que durante los años peores de la crisis
económica que empezó en 2008, sufrí de cierta radicalización en mis ideas. La
enorme estafa que supuso aquella crisis y el hecho de que afectara directamente
a mi bolsillo me hizo sobrepasar los límites que mi moderación natural siempre
había establecido y me vi a mí mismo protestando en la calle, poniéndome
camisetas negras o sosteniendo una pancarta de inicio de una manifestación.
Esto me hizo sentir que había un rumor general de disgusto y desafección
política que podía desembocar en algo, un “algo” que no podía explicar o
identificar pues lo ocultaba la realidad neoliberal hegemónica que todo lo tapa
o minimiza, o quizás, simplemente era que cuando uno está en medio de algo que
llama “algo” - porque no sabe cómo llamarlo - no puede percibir en medio de qué
está, nos falta perspectiva. El movimiento del 15M no hizo sino confirmar este
sentimiento.
El libro de Srnicek y Williams
En ese
contexto me daba por pensar que alguien por ahí estaría escribiendo algún texto
que tendría una influencia unificadora, utópica y agitadora como la que “El
Capital” (4) supuso en el siglo XIX. Que el conflicto presente en el
momento, entre los de “arriba” y los de “abajo”, más allá del espectro
izquierda-derecha tradicional, trajera una nueva filosofía política propia del
siglo XXI.
El año
pasado cayó en mis manos un libro que, desde casi el comienzo, me hizo pensar
que a lo mejor estábamos ante un nuevo “El Capital”, con un diagnóstico
crítico muy sólido, casi indiscutible, sobre la situación actual y una
propuesta sobre una utopía que, como dice mi buen amigo el filósofo Joaquín
Herrero (5), se puede “comprar”, pues está basada en características que ya
presenta la sociedad actual.
Es realizable
desde el punto de vista tecnológico, es difícil pero factible desde el punto de
vista económico (al fin y al cabo, no se pretende acabar con el capitalismo
sino transformarlo), pero muy difícil desde la óptica de las ideas ya que, para
hacerse realidad, se necesita un gran cambio de mentalidad, sobre todo, en la
influencia que tiene la idea de trabajo remunerado en el pensamiento colectivo.
El
libro en cuestión es “Inventar el Futuro”, subtitulado, “Poscapitalismo
y un mundo sin trabajo”, de Nick Srnicek (6) y Alex Williams (7) y desde aquí
recomiendo su lectura para todos los públicos.
“Inventar
el Futuro”, parte del análisis de la hegemonía neoliberal y del porqué ha
llegado a invadirlo todo, del comportamiento político de la izquierda actual,
de la situación de las poblaciones excedentes en las relaciones económicas, del
crecimiento inevitable de la tecnología que incrementa el número de personas
que engrosan esas poblaciones excedentes. Con todo este cóctel elabora un
diagnóstico y proporciona una hoja de ruta para construir una nueva forma de
ver el futuro desde el pensamiento de izquierdas que pasa, entre otras
características, por la automatización plena, la reducción de la jornada
laboral, el ingreso básico universal, un giro cultural sobre la ideología del
trabajo remunerado cuyo fin último sea el que el ser humano pueda elegir entre
trabajar (en el sentido de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”) o no
(que no sería simple vaguería sino trabajar en aquello que realiza a la persona
sin tener asociada necesariamente una remuneración).
Es
evidente que se trata de un objetivo utópico, pero una vez leído el
libro, no te parece imposible, tan solo te parece muy difícil; además sin la
creencia en la posibilidad de crear un mundo nuevo cualquier horizonte de
progreso que uno se plantee queda inmediatamente excluido.
La protesta
He dicho más arriba que el libro de Srnicek y
Williams analiza el comportamiento político actual de la izquierda mundial e
identifica cuál es la patología que la consume. Es lo que estos autores
denominan política folk. Pero antes de entrar a definir el concepto, “Inventar
el futuro” introduce la herramienta básica de la misma: la protesta.
Estos autores piensan que la protesta
presenta una cierta futilidad. Es efímera y se realiza en pequeña
escala. Esa pequeñez provoca que sea posible cambiar algo, pero es
completamente incapaz de transformar la sociedad. Es más, ese algo que se
cambia, es fagocitado por la sociedad neoliberal y se convierte en un elemento
más del sistema. Si lo miras de manera absoluta, es posible que hayamos
conseguido con nuestra protesta mejorar la sociedad, pero de manera
infinitesimal, ínfima, pírrica. El gran edificio del sistema neoliberal sigue
ahí en pie, colosal e impertérrito.
La protesta es elevar lo afectivo a la
praxis política, en este contexto, lo emocional y lo visceral sustituye al
análisis. Es una especie de fuego artificial que surge ante la indignación y la
injusticia, pero que no dura en el tiempo ni se continua con un movimiento
político, así, hasta que una nueva injusticia levanta las banderas y las
barricadas en una nueva cruzada corrosiva que no conecta con la anterior y ni
con la siguiente.
Recuerdo el caso de los abusos policiales a
ciudadanos negros que motivaron un gran movimiento en los Estados Unidos, en
parte violento en parte pacífico, que desaparecieron tan pronto como
estallaron; y recuerdo a los líderes políticos negros pidiendo que la gente se
registrara para votar como medio para intentar cambiar las cosas de una manera
duradera, aquello – aunque consiguieron que mucha gente votara – no dejó de ser
una prédica en el desierto pues la inmensa mayoría de la población negra ha
seguido absteniéndose.
En definitiva, estos ciclos de protesta
tienen efectos limitados, se produce una movilización a gran escala que obtiene
éxitos a pequeña escala. Este estado de las cosas produce consecuentemente una
debilidad de la izquierda que pierde una gran energía de movilización para
conseguir poco, que siempre espera a una causa indignante en vez de adelantarse
y construir un futuro mejor, que repercute en una frustración y una pérdida de
prestigio porque se tiene la sensación de que nada puede cambiar en el sistema.
La política folk
La
política folk es lo que Mujica señalaba como infantilismo y yo he llamado
política gestual. Para Srnicek y Williams la política folk identifica una
constelación de ideas e intuiciones dentro de la izquierda contemporánea que
moldea las formas de organizarse, actuar y pensar la política que al final no
se sale de los límites que impone la ideología neoliberal hegemónica. Esta
política amenaza con debilitar a la izquierda, no puede expandirse más allá de
los intereses locales pues son estrategias incapaces de generar cambios
permanentes.
La
política folk es inmediata en tres dimensiones: la temporal, la espacial
y la conceptual. La temporal porque es cortoplacista, es muy táctica, es
incapaz de pensar en estrategias a largo plazo.
La
espacial porque
es muy localista, lo local para lo folk es la sede de la autenticidad y rechaza,
no ya lo global, sino que se empeña en reducirse a la dimensión humana, a la
comunidad pequeña.
Por
último, en términos de inmediatez conceptual, existe una preferencia de
lo cotidiano sobre lo estructural, el gesto sobre el cambio verdadero, lo particular
sobre lo universal, lo ético sobre lo político. Al final, es la supremacía del
sufrimiento particular y la autenticidad de lo local sobre las imágenes
clásicas de la emancipación y el cambio universales. Es el abandono del
“proletarios de mundo uníos”, de la solidaridad internacional, al que dedicaron
su vida mis tíos Pepe y Paco, estuvieran equivocados o no.
No se
puede negar que la política folk tiene mucho de refuerzo psicológico, permite
localizar la causa por la que luchar, si se triunfa y se consigue revertir una
situación injusta se produce un efecto inmediato de alivio y un sentimiento de
que se está haciendo algo, efecto que no se experimenta en estrategias a largo
plazo.
Así las
cosas, la política folk es necesariamente reactiva no proactiva, se
queda esperando al siguiente abuso para reaccionar, la cacicada siguiente para
responder llenos de indignación y, en el proceso, mientras se arregla una nos
meten ocho.
La
política folk desprecia las instituciones, no vota porque desprecia el
sistema, juega un partido de fútbol sin salir a la cancha donde se juega, no
quiere ganarlo si tiene que ensuciarse mezclándose con el capitalismo porque no
quieren contagiarse de su impureza ética.
Según
Srnicek y Williams esto lleva a una paradoja, al dilema existencial de la
política folk. Por un lado, la negociación o el acuerdo con las estructuras
de poder lleva directamente por el camino de la corrupción de la izquierda,
pero si se permanece al margen hay que renunciar a la transformación completa
de la sociedad. Ergo, es mejor moverse en los márgenes y picar allí y allá sin
resolver cuestiones de fondo.
El
pensamiento folk no se da cuenta de que la lucha también hay que darla en los
parqués de los parlamentos, de los tribunales, en los despachos del poder
ejecutivo y, el “más difícil todavía”, en los del poder económico. Pero no
desde fuera rodeando el Congreso, o al menos no sólo desde fuera, sino desde
dentro dando la batalla en comisiones y plenos.
Como es
muy local es muy de democracia directa, muy de asamblea, muy de votación
a mano alzada y recuento a ojo de buen cubero y menos partidaria de elecciones
generales en urnas y colegios electorales. La abstención es una tentación
permanente.
El
problema principal de la política folk no es que se comience por lo local,
inmediato y táctico, la verdadera cuestión de fondo es que se conforma con
esa inmediatez, sin solución de continuidad.
Para
los autores de “Inventar el futuro”, como primer paso, la política folk no está
mal, es un buen punto de partida pero no de llegada. Cualquier proyecto de
izquierda verdaderamente transformador debe ser mucho más ambicioso, abstracto,
complejo y global. Claro, esto es mucho más difícil y requiere de mucho tiempo.
La política folk puede ser necesaria, pero es claramente insuficiente.
Historia de la política folk
La
política folk no ha salido de la nada, es la respuesta compresible a los
problemas de los últimos cincuenta años.
Ya
empiezan a verse sus elementos básicos en el movimiento asambleario de la nueva
izquierda surgida de los movimientos de 1968.
Se ha
asentado con la proliferación de la ideología neoliberal (ver “El
neoliberalismo” en este mismo blog) a partir de la crisis económica de la
década de 1970, posteriormente se ha alimentado del desprestigio del
socialismo real y la caída del muro de Berlín.
El
neoliberalismo ha funcionado muy bien en el arte de socavar la autoridad y el
prestigio de los sindicatos, lo que cambió notoriamente el equilibrio de poder
entre el factor trabajo y el factor capital. La debilitación sindical ha
dejado paso a otras formas de resistencia diferentes de las clásicas del
movimiento obrero.
La terciarización
de la economía tampoco ha ayudado a mantener las formas antiguas de la política
de izquierda, pues el trabajador de los servicios ha sido tradicionalmente
menos proclive a mantener la conciencia de clase.
Por
último, los partidos socialdemócratas se han visto incapaces de reaccionar a
las demandas sociales, han acabado por adoptar políticas neoliberales
abandonando el carro del keynesianismo en lo que se ha dado en llamar socialiberalismo.
Estrategia que ha tenido un coste en la izquierda sociológica, ha supuesto un
empujón definitivo de los que votaban socialdemócrata a regañadientes, hacia
posiciones coincidentes con la política folk.
Las
posiciones de la política folk se han ido sedimentando poco a poco.
Expresándose en su forma más nítida en una primera etapa que va de
mediados de la década de 1990 y primeros años de la década de 2000, en
movimientos alterglobalizadores, anticapitalistas, Foro Social Mundial y otros.
Los objetos de la lucha eran entonces el comercio global y las organizaciones
de gobierno.
Una segunda
etapa se desarrolló a partir de la crisis económica de 2008, comprendió a
varios grupos en diferentes países como Occupy o el 15M español. Su objetivo
era contrarrestar los efectos perniciosos de la crisis financiera, la
desigualdad y la deuda.
En la
actualidad la política folk está presente en mayor o menor grado en la izquierda
política. Sigue habiendo grupos minoritarios que beben de sus fuentes y, al
mismo tiempo, tiene una presencia muy importante en los partidos más a la
izquierda, e incluso, la socialdemocracia ha tomado prestado de ésta ciertos
hábitos, propuestas, apariencias; en definitiva, lo que en España conocemos con
el descriptivo término de postureo.
Los logros de la política folk
La
política folk no ha sido completamente yerma. Ha logrado, aparte de los éxitos
locales ante problemas concretos, poner en la agenda política ideas, valores y
deseos nuevos que tuvieron un impacto significativo en el ámbito global.
En este
sentido, Srnicek y Williams señalan la difusión de las demandas feministas,
antirracistas, antiburocráticas y en favor de los derechos de los homosexuales.
Al mismo tiempo, estos autores resaltan que estos logros han quedado confinados
a los términos hegemónicos establecidos por el neoliberalismo, articulados en
torno a demandas centradas en el mercado y a los derechos y retórica liberales,
quedando fuera del sistema los elementos más radicales y anticapitalistas de
los proyectos de la izquierda folk.
Conclusión personal por si a
alguien le interesa
Querido
lector llegados a este punto no te reprocharía que fueras directamente al
final, porque ahora voy a dar unas pinceladas personales que a lo mejor son
brochazos sin interés para ti.
Me
considero una persona de izquierdas por varias causas pero, sobre todo, porque
me afecta mucho la desigualdad social y creo que hay margen para la mejora.
No soy
un revolucionario ni por edad, ni por convencimiento porque la historia nos
demuestra que las revoluciones se sabe como comienzan pero no como acaban,
muchas de ellas terminan sometiendo al que querían liberar. Siendo cínico, lo
mejor que puede pasar con las revoluciones es que estallen en el país vecino y
que el miedo a que se reproduzca en tu país provoque que las élites reaccionen
de modo positivo.
En los
últimos años, quizás décadas, me he sentido huérfano de opciones políticas a
las que apoyar o apoyarme o identificarme, los unos me parecían demasiado
liberales y los otros demasiado folks. No voy a decir aquella frase tan cínica
de que he votado tapándome la nariz, pero he votado como he podido.
Mantendré
este camino, votaré como pueda según el momento y las circunstancias.
Defendiendo, en la medida de mis fuerzas, las conquistas del Estado del
bienestar y la democracia. Pero también os confieso que he de volver al
pensamiento utópico de mi juventud, me voy a centrar en inventar el futuro aunque
no lo llegue a ver, como mi tío Pepe y mi tío Paco.
Continuará.
Juan
Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
- José Alberto Mujica Cordano (Montevideo, 20 de mayo de 1935), más conocido como Pepe Mujica, es un político uruguayo. Fue el 40.º presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
- Jordi Évole Requena (Cornellá de Llobregat, Barcelona, España, 21 de julio de 1974) es un periodista español, cómico, presentador y guionista de televisión. Alcanzó la popularidad en la primera mitad de los años 2000 interpretando a su personaje El Follonero en los programas Una altra cosa y Buenafuente. Entre 2008 y 2019 presentó el programa Salvados en la cadena de televisión La Sexta. Escribe también artículos de opinión en el diario La Vanguardia y anteriormente en El Periódico.
- José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 4 de agosto de 1960) es un político español que fue el quinto presidente del Gobierno de España después de la Transición, entre 2004 y 2011. Miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ejerció como secretario general de este entre 2000 y 2012. Fue diputado en la iii, iv, v, vi, vii, viii y ix legislaturas del Congreso.
- El capital: Crítica de la economía política (en alemán, Das Kapital - Kritik der politischen Ökonomie; 1867-1883) es un texto teórico fundamental en la filosofía, economía y política de Karl Marx. Como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, ha sido también leído como una obra de filosofía, como un tratado de economía, o como un tratado político sobre las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otro los burgueses.
- Joaquín Herrero. Graduado en filosofía por la UNED, investiga sobre causalidad, complejidad y procesos de creación de conocimiento basados en deliberación colectiva online. Creador de filosofias.es y editor de su revista desde 2009. Analista y desarrollador de sistemas informáticos con énfasis en el minimalismo. Imparte cursos sobre colaboración en línea. Programa chatbots y los integra con inteligencia artificial, la cual también estudia filosóficamente. Baila fatal pero baila.
- Nick Srnicek (nacido en 1982) es un escritor y académico canadiense. Actualmente es profesor de Economía Digital en el Departamento de Humanidades Digitales, King's College London. Srnicek está asociado con la teoría política del aceleracionismo y una economía posterior a la escasez.
- Alex Williams es profesor de sociología en la Universidad de Londres.
Bibliografía:
Inventar el futuro
Poscapitalismo y un mundo sin
trabajo
Nick Srnicek
Alex Williams
Malpaso Editores
Barcelona 2017
Episodio
36: Inventando el futuro con Nick Srnicek, parte 1
La filosofía no sirve para nada
Jose Carlos García, Juan Antonio Torrero, Sergio Muñoz
Joaquín Herrero y Juan Carlos Barajas
https://filosofias.es/wiki/doku.php/podcast/episodios/36
Episodio 38: Inventando el
futuro con Nick Srnicek, parte 2
La filosofía no sirve para nada
Jose Carlos García, Juan Antonio
Torrero, Sergio Muñoz
Joaquín Herrero y Juan Carlos
Barajas
https://filosofias.es/wiki/doku.php/podcast/episodios/38
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