Mi amigo Zenón es tan sabio y filósofo como
su tocayo el de Elea – presocrático -, o el de Citio – estoico -, o el de Sidón
– epicúreo –, o el de Tarso – estoico también-, todos ellos filósofos famosos y
de mucho fundamento. Quizás, dada su inclinación a la buena vida, al buen vino
y a la buena mesa, le encuentre un poco más lejos de Zenón de Verona, santo de
la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, al parecer muy dado al sermón y
la vida ascética y yo no veo a mi amigo por esa senda.
Pues Zenón, Zenón de Plasencia, dice que tanto para
ser padre como para ser presidente del Gobierno no hay estudios previos y, claro, así salen
las cosas después. Y sólo hay que remitirse a los hechos para tener que darle
la razón. Padres y presidentes van siempre por detrás de los problemas, aunque
a los primeros se les reconocen las buenas intenciones y, a los segundos, tan
sólo se les suponen. Y últimamente además es mucho suponer.
Lo cierto es que es muy difícil ser un buen
padre, es muy complicado acertar siempre con la solución a las necesidades de
nuestros hijos y aprendes el oficio sobre la marcha, envueltos en un mar de
dudas, procurando darles todo el amor del que eres capaz y sin saber si lo que
prohíbes está bien prohibido o en lo que cedes está bien cedido porque la respuesta sólo te la dará el tiempo. Los niños
vienen sin manual de instrucciones, por muchos libros sobre educación que leas ninguno tiene en el título el nombre de tu hijo.
Hace unos días tuve que consolar a mi hijo mayor porque después de mucho preparar el examen de selectividad, unos fallos tontos, de esos que sumas 15 en vez de restar 15, o que das el resultado en centímetros cuando te decían que había que darlo en metros, le hacían peligrar la nota que le permitiría entrar en la carrera y en la universidad en las que él desea estudiar. Tanto trabajo y unos fallos tontos le llevaban a la amargura.
Hace unos días tuve que consolar a mi hijo mayor porque después de mucho preparar el examen de selectividad, unos fallos tontos, de esos que sumas 15 en vez de restar 15, o que das el resultado en centímetros cuando te decían que había que darlo en metros, le hacían peligrar la nota que le permitiría entrar en la carrera y en la universidad en las que él desea estudiar. Tanto trabajo y unos fallos tontos le llevaban a la amargura.
Al mismo tiempo, me sentía orgulloso de él
porque demostraba que los valores en los que su madre y yo le hemos educado –
la creencia en el trabajo personal, en
la bondad de la formación y el estudio para alcanzar tus metas, en la decencia,
en las buenas costumbres, en la moderación, en la cultura del deporte – estaban
presentes en él. Perfectamente asimilados y tomados como propios.
Pero luego durante la noche, en esa vigilia previa al sueño,
mientras miraba la hora pulsante que el proyector láser de mi despertador
dibuja en el techo de mi habitación - para horror de mis noches de insomnio -, me
pregunté, ¿pero realmente hemos educado bien a nuestros hijos para los tiempos
que corren?. ¿O simplemente hemos hecho lo fácil?, educarle según los estándares
en los que nos educaron a nosotros, normas que pertenecían a una sociedad que parece
que ha dejado de existir.
Y entonces, inevitablemente, empecé a pensar
en las noticias nuestras de cada día. Un jefe del Estado que se va a cazar unos
simpáticos bichos al otro lado del mundo - a un sitio que no sé identificar en el
mapa- mientras el país se cae a cachos. Un partido en el Gobierno que hace todo
lo contrario que dijo que haría, a pesar de lo poco que dijo que haría para no
tener que hacer lo contrario. Un partido en la oposición que propone medidas
que no se atrevió a proponer cuando estaba en el Gobierno. Un ministro al que
no le importa que se caiga España si con ello entra en el Gobierno, que él ya
levantará el país cuando toque. Un presidente de la Justicia que se paga
estancias en Marbella con dinero público. Un exdirector del FMI, que luego no
es capaz de gestionar un banco, éste se desmorona, los pequeños accionistas
pierden sus inversiones, los ciudadanos debemos rescatarlo con nuestro dinero
en vez de pagar educación y sanidad que es lo que nos interesa y que son las
cosas que vamos perdiendo sin prisas pero sin pausas. Y la lista es
interminable, simplemente me limito a contar las últimas andanzas de nuestros
dirigentes.
Pero esto todavía no es lo peor. Lo peor es
que no sabes si todos estos representantes privilegiados de nuestra sociedad
son un reflejo precisamente de esa sociedad. Si los valores, que todavía se
usan como modelos oficiales de comportamiento, ya han sido sustituidos por
otros, sus contrarios. Te preguntas, hasta qué punto hay gente que critica estas actitudes, no por que
crea que son comportamientos indecentes, sino porque ellos no pueden hacerlo
porque no disponen del poder suficiente. Parece que la letra del tango
“Cambalache” es el nuevo código moral.
De siempre se ha dicho que el parámetro con
el que la clase trabajadora ha educado a sus hijos ha sido la ética del
trabajo; de la clase media, la ética del estudio y la formación para alcanzar
una profesión de provecho, y para la clase alta, la conciencia de la propia
clase y la flexibilidad en la autoexigencia ética y la rigidez en la exigencia
de la ética de los demás. Pero ahora parece que esta última actitud se ha
generalizado a todas las clases quizás porque la élite dirigente ha perdido el
pudor de enseñar sin ningún recato sus miserias.
Parece que la buena educación para nuestros
hijos, para vivir en un ecosistema como el que parece que se está creando, en vez
de resaltar los valores tradicionales, hubiera sido el dar codazos para
colocarte, buscar premios sin haber realizado ningún esfuerzo personal, incidir
en la falta de escrúpulos para pasar por encima de otros, trazar currículos
imaginarios y fantásticos, la educación para la conspiración, la hipocresía y el
disimulo, el mantenella y no enmendalla,
el no reconocer los errores propios y publicar los ajenos, y toda esa retahíla
de disciplinas – lo que yo llamo la indecencia - que sirven en el mundo
individualista, neoliberal, ultracapitalista y globalizado que les estamos
dejando a nuestros jóvenes. ¿No sería mejor crear un ciudadano a medio camino
entre Terminator y un broker de la bolsa del estilo de la
película “Wall Street”?. ¿Es esa la
mala o la buena educación?.
En este punto de mis pensamientos miré al
techo, y la proyección de la hora indicaba que ya hacía tiempo que debía de estar
durmiendo en vez de filosofar, que a la mañana siguiente iba a estar hecho
polvo y que, o cambiaba de discurso, o no dormiría en toda la noche.
Pensé entonces en el atasco que me chuparía a
la mañana siguiente. “No si hoy no te duermes Juan Carlos” – me dije -. Me
acordé de los que no pueden soportar el atasco y avanzan por el arcén cuando a
la Guardia Civil no se la ve por los alrededores. Primero uno, que acelera
porque sabe que está haciendo mal y quiere reducir el tiempo de exposición al
peligro de que le pillen pero, con esa maniobra, no hace sino aumentar el
peligro de accidente. A éstos les suelen seguir los de “si este lo hace porque
no yo” y unos cuantos más avanzan por el arcén. A veces la Guardia Civil si que
está y los va deteniendo y tu exclamas, ¡viva la Benemérita!, y sientes que el
día comienza bien.
Pero lo importante es que la mayoría nos
quedamos, no salimos al arcén. La mayoría entendemos que si todos vamos por el
arcén, por el camino fácil e ilegal, la vamos a armar, el atasco no va a tener
ninguna solución. En el ámbito de lo social pasa lo mismo, la mayoría no vamos
por el arcén, de eso se valen los listos, pero precisamente por eso – porque la
mayoría no lo hacemos - todavía tenemos algo asimilable a una sociedad y no
vivimos en un estado de naturaleza.
Esto pasa, en mayor o menor grado, en todos
los órdenes de la vida, pero si nos centramos en la política, la mayoría deberíamos
imponer nuestra ética en el atasco social y enviar a casa a los que van por el
arcén, con nuestro voto por ejemplo. No podemos consentir que los políticos
corruptos o incompetentes se revaliden en sus cargos después de unas elecciones
sean del partido que sean. Es imperdonable.
Pero el voto no es la única herramienta de la
que disponemos, está la educación. La persona educada es mucho más difícil de
manipular y engañar. La persona educada respeta más los derechos de los demás,
es más consciente de sus deberes y exige sus derechos con mucho más fundamento.
¿Por qué si no, la educación obligatoria, pública y gratuita ha tenido tantos
enemigos a lo largo de la historia?.
Así que, aún contando con todas nuestras equivocaciones y limitaciones, eduquemos a nuestros hijos como personas y ciudadanos decentes y no como macarras, prediquemos con el ejemplo como ciudadanos y no
como epsilones descerebrados, enseñemos a nuestros hijos a pensar por sí
mismos, a decir “no” y “basta” cuando es necesario y ser solidarios y arrimar
el hombro cuando es justo hacerlo. Al final estoy convencido, son ya las tres
de la mañana y quiero dormir, ésa es la buena educación. Probablemente les
expongamos al cabreo de que contemplen a
más de uno yendo por el arcén, pero son más fuertes de lo que pensamos, y
exigirán. Exigirán honestidad. Algo que debemos a empezar a hacer nosotros,
porque el arcén se nos está llenando de listos.
Al final, por fin, concilié el sueño.
Juan Carlos Barajas Martínez
A mi amigo Zenón,
sabio, profesional y maestro de varias generaciones de informáticos, una de las
personas de las que he aprendido más – en la profesión y en la vida - y un español universal que ha llevado el
prestigio de nuestro país hasta los rincones más insospechados de nuestro
planeta
La mala educación por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en sociologiadivertida.blogspot.com.
Esta licencia permite la copia respetando la autoría de la obra. No permite distribución comercial ni obras derivadas
Si señor necesitamos un rearme moral!!. Pero que sepas que esto no es de ahora, lleva tiempo gestándose. Yo soy abuelo, ahora son mis hijos los que tienen esa guerra.
ResponderEliminarUn saludo JC
Anselmo
Ya sé Anselmo que lleva tiempo gestándose, lo que pasa es que ahora con la crisis todo es más visible y ciertas actitudes más escandalosas. Hoy parece que la Unión Europea nos interviene, dentro de poco no seremos España probablemente seamos Spanien.
EliminarUn horror
Gracias como siempre Anselmo.
muy bueno me ha gustado mucho papa
ResponderEliminarJajaja Gracias hijo, esta noche postre doble!!
ResponderEliminarVaya por delante que, una vez más, coincido contigo, aunque en este caso me llevas 6 cuerpos de ventaja (realmente 6 años), que intentaré aprovechar para la educación de los míos.
ResponderEliminarEl maestro Joan Manuel decía:
“A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción…”
Y añade:
“Nos empeñamos en dirigir sus vidas, sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción.”
Procedemos, creo, de la clase media, de ahí que se nos haya educado con la ética del estudio y la formación, porque nuestros padres deseaban para nosotros lo que ellos no había podido tener y comparto contigo que la clase alta se ha educado en la flexibilidad en la auto-exigencia ética y la rigidez en la exigencia de la ética de los demás, haciéndose extensiva a los dirigentes, políticos y económicos.
La pregunta es ¿qué hacer ahora? Yo, que desconozco el oficio y sabe Dios que no tengo vocación, me malesfuerzo diariamente en lo que mis padres me enseñaron, pues creo que estaban en lo cierto y para muestra un botón.
GRACIAS JUAN CARLOS
Juan cho
Te llevo 6 años de paternidad pero de edad no, ¿eh?. Jajaja, somos de la misma cosecha. Pero tengo que reconocer que tu te conservas mucho mejor, jajaja. Pues nada a hacer lo que podamos, al final tengo la esperanza de que haremos un buen trabajo, tal y como hicieron nuestros padres con nosotros. ¿No crees?.
EliminarHola,Juan Carlos.
ResponderEliminarVeo que has recuperado el nivel, después del acoso intelectual de la oposición.
Se te ha olvidado decir que educamos a nuestros hijos, sobre todo, para que sean felices. Y la forma en que disfrutas de la vida cuando tienes lo que te mereces, no tiene parangón con los fastos de tanta gentuza. Muchas veces digo que claro, como esos pobres hombres no tienen pueblo al que ir, se tienen que apañar con esos sitios tan fríos y tan lujosos.
Y es verdad, nadie nos ha enseñado qué hacer con los hijos, y metemos la pata, pero lo hacemos lo mejor que podemos, eso no nos lo puede negar nadie. Y les tenemos respeto como personas, algo que no era precisamente habitual en la generación que nos precedió, eso lo aprendimos solos.
Y no me enrollo más. En mi casa la forma de gobierno es la anarquía asamblearia feminista. Son tres mujeres, y estoy a punto de coger las maletas.
Un saludo
Maquilón
Muchas gracias por tus comentarios Maquilón. Siento que se dé en tu casa esa dictadura del matriarcado, jajaja, comprendo que quieras hacer las maletas.
EliminarAmigo Juan Carlos,
ResponderEliminarTe has pasado 100 pueblos con tu amable referencia a mi persona, solo tu sana amistad justifica tus inmerecidos comentarios.
Si la sabiduría se adquiere con la edad, efectivamente debo ser muy sabio y cada día debo superarme a mi mismo, aunque no me percato de ello, en lo que si me considero muy pero que muy sabio, es en tener amigos y colegas como tu y eso ya te lo he comentado más de una vez, es una de las razones que me mantiene al pie del cañon.
Además, en estos tiempos turbulentos de crisis económica y social, no sería justo retirarse para disfrutar de una merecida pensión. Cuando hemos llegado a esta situación significa que no hay pensión merecida, que algo o muchas cosas debemos haber hecho mal los de mi generación para estar como estamos y aunque sea testimonial por la magnitud de la misma, hay que estar dando la cara.
Por otra parte el grupo de amigos y colegas que nos reunimos cada día, aprendemos unos de otros, (yo soy de los que más aprende), y siempre buscamos darle un sentido de humor a nuestro batallar diario, especialmente a las situaciones difíciles y complicadas que nos toca afrontar.
Para terminar, con padres como Marisa y tu no hay peligro de mala educación, sois exigentes y honestos porque intuís que lo que les depara el futuro no es fácil y ellos como tu muy bien mencionas, sabrán reaccionar ante las dificultades cuando tengan que enfrentarse a ellas.
Los que hemos dedicado lo mejor de nuestras vidas a nuestros hijos, estamos seguros de su buen actuar cuando la sociedad se lo demande, a pesar de que como padres responsables, nos aparezcan de vez en cuando las incertidumbres que tu magistralmente señalas en tu artículo.
Un abrazo y muchas felicidades por esta bella actividad que tu mismo te has creado, que se está convirtiendo en una necesidad intelectual de amigos y extraños.
Zenón
Querido Zenón, ya que por desgracia carecemos ya de abuela, bien está el reconocer los méritos de las personas que aprecias y admiras. Zenón no falto a la verdad cuando digo que desde los organismos internacionales en que has trabajado has hecho un labor importantísima y que somos muchos los que te consideramos un maestro en nuestra profesión. Gracias a Dios todavía estás en activo y con la mente juvenil para seguir con tu magisterio.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por leerme
Hermoso el artículo, y hermosos los comentarios.
ResponderEliminar¡Olé!
Muchas gracias Juan. Ya sabes que tanto Zenón como yo te seguimos como corderos, jajaja.
EliminarUn abrazo
Brillante. Hace poco que he descubierto tu blog y me encanta todo lo que escribes.
ResponderEliminarYo añadiria una estrategia mas a la "buena" educacion. Mis hijos tienen 12 y 15. Son jovenes e impetuosos. Cuando detecto con ellos una injusticia o simplemente algo que deberia funcionar mejor les insto a que luchen por mejorarlo. Creo qus importante, ademas de educar, saberles pasar la antorcha para que ellos tambien se sientan responsables de mejorar este mundo que nos ha tocado vivir.
claudia vallve
Muchas gracias Claudia, tus comentarios animan mucho y me parece muy lo de el paso de la antorcha a la nueva generación a ver si ellos tienen más suerte.
ResponderEliminarNos vemos por la Red.
Me encanta tu blog. Un encanto haberlo encontrado.
ResponderEliminarPues sé bienvenida, muchas gracias.
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