El interaccionismo simbólico II: después de Mead


 


Resumen

En este segundo artículo sobre la escuela del interaccionismo simbólico se examinan los trabajos teóricos posteriores a la obra del máximo representante del movimiento, G.H. Mead, así como las propuestas metodológicas en el ámbito de la investigación social interaccionista. Por último, se estudian las críticas que diversos autores han hecho a la teoría y la praxis interaccionista.

abstract

This second article on the school of symbolic interactionism examines the theoretical works subsequent to the work of the movement's main representative, G.H. Mead, as well as the methodological proposals in the field of interactionist social research. Finally, the criticisms that various authors have made of interactionist theory and praxis are studied.

Índice

Teoría: Principios básicos

 En el artículo, “Interaccionismo simbólico I: George Herbert Mead”, de este mismo blog, se describen las ideas de este autor que dieron origen a esta escuela de pensamiento sociológico. De hecho, tengo mis dudas acerca de si Mead (1) fue el último precursor o el primer autor del interaccionismo simbólico, en cualquier caso, fue el inspirador y todos los desarrollos posteriores son extensiones de su pensamiento.

Eso sí, no todos los autores posteriores a Mead siguieron un mismo patrón. Presentaron una cierta ambigüedad que fue muy criticada y el cuerpo teórico resultante tiene una cierta resistencia a la sistematización.

 Algunos interaccionistas – sobre todo Brumer (2)-, conscientes de este defecto, abordaron la tarea de uniformizar la teoría interaccionista y enumeraron los principios teóricos básicos de la teoría, que según Ritzer (3), son los siguientes:

  1. A diferencia de los animales, los seres humanos están dotados de capacidad de pensamiento.
  2. La capacidad de pensamiento se desarrolla mediante la práctica de la interacción social.
  3. En la interacción social las personas aprenden los significados y los símbolos que les permiten ejercer su capacidad de pensamiento distintivamente humana.
  4. Los significados y los símbolos permiten a las personas actuar e interactuar de una manera distintivamente humana.
  5. Las personas son capaces de modificar o alterar los significados y los símbolos que usan en la acción y la interacción sobre la base de su interpretación de la situación.
  6. Las personas son capaces de introducir estas modificaciones y alteraciones debido, en parte, a su capacidad para interactuar consigo mismas, lo que les permite examinar los posibles cursos de acción y valorar sus ventajas y desventajas relativas para luego elegir uno.
  7. Las pautas entretejidas de acción e interacción constituyen los grupos y las sociedades


Vamos a ver en los apartados siguientes todos estos principios teóricos con un poco más de detalle.

Capacidad de pensamiento

Para los interaccionistas simbólicos, la persona no es un mero receptor de constricciones externas provenientes de una estructura social que la engloba, sino que son vistos como unidades reflexivas o interactivas que por agregación constituyen la realidad social. Y lo que capacita a las personas para actuar autónomamente es la capacidad de pensamiento.

Los interaccionistas mantienen que es más probable que las personas se comporten siguiendo su propia opinión que renuncien a esta capacidad de elección.

Siguiendo a Mead opinan que la capacidad de pensamiento reside en la mente. Pero la mente para ellos no es el cerebro fisiológico sino un proceso constante que analiza todos los estímulos externos que recibe y produce respuestas reflexivas a estos estímulos. La mente está en el centro de la teoría interaccionista, relacionada con la interacción, la socialización, los significados, los símbolos, el self y, de un modo agregado, con la sociedad.

Interacción social

La interacción social es el proceso, ya sabemos que nuestros amigos describen casi todo en términos de procesos, en el que se desarrolla y al mismo tiempo se expresa la capacidad de pensamiento. Cuando se dice que se desarrolla se esta hablando de que se configura y refina mediante el proceso de la interacción social.

Por tanto, no es de extrañar que, como la socialización representa el aprendizaje de todos los recursos y comportamientos para aprender a vivir en sociedad, sea el tipo de interacción social más importante para desarrollar la capacidad de pensamiento. Creándose durante la socialización de la primera infancia y refinándose durante la socialización adulta.

Además de la socialización, todos los procesos de interacción social ayudan a configurar la capacidad para pensar pues, durante el trascurso de una interacción, la persona debe interpretar los comportamientos de los otros actores y decidir un curso de acción determinado, lo que redunda en un aumento de la experiencia social.

Blumer distinguió entre dos formas de interacción social, aquellas que no implican necesariamente pensamiento, las denominó interacción no simbólica. Y aquellas que requieren un proceso mental son, como ya se puede suponer, las simbólicas.

Otro elemento de la interacción es el de los objetos. Los objetos según Blumer son “cosas que están ahí fuera”, en el mundo real. Hay objetos físicos (un árbol, un piano), objetos sociales (el jefe, el profesor) y objetos abstractos (una idea). Lo importante con relación a los objetos estriba en el modo en el que los actores los definen y cómo personas diferentes asignan diferentes significados al mismo objeto. Según Blumer para un botánico y para un leñador un árbol constituye un objeto diferente. Estas diferencias conllevan procesos mentales distintos y conductas diferentes ante el mismo estímulo, un árbol.

Significados y símbolos

Hemos visto la importancia de la atribución de significados y el relativismo inherente a la misma. Para Mead, los significados son causados por la interacción social y los interaccionistas simbólicos han seguido por este camino. Este enfoque, como ya vimos en el artículo anterior, deriva de la influencia de la filosofía pragmática en Mead.

 Las personas aprenden a vivir con los símbolos y los significados a lo largo de su vida mediante el proceso de interacción social al que están sometidos constantemente. Lo signos son objetos sociales a los que se responde de una manera irreflexiva, significan algo por sí mismos, un gesto agresivo, un objeto que viene directo a darte en la cabeza.

En cambio, los símbolos implican un proceso reflexivo, son objetos sociales que toman el lugar – representan – a otra cosa mediante una convención social previa. Pueden ser palabras, cosas físicas y acciones. Las palabras son caracteres o sonidos, depende de la lengua escrita o hablada, que significan algo – persona, animal o cosa -.

De esta manera, una cosa física como un cartel anunciador promociona una película, un puño cerrado, que es una acción física, puede ser símbolo de una revolución.

El mundo del lenguaje es un lugar especial pues es un todo simbólico, para los interaccionistas, las palabras hacen posibles todos los demás símbolos.

Los símbolos - y en particular el lenguaje -cumplen una serie de funciones, los interaccionistas, según Ritzer, han señalado las siguientes:

En primer lugar, los símbolos ordenan el mundo; permiten a las personas relacionarse con el mundo social y material que los usan para nombrar, clasificar y recordar los objetos que encuentran en él.

En segundo término, permiten liberar a los actores de sentirse desbordados por la gran cantidad de estímulos que reciben de su entorno. Son herramientas que incrementan la capacidad para percibir el mundo externo a la persona.

Tercero, los símbolos aumentan también la capacidad de pensamiento, por ejemplo, mediante el lenguaje.

En cuarto lugar, son herramientas que amplían la capacidad para resolver problemas, despejar incógnitas antes de tomar decisiones, valorar diversas alternativas antes de adoptar una de ellas.

Otra función, la quinta, es que los símbolos pueden ser de corta o de larga duración, pueden estar están sujetos a un espacio concreto o ser universales.

La sexta función es que permiten imaginar realidades metafísicas como el cielo o el infierno, sitios en los que nadie ha estado pero que mediatizan los comportamientos.

Por último, la séptima es la función de proactividad. Los símbolos permiten a las personas se activas, independizarse del entorno, es decir, dirigir sus acciones.

Relación entre acción e interacción

Para entender las ideas interaccionistas de acción e interacción hay que empezar por explicar la distinción que hacía Mead entre conducta encubierta y conducta descubierta.

La conducta encubierta es la parte interna del comportamiento, la constituyen los procesos mentales que conforman el pensamiento, mientras que la conducta descubierta es el comportamiento externo del actor. La mayoría de las acciones humanas se componen de ambas conductas. Los interaccionistas se interesarían sobre todo por la primera y los conductistas por la segunda.

La acción social implica a un solo individuo, está relacionada con la conducta encubierta, en ella la persona actúa teniendo en mente a los otros, al emprender la acción el actor trata de medir su influencia sobre el resto de las personas implicadas.

La interacción social implica a dos o más individuos y está relacionada con la conducta descubierta. Las personas intercambian símbolos y significados, los procesan en su mente y dan una respuesta en función de la interpretación que hacen de esos símbolos y significados. En este caso la influencia entre actores en mutua.

Capacidad de elección

Para los interaccionistas, a pesar de que reconocen que la sociedad constriñe al actor situándolo en un medio viscoso de definiciones sociales, es capaz de hacer elecciones personales y desarrollar un estilo de vida propio.

La gente no tiene por qué asumir sin más los significados y símbolos que vienen desde fuera, son capaces de crear nuevos significados y nuevas líneas de significados, de esta manera, pueden elegir entre las distintas alternativas de acción de que disponen en una situación concreta.

Desarrollos de “el self” posteriores a Mead

Como vimos en el artículo anterior, el self es un concepto original de Mead, que lo define como un proceso mental que concede a la persona la capacidad de verse a sí misma como un objeto sin perder su condición de sujeto. De alguna forma permite vernos “desde fuera”, de experimentar lo que creemos que es la visión que tiene nuestro entorno social de nosotros mismos sin abandonar la perspectiva del “yo”.

De hecho, el concepto de self es central en la teoría interaccionista. Y los interaccionistas han andado a vueltas con el mismo. Vamos a echar un vistazo a dos definiciones que amplían el concepto inicial de self de Mead: el “self especular” de Cooley y el “self concepto” de Rosenberg.

Cooley (4) definía el self especular como una imagen más o menos definida de cómo aparece el self de una persona ante los demás. De manera que con la imaginación percibimos cómo es nuestra apariencia, maneras, objetivos, actos, amigos, nuestro carácter en la mente del otro.

El self especular funciona en tres pasos, imaginamos cómo aparecemos ante los demás, tratamos de captar cómo piensan los demás acerca de la imagen que proyectamos de nosotros mismo y, por último, nuestra mente procesa la reacción imaginada de los demás y afloran los sentimientos agradables o desagradables como consecuencia de que esa reacción imaginada sea buena o mala.

En cuanto al self concepto, Rosenberg (5) lo define como el punto de vista que tiene un individuo de sí mismo. La diferencia entre el self especular y el self concepto es verdaderamente sutil. El primero es más externo y el segundo es completamente interno, pero los dos coinciden en explicar por qué los objetos externos al actor le llevan a sentir orgullo o vergüenza. Orgullo en el caso de un éxito social (comprarse un coche nuevo, presumir de salir con una chica o chico guapo) y vergüenza en el caso de un fracaso (vestir fuera de la moda o caerse de culo en la escalera de una biblioteca como me pasó a mí el aciago día que me caí en la biblioteca de la Facultad de Informática, cuestión que como podéis comprobar no he olvidado a pesar de los cuarenta años que ya han pasado).

Rosenberg divide el self concepto entre el self existente, que es nuestra imagen de cómo somos. El self deseado, que es una imagen de cómo desearíamos ser. Y el self presente, que es la manera en la que nos presentamos en una situación determinada.

Las funciones del self concepto según Rosenberg son el mantenimiento de la autoestima, es decir, el deseo de pensar bien de uno mismo. Y la autoconsistencia, lo que viene a ser el deseo de proteger el self al cambio de la imagen de uno mismo, en definitiva, el deseo de ser coherente.

Metodología: ideas de Blumer

Blumer, quizás el interaccionista más importante después de Mead, tenía la preocupación de dar un barniz metodológico al interaccionismo simbólico. Ritzer dice que sentía un gran respeto por las dificultades que plantea el estudio de la acción y la interacción en el mundo real, a menudo hablaba del carácter obstinado del mundo real. Y para llevar a cabo este trabajo, era necesario seguir un sistema, un método.

Criticaba lo que llamaba el cientifismo ciego. No estaba completamente en contra de los métodos cuantitativos pero creía que eran menos efectivos que los cualitativos. Pensaba que no se podía reducir ese mundo real del que hablaba a variables matemáticas, a estas variables les falta el proceso interpretativo que era clave para comprender lo social.

Por otro lado, tampoco era muy fan de los esquemas teóricos abstractos, no era partidario de armar una teoría primero y después forzar al mundo real a comportarse tal y como habías predicho.

Lo que él promovía en el aspecto teórico, era lo que en sus palabras denominaba “conceptos sensibilizadores”, es decir, aquellos que sugieren el objeto de estudio, dónde buscarlo y no interfieren ni desdibujan el mundo real.

Blumer, para realizar el estudio de campo, recomendaba a los sociólogos la introspección simpática que consiste en que el investigador social adopte el punto de vista del actor que está estudiando.

Esta postura le llevaba a posicionarse preferentemente fuera de los métodos de las ciencias duras, lo que para él no era un símbolo de que la sociología fuera una ciencia inmadura sino que era la respuesta inteligente a un objeto de estudio muy peculiar.

Debate entre Blumer y Kuhn

Manford Kuhn (6) – no confundir con Thomas Samuel Kuhn (7)- no estaba muy de acuerdo con este planteamiento de Blumer y mantuvo un interesante debate acerca de los métodos de estudio interaccionistas.

Al contrario que su colega, Kuhn opinaba que la sociología no era una excepción y que una aproximación científica al mundo real debía tender hacia la generalización y la formulación de leyes. Prefería el método científico, el uso de variables tradicionales y definiciones operacionales.

Para Blumer las personas tenían un fuerte componente de imprevisibilidad en su forma de actuar, Kuhn pensaba que la acción humana estaba constreñida por la sociedad por lo que podía ser determinada científicamente.

Entre los interaccionistas ha sido predominante la postura de Blumer, lo que ha dado lugar a no pocas críticas hacia esta escuela sociológica.

Críticas al interaccionismo simbólico

Las dos críticas más importantes que se hacen al interaccionismo simbólico son dos, la primera, relacionada con la psicología humana y, la segunda, la de ignorar las estructuras sociales.

Siendo un paradigma que se centra en el individuo y en su conducta se le reprocha que se ignoren factores psicológicos que podrían impulsar al actor como las emociones, necesidades, motivaciones, expectativas. Todas estas características apenas tienen referencias, los interaccionistas se centraron en los significados y los símbolos.

Por otra parte, es cierto que es un enfoque microsociológico, pero ignora a las estructuras sociales, por eso se dice que el interaccionismo simbólico es “poco sociológico”. Sin las estructuras sociales, explicando la sociedad a base de agregados de interacciones sociales de los individuos no puede describirse con un mínimo de rigor la imponente complejidad social contemporánea.

Aparte de Kuhn, otros han criticado el rechazo interaccionista a las técnicas científicas tradicionales, confundiendo el hecho de que, a pesar de que los contenidos de la conciencia no sean cualitativos, se pueden medir las conductas resultantes del proceso mental.

Se ha criticado también que los conceptos principales del interaccionismo como la mente, el self y otros son vagos, ambiguos y, por tanto, confusos. En opinión de los críticos no se puede tener una teoría y una investigación sólida basándose en conceptos básicos endebles.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Notas

  1. George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte.
  2. Herbert Blumer (nacido el 7 de marzo de 1900 en St. Louis, Missouri, fallecido el 13 de abril de 1987). Sociólogo de la Escuela de Chicago influenciado por la obra de George Herbert Mead alumno del destacado comunicador Ronnie Pintado quien presidió la American Sociological Association en 1956.
  3. George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología.
  4. Charles Horton Cooley (Ann Arbor, Michigan, 1864 - 1929) fue un sociólogo estadounidense e hijo de Thomas M. Cooley, Juez del Tribunal Supremo de Michigan. Estudio y enseñó economía y sociología en la Universidad de Míchigan, además de ser un fundador de la American Sociological Association en 1905 y se convirtió en su octavo presidente en 1918.
  5. Marshall Rosenberg (Canton, Ohio, 6 de octubre de 1934-Albuquerque, Nuevo México, 7 de febrero de 2015)1​ fue un psicólogo estadounidense y creador de la Comunicación no violenta, un proceso de comunicación y mediación que ayuda a las personas a intercambiar la información necesaria para resolver conflictos y diferencias de un modo pacífico.
  6. Kuhn, Manford (1911-1963) Un destacado interaccionista simbólico, que desarrolló una vertiente más cuantitativa de interaccionismo y argumentó que la metodología de la Escuela de Chicago era demasiado vaga para permitir precisión científica. Kuhn y sus colegas intentaron dar definiciones operativas a conceptos como "acto social" y "el yo ". El más conocido de sus instrumentos de investigación fue el llamado Test de las Veinte Declaraciones , que pedía a las personas que enumeraran veinte respuestas a la pregunta "¿Quién soy yo?", Como base para un estudio más objetivo del yo.
  7. Thomas Samuel Kuhn (Cincinnati, 18 de julio de 1922 - Cambridge, 17 de junio de 1996) fue un físico, historiador y filósofo de la ciencia estadounidense, conocido por su contribución al cambio de orientación de la filosofía y la sociología científica en la década de 1960.

Bibliografía

Hall, Peter M.: Symbolic Interaction, Encyclopedia of Sociology, Blackwell, Londres 2010

Ritzer, George: Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw-Hill, Madrid 2001


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