¿Qué es la lógica? ¿Hay una lógica sociológica?

Arriba de derecha a izquierda: Aristóteles, Abelardo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Ockham

Abajo: Boole, Frege, Russell, Gödel, Turing


 Resumen

Este artículo es una explicación de qué es la lógica formal, de su historia, de su influencia en la ciencia y, en particular, en la sociología. Se hace una revisión de cuatro teorías sociológicas, estudiando la lógica subyacente en sus planteamientos: la teoría del intercambio de Homans, la sociología de Weber, la teoría del habitus de Bourdieu y la teoría general de sistemas de Luhmann.

Abstract

This article is an explanation of what formal logic is, its history, its influence on science, and, in particular, on sociology. It includes a review of four sociological theories, examining the underlying logic in their approaches: Homans' exchange theory, Weber's sociology, Bourdieu's theory of habitus, and Luhmann's general systems theory.

Índice

  • De la lógica utens a la lógica docens
  • Un poco de historia: del ágora a la inteligencia artificial
  • Lógica y ciencia
  • Lógica y sociología
  • Tipos de lógica formal
  • ¿Dónde se puede estudiar lógica?

De la lógica utens a la lógica docens

La palabra “lógica” es de esas que sirven tanto para un roto como para un descosido; forma parte del vocabulario usual (“es lógico”, “en buena lógica”, “lógicamente”…). Se usa cuando aplicamos el razonamiento a un problema y suele asociarse al sentido común. Quien va como un cabestro por la vida, dándose golpes contra la pared, carece de lógica y de sentido común; créeme, querido lector, hay mucha más gente así de la que tú crees. Me di cuenta trabajando en la protección de españoles en el extranjero: la gente hacía todo lo posible para meterse en problemas.

El problema del sentido común es su relatividad. Cada uno tiene su propia lógica, mediatizada por el origen, la cultura, la formación o el temperamento. En su variedad está su riqueza, pero también su falta de aplicabilidad universal. Por eso, desde Aristóteles(1), la lógica ha sido un proceso de destilación del razonamiento humano: buscar la estructura pura del pensamiento, no su forma coyuntural.

El filósofo norteamericano Peirce (2) denominaba lógica utens a esta lógica mundana, práctica, intuitiva y contextual que usamos para resolver los problemas diarios. Aristóteles partió de ella como materia prima y la refinó. Como un alquimista del pensamiento, quitó sentimientos, vaguedades, contextos y opiniones. El resultado fue lo que Peirce llamó lógica docens: la lógica que se enseña; la de los filósofos griegos, la Escolástica y los grandes lógicos matemáticos de los siglos XIX y XX.

Esta lógica docens es lo que hoy llamamos lógica formal: el estudio de las estructuras puras del razonamiento, liberadas de su contenido concreto. Si la lógica utens es el pensamiento en bruto —espontáneo y teñido de experiencia—, la lógica formal es su esqueleto abstracto: un sistema de reglas universales que opera con símbolos, no con emociones o contextos. Como diría Alfred Tarski (3), «La lógica no se preocupa por lo que decimos, sino por cómo lo decimos'.

Alfredo Deaño(4) definió la lógica formal como «la ciencia de los principios de la validez formal de la inferencia». «Inferencia» —nos aclara— es un sinónimo de razonamiento o argumentación. Todo razonamiento es un pensamiento, pero no todo pensamiento es un razonamiento. Según Deaño, el razonamiento es un tipo de pensamiento cuyo rasgo esencial es el paso de una o más afirmaciones —llamadas premisas— a una afirmación derivada: la conclusión.

Hemos mencionado la validez formal, pero ¿qué significa? Todo razonamiento humano tiene dos dimensiones: verdad y validez. La verdad concierne al contenido: «El Manzanares pasa por Madrid» es verdadero; «El Barça es el mejor equipo del mundo» es, como mínimo, discutible. La validez, en cambio, atañe a la estructura lógica: un razonamiento es válido si la conclusión se sigue necesariamente de las premisas, aunque estas sean falsas.

Veámoslo con un caso absurdo que el propio Deaño proponía:

- Si San Pablo era monoteísta, entonces Sócrates y Jantipa no contrajeron matrimonio por el rito ortodoxo.

- Es así que Sócrates y Jantipa no contrajeron matrimonio por el rito ortodoxo griego.

- Luego, San Pablo era monoteísta.

Aquí, tanto premisas como conclusión son verdaderas, pero la argumentación es inválida: no hay conexión lógica entre el monoteísmo de San Pablo y el matrimonio de Sócrates.

La lógica formal, como el reino de Dios, no pertenece a este mundo: es intemporal, inmaterial y ajena a culturas o ideologías (5). Precisamente por eso, es maravillosa. Maravillosa e indispensable, pues la ciencia, los ordenadores, la inteligencia artificial y la robótica no existirían si Aristóteles no hubiera extraído, de los razonamientos cotidianos, esa estructura común que hoy llamamos lógica formal.

 

Un poco de historia: Del Ágora a la Inteligencia Artificial

 Todo comenzó en el Ágora ateniense. Mientras los sofistas debatían retórica, Aristóteles (s. IV a.C.) buscó las reglas ocultas del pensamiento correcto. Así nació el Organon: el primer sistema lógico de la historia, basado en silogismos que encadenan verdades como eslabones («Todos los humanos son mortales; Sócrates es humano; luego, Sócrates es mortal»). Su genio no fue solo clasificar argumentos, sino crear un método para distinguir conocimiento válido de la mera opinión, algo que hoy deberíamos aplicar a discursos políticos o noticias virales. Un pueblo educado en lógica es más difícil de engañar.

Se suele señalar a la Edad Media como una época oscura; sin embargo, la lógica resurgió en monasterios y universidades. Los escolásticos la aplicaron para aunar fe y razón, algo que hasta entonces solo había explorado la filosofía islámica (como Avicena). Figuras como Pedro Abelardo (s. XII) (6) usaron la dialéctica para cuestionar dogmas («¿Existen los universales o son solo palabras?»), mientras Santo Tomás de Aquino (s. XIII) (7) la convirtió en pilar de la teología. En este contexto, Guillermo de Ockham (8) formuló su célebre principio: la navaja de Ockham: «Cuando varias soluciones explican igual un problema, la más simple suele ser la correcta». Esta idea, que exige eliminar supuestos innecesarios, se volvería crucial para la ciencia.

El siglo XVII dio un salto mortal: la lógica dejó las aulas para entrar en laboratorios. Galileo Galilei (9) unió matemáticas y experimentación: su método hipotético-deductivo (silogismos + verificación empírica) derribó la física aristotélica. «El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático», declaró, convirtiendo la lógica en código del universo. Francis Bacon (10) en Inglaterra y René Descartes (11) en Francia completaron el giro: el primero con su Novum Organum (inducción sistemática contra prejuicios), el segundo con el Discurso del método («¡Dudar de todo!»). Así, la filosofía natural —especulativa— se transformó en ciencia moderna.

Durante el siglo XIX, la lógica vivió una revolución simbólica: dejó las palabras para volverse matemática. George Boole (12) tradujo silogismos a ecuaciones (álgebra booleana —fundamento de la electrónica digital—), y Gottlob Frege (13) creó el primer lenguaje formal moderno: la Begriffsschrift (14). Su meta: demostrar que toda verdad matemática podía deducirse de unos pocos axiomas (el programa formalista).

Pero el sueño formalista fue efímero. En el siglo XX, Kurt Gödel (15) demostró que en todo sistema lógico suficientemente complejo (como la aritmética) existen proposiciones verdaderas pero indemostrables (16). Alan Turing (17) convirtió la lógica en algoritmos, integrando máquina y pensamiento para dar luz a la computación. Hoy, esa herencia alimenta la inteligencia artificial que ha llegado para quedarse.

 

Lógica y ciencia

La lógica y las ciencias se maridan mediante el método científico. A partir del método hipotético-deductivo de Galileo, adaptado inicialmente a la física, se generalizó el método científico tal como lo entendemos hoy, aplicable a cualquier ciencia.

Siguiendo con Charles S. Peirce —que resulta muy útil para comprender estos asuntos—, el método científico puede entenderse como un proceso que involucra tres tipos complementarios de inferencia: abducción, deducción e inducción. No se trata simplemente de “tres pasos” secuenciales, sino más bien de tres modos distintos de razonar, que interactúan entre sí.

La abducción (también llamada inferencia a la mejor explicación) es el tipo de razonamiento mediante el cual se propone una hipótesis que explica un hecho extraño, inesperado o sorprendente. Dicho de un modo sencillo, es lo que ocurre cuando algo no encaja con nuestras expectativas y nos preguntamos: ¿qué podría estar pasando aquí? Un ejemplo clásico sería el momento en que a Newton (18) le cayó una manzana en la cabeza y se preguntó si no sería la Tierra la que la atraía.

La lógica subyacente en este modo de razonar es algo así como: si X es un hecho sorprendente —a mí no me ha caído nunca una manzana en la cabeza, y eso que tengo un manzano en el jardín—, y si Y —que explica X— fuera cierto, X no sería ya tan sorprendente. Por tanto, Y podría ser una buena hipótesis.

Un ejemplo que dio el mismo Peirce fue: Todas las judías de este saco son blancas (regla), estas judías de aquí son blancas (resultado), quizás estas judías sean de este saco (hipótesis).

La deducción es la parte lógica del proceso. Es el razonamiento formal clásico que nos viene desde Aristóteles: ir de lo general a lo particular. Se usa para derivar consecuencias lógicas de una hipótesis surgida de la abducción.

La deducción, al no salirse del marco de la lógica formal, transmite validez lógica: si las premisas son verdaderas y seguimos las reglas de la lógica, la conclusión se sigue necesariamente. No es productiva en el sentido de que no introduce nueva información, pero permite comprobar si una hipótesis es coherente con otras verdades ya aceptadas.

El ejemplo de Peirce sobre la deducción sigue usando las judías blancas: Todas las judías de este saco son blancas (premisa mayor); estas judías son de este saco (premisa menor), luego estas judías son blancas (conclusión).

La inducción es el razonamiento por el cual contrastamos las consecuencias de la hipótesis con la experiencia. Busca confirmar o refutar la hipótesis mediante la observación repetida o la estadística. No garantiza la verdad absoluta: por muchos cisnes blancos que hayamos visto, no podemos descartar que exista un cisne negro, pero, por esto mismo, es creativa, productiva, permite generar conocimiento a partir de la experiencia y, por ende, nos hace progresar.

Siguiendo con las judías de Peirce: estas judías son de este saco (observación), estas judías son blancas (observación), luego todas las judías de este saco son blancas (conclusión).

Hoy en día, los algoritmos de inteligencia artificial son expertos en inducción (generalizar patrones), pero la abducción —esa chispa creativa— sigue siendo humana… por ahora.

El objetivo de las ciencias es explicar la realidad mediante teorías basadas en la observación y la razón. Una teoría científica es un sistema organizado de conceptos, principios y leyes que explica los fenómenos observables y permite predecir otros nuevos. El método científico es el procedimiento sistemático para generar, probar y refinar teorías científicas. La relación entre ambos es dinámica y recíproca.

En resumen, el método científico no es una simple receta, sino un delicado equilibrio entre intuición creativa (abducción), rigurosidad lógica (deducción) y verificación empírica (inducción). Por eso, sigue siendo una de las mayores creaciones del pensamiento humano: lógica y creatividad trabajando juntas para comprender el mundo.

 

Lógica y sociología

Siempre me ha llamado la atención que los sociólogos necesitamos demostrar a menudo que la sociología es una ciencia, mientras que un físico nunca se ve obligado a justificar que sus teorías lo son. Si el método científico es el corazón de disciplinas como la física o la biología, ¿por qué las teorías sociológicas parecen, a veces, menos «lógicas»?

La respuesta no está en la lógica, sino en la complejidad de su objeto: el ser humano. Mientras un físico puede aislar variables en condiciones controladas, el sociólogo trabaja con redes de deseos, normas, significados y relaciones de poder que se resisten a la simplificación y no caben fácilmente en ecuaciones.

Sin embargo, la lógica sí estructura las teorías sociológicas, aunque de manera más flexible y a veces implícita. Si no directamente mediante la lógica formal, sí a través de lógicas derivadas de esta, como las formas de inferencia (abducción, deducción, inducción) o la coherencia interna del sistema teórico.

A continuación, vamos a examinar varias teorías sociológicas y su estructura lógica subyacente para mostrar más claramente cómo opera la racionalidad en el pensamiento sociológico.

Tomemos primero la teoría del intercambio de George Homans (19) (véase en este mismo blog “La teoría del intercambio I: Homans”), que es la más cercana al modelo hipotético-deductivo y a la lógica formal.

Homans parte de axiomas simples. En primer lugar: “Si en el pasado una acción fue recompensada, se repetirá.” Un segundo axioma sería: “Cuanto mayor sea la recompensa, mayor será el esfuerzo”. De estos principios deduce proposiciones comprobables: “Si Pedro obtiene reconocimiento al ayudar a Luisa (recompensa), aumentará su cooperación (conducta)".

Aquí viven los tres tipos de inferencia de Peirce. Hagamos un poco de sociología aplicada. Supongamos que estoy estudiando la motivación de las personas en relación con las redes sociales.

  • Abducción: “¿Por qué millones de personas usan redes sociales? Quizá buscan recompensas simbólicas (likes, estatus).”
  • Deducción: Si el reconocimiento motiva la conducta (axioma), entonces los creadores invertirán más horas en crear contenido.
  • Inducción: Las encuestas confirman que un 73% de jóvenes admiten sentirse “validados” por los likes (estudio de la UCSD, 2023).

En segundo lugar, vamos a examinar la sociología de Max Weber (20 (véase en este mismo blog “De Cuando la Sociología Daba sus Primeros Pasos II: Alemania”). Weber construyó toda su obra sociológica a partir de un sistema de análisis basado en lo que él denominaba tipos ideales. Este enfoque forma parte de una lógica comprensiva, orientada a interpretar el sentido de la acción humana, sin caer en reduccionismos mecanicistas.

Con la metodología de los tipos ideales, se trata de extraer del fenómeno social real aquellas propiedades que lo caracterizan de forma arquetípica. No son descripciones literales de la realidad, sino construcciones analíticas: imágenes deliberadamente exageradas y unilaterales, diseñadas para iluminar los rasgos esenciales de un fenómeno.

Weber sostenía que cuanto más “pura” y exagerada fuese esa construcción, más útil sería como herramienta analítica.

Una vez elaborado el tipo ideal, este funciona como una vara de medir, un patrón de comparación que permite contrastar los hechos históricos concretos con un modelo conceptual que, en sí mismo, es ahistórico.

Esto se aprecia muy bien en su teoría de la acción social, donde distingue cuatro tipos ideales de acción:

  1. Racional con arreglo a fines: basada en el cálculo de medios y resultados (ej.: un empresario que maximiza beneficios).
  2. Racional con arreglo a valores: guiada por convicciones éticas, religiosas o ideológicas (ej.: un activista que lucha por la justicia).
  3. Afectiva: motivada por emociones (ej.: un padre que protege a su hijo por amor).
  4. Tradicional: basada en costumbres arraigadas (ej.: realizar un rito religioso por tradición familiar).

Un mismo acto —por ejemplo, votar— puede clasificarse de distintas maneras según el sentido subjetivo que le atribuya el actor, puede ser:

• instrumental (para obtener un beneficio personal)
• valorativo (por deber democrático)
• afectivo (para honrar a un ser querido)
• o tradicional (porque “siempre hemos votado en esta familia”)

Otra teoría que vale la pena revisar es la sociología de Pierre Bourdieu (21) (véase en este mismo blog “Pierre Bourdieu: estratificación y personalidad”), basada en una lógica dialéctica. Bourdieu introdujo conceptos como habitus (esquemas mentales internalizados) y campo (espacios de lucha por capitales).

Veamos dos premisas y su conclusión:

  1. Los agentes actúan según su habitus, que ha sido formado por su pertenencia a una clase social y su educación (premisa 1).
  2. Los campos —es decir, el arte, la política o la educación— tienen reglas y capitales; no sólo el capital económico, que es el primero que se suele considerar, sino también el capital cultural, educacional o el estatus (premisa 2).

En conclusión, las prácticas sociales son el resultado de esta relación entre habitus y campos de acción.

Por poner un ejemplo claro: un obrero no estudia arte no por "falta de talento", sino porque su habitus le dice que "eso no es para mí". Es una lógica estructural que revela cómo la cultura reproduce desigualdades.

Por último, vamos a analizar la teoría de sistemas autopoiéticos de Niklas Luhmann (22) (véase en este mismo blog “La teoría general de sistemas y la sociología III: Niklas Luhmann”). Luhmann parte del funcionalismo estructural de Talcott Parsons como base, pero también integra elementos de la teoría general de sistemas, así como conceptos provenientes de la biología cognitiva y la cibernética. Su objetivo es construir una teoría general de los sistemas sociales que abarque y explique su complejidad. Es pura lógica funcionalista: cada sistema opera con su propia racionalidad, creando complejidad.

Luhmann llevó la formalización al extremo y, en cierto modo, su enfoque me recuerda al álgebra de Boole. Representa la sociedad como una red de sistemas —derecho, economía, política— que se autorreproducen (de ahí lo de autopoiéticos) mediante códigos binarios: legal/ilegal (sistema jurídico), poder/no poder (sistema político), pago/no pago (sistema económico). Por ejemplo, un banquero (sistema económico) y un juez (sistema legal) pueden entrar en conflicto porque sus códigos no son compatibles.

Estas cuatro teorías demuestran que la sociología no posee una única lógica, sino muchas:

  • la lógica deductiva de Homans (causa-efecto),
  • la lógica comprensiva de Weber (tipos ideales) (23),
  • la lógica relacional de Bourdieu (estructuras internalizadas),
  • y la lógica sistémica de Luhmann (códigos autónomos).

La lógica formal es el esqueleto inmutable; las lógicas sociológicas derivadas de esta son el músculo flexible que se adapta al terreno movedizo de lo humano. No hay contradicción entre ellas, sino jerarquía: las segundas usan a la primera como cimiento y añaden capas de complejidad.


¿Dónde se puede estudiar lógica?

Si has llegado hasta aquí, querido lector, te tengo que felicitar porque el tema de la lógica es muy minoritario, y más aún cuando lo vinculamos con las ciencias sociales. Si quieres ir un poco más allá y saber dónde se imparten estudios sobre esta ciencia, aquí te doy algunas pistas.

Lo primero que debes saber es que, al menos en España —que es mi país—, la lógica no existe como una carrera universitaria independiente, sino que se estudia como asignaturas dentro de otras titulaciones, en grupos de asignaturas o en algunas especialidades de máster y doctorado.

Voy a comenzar por el microgrado de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia, porque yo curso estos estudios y los conozco bien. Un microgrado es un título propio de la UNED que agrupa todas las asignaturas de una rama concreta del conocimiento. Es ideal para quienes disfrutan aprender por el mero placer del saber, pues, en realidad, este título no tiene reconocimiento oficial para acceder a un puesto de trabajo.

Este microgrado reúne asignaturas de grado de Filosofía relacionadas con estas materias, como Cálculo Proposicional (Lógica I), Cálculo de Predicados (Lógica II), Filosofía de la Lógica y Filosofía de la Ciencia, entre otras.

En cuanto a la oferta académica en España, la lógica formal se estudia principalmente en grados universitarios de Filosofía, Matemáticas, Lingüística e Informática. También hay másteres y doctorados especializados en Lógica y Filosofía de la Ciencia, Ciencia de Datos, Filosofía Analítica o Inteligencia Artificial, donde la lógica tiene un papel fundamental.

Respecto a posibles salidas profesionales en el mundo de la lógica formal, habría que decir que son escasas, y la mayoría se vinculan a la academia y la enseñanza. No obstante, con los tiempos que corren, la lógica es una herramienta fundamental que abre puertas en muchos otros campos con fuerte demanda profesional, aunque allí se integre como parte de un perfil más amplio. Algunas salidas profesionales donde la lógica juega un papel crucial, aunque no siempre sea el foco principal, son:

  1. Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos
    La lógica es la base de la representación del conocimiento, el razonamiento automático y la programación lógica. Los perfiles en IA o machine learning valoran mucho el conocimiento lógico, especialmente para diseñar algoritmos y sistemas de inferencia.
  2. Informática Teórica y Desarrollo de Software
    Áreas como la verificación formal, el diseño de compiladores, el desarrollo de lenguajes de programación y las pruebas de software usan lógica para garantizar corrección y optimización.
  3. Matemáticas y Filosofía Analítica
    Más allá de la enseñanza, algunos trabajan en investigación aplicada en matemáticas lógicas, teoría de la computación o fundamentos de las matemáticas.
  4. Análisis y Diseño de Sistemas Complejos
    En campos como la cibernética, los sistemas complejos o las ciencias cognitivas, la lógica ayuda a modelar procesos y sistemas.
  5. Consultoría en Pensamiento Crítico y Argumentación
    En sectores jurídicos, políticos o empresariales, la lógica aplicada puede mejorar el análisis de argumentos y la toma de decisiones.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo, Informático y estudiante de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia

Este artículo se lo dedico a tres profesores  de lógica que he tenido en mi larga carrera como estudiante. A José Cuena (UPM) y Antonio Duarte (UNED), el primero ya fallecido y el segundo vivito y coleando, sobre todo coleando, gracias por sus enseñanzas; y a José Manuel Zato (UPM), al que espero que Dios haya confundido lo suficiente como para que no encontrara jamás ni un modus ponens.

Notas

  1. Aristóteles (Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales solo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, entre ellos: lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.1 Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que abordó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles, donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia y primer motor inmóvil. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas. Aristóteles fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas. Fue maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia. En la última etapa de su vida fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.
  2. Charles Sanders Peirce (Cambridge, Massachusetts, 10 de septiembre de 1839-Milford, Pensilvania, 19 de abril de 1914) fue un filósofo, lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador del pragmatismo y el padre de la semiótica lógica moderna o teoría de los signos, junto con Ferdinand de Saussure, padre la semiótica estructuralista o semiología.
  3. Alfred Tarski -originalmente Alfred Teitelbaum- (14 de enero de 1901—26 de octubre de 1983) fue un lógico, matemático y filósofo polaco. Hizo aportaciones destacadas en teoría de conjuntos, lógica polivalente, interpretabilidad, niveles de lenguaje y metalenguaje y conceptos semánticos.
  4. Alfredo Deaño Gamallo (1944-1978) fue un filósofo y lógico español. Ejerció como profesor en la Universidad Autónoma de Madrid. Se interesó profundamente por las relaciones entre la lógica formal y disciplinas como la lingüística, la psicología o la propia filosofía. Su postura se aleja tanto del ya casi universalmente abandonado (pero aún latente) psicologismo de la lógica, como de posturas puristas que entiendan la lógica únicamente como un cálculo algebraico cerrado y ajeno al lenguaje natural.
  5. A este principio de que es ajena a culturas e ideologías se opone el Programa Fuerte de la sociología. Ver es este mismo blog el artículo "La ciencia a examen crítico. El programa fuerte de la sociología II". Sobre todo el apartado "Sociología de las matemáticas y de la lógica de Bloor"
  6. Pedro Abelardo, en francés Pierre Abélard (Le Pallet, 1079-Chalon-sur-Saône, 21 de abril de 1142), fue un filósofo, teólogo, poeta y monje francés. Es reconocido por la crítica moderna como uno de los grandes genios de la historia de la lógica, de la que hacía uso a través de los géneros y técnicas de la diatriba dialéctica y un dominio silogístico profundo. Abelardo es también recordado, siglos después, en pleno Romanticismo, por la relación amorosa mantenida con Eloísa. A la vez autor de numerosos poemas, dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y al debate.
  7. Santo Tomás de Aquino (en italiano, Tommaso d'Aquino; Roccasecca, 1224/1225-Abadía de Fossanova, 7 de marzo de 1274) fue un presbítero, fraile, teólogo, filósofo y jurista católico perteneciente a la Orden de Predicadores, es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica.
  8. Guillermo de Ockham, también Occam, Ockam, o varias otras grafías (en inglés: William of Ockham) (c.1287-9 de abril de 1347) fue un filósofo, lógico, teólogo y fraile franciscano inglés, conocido principalmente por ser el representante más destacado del nominalismo frente a las escuelas tomistas y escotistas; y por la Navaja de Ockham, un principio metodológico e innovador, y por sus obras significativas en lógica, medicina y teología.
  9. Galileo Galilei (Pisa, 15 de febrero de 1564- Arcetri, Italia, 8 de enero de 1642) fue un astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica. Eminente hombre del Renacimiento mostró interés por casi todas las ciencias y artes (música, literatura, pintura). Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo determinante a la «Revolución de Copérnico». Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia moderna».
  10. Francis Bacon, primer barón de Verulamium, primer vizconde de Saint Albans y canciller de Inglaterra (Strand, Londres, 22 de enero de 1561-Highgate, Middlesex, 9 de abril de 1626) fue un filósofo, político, abogado y escritor inglés, padre del empirismo filosófico y científico.
  11. René Descartes, latinización: Renatus Cartesius; onomástico del que se deriva el adjetivo cartesiano; La Haye en Touraine, Francia, 31 de marzo de 1596-Estocolmo, 11 de febrero de 1650) fue un filósofo, matemático y físico francés considerado el padre de la geometría analítica y la filosofía moderna, así como uno de los protagonistas con luz propia en el umbral de la revolución científica.
  12. George Boole (Lincoln, Lincolnshire, Inglaterra, 2 de noviembre de 1815-Ballintemple, Condado de Cork, Irlanda, 8 de diciembre de 1864) fue un matemático y lógico británico. Como inventor del álgebra de Boole, que marca los fundamentos de la aritmética computacional moderna, Boole es considerado como uno de los fundadores del campo de las ciencias de la computación.
  13. Friedrich Ludwig Gottlob Frege (Wismar, 8 de noviembre de 1848 - Bad Kleinen, 26 de julio de 1925) fue un matemático, lógico y filósofo alemán. Se le considera el padre de la lógica matemática y de la filosofía analítica, concentrándose en la filosofía del lenguaje y de las matemáticas. Frege desarrolló su carrera en relativa oscuridad como catedrático de matemáticas de la Universidad de Jena, largamente ignorado por la comunidad filosófica y matemática. Es principalmente gracias a Giuseppe Peano (1858-1932) y a Bertrand Russell (1872-1970), que hicieron una gran labor de divulgación de la obra de Frege, que Frege llegó a ser conocido por generaciones posteriores de filósofos y matemáticos.
  14. La Begriffsschrift de Frege fue el primer sistema formal completo de lógica matemática, que introdujo la lógica de predicados, los cuantificadores, el uso funcional del lenguaje y la idea de formalizar el pensamiento lógico puro. Es la base conceptual de la lógica contemporánea y del enfoque formalista de la ciencia.
  15. Kurt Gödel o también Kurt Goedel (en alemán [ˈkʊʁt ˈɡøːdəl]), (28 de abril de 1906 Brünn, Imperio austrohúngaro, actual República Checa 14 de enero de 1978, Princeton, Estados Unidos) fue un lógico, matemático y filósofo austriaco-estadounidense. Reconocido como uno de los más importantes lógicos de todos los tiempos, el trabajo de Gödel ha tenido un impacto inmenso en el pensamiento científico y filosófico del siglo XX. Gödel, al igual que otros pensadores como Gottlob Frege, Bertrand Russell, A. N. Whitehead y David Hilbert intentó emplear la lógica y la teoría de conjuntos para comprender los fundamentos de la matemática. A Gödel se le conoce mejor por sus dos teoremas de la incompletitud, publicados en 1931 a los 25 años de edad, un año después de finalizar su doctorado en la Universidad de Viena. El más célebre de sus teoremas de la incompletitud establece que para todo sistema axiomático recursivo auto-consistente lo suficientemente poderoso como para describir la aritmética de los números naturales (la aritmética de Peano), existen proposiciones verdaderas sobre los naturales que no pueden demostrarse a partir de los axiomas. Para demostrar este teorema desarrolló una técnica denominada ahora como numeración de Gödel, la cual codifica expresiones formales como números naturales.
  16. El primer teorema de incompletitud de Gödel afirma: En todo sistema formal consistente y suficientemente expresivo (por ejemplo, que contenga la aritmética de Peano), existen proposiciones que son verdaderas, pero no demostrables dentro del sistema. Pero... ¿cómo sabemos que son verdaderas si no son demostrables? Aquí está el punto clave: la afirmación de que la proposición es verdadera no se hace dentro del sistema, sino desde fuera del sistema, es decir, metamatemáticamente. Gödel construyó una proposición G que dice algo así como:  "Esta proposición no es demostrable en el sistema”. Y lo hizo de forma que esa afirmación pudiera codificarse dentro del lenguaje formal (usando números de Gödel). Luego analizó metamatemáticamente lo que implica: Si G fuera demostrable, entonces sería falsa, porque diría "no soy demostrable" y sin embargo lo sería → contradicción. Entonces, si el sistema es consistente, G no puede ser demostrable. Pero entonces, si G no es demostrable y es eso lo que dice, ¡entonces es verdadera! Esa conclusión no se obtiene dentro del sistema formal, sino desde una posición externa (lo que llamamos "metasistema" o "nivel metamatemático").
  17. Alan Mathison Turing (Paddington, Londres; 23 de junio de 1912-Wilmslow, Cheshire; 7 de junio de 1954) fue un matemático, lógico, informático teórico, criptógrafo, filósofo y biólogo teórico británico. Es considerado como uno de los padres de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna. Proporcionó una formalización influyente de los conceptos de algoritmo y computación: la máquina de Turing. Formuló su propia versión que hoy es ampliamente aceptada como la tesis de Church-Turing (1936). Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó en descifrar los códigos nazis, particularmente los de la máquina Enigma, y durante un tiempo fue el director de la sección Naval Enigma de Bletchley Park. Se ha estimado que su trabajo acortó la duración de esa guerra entre dos y cuatro años. Tras la guerra, diseñó uno de los primeros computadores electrónicos programables digitales en el Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido y poco tiempo después construyó otra de las primeras máquinas en la Universidad de Mánchester. En el campo de la inteligencia artificial, es conocido sobre todo por la concepción de la prueba de Turing (1950), un criterio según el cual puede juzgarse la inteligencia de una máquina si sus respuestas en la prueba son indistinguibles de las de un ser humano.
  18. Isaac Newton (Woolsthorpe-by-Colsterworth, Lincolnshire, 4 de enero de 1643-Londres, 31 de marzo de 1727) fue un físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés. Es autor de los Philosophiæ naturalis principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde describe la ley de la gravitación universal y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la luz y la óptica (que se presentan principalmente en su obra Opticks), y en matemáticas, el desarrollo del cálculo infinitesimal.
  19. George Caspar Homans (Boston, 11 de agosto de 1910-Cambridge, 29 de mayo de 1989) fue un sociólogo estadounidense. Homans fundó una teoría estrictamente deductiva del comportamiento social en Estados Unidos y contribuyó en gran medida a la teoría del intercambio social. Se distinguió especialmente como analista de grupos.
  20. Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
  21. Pierre-Félix Bourdieu (Denguin, 1 de agosto de 1930 – París, 23 de enero de 2002) fue uno de los más destacados representantes de la sociología contemporánea. Logró reflexionar sobre la sociedad, introdujo o rescató baterías de conceptos e investigó en forma sistemática lo que suele parecer trivial como parte de nuestra cotidianidad. Algunos conceptos claves de su teoría son los de "habitus", "campo social", "capital simbólico" o "instituciones". Al final de su vida se convirtió, por su compromiso público, en uno de los principales actores de la vida intelectual francesa. Su pensamiento ha ejercido una influencia considerable en la conciencia humana y social, en especial de la sociología francesa de posguerra. Caracterizó su modelo sociológico como "constructivismo estructuralista"; la problemática constructivista tiende a descifrar las realidades sociales como construcciones históricas cotidianas de actores colectivos e individuales que se sustraen del control de estos actores. Su sociología reveladora ha tenido críticos que lo acusan de una particular visión determinista de lo social.
  22. Niklas Luhmann (Luneburgo, Baja Sajonia, 8 de diciembre de 1927-Oerlinghausen, Renania del Norte-Westfalia, 6 de noviembre de 1998) fue un sociólogo alemán reconocido a nivel académico por su formulación de la teoría general de los sistemas sociales. También es uno de los máximos exponentes del uso de la metodología Zettelkasten.
  23. La lógica de Max Weber se califica de comprensiva porque parte de un enfoque distinto al de las ciencias naturales: su objetivo no es explicar el comportamiento humano como un fenómeno mecánico, sino comprender el sentido que los actores le atribuyen a sus acciones. En lugar de buscar leyes generales universales (como hace, por ejemplo, la teoría del intercambio de Homans), Weber propone que la sociología debe entender (verstehen) la acción desde el punto de vista del actor, es decir, interpretar las motivaciones, fines, creencias y valores que mueven a las personas a actuar. Esto implica una lógica diferente, no menos rigurosa, pero sí más hermenéutica que causal. En lugar de decir “X causa Y”, Weber diría: “El sujeto hace Y porque para él Y tiene un sentido, y ese sentido está vinculado con una estructura de valores, creencias y fines.”

 

Bibligrafía

Deaño Alfredo (2023). Introducción a la lógica formal. Alianza Editorial

Cuena José (1985). Lógica Informática. Alianza Editorial

Pilar Castrillo y Amparo Diez (2008). Formas lógicas. UNED

Chalmers Alan F. (2009). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?. Editorial Siglo XXI

Barajas Juan Carlos (2024). La teoría del intercambio I: Homans. Sociología Divertida

Barajas Juan Carlos (2015). De Cuando la Sociología Daba sus Primeros Pasos II: Alemania. Sociología Divertida

Barajas Juan Carlos (2024). Pierre Bourdieu: estratificación y personalidad. Sociología Divertida

Barajas Juan Carlos (2023). La teoría general de sistemas y la sociología III: Niklas Luhmann. Sociología Divertida


¿Qué es la lógica? ¿Hay una lógica sociológica? © 2025 by Juan Carlos Barajas is licensed under CC BY-NC-SA 4.0

Constructivismo social

 

Berger y Luckmann

 

Resumen

El constructivismo social ha emergido como una de las perspectivas más influyentes en las ciencias sociales contemporáneas, aunque su enseñanza y clasificación dentro de las corrientes sociológicas tradicionales han sido problemáticas. Su capacidad de infiltrarse en múltiples disciplinas, desde la sociología cultural hasta la economía, ha sido su mayor fortaleza y, al mismo tiempo, la razón de su esquiva identidad teórica.

Desde sus orígenes en la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la sociología del conocimiento, el constructivismo ha planteado que la realidad no es un hecho dado, sino el producto de interacciones y acuerdos sociales. Berger y Luckmann formalizaron esta visión. Esta perspectiva ha sido clave para deconstruir categorías como género, raza o enfermedad, así como para entender fenómenos contemporáneos, desde la educación hasta la comunicación digital.

El constructivismo sigue siendo una herramienta epistemológica fundamental para interrogar la realidad y cuestionar lo que damos por hecho. Su verdadero legado no está en una escuela teórica unificada, sino en su capacidad para plantear una pregunta incómoda y siempre vigente: ¿qué realidad estamos construyendo y quién la define?

 

Abstract

Social constructivism has emerged as one of the most influential perspectives in contemporary social sciences, although its teaching and classification within traditional sociological currents have been problematic. Its ability to permeate multiple disciplines, from cultural sociology to economics, has been its greatest strength and, at the same time, the reason for its elusive theoretical identity. 

Rooted in phenomenology, symbolic interactionism, and the sociology of knowledge, constructivism argues that reality is not a given fact but the product of social interactions and agreements. Berger and Luckmann formalized this vision. This perspective has been key to deconstructing categories such as gender, race, or illness, as well as understanding contemporary phenomena ranging from education to digital communication. 

Constructivism remains a fundamental epistemological tool for interrogating reality and questioning what we take for granted. Its true legacy does not lie in a unified theoretical school but in its ability to pose an uncomfortable and ever-relevant question: What reality are we constructing, and who defines it?

Índice

  • Introducción
  • Orígenes
  • Bases Teóricas
  • La sociedad como construcción dialéctica
  • Implicaciones
  • Críticas

 

Introducción

Cuando estudiaba sociología, el constructivismo nunca ocupó un lugar propio en los temarios, a diferencia del funcionalismo, la sociología crítica o el interaccionismo. Aparecía, sí, pero diluido como herramienta metodológica en estudios aplicados o como comentario al margen en análisis de género, ciencia o cultura. Tampoco la bibliografía lo rescataba: en los manuales clásicos aparecía repartido por el texto e, incluso en la Enciclopedia de la Sociología, apenas merecía una página. Era un fantasma teórico omnipresente en las discusiones contemporáneas, pero imposible de fijar en un capítulo.

Para entenderlo, había que reconstruirlo como un Frankenstein sociológico. Un poco de Foucault (1) aquí, un párrafo de Berger (2) y Luckmann (3) allá, una nota al pie sobre Goffman (4)(5). Esta fragmentación generaba —y genera— una paradoja: ¿cómo algo tan central para la sociología actual puede ser tan esquivo en su enseñanza?

La respuesta está en su naturaleza antiesencialista. A diferencia del funcionalismo —con sus axiomas sobre el orden social o el marxismo —con su dialéctica materialista—, el constructivismo no es un sistema, sino un método de sospecha. Su objetivo es desmontar lo que parece natural: la raza como biología, la enfermedad como dato neutral, el género como esencia, el dinero como objeto ahistórico. Al revelar su raíz social y negociada, se infiltra en todos los campos, pero se resiste a ser encerrado en uno propio.

Esta ambigüedad no es un fracaso, sino su triunfo. Mientras el funcionalismo se estancó en su rigidez, el constructivismo mutó, se introdujo en la sociología cultural, los estudios poscoloniales e incluso la economía. Su texto fundacional —La construcción social de la realidad (1966)— no creó una escuela, sino un virus epistemológico: la idea de que hasta lo más objetivo (como un diagnóstico médico o una moneda) es un artefacto social.

Pero aquí yace la paradoja: su éxito como crítica lo condena al ostracismo pedagógico. Al rechazar dogmas, elude definiciones estáticas; al fragmentarse en mil aplicaciones, se vuelve irreconocible como teoría unificada. Así se explica la angustia del estudiante para aprenderlo: debe rastrearlo en los márgenes de la sociología médica, en los análisis foucaultianos del poder o en las etnografías de Latour sobre laboratorios.

¿Cómo resolver esta tensión? No clasificándolo como "escuela", su legado no está en manuales, sino en una pregunta incómoda: ¿Qué realidad damos por hecha, y quién la construyó?

 

Orígenes

El constructivismo social sostiene que la realidad no es un hecho dado, objetivo o fijo, sino una construcción activa creada por individuos y sociedades a través de la interacción, la comunicación y la atribución de significados. Según este enfoque, lo que consideramos «real» depende de acuerdos sociales y contextos culturales, lo que desafía radicalmente las visiones esencialistas (como la biología como destino) y objetivistas (como la economía clásica, que ve el mercado como ley natural). Esto no significa que se niegue la existencia del mundo material, sino que se enfatiza la manera en que lo interpretamos y lo dotamos de significado.

Para hacerse una idea de lo revolucionario de este pensamiento, el lector puede imaginar decirle a alguien en 1950 que el género, la raza o incluso una enfermedad no son «hechos naturales», sino que tienen mucho de artefacto social negociado históricamente. Probablemente te habrían mirado como a un loco... o algo peor. Para llegar a un planteamiento de este alcance —y que la gente no se te echara encima— fue necesario que otros autores allanaran el camino. La idea de la construcción social de la realidad fue el fruto de un diálogo entre varias tradiciones teóricas, entre las que destacan la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la sociología del conocimiento.

La fenomenología de Husserl (6) y, en su versión sociológica, la propuesta por Schutz (7)(8), exploró cómo la experiencia humana se estructura a través de significados compartidos. El interaccionismo simbólico, desarrollado en la primera mitad del siglo XX por George H. Mead (9)(10), demostró que incluso las instituciones más sólidas se basan en interacciones cotidianas entre individuos cargadas de contenido simbólico. Por su parte, Karl Mannheim y otros teóricos de la sociología del conocimiento estudiaron cómo el conocimiento está influenciado por su contexto social e histórico, sentando las bases para entender cómo las realidades se construyen socialmente.

El salto final se produjo en 1966, cuando Berger y Luckmann proclamaron que «la realidad se construye socialmente» en su obra homónima.

 

Bases Teóricas

Para construir esa realidad negociada, Berger y Luckmann proponen un proceso dialéctico en tres etapas: externalización, objetivación e internalización.

En la externalización, las personas proyectan en el mundo social sus ideas, valores y prácticas (por ejemplo, cuando un grupo crea una norma no escrita como "respetar la fila del supermercado".

Durante la objetivación, las proyecciones externalizadas adquieren vida propia y son percibidas como hechos objetivos independientes (la fila ya no es una costumbre, sino "algo que siempre ha existido y debe cumplirse").

Por último, en la internalización, los individuos asimilan estas realidades objetivadas y las integran en su propia comprensión del mundo (un niño aprende que saltarse la fila es "malo", sin cuestionar por qué).

Este proceso no es lineal, sino un ciclo constante, lo que internalizamos hoy (por ejemplo, usar mascarillas durante una pandemia) mañana puede externalizarse como una nueva norma. Al ser un proceso continuo, las construcciones sociales no son estáticas: cambian con el tiempo en respuesta a circunstancias emergentes, interacciones renovadas y contextos históricos específicos. Es lo que podríamos llamar la historicidad de la realidad, la idea de que incluso lo que percibimos como inmutable está sujeto a replanteamientos.

El papel del lenguaje es primordial: es una herramienta fundamental en la construcción de la realidad, ya que permite la comunicación de significados y la creación de categorías compartidas. El lenguaje no es un mero instrumento de comunicación, sino la estructura simbólica que sostiene, modela y transforma la realidad social.

Berger y Luckmann señalan que el lenguaje presenta las siguientes funciones: constructor de significados, soporte para las instituciones sociales, instrumento de poder y motor de la transformación social.

Es un constructor de significados en cuanto transforma experiencias subjetivas y prácticas colectivas en objetos simbólicos compartidos. Sin él, conceptos abstractos como justicia, tiempo o identidad carecerían de existencia social.

Las instituciones sociales (leyes, mercados, sistemas políticos) dependen del lenguaje para su existencia y legitimidad. Este proceso implica, por un lado, una objetivación: el lenguaje convierte normas abstractas en hechos sociales (ej.: contrato como promesa jurídicamente vinculante). Y, por otro lado, una transmisión intergeneracional: conceptos como patrimonio o ciudadanía se heredan mediante narrativas lingüísticas que los naturalizan. Un caso paradigmático es el de los Estados nacionales, cuya existencia se fundamenta en relatos históricos, constituciones escritas y símbolos (himnos, banderas) transmitidos verbalmente.

El lenguaje no es neutral, refleja y reproduce relaciones de poder. Quien controla el discurso, define los límites de lo aceptable mediante categorización y jerarquización. Mediante categorización social ya que términos como ilegal vs. refugiado, o terrorismo vs. resistencia, legitiman acciones políticas. Con la naturalización de las jerarquías, expresiones como los roles de género o la ley del mercado enmascaran construcciones culturales como fenómenos inevitables. Dado el papel que representa el lenguaje en la teoría constructivista, y el éxito de esta idea en la segunda mitad del siglo XX, todos los movimientos sociales buscan apropiarse del discurso dominante.

Por último, el lenguaje es un motor del cambio social. En un momento histórico determinado, el lenguaje la reconfigura y, al mismo tiempo, una vez se ha impuesto esa nueva versión de lo real, la estabiliza. Así que, desde un cierto punto de vista, los conflictos sociales suelen ser, en esencia, luchas por la definición. Ejemplos históricos de esto que decimos son la redefinición de los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial o, más recientemente, los debates sobre la identidad de género y el sexo biológico.

La sociedad como construcción dialéctica

Como ya hemos señalado, el constructivismo social ha tenido una profunda influencia en las ciencias sociales. A continuación, destacamos algunas de sus repercusiones más transformadoras.

Crítica a las verdades absolutas: el constructivismo cuestiona la existencia de verdades universales y objetivas. Lo que llamamos "verdades" son acuerdos temporales, no reflejos de una realidad inmutable.

Énfasis en la agencia humana: aunque reconoce la influencia de las estructuras sociales, el constructivismo subraya el papel activo de los individuos en la creación y transformación de la realidad.

Deconstrucción de categorías sociales: ha sido fundamental para entender cómo categorías como el género y la raza no son hechos biológicos, sino construcciones sociales.

Impacto en la educación y la comunicación: el constructivismo ha transformado la comprensión del aprendizaje y la transmisión de significados. Ha impulsado, por ejemplo, pedagogías activas en las que el estudiante construye el conocimiento. Además, la forma en que se comparten contenidos en plataformas como Wikipedia refleja claramente su filosofía.

Relevancia en la era digital: en un mundo globalizado y conectado, que podríamos calificar como una "realidad beta permanente", el constructivismo permite analizar cómo las nuevas tecnologías y los medios de comunicación están redefiniendo las realidades sociales. Es una herramienta clave para comprender el impacto de las redes sociales, tanto en la creación de hiperrealidades —en el sentido planteado por Baudrillard (11) (12)— como en la configuración de identidades líquidas, ejemplificadas en los avatares que reconstruyen la personalidad en entornos virtuales.

 

Críticas

El constructivismo social ha revolucionado las ciencias sociales, pero su enfoque radical no está exento de cuestionamientos. Estas son algunas de las críticas más recurrentes, que invitan a un diálogo necesario sobre sus alcances y riesgos.

Algunos argumentan que el constructivismo puede derivar en un relativismo radical, donde todas las afirmaciones sobre la realidad serían igualmente válidas y ningún concepto u objeto —por más abstracto y puro que sea— escaparía a la categoría de convención social. Esta postura lleva a su crítica más mordaz: el relativismo autodestructivo. Si todo es una construcción social (incluidas nociones como justicia, verdad científica o derechos humanos), ¿qué impediría justificar atrocidades alegando que son simplemente "productos culturales"?

Otro cuestionamiento señala que el constructivismo a veces subestima el papel de las condiciones materiales y económicas en la configuración de la realidad. Críticos como David Harvey (13) sostienen que el constructivismo tiende a ignorar las restricciones materiales que limitan o condicionan las construcciones sociales. Por ejemplo, por mucho que el género sea una construcción, el parto o una enfermedad siguen siendo experiencias encarnadas. Existe, además, el riesgo de caer en un idealismo ingenuo: creer que cambiar el lenguaje —por ejemplo, decir “persona en situación de calle” en lugar de “mendigo”— basta para transformar realidades estructurales.

Desde el punto de vista metodológico, estudiar los procesos de construcción social implica una enorme complejidad analítica. Aplicar el constructivismo exige enfoques cualitativos que, aunque profundos, presentan desafíos como:

La dificultad para generalizar: si cada realidad es única, ¿cómo extraer patrones universales?

El sesgo del observador: el investigador, al interpretar significados, proyecta inevitablemente sus propias construcciones culturales.

La limitada escalabilidad: mientras el positivismo genera datos medibles, el constructivismo requiere años de inmersión. ¿Es viable este enfoque para diseñar políticas públicas urgentes?

El sociólogo Randall Collins (14) lo resumió con precisión: “El constructivismo nos dio un mapa para navegar significados, pero a veces olvidamos que el mapa no es el territorio”.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Notas

  1. Michel Foucault, nacido como Paul-Michel Foucault (Poitiers, Francia, 15 de octubre de 1926-París, 25 de junio de 1984) fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Fue profesor en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de los sistemas de pensamiento en el Collège de France (1970-1984), en reemplazo de la cátedra de Historia del pensamiento filosófico, que ocupó hasta su muerte Jean Hyppolite.  Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias sociales y las humanidades. Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana.
  2. Peter Ludwig Berger (Viena, Austria; 17 de marzo de 1929-Brookline, Massachusetts; 27 de junio de 2017)1 fue un teólogo luterano y sociólogo vienés. Fue director e investigador senior del Instituto de Cultura, Religión y Asuntos Mundiales de la Universidad de Boston. Fue conocido, sobre todo, por su obra La construcción social de la realidad: un tratado en la sociología del conocimiento (1966), que escribió junto con Thomas Luckmann.
  3. Thomas Luckmann (Jesenice, 14 de octubre de 1927-10 de mayo de 2016) fue un sociólogo alemán de origen esloveno. Sus campos de investigación principales fueron la sociología de la comunicación, sociología del conocimiento, sociología de la religión, y filosofía de la ciencia.
  4. Erving Goffman (11 de junio de 1922, Mannville, Alberta, Canadá-19 de noviembre de 1982, Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos) fue un sociólogo y escritor considerado como el padre de la microsociología. Estudió las unidades mínimas de interacción entre las personas centrándose siempre en grupos reducidos. Esto lo diferencia de la mayoría de estudios sociológicos que se habían realizado hasta el momento, siempre a gran escala. Goffman es uno de los sociólogos más importantes del siglo XX con Pierre Bourdieu, Max Weber, Durkheim o George H. Mead. Apoyándose en el trabajo de estos últimos, trató de profundizar en una sociología más interesada en los procesos micro-sociales de interacción. Su interés central como teórico del interaccionismo simbólico fue estudiar la influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana.
  5. Para ampliar información sobre Goffman ver el artículo “El Interaccionismo Simbólico III: el Enfoque Dramatúrgico de Erving Goffman” en este mismo blog.
  6. Edmund Gustav Albrecht Husserl (Prossnitz, 8 de abril de 1859-Friburgo, 27 de abril de 1938) fue un filósofo y matemático alemán,[1] discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf, fundador de la fenomenología trascendental y, a través de ella, del movimiento fenomenológico, uno de los movimientos filosóficos más influyentes del siglo XX.
  7. Alfred Schütz (13 de abril de 1899 - 20 de mayo de 1959) sociólogo y filósofo austriaco, de origen judío, introductor de la fenomenología en las ciencias sociales. Nació en Viena, donde estudió leyes y economía con, entre otros, Hayek y von Mises. Exiliado desde 1933, llegó en 1939 a Estados Unidos, donde, pudo integrarse en la Nueva Escuela de Investigación Social de Nueva York. Se inspiró, entre otros, en Henri Bergson, en la escuela austríaca de economía y en el pensamiento de Edmund Husserl de quien fue discípulo directo.
  8. Para ampliar información sobre la fenomenología y Schütz ver el artículo “La Sociología Fenomenológica: Alfred Schütz” en este mismo blog.
  9. George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte. Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos.
  10. Para ampliar información sobre el interaccionismo simbólico ver los artículos:  El Interaccionismo Simbólico I: George Herbert Mead”, El Interaccionismo Simbólico II: después de Mead”, El Interaccionismo Simbólico III: el Enfoque Dramatúrgico de Erving Goffman” en este mismo blog.
  11. Jean Baudrillard (Reims, 27 de julio de 1929-París, 6 de marzo de 2007) fue un filósofo y sociólogo francés, crítico de la cultura francesa. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la filosofía del postestructuralismo.
  12. Para ampliar información sobre Jean Baudrillard ver el artículo “La hiperrealidad de Baudrillard” en este mismo blog.
  13. David Harvey (31 de octubre de 1935 en Gillingham, Kent, Inglaterra) es un geógrafo y teórico social marxista británico. Desde 2001, es catedrático de Antropología y Geografía en la City University of New York (CUNY) y Miliband Fellow de la London School of Economics. En 1997, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Buenos Aires.
  14. Randall Collins (nacido el 29 de julio de 1941) es un sociólogo estadounidense que ha sido influyente tanto en su enseñanza como en la escritura. Ha enseñado en muchas notables universidades de todo el mundo y sus trabajos académicos han sido traducidos a diversos idiomas. Collins es actualmente Profesor Emérito de Sociología en la Universidad de Pensilvania. Es un líder social contemporáneo cuyas áreas de especialización incluyen la macrosociología histórica de los cambios políticos y económicos; la microsociología, incluyendo la interacción cara-a-cara y la sociología de los intelectuales y de los conflictos sociales. Está considerado como uno de los principales estudiosos no marxistas de la teoría del conflicto en los Estados Unidos, y sirvió como presidente de la American Sociological Association de 2010 a 2011

 

Bibliografía

Berger Peter L. y Luckmann Thomas (2013). La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores

Swatos William H. (2007). Constructionism. The Blackwell Encyclopedia of Sociology. Blackwell Publishing

Hacking, I. (1999). The Social Construction of What? Harvard University Press

Castells, M. (1996). La era de la información: economía, sociedad y cultura" (Volumen 1: La sociedad red). Alianza Editorial.

Mancionis John J. y Plummer Ken (2005). Sociología. Pearson Educación

Ritzer George (2003). Teoría Sociológica Moderna. Mac Graw-Hill


Un poco de luz acerca de MUFACE

 


Resumen

Los conflictos recurrentes entre el Gobierno y las aseguradoras privadas cada vez que expira un concierto ponen en el centro del debate público a la institución de MUFACE. Para que este debate sea serio y productivo, es indispensable un conocimiento mínimo del tema; sin embargo, en los medios se han difundido todo tipo de imprecisiones. Esta situación impide cualquier posibilidad de discusión rigurosa y, como resultado, no se logra abordar de manera coherente un problema que afecta a la seguridad sanitaria de toda la población, y no solo a los funcionarios.

Este artículo busca aclarar, de forma clara y concisa, qué es MUFACE, cuáles son los servicios que ofrece, cómo se financia y, a partir de ahí, permitir que cada persona —con un conocimiento adecuado del asunto— forme su propio juicio y desarrolle una opinión bien fundamentada. Solo así podremos fomentar un debate constructivo y avanzar hacia una solución.

Abstract

The recurring conflicts between the Government and private insurance companies whenever a contract expires place the MUFACE institution at the center of public debate. For this debate to be serious and productive, a minimum understanding of the subject is essential. However, the media have spread all kinds of inaccuracies. This situation prevents any possibility of a rigorous discussion and, as a result, makes it impossible to coherently address a problem that affects the healthcare security of the entire population, not just civil servants.

This article aims to clearly and concisely explain what MUFACE is, the services it provides, and how it is funded. From there, it seeks to enable everyone—armed with adequate knowledge of the matter—to form their own judgment and develop a well-founded opinion. Only in this way can we foster a constructive debate and move towards a solution.


Índice

  • ¿Qué es MUFACE?
  • El origen de MUFACE durante el esplendor del mutualismo
  • Servicios que ofrece
  • Los conciertos con las aseguradoras privadas
  • Posible incorporación de MUFACE al Régimen General de la Seguridad Social 


¿Qué es MUFACE?

MUFACE, cuyo nombre oficial es Mutualidad de Funcionarios de la Administración Civil del Estado, es un organismo público español encargado de gestionar prestaciones sociales y sanitarias para los funcionarios en activo de la Administración General del Estado (AGE), los jubilados y sus familiares; según los datos más recientes disponibles, MUFACE cuenta con aproximadamente 1,2 millones de afiliados.

Aunque MUFACE es la más conocida, no es la única mutualidad de este tipo. Para los miembros de las Fuerzas Armadas existe el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), y para los empleados de la administración de justicia, la Mutualidad General Judicial (MUGEJU). Ambos organismos comparten una estructura y un funcionamiento similares a los de MUFACE.

Al igual que la Seguridad Social, que se financia mediante las aportaciones de los trabajadores, las empresas y, en su caso, los Presupuestos Generales del Estado, MUFACE se financia con las aportaciones de los funcionarios y del Estado en su doble papel de empleador y garante cuando es necesario. En esencia, ambos sistemas siguen el mismo esquema: empleados, empleador (o empresa) y el Estado como respaldo subsidiario.

 

El origen de MUFACE durante el esplendor del mutualismo

MUFACE se creó en 1969, en un contexto en el que la existencia de mutualidades sectoriales era algo común. En España, ya existía una tradición de sistemas de protección social diferenciados para grupos profesionales específicos. Esta segmentación respondía tanto a las particularidades de cada sector como a la evolución histórica de la protección social en el país.

La protección social en España comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX, inicialmente a través de mutualidades y seguros privados. Estos sistemas estaban dirigidos a colectivos concretos, como trabajadores de ciertas industrias, funcionarios o profesionales liberales. En el caso de los funcionarios públicos, contaban desde el siglo XIX con un sistema de protección específico conocido como “Clases Pasivas”, que garantizaba pensiones y otras prestaciones a los empleados del Estado y sus familias.

En 1963, se creó el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), que sentó las bases de la Seguridad Social moderna en España. Sin embargo, en el momento de la fundación de MUFACE, la Seguridad Social aún no ofrecía una cobertura universal y uniforme, lo que permitió que muchos colectivos, incluidos los funcionarios, mantuvieran sus propios sistemas de protección. En aquel entonces, el mutualismo no era la excepción, sino la norma.

A partir de la década de 1980, el sistema nacional de la Seguridad Social se fue universalizando, lo que llevó a la progresiva desaparición de muchas mutualidades. Sin embargo, MUFACE quedó fuera de este proceso, consolidándose como un régimen de seguridad social paralelo al sistema general.

 

Servicios que ofrece

MUFACE proporciona a sus afiliados tres tipos principales de asistencia: asistencia sanitaria, prestaciones económicas y ayudas sociales.

La asistencia sanitaria ofrecida por MUFACE tiene una cobertura muy similar a la que ofrece el Sistema Nacional de Salud(1). Esto significa que incluye los mismos servicios médicos, intervenciones quirúrgicas, pruebas diagnósticas, criterios de baja, lista de medicamentos subvencionados y demás prestaciones sanitarias, sin diferencias ni exclusiones adicionales.

En cuanto a las prestaciones económicas, MUFACE cubre parcialmente situaciones como incapacidad temporal, maternidad y paternidad, así como subsidios por riesgos laborales.

Por último, dentro de las ayudas sociales, los afiliados pueden acceder a subsidios para gastos funerarios, ayudas por nacimiento o adopción, entre otras prestaciones.

 

Los conciertos con las aseguradoras privadas

El Gobierno español convoca concursos periódicos —normalmente plurianuales— para la atención sanitaria de los funcionarios a través de aseguradoras privadas. Estos procesos, complejos y regulados, se ajustan a las normas de contratación pública.

El objetivo principal es seleccionar a una o varias aseguradoras privadas que brinden cobertura sanitaria a los funcionarios y sus familiares que optan por la modalidad privada en lugar de la asistencia sanitaria pública.

Este es, quizás, el aspecto más polémico del sistema, y lo es desde un doble enfoque. Por un lado, por las controversias que rodean el proceso de adjudicación del concurso, especialmente en lo relativo a la renovación de contratos y al equilibrio entre costes y calidad del servicio. Por otro, porque genera un debate social sobre el privilegio que supone para los funcionarios y sus familiares en un momento en el que el Estado de bienestar está en entredicho, las políticas públicas favorecen directa o indirectamente a la sanidad privada en detrimento de la pública, y el derecho a la sanidad universal es cuestionado desde posturas neoliberales.

Así, cada año, los afiliados a MUFACE pueden elegir entre los servicios de la sanidad pública y los ofrecidos por las entidades privadas que resultaron adjudicatarias en el concurso vigente. Si, por ejemplo, el concurso es ganado por tres aseguradoras, cada beneficiario dispondrá de cuatro opciones, aunque deberá seleccionar una y solo una de ellas.

Durante ese período, el afiliado recibe atención sanitaria a través del equipo médico y los hospitales asociados a la aseguradora elegida. En casos excepcionales —muy raros, dado que los hospitales privados están cada vez mejor dotados—, si la aseguradora no pudiera proporcionar la atención requerida, un hospital público actuaría de manera subsidiaria. No obstante, los gastos derivados correrían a cargo de la entidad aseguradora.

Se pueden describir las ventajas e inconvenientes que esta situación supone para los afiliados a MUFACE, aunque siempre desde una perspectiva subjetiva. Lo que para algunos puede ser una ventaja, para otros puede representar una desventaja, y en muchos casos no existen datos concretos que permitan fundamentar afirmaciones objetivas.

Entre las ventajas de optar por la vía privada, destaca en primer lugar la aparente facilidad para elegir médico. Además, se percibe que las listas de espera son menos frecuentes y, si existen, son más cortas. Otra ventaja es la posibilidad de acudir directamente al especialista sin necesidad de pasar por el médico de familia, lo que, si bien no está claro si es beneficioso para la salud y para la eficiencia del sistema, sin duda agiliza el proceso desde un punto de vista individual. Los hospitales privados suelen estar mejor equipados para atender a los familiares y, por lo general, disponen de habitaciones individuales. Por último, los afiliados pueden elegir entre la sanidad pública y varias aseguradoras privadas, lo que les permite seleccionar la opción que mejor se adapte a sus necesidades personales o geográficas. En general, lo que más se valora es la rapidez en la atención médica no urgente que ofrece la sanidad privada.

Entre las desventajas de la vía privada, los afiliados a MUFACE suelen destacar que, fuera de Madrid y de las grandes ciudades, los equipos médicos y los hospitales privados son menos numerosos. En algunas provincias, apenas hay especialistas privados en determinadas áreas, lo que supone un problema para los afiliados que eligen esta opción, ya que no siempre se reside en Madrid; también es un problema cuando el beneficiario se desplaza de su lugar de residencia ya que la enfermedad puede surgir en cualquier lugar.

Relacionado con lo anterior, en caso de urgencia, el paciente debe ser trasladado a un hospital concertado con la aseguradora elegida. De lo contrario, una vez superada la urgencia y siempre que la causa de la atención médica no pertenezca a una lista de razones tasadas, el afiliado deberá hacerse cargo de los gastos incurridos.

Además, existe una percepción generalizada de que, aunque las aseguradoras ofrecen una amplia gama de servicios, algunos tratamientos o especialidades pueden no estar cubiertos, lo que obliga a los afiliados a recurrir a la sanidad pública en ciertos casos. Cuando esto ocurre, suele ser después de que los tratamientos privados no hayan surtido efecto y se hayan agotado las opciones disponibles. Esto representa un claro perjuicio para la salud del asegurado porque el alargamiento en la detección de un diagnóstico adecuado suele provocar problemas graves y sinsabores físicos y anímicos.

 

Posible incorporación de MUFACE al Régimen General de la Seguridad Social

Las convocatorias realizadas para la renovación del concierto a finales de 2024 han quedado desiertas, y el Gobierno se ha visto obligado a realizar una nueva convocatoria. Parece existir un riesgo real de que la negociación no prospere y haya que trasladar a los beneficiarios de MUFACE que, en su momento, eligieron una aseguradora privada al Sistema Nacional de Salud.

Dicho traslado no debería realizarse como consecuencia de una ruptura de negociaciones, sino como fruto de una decisión política consensuada por la sociedad española (2). Es precisamente de esta manera rápida e irreflexiva como no se debería actuar.

La decisión de trasladar a los afiliados de MUFACE al Sistema Nacional de Salud implicaría la incorporación repentina —en los meses siguientes a la ruptura de las negociaciones— de 1.500.000 personas a la sanidad pública. De ellas, se estima que 800.000 se integrarían en la Comunidad de Madrid. El número total de personas que han escogido recibir la asistencia sanitaria mediante aseguradoras privadas  (actualmente ASISA, ADESLAS y DKV) es de 1.007.322. 

La distribución por edad de la población mutualista de MUFACE con prestación sanitaria privada es en términos de distribución porcentual por franjas de edad la siguiente: la población pediátrica (0-14 años) representa el 11.8%, la población joven (15-34 años) el 13.9%, el grupo de población entre los 35 y los 64 años son el 42.4%, mientras que los mayores de 65 años suponen el 31.9%. Esto representa una población envejecida avocada a usar más los servicios médicos.

Esta situación supondría una carga enorme para los servicios médicos públicos, que no parecen estar preparados para asumirla, en gran parte debido a las políticas sanitarias deficientes de los gobiernos autonómicos, entre los que destaca, por méritos propios, el de la mencionada Comunidad de Madrid.

Además, surgen preguntas cruciales: ¿qué pasará con los pacientes que están en pleno tratamiento, atendidos por médicos que conocen su evolución? ¿O con aquellos que esperan una intervención quirúrgica? ¿Cómo afectará a los enfermos que ya dependen de la Seguridad Social pública, que de repente tendrán que "competir" por recursos con los recién incorporados?

Todos los problemas de organización en la sanidad pública dejan un rastro de víctimas. Los recortes presupuestarios, los cambios de políticas, la falta de recursos, la masificación de los servicios y las decisiones basadas en principios ideológicos —que, aunque puedan ser legítimos en su intención, no se acompañan de medidas presupuestarias adecuadas, una planificación realista ni objetivos claros— representan un grave riesgo para la salud pública.

Además, si MUFACE se integrara en el régimen general de la Seguridad Social, el presunto agravio comparativo derivado de la posibilidad de elegir seguros privados seguiría existiendo en aquellas mutualidades que no enfrentan problemas en la renovación de sus respectivos concursos.

Por ello, lo primero es debatir con honestidad si resulta más justo y eficiente unificar a todos los trabajadores bajo un único sistema de protección o, por el contrario, mantener el statu quo. Si se concluye que la unificación es la mejor opción, no debería esperarse a un conflicto que deje solo nueve meses para la transición, que es lo que la Ley de Contratos permite prorrogar el convenio.

El plan B que propone el Ministerio de Sanidad si las aseguradoras no se presentan al concurso es aprovechar esos 9 meses, para realizar una incorporación paulatina estratificada por letra de comienzo del primer apellido, edad y aseguradora prestadora de servicios,  singularizando su aplicación a nivel de cada Comunidad Autónoma. El plan, que no es tan alocado como para incluir ciertas salvaguardas, amplía a un año la transición para casos de pacientes inmersos en procesos terapéuticos que precisen continuidad. Esto parece insuficiente, en su lugar, debería aprovecharse un período completo del convenio para diseñar un plan de trabajo e implementar los cambios de manera más gradual. 

Una estrategia viable y que conlleva más seguridad, siguiendo el ejemplo de casos similares —como el de la gestión de las pensiones de los funcionarios mediante las clases pasivas—, sería aplicar el criterio de extinción progresiva de los colectivos a partir de una fecha determinada. De este modo, la transición se llevaría a cabo de forma escalonada, permitiendo que las personas más afectadas por el cambio permanezcan dentro del concierto hasta la desaparición paulatina de dicho grupo.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo y funcionario de la AGE

 

Notas

  1. La Seguridad Social en España cubre la extracción de muelas en casos necesarios, especialmente si hay infección, caries avanzada o riesgo para la salud del paciente. Sin embargo, la cobertura es limitada y suele centrarse en extracciones de urgencia o necesarias por razones médicas. La Seguridad Social también cubre la atención psicológica y psiquiátrica con ciertas limitaciones. MUFACE no cubre directamente la odontología ni la psicología, ofrece ayudas puntuales.
  2. Ya de paso, puestos a igualar la cobertura, esto debería aplicarse a todas las prestaciones. Se podría corregir el hecho de que los jubilados de MUFACE paguen un 20% más por los medicamentos que los pensionistas del Régimen General, y que las pensiones de los jubilados que aún se rigen por el cálculo de las Clases Pasivas de la AGE se determinen de la misma manera que las del resto de los pensionistas.


Bibliografía

Ministerio de Sanidad Noviembre 2024. MUFACE: del seguro privado al Sistema Nacional de Salud