A la atención de SM D. Juan Carlos I
Augusto tocayo:
La primera duda que me asaltó
nada más decidir mi dimisión de juancarlista fue a quién o adónde dirigir mi
renuncia. Después de mucho meditarlo decidí que debía presentársela
directamente a su majestad pues, sois vos al fin y al cabo, el titular del
negocio y la cabeza visible de un movimiento que en realidad no existe: el
juancarlismo.
Antes que nada y, sin ánimo de
ofenderos, he de comunicaros que nunca me he sentido monárquico, sin embargo,
si he sido o me he considerado juancarlista. ¿Cómo puedo considerarme dentro de
un término político que no existe y, por otra parte, no sentirme apegado a una
forma de gobierno que si es real?. Admito que puede parecer un sinsentido. Por
lo que necesitaré unos párrafos para explicarme. Ruego a vuestra majestad haga
un alarde de paciencia conmigo.
A la monarquía, en pleno siglo
XXI, le queda muy poco crédito, sólo aquellos que consideran la santidad de las
tradiciones se sienten próximos a ella. Durante la Edad Media, la vida de las
personas venía regida por la idea de que Dios influía en cada acto de su
existencia. Así que no era difícil admitir que, dado que el buen Dios colocaba
a cada uno en su sitio, colocará a la testa coronada en la cima de la pirámide
social. Es decir, de Dios le venía la soberanía directamente al rey y a ver
quién era el guapo que lo discutía, con lo bien que funcionaban los autos de
fe.
Pero el tiempo pasó, Dios empezó
a concentrarse más en su rebaño que en los asuntos públicos, para colmo llegó
el siglo de las luces, y con él, la Revolución Francesa. La toma de la Bastilla
puso de moda la idea de que la soberanía reside en el pueblo, en todos y cada
uno de los individuos que lo conforman. Por lo tanto, desde entonces, es de
difícil encaje teórico que la jefatura del Estado se herede como se hereda una
tintorería o el bar de la esquina. Parece lógico que si la soberanía reside en el
pueblo, sea éste el que elija a su jefe. Por eso se me hace muy cuesta arriba
ser monárquico, es una pura cuestión de lógica.
Sin embargo si he sido
juancarlista, ¿por qué?. Bueno esto quizás es más difícil de explicar, sobre
todo a los jóvenes que no vivieron la dictadura que precedió a vuestro reinado.
Cuando murió el general Franco
vos heredasteis todos los poderes del Estado. Podríais haber intentado mantener
esa situación, pero no lo hicisteis. Os pusisteis a la cabeza de un movimiento que
tuvo que transitar un largo y tortuoso camino hacia la democracia desde una
dictadura utilizando los mecanismos legales de esa dictadura a pesar de que,
según palabras del propio Franco, todo estaba atado y bien atado. En aquel
momento, para la mayoría de nosotros, el debate no era entre monarquía y
república, sino entre dictadura y democracia. Dicho de paso, yo siempre he
preferido de lejos vivir en una monarquía democrática a ser súbdito de una
república bananera dictatorial. Así lo entendieron los partidos de izquierda y
de derecha firmando un consenso ejemplar que dio a luz a nuestra Constitución. Salvando
el escollo histórico de las dos Españas, aunque no del todo, que todavía
andamos sin resolver algunos flecos dolorosos. El que vuestra majestad liderara
este proceso me hizo juancarlista.
Más adelante, la parte más retrógrada
del antiguo régimen consiguió dar el golpe Estado que se había anunciado
durante todos esos años de transición. Siempre he hecho muy poco caso de los
comentarios que os hacían partícipe del golpe. Para mí, cuando aparecisteis en
la televisión, vestido de capitán general, acabó el golpe y me fui tranquilo a
la cama pensando que nos habíamos librado por muy poco. Aquello me confirmo en
el juancarlismo.
Pasaron los años y el Sr. Aznar
trajo lo que él mismo llamó la segunda transición. Pero previamente trajo un estilo
de oposición cuyo único objetivo era conseguir el gobierno al precio que fuera,
sin importar el bienestar, la seguridad o la convivencia. Lo contrario al
estilo que había sido la marca de la transición[i]. Y
esa forma de hacer política vino para quedarse. En aquel momento me pareció que
una figura por encima del juego partidario, como la que vuestra majestad
representa, podía ser muy útil en un país en el que no se respeta nada. El
hecho de que al menos la jefatura del Estado estuviera a salvo del ataque
cainita continuo podía ser muy beneficioso. Esto me hizo justificar mi
juancarlismo.
Unos años antes del advenimiento
del Sr. Aznar, empezaron a llegar noticias inquietantes, por los resquicios de
la autocensura de la prensa, acerca de vuestros amigos. Los Mario Conde, Manuel
de Prado, Javier de la Rosa
entre otros, dejaban conductas poco edificantes y citas con la Justicia. Eso no le
sentó bien a mi juancarlismo pero lo justifiqué pensando que los reyes y los ricos
de toda la vida deben tener muchos problemas para discriminar entre el amigo y
el adulador o el aprovechado.
Empezaron a publicarse libros en
los que se hablaba de las relaciones de la familia real con marcas comerciales.
Que si una hija se relacionaba con una marca de coches y la otra con otra marca
de la competencia. Que si la ropa que llevaban, nietos, hijos y demás deudos,
según la situación de que se tratase, tenía un cocodrilo o un caballero
atacando con su lanza o un fumarel. Que si regata por aquí, que si regata por
allá. Que si regalos que van mucho más allá de la demostración de afecto al
hacerlos y del decoro al aceptarlos. Se fue creando en Mallorca a vuestro
derredor una corte de los milagros a la que los españolitos de a pie asistíamos
perplejos desde la páginas de las revistas y periódicos. El mismo tipo de corte
que vos negasteis en Madrid a los grandes de España al principio de vuestro
reinado. Todo esto no encajaba en mi manera de ver las cosas pero había mucho
más en el “haber” que en el “debe” de mi contabilidad juancarlista personal.
No entraré en problemas
familiares, dimes y diretes, bodas, ceses de convivencias, bautizos y
comuniones, son asuntos privados por muy pública que sea la familia. Cada uno
se casa con quiere, yace y se holga con quien puede, sea plebeyo o noble, esto
es materia que sólo compete a los implicados. Siempre intenté separar mi debate
personal sobre el juancarlismo de estos asuntos. Tan sólo diré que ha sido muy cansina
tanta publicidad alrededor de vuestra vida familiar y que supongo que la
primera víctima de todo este maremágnum ha sido la propia familia real.
Pero vino el asunto del Sr.
Urdangarín y, ¡ay!, ahí si que mi juancarlismo ha sufrido de tensiones. Puede
que vuestra majestad no sea directamente responsable de tales actos, no soy
quien para juzgar tan complicadas madejas de intereses y desafueros que para
eso hay jueces y, el que juzga, no ha dado motivos para la duda. Pero si puedo
formarme una opinión. No me cabe duda de que vuestro yerno utilizó vuestro
nombre, sin vuestro nombre no se habrían abierto muchas puertas y no se habrían
conmovido muchas almas de esas que están siempre deseosas de inclinarse hacia
el reverso tenebroso de la fuerza. Vuestro nombre fue la herramienta y vuestro nombre está irremediablemente ligado a vuestra función. Así que surge inevitablemente una pregunta,
¿un yerno de un presidente podría hacer lo mismo?, puede. Pero, sin volver al
debate teórico de monarquía o república, el presidente tiene fecha de caducidad, en aquellas repúblicas con limitación de mandatos es más difícil crear entramados sólidos alrededor de su figura, no es imposible pero es menos probable, y siempre queda el que los ciudadanos le pueden enviar a casa. ¡Ay cómo se resintió de todo este asunto mi
juancarlismo!.
Y ya llegamos a los últimos
acontecimientos. La famosa cacería. ¿Qué le han hecho a su majestad los
elefantes?. De niño, cuando me llevaban al circo, era lo único que me gustaba.
¡Son tan simpáticos, tan industriosos y tienen tanta memoria!. No me gusta que
se maten animales que puedo mirar a los ojos y puedo reconocer en su mirada su
capacidad de sentir. He reconocer bastante desapego personal por reptiles,
peces e insectos, pero los mamíferos son otra cosa.
El irse de garbeo por un país que
no sé donde colocarlo en el mapa, cuando el nuestro está cayéndose a cachos no
ha hecho mucha gracia, ni a mi, ni a muchos que conozco. La reacción de la
prensa ha sido muy significativa, incluso de la más monárquica. En un maestro de la imagen como vos es un grave error. Sé que
pedisteis perdón y esto calmó las aguas. Pero sintiéndolo mucho a mí no me
convenció. La petición de perdón me recordó a la de mis hijos cuando eran
pequeños y hacían una fechoría. ¡No volverá a ocurrir!, me equivoqué, ¿en qué?,
¿en qué hay cosas que no se pueden hacer?, ¿en el error de pensar en que nadie
se daría cuenta como otras veces?.
Lo siento mucho. A pesar de que
os reconozco méritos que no concurren en ningún otro monarca de nuestra
historia, se me han acabado los argumentos para convencerme a mi mismo de mi
juancarlismo. Así si alguien en el futuro tiene la bondad de preguntarme sobre
qué forma de gobierno quiero, creo que me inclinaré por la república.
Sé de sobra que soy poca cosa. Un
ciudadano común. Un pobrecito hablador desde esta modesta tribuna que yo mismo
me he construido. Tampoco soy de los que acude a la barricada. Así que, ¿en qué
os afecta mi dimisión?. Puede que en muy poquito, por no decir en nada. Pero es
que esa no es la pregunta correcta, os lo digo como sociólogo. Siempre se ha
dicho que España no era monárquica sino juancarlista, es decir, como yo; y la
pregunta correcta es, ¿cuántos han cambiado de opinión como yo?.
Atentamente
Juan Carlos Barajas
Martínez
Carta de dimisión de un juancarlista por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en sociologiadivertida.blogspot.com.
Esta licencia permite la copia respetando la autoría y el origen de la obra, no permite su uso comercial ni la creación obras derivadas a partir de la misma
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Querido amigo:
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión. No he sido nunca juancarlista, pese a que durante unos años he creido que si él hacía bien su trabajo y esta sociedad estaba conforme, pues adelante. Mi trabajo como periodista de política nacional y economía, me permitió "conocer" otras cosas relacionadas con la Casa Real que, francamente, no eran muy saludables. Además, había una especie de "omerta" en los medios sobre algunos asuntos serios - y no me interesa nada su vida conyugal ni la de los miembros de su familia -, y nada salía a la luz. Hoy, a pesar de conocerse algunos, tampoco hay una voluntad seria de que se hagan transparentes y éticos. En efecto, el lo siento, es cosmética audivisual. Sólo una relflexión: ¿Porqué le hace un "corto" un cámara de la Casa Real y no se presenta abiertamente ante los medios a contestar a estas y otras preguntas?. En verdad, el respeto que me merecía su trabajo, hace tiempo que no lo tengo. El problema es que, algunos de los llamados líderes de opinión que se autopostulan como republicanos - tipejos como Pedro J o Jiménez Losantos - me provocan una naúsea aún mayor. De modo que sí, siempre he sido republicano, pero no me gustan los "pseudo repubicanos" de aquí. Naturalmente, si fundas tú un nuevo partido, cuenta conmigo. Un fuerte abrazo. Luis
Yo me declaro Juancarlista, pero de Barajas claro ;-).
ResponderEliminarMi corazón esta con la monarquía democratica que vivimos, pero claro, es lo único que conozco.
Un abrazo
Garcias foto23, yo me declaro juanillista ya sabes por qué. Yo conocí el régimen de Franco y, evidentemente, prefiero nuestra monarquía democrática. Pero además de nuestra monarquía democrática está la República Francesa, República Federal Alemana, etc, etc, que no son moco de pavo.
EliminarUn abrazo muy fuerte
Gracias Luis, estoy totalmente de acuerdo contigo en lo que comentas sobre la Casa Real y tampoco me caen especialmente bien los republicanos sobrevenidos que citas. Respecto de lo de crear un partido, a pesar de que contaría con un militante distinguido - tu mismo -, creo que lo dejaré para mejor ocasión, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Un post bastante interesante y con el que muchos estamos de acuerdo al 100%, felicidades!
ResponderEliminarmuchas gracias por tus comentarios
Eliminarhola Juan Carlos Barajas ,tus comentarios me parecen sumamente interesantes .Por mi parte pienso, que ha sido como la cronica de la desilusion . Fijate ,que para mi , se le ha ido cayendo el lustre con el cual se le ha estado recubriendo una y otra vez , gracias , en gran parte a la prensa y tambien ,porque no , a la mayoria de los españoles que que haciamos la vista gorda ,pues era mas importante la idea de tener un rey ,que la realidad de su lento deterioro .De hecho ! con la casta politica y su corrupcion ,nos ha sucedido algo bastante parecido.Ojala nos sirva la leccion e intentar exigir mas ,y permitir menos .Pues nada mas y gracias por tu blog .Diana
ResponderEliminarMuchas gracias a ti Diana por tener la amabilidad de leerme, es cierto que la dejación de funciones que hemos hecho los ciudadanos ha dado alas a la corrupción, tienes toda la razón. Un abrAZO muy fuerte.
ResponderEliminarJuan Carlos, no habría sido capaz de expresarlo mejor que tú, pues aunque diestro con la pluma, -diestro: hábil,avezado, que no de derechas- todavía estoy lejos de tu maestría, pero suscribo todos y cada uno de los párrafos e ideas de tu escrito. En nuestros tiempos de la Facultad , ya sabes, pijo, pero rojo y republicano, y reconociendo que en aquellos tiempos y en unos cuantos posteriores, habría votado como presidente de la III República Española al ciudadano Juan Carlos de Borbón y Borbón.
ResponderEliminarLos yernos, los elefantes y lo caduco de una institución, hacen que me decante por otro ciudadano como Jefe del Estado de esa soñada III República.
Un fuerte abrazo. Raúl
Muchas gracias Raúl por tus comentarios, !qué jóvenes éramos en la Facultad de Informática jajaja!. Allí vivimos el golpe Estado y fue para nosotros San Juan Carlos cuando salió en la tele de madrugada!, pero desde entonces.... Reparte besos entre tus chicas. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarEs una pena que un monarca que hasta hace poco fuera tan popular incluso aquí en América haya cometido tantos y tantos errores, cuando cada vez es más difícil pensar en que las monarquías existan en el mundo por muchos años más...
ResponderEliminarY a pesar de todo me sigo considerando juancarlista aun... Sobre todo también por las otras piezas elementales que han ayudado a la Casa Real, la reina Sofía y el príncipe Felipe.
Gracias por esto. Como urdida por algún situacionista me gustó la escena del perdón, en un pasillo, en una clínica, en pie, espontánea o atropelladamente. Y en ese momento pensé que el pasillo merecería una leyenda, placa en mármol y latín, que traducida al español viniese a decir: En este pasillo pidió perdón un Rey.
ResponderEliminarEsto pasó en abril de dos mil doce aquí, la populosa calle Cartagena https://goo.gl/maps/FRNybWptkES2
EliminarMuy actual tu post. Ya quedan muchos menos Juancarlistas, Felipe González y pocos más. Aún a riesgo de hablar de la prehistoria, recuerdo viejos monárquicos,nostálgicos de un reinado de don Juan Borbón que nunca existió. Éstos llamaban a Juan Carlos don Juanito y le consideraban: un chico poco inteligente.
ResponderEliminarSUpongo que no era inteligente, ellos sabrán, pero de lo que no hay duda es que salió listo. Hasta que se pasó.
EliminarUn abrazo Teresa