Golconde. Pintura de René François Ghislain Magritte |
Yo confieso, ¡Oh Señor!, mi
condición de funcionario de carrera de la Administración General del Estado
desde hace 26 años y, que durante este dilatado período, he cometido los
crímenes nefandos que a continuación relaciono.
Me acuso de haberme formado
durante años, de no haber dejado de estudiar y prepararme. Me acuso asimismo de
haber opositado seis veces, tres de ellas – loado seas Señor – me suspendieron
como justo castigo a mi pecado de orgullo desmedido, de soberbia, de falta de
humildad y tres de ellas – Dios me confunda – aprobé a pesar de todas las
dificultades que me enviaste.
Yo confieso haber trabajado
siempre con falta de medios, con presupuestos bajos y objetivos inalcanzables
elaborados por políticos, ¡Oh Señor cuánto agradezco que nos enviaras esta
plaga de los políticos y banqueros!, pero si es para recordarnos que el Dios
del Antiguo Testamento sigue en forma, no te molestes, te creo.
Me acuso de haber obrado con
voluntarismo y de haber colaborado a sacar adelante muchos proyectos. Me acuso
de haber recibido con enfado las críticas superiores por no haber cumplido con
la parte inalcanzable de los objetivos.
Me acuso de haber defendido los
intereses de mi país con patriotismo en los grupos de trabajo internacionales
en los que he participado. A los que a veces fui sin que me proporcionaran
información previa, sin instrucciones claras, a que me sacaran los colores los
representantes de esas naciones protestantes a las que nunca acabamos de meter
en vereda y que nos están chupando el hueso hasta el tuétano.
Confieso que tengo una ideología
que no militancia, pero también confieso que me la he dejado en la puerta cada
vez que he entrado en el Ministerio. Me acuso de haber trabajado con
neutralidad con todos los gobiernos que en este país ha habido. Confieso haber
atendido por igual a todos los ciudadanos sin haber mostrado ningún favoritismo
político, a pesar de que muchos de éstos si han hecho gala de sus ideas
contrarias a las mías, no espero premio por ello, era mi deber, pero me acuso.
Me acuso de haber llamado a la fuerza pública porque un ciudadano me quería
agredir ya que había oído de mis labios lo que yo podía hacer por él y no lo
que él quería que yo hiciera.
Cuando he trabajado en la
protección de los españoles en el extranjero, me acuso de haber llorado con los
padres que habían perdido a sus hijos, de haber ofrecido mi pañuelo a las
esposas que habían perdido a sus maridos, de haber hecho todo lo que estaba en
mi mano – con desigual fortuna bien es cierto - para que el encarcelado no
pasara ningún día más en prisión de los que su sentencia marcaba, para protestar
contra detenciones ilegales, para localizar al que no quería ser buscado, para reunir
al hermano que permaneció con el que había emigrado y que el tiempo y la
distancia habían separado. En esto reconozco que hay otros funcionarios, más
pecadores me temo, que han hecho mucho más que yo, que están en la primera línea
en el Servicio Exterior de España.
Me acuso de haber rechazado una
vez una corruptela, también es cierto que ha sido la única vez que me la han
ofrecido. A lo mejor de haber tenido puestos de mayor responsabilidad habría
tenido más oportunidades de caer en la tentación.
Confieso no haber sido el vago –
como tampoco lo son la inmensa mayoría de mis compañeros - que, según el tópico
conocido, se suponía que debía haber sido. En definitiva, me acuso de haber
hecho mi trabajo, cierto es que muchas veces me he equivocado, que disto de la
perfección, pero he intentado cumplir con mi obligación. Me acuso de ello.
Señor, no busco el aplauso, ni la
gratitud de mis semejantes. Sé que merezco el castigo que mis Gobiernos me
imponen, ¡he cometido tantos crímenes!, pero ya que Tu sí sabes perdonar me
gustaría – como a todos los ciudadanos de este país - tener una vejez cómoda y
no veo que eso vaya por buen camino, me gustaría poder pagar la universidad de
mis dos hijos – buenos estudiantes- pero a lo mejor es un atrevimiento por mi
parte y, mi tercer deseo, me gustaría tener la sanidad y los medicamentos que
necesito para mantener mi mala salud de hierro dentro de un orden. No pido
tanto, no pido hacerme rico, ni una oportunidad para dar un pelotazo de esos
que tanto se han dado en los años de bonanza, ni una asesoría ni consejería ni
ninguna otra canonjía.
Espero Señor que intervengas a mi
favor, aunque no lo merezca, porque si lo dejas en manos de mis gobernantes
mucho me temo que lo tengo, lo tenemos -
los funcionarios, los parados, los jubilados
y los demás trabajadores - todo perdido.
Juan Carlos Barajas
Martínez
Yo confieso por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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creo que cada uno de los funcionarios de carrera de este país deberiamos pegar una carta similar, en nuestro lugar de trabajo, me parece mejor que lo que a mí se me había ocurrido de "disculpen si hoy no les sonrío, pero me han dejado el culo escocío", lo de este compañero es mucho más fino e inteligente.
ResponderEliminaruna funcionaria bastante cabreada
Gracias por tu comentario compañera, habrá que racionar el cabreo porque esto va para largo
EliminarGracias por esta confesion, yo por desgracia no llevo tantos años como tu, también es verdad que aprobé a la primera, pero sigo estudiando, leyendo y absorviendo todo lo que se me pone a tiro, aunque si llego a saber esto....me meto política.
ResponderEliminarMe haré otra confesión más acorde con mi experiencia particular y como dice la compañera anterior la pondré en mi lugar de trabajo.
Otra funcionaria de carrera cabreada y muy desilusionada.
Pagina web : www.movimientofue.es
EliminarFacebook: Funcionarios Unidos de España
Twitter: @Movimiento Fue
Si la política es más rentable, no para los militantes de base que en ocasiones tienen mucho mérito, sino para los cargos. Ahora bien, !hay que valer eh!.
ResponderEliminarGracias de nuevo por el artículo. Ya sabemos que llorar no sirve de nada, pero llorar con otros desahoga.
ResponderEliminarRespecto al fondo del asunto solo seis palabras: soy inocente, yo no les voté.
Y como sabes tampoco soy culpable por pasividad. Eso también ayuda.
Maquilón
Gracias Maquilón y, por supuesto, si todos lucháramos como tú tendríamos un mundo mejor!!.
EliminarUn abrazo
Fantástica tu confesión.
ResponderEliminarUn abrazo desde otro (por ahora) Servicio Público (quzá dentro de poco Servicio Privado ...)
Alea jacta est.
Esperemos que eso no ocurra, lo público es necesario aunque solo sea pq hay cosas que no pueden ser un negocio
Eliminarmuchas gracias por leerme
Fantástica confesión. Ahí va la mía: Nunca nadie me regaló nada y siempre he tenido la "desgracia" de caer en las secciones donde había más trabajo, por supuesto reconocimiento cero. Cumpliendo los "caprichitos" de los jefes y llegando a extremos inabarcables en el momento en que llegaron las Vacas Flacas. Larra nos puso un San Benito que es de lo poco se ha olvidado en este país.
ResponderEliminarEs bueno confesar :-). Muchas gracias por tu comentarios
Eliminar¿En que sentido se toma este texto ?
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