Hasta ahora he escrito tres artículos sobre la estratificación social,
es decir, sobre cómo se organizan las sociedades en estratos o capas, unas con
más poder económico y político que otras. El primero de estos artículos, ¡Oiga usted que todavía hay clases!, trataba sobre las distintas formas de
estratificación social que se han dado a lo largo de la historia. El segundo,
El gran montaje, explicaba el proceso de legitimación o cómo las élites logran
justificar la desigualdad social. El tercero, Yo soy de clase media, ¿y usted?,
explicaba el funcionamiento de la sociedad de clases, las clases
sociales actuales y cómo se puede clasificar a una persona en una clase
determinada en función de su posición socioeconómica. Estaría bien leerse estos
artículos porque, aunque intento que todos ellos sean autocontenidos y no
necesiten de lecturas previas, muchos conceptos se entenderán mejor. El
artículo presente habla de la movilidad social, o como unos pocos afortunados
pasan de una clase social a otra superior o, al revés, lo que suele ser menos
divertido.
El Ascensor Social
A un muy buen amigo mío, de los
que hay pocos, de esos que no te fallan, le llamo con el amable apodo de
“estratosférico”. El término, que hay que tomarlo como una apelativo cariñoso,
alude a su estatus actual, es un directivo de una multinacional norteamericana
muy importante, y claro, esta diferencia que existe entre nuestras respectivas
posiciones socioeconómicas, él arriba y yo más abajo, hace que yo lo vea allá
por la estratosfera.
El caso es que este buen amigo no es hijo de un
terrateniente, ni de un profesional liberal, ni de un alto funcionario. El
padre de mi amigo era un trabajador. Por lo tanto, su caso en sociología se
describe como un ejemplo de movilidad social ascendente, ya que su clase de
destino está por encima - en la pirámide social - de su clase de origen.
En cambio, mi padre era un cuadro
intermedio en una empresa, incluso durante una época de su vida fue propietario
de un negocio, y yo también soy un cuadro intermedio en una organización. Por
lo tanto, mi clase de origen es la misma que mi clase de destino: la clase
media. Todo esto es independiente de que yo tenga un mayor nivel educativo que
mi padre o que tenga una casa más grande, ya que esas son cuestiones
estructurales que afectan a toda mi clase social y que tienen que ver con que
se ha producido un cierto progreso desde que mi padre llegó a la edad de
trabajar hasta nuestros días, a pesar del bajón que venimos sufriendo en los
últimos tiempos que parece que se van a merendar a la clase media. Así que mi
caso no es de movilidad social ascendente sino de inmovilidad, herencia o
reproducción social, que de las tres formas se conoce.
También me acuerdo del caso de un
señor que fue director en España de una multinacional tecnológica que no
consiguió que su hijo siguiera sus pasos y éste no pasó de ser un discreto
comercial. En este caso se habla de movilidad social descendente por las mismas
causas que hemos visto en los dos párrafos anteriores.
Esta movilidad social que hemos
visto hasta ahora es la movilidad intergeneracional, que compara la situación
del padre como punto de partida y el estado al que llega el hijo como punto de
llegada. Existiría otra movilidad, la intrageneracional, que es la que tiene
lugar a lo largo de la vida de la misma persona, conocida también como
movilidad de trayectoria
(1).
En todas las sociedades
industriales la posición de clase, es decir, a qué clase pertenece a una
persona, es una combinación de adscripción – cuál es la clase en que se nació -
y logro – hasta dónde has podido llegar. Y es frase de mi amigo el
estratosférico, sin ser él sociólogo por cierto, que no es tan importante ver
hasta dónde has llegado como saber desde qué punto partiste.
La sociología estudia este
fenómeno desde dos puntos de vista, en primer lugar, la investigación de la
movilidad social se centra en el grado y las pautas del movimiento vertical
ascendente y descendente dentro de la estructura ocupacional, lo que hemos visto
en los párrafos anteriores. En segundo término, desde lo que se llama
investigación del logro de estatus se aborda la cuestión de por qué se produce
o no esta movilidad social.
Tanto Carlos Marx como Max Weber
– viejos conocidos nuestros de otros artículos – consideraron que la movilidad
social era uno de los determinantes en los procesos de formación y acción de
las clases sociales, pues éstas necesitan de un determinado grado de
estabilidad, es decir, de inmovilidad social para que la clase se forme y
exista. Aún así los clásicos de la sociología no estudiaron el asunto con mucha
profundidad, al menos no con la insistencia con que abordaron otros problemas
sociales, fundamentalmente debido a que es después de la Segunda Guerra Mundial cuando
los grandes cambios económicos, tecnológicos y sociales que tuvieron lugar en
aquella época modificaron profundamente la estructura ocupacional de las
sociedades.
En el artículo de hace dos
semanas, ¿Pero hubo alguna vez una Escuela de Viena en Sociología?, decíamos que
podíamos incluir a casi todos los sociólogos en dos escuelas, el funcionalismo y la sociología del conflicto, y la investigación de la movilidad social
no es una excepción.
Para el funcionalismo, la
sociedad está formada como un campo continuo y homogéneo formado por individuos
que desempeñan funciones de mayor o menor prestigio y remuneración. Desde este
punto de vista, definen la movilidad social como cualquier movimiento de una
ocupación a otra cuyo prestigio social o nivel de ingresos fuera diferente.
En cambio para la sociología del
conflicto, la sociedad está formada por
clases sociales que se definen por la posición de sus miembros en las
relaciones de producción, de mercado, de autoridad u otros principios de
clasificación. La pertenencia a una clase de origen condiciona las
posibilidades de optar por posiciones de otras clases sociales. En este enfoque
la movilidad social es el paso de una clase social de origen a otra de destino
diferente. Como habréis podido observar hemos utilizado este segundo enfoque
para contar los casos de mi amigo el estratosférico y el mío propio.
Los investigadores utilizan las
llamadas tablas de movilidad para registrar y contabilizar los movimientos entre
clases (2). A la
movilidad neta entre las diferentes categorías de la tabla se la denomina fluidez social. La fluidez social hace
referencia a la propensión que existe a pasar desde determinados orígenes a
determinados destinos, independientemente de los cambios que se hayan producido
en la estructura de clases.
Cuando las tasas de movilidad en
una tabla son prácticamente iguales, la probabilidad de pasar de cualquier origen
a cualquier destino es la misma, entonces decimos que estamos en una situación
de máxima apertura social, que es tanto como decir que apenas influye la clase
de origen en la pertenencia a la clase de destino. La sociedad de clases
perfecta estaría basada en esta máxima apertura social y en el ascenso basado
en el mérito. Esta situación, como podréis sospechar, no es la situación más
común, pues todos sabemos que el sistema de clases es bastante estable… y desigual.
Evidentemente lo contrario a la
apertura social es el cierre social, que se produce cuando la clase de origen,
la del padre, es un lastre para cualquier aspiración de movilidad social,
debido a que las élites aplican toda una serie de métodos para que sea de esta
manera (3).
¿Y cómo son los regimenes de
fluidez social en los países de nuestro entorno?. ¿Qué tan alejados estamos de
la máxima apertura social?. Bien podemos afirmar, si nos fijamos en el siglo
XX, que en lo referente a la movilidad ascendente hay pocas diferencias entre
los países excepto en los casos de Gran Bretaña, por su industrialización
temprana, Suecia, que disfrutó de un régimen especial de alta movilidad entre
los años ’30 y ’60 gracias a las políticas sociales llevadas a cabo por los
sucesivos gobiernos socialdemócratas y, España, por su industrialización
tardía.
En general, el patrón que se
suele seguir es un aumento de la movilidad ascendente durante el período de
industrialización y expansión económica cuya expresión básica fue el período
desde el final de la Segunda Guerra Mundial
hasta la mitad de la década de 1970,
a partir de este momento se produce un mayor
estancamiento, un mayor grado de cierre social (4).
Hay varios estudios para el caso
de España, pero destacan a mi modesto entender dos, que aportan conclusiones
parecidas, son el de Javier Echevarria en 1991 y la más reciente investigación
de Ildefonso Marqués y Manuel Herrera-Usagre de 2010.
Resumiendo estos estudios,
durante la posguerra, mientras en el resto de Europa se evidenciaban signos de
movilidad ascendente, en España no se manifiestan mejoras en las tasas de
fluidez social, el país es todavía una sociedad agraria. A partir de 1960 la
rápida industrialización crea espacios de movilidad social y se produce una
notable mejora en las tasas de fluidez social. A partir de 1970 no hay mejora
en las tasas de fluidez social que Echevarría asocia a fenómenos históricos
vinculados al advenimiento de la sociedad postindustrial. Luego a grandes
líneas se repite el modelo de los países industrializados pero el ritmo de las
transformaciones socioeconómicas en España fue más corto y más acelerado.
¿Y ahora?, ¿qué está pasando
ahora mismo?. Bueno es un poco pronto para saber de manera profunda e
incontestable de qué manera está afectando la crisis económica a nuestra
sociedad. Parece que hay que situar esta crisis dentro de un período histórico
mayor que empieza a mediados de la década de 1970. Dicho movimiento por
llamarlo de alguna manera, es un conjunto de hechos sociales – que hemos venido
analizando en varios artículos anteriores – consecuencia del apogeo del
neoliberalismo más dogmático, de la falta de un modelo alternativo de sociedad,
de la globalización y de la supremacía de la economía financiera sobre la
economía real. Todo ello ha conducido a una mayor desigualdad, a que la clase
trabajadora sea más pobre, la subclase (5) se nutra de excedentes de la clase trabajadora
empujados por la caída de las prestaciones sociales, por el paro y la precariedad y la clase media soporte un peso que
apenas puede sobrellevar y que pone a muchos de su miembros en ruta para abajo.
Todos somos más pobres menos los más ricos. Así que, si hay movilidad, esta es
descendente. Dios nos pille confesados.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Dedicatoria
A mi amigo Jesús al que la estratosfera
se le queda pequeña y en memoria de su padre José Antonio (q.e.p.d.) quien me
acogiera más de una vez en su casa cuando más lo necesitaba
Notas:
(1)
En mi caso por ejemplo, en cuanto a movilidad
intergeneracional mi punto de partida es la clase media y mi punto de llegada
es la clase media, pero si examino mi movilidad de trayectoria el resultado es
una pequeña montaña rusa, pues por vicisitudes de la vida, en mi juventud
estuve un período en la lampancia más absoluta, para luego remontar. En todo
caso, las personas que disfrutamos de la vida somos historias inacabadas y aún
hay tiempo de dar bandazos. Esperemos que Dios confunda a Rajoy y no nos joda
mucho más.
(2)
La mayor parte de los recursos metodológicos que
utilizan los investigadores de la movilidad social provienen de un libro muy
afamado y reconocido, “El flujo constante”, de 1993, de los sociólogos británicos Erikson y
Goldthorpe.
(3)
En la sociedad de clases la movilidad ascendente es
reducida pero existe. En otro tipo de sociedades el juego está mucho más
cerrado hasta hacer prácticamente imposible la movilidad social, estos asuntos
fueron tratados en el artículo “¡Oiga usted qué todavía hay clases!”.
(4)
Weber lo llamaba cierre de clase, el sociólogo británico
neoweberiano Frank Parkin define el cierre social como el proceso mediante el
cual las colectividades sociales buscan ampliar al máximo sus recompensas
limitando el acceso a los recursos y oportunidades y a un número restringido de
candidatos. Ello supone la necesidad de designar ciertos atributos sociales o
físicos como bases justificativas de tal exclusión entre los que destaca el
origen familiar. Por supuesto este cierre social tiene como contrapartida
estrategias de usurpación practicadas por los agentes excluidos del proceso.
(5)
La subclase abarca a todas aquellas personas que
sobreviven entre el desempleo y el empleo precario. Para más detalles sobre
ésta y otras clases sociales ver el artículo “Yo soy de clase media, ¿y usted?”
Bibliografía:
Estratificación
Social y Desigualdad
Harold
R. Kerbo
5ª
Edición
McGraw-Hill
Madrid
2003
Sociología
John J.
Mancionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice
Hall
Madrid
2005
¿Somos
más móviles?. Nuevas evidencias sobre la movilidad intergeneracional de clase
en España en la segunda mitad del siglo XX
Ildefonso
Marqués Perales y Manuel Herrera-Usage
Revista
Española de Investigaciones Sociológicas
Nº 131,
2010, pp. 43-73
Ascensor
social: fuera de servicio
Ricardo
Iori/Jorge Berástegui
Diario
El País 11 de agosto de 2010
Adiós,
clase media, adiós
Ramón
Muñoz
Diario
El País 31 de mayo de 2009
El Ascensor Social por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://sociologiadivertida.blogspot.com.es/.
Esta licencia permite la copia respetando la autoría de la obra. No permite distribución comercial ni obras derivadas
Un trabajo excelente como ya es habitual en ti.
ResponderEliminarCon tu permiso lo utilizaré para complementar temáticas de actualidad social que desarrollamos en las redes.
Gracias.
Cipri
Muchas gracias Cipri, por supuesto que puedes publicar el artículo, tal y como indica la licencia, respetando la fuente y el autor.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte curso!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo soy de ciencias, entiendo que cualquier conjunto se puede dividir en subconjuntos de infinitas maneras. Depende del criterio a utilizar.
ResponderEliminarY como yo tengo mi propio criterio, no distingo mucho entre clase media, baja, media-baja, media- alta, etc.
Para mí hay dos clases sociales: los que para vivir tienen que trabajar y los que no. Entre los primeros estamos casi todos: médicos, albañiles, empresarios (de los que tienen que ir a trabajar a su empresa, se entiende), artistas, etc. Es decir la gente.
Los segundos son los que ostentan las grandes fortunas, los que se ríen de los demás cuando nos peleamos unos con otros, como si el problema fueran los "privilegios" de los funcionarios o los beneficios de la imprenta de tu jefe. Estos son los que han creado la globalización, para pasarse por el forro los logros sociales que tanto han costado conseguir.
Maquilón
Si eres de ciencias y sabes de la descomposición en subconjuntos, lo que suele denominarse clasificar, construir clases de cosas. De todas formas lo que propones de dos clases sociales (por cierto es el esquema de Marx: burgués [propietario medios de producción]y proletario [trabajador por cuenta ajena]) es un tanto simple, la sociedad es más compleja. Te voy a poner un ejemplo de física, es como si yo dijera de la cinemática, que los objetos o están en reposo o en movimiento, es verdad sin duda, pero dónde queda el movimiento rectilíneo y uniforme, y el uniformemente acelerado y los circulares, que yo recuerde tenían ecuaciones diferentes. Pues eso. Somos científicos y tenemos que definir las cosas.
ResponderEliminarUn abrazo Maquilón
Juan Carlos, muchas gracias por tu dedicatoria, por el recuerdo a mi padre, pero sobre todo por permitirme seguir siendo un “muy buen amigo tuyo”.
ResponderEliminarPero, ¿De dónde habrás sacado tú que en algo yo esté por encima de donde tú estás?: Es cierto que, cuando me comparo con mi padre como punto de origen, si creo que mi caso sea un ejemplo de movilidad social ascendente, pero no por haber alcanzado un mayor nivel socioeconómico, sino por haber conseguido un nivel sociocultural superior, eso sí, gracias a que él me permitió y empujó a tener un buen nivel cultural y de estudios, y de vivencias que él no pudo tener (Y seguro que recuerdas que ya me llamabas estratosférico hace 25 años, cuando yo trabajaba en proyectos para la Agencia Espacial Europea y no había diferencia entre nuestras respectivas posiciones socioeconómicas). Pero seguro que, sin necesitar de la ayuda de Dios, y si el pueblo no lo impide, Rajoy nos va reunir a todos los componentes de las clases medias (media-alta, media-media y media-baja) junto a la clase trabajadora de la que muchos procedemos, dejando solo a una élite formada por las clases alta y corporativa. Yo era de clase media ¿y usted? (No, si al final el modelo Maquilón será el que mejor exprese la menguante estratificación social). Un fuerte abrazo de tu buen amigo Jesus.
Bueno Jesús ya veremos cómo evolucionan las clases sociales en los próximos años, de lo que estoy seguro es que habrá cambios y, si no lo remediamos como tu muy bien dices, será para mal.
ResponderEliminarTenemos una gran deuda con la generación de nuestros padres,
tuvo el enorme mérito de impulsarnos hacia un mayor nivel sociocultural y socioeconómico (a esto se le llama movilidad estructural pero no he querido complicar más el artículo), ojalá podamos hacer lo mismo con nuestros hijos. En ello estamos pero nos lo están poniendo muy dificil.
Eras estratósferico hace 25 años y ahora, me rio yo de Baumgartner ese, y estás por encima de mi en muchas cosas, eres más alto, más guapo, más rubio y tus ojos son más azules que los míos, jajaja.
Ha sido un honor ser tu amigo los últimos 35 años y estoy preparado para los 35 años próximos.
Un fuerte abrazo
Hay una cita clásica que dice que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Y en esta línea, los pobres mortales (y más los pobres mortales hispanos del año I post Rajoy) nunca debemos olvidar de donde venimos, si queremos apreciar donde estamos.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión, no se trata tanto de un asunto de ubicarse en una planta, más o menso elevada, del edificio social al que nos lleva el acensor, sino de estar satisfecho y contento con la planta en que nos ha tocado vivir. Porque aunque es evidente que la responsabilidad de la elección de dicha planta es, en una buena medida, exclusiva de cada uno de los inquilinos, algunas veces el azahar echa una manita, y vaya sí la echa ...
Y no es menos cierto que muchas veces el que vive en la planta baja, añora vivir en la 5ª, y éste desearia disfrutar de las vistas del ático. Pero el de la 5ª envidia al del bajo cuando se estropea el ascensor y la pareja del ático maldice su elección cuando se muere de calor en verano o se pasma de frio en invierno (aunque con unas vistas expléndidas).
Así que tratemos de sacar partido a lo que tenemos, y como bien dice un amigo mio (estratosférico pero con poco pelo :)), mejor disfrutar y apreciar lo que tenemos que no encabronarnos por lo que nos falta (lo que viene siendo el fundamento básico del teorema de la botella medio llena).
Soy anónimo, pero menos, me mencionas en el punto 9 del cuestionario de las 11 preguntas y me enorgullece el privilegio de ser tu amigo.
Bueno querido anónimo de la pregunta 9 es también un honor ser tu amigo desde hace 35 años, a estas alturas ya hasta nuestros hijos son como primos.
ResponderEliminarTu comentario me ofrece también la oportunidad de recordar a tu padre, aquel magnífico hombre que me recordaba continuamente que la comida tenía tomate, y a tu madre, que gracias a Dios está con nosotros, ellos también me acogieron como a un hijo sobrevenido en los malos tiempos.
Además de agradecerte el comentario quiero decirte que me ha parecido muy bueno tu símil de la casa y los pisos.
Y ya tan solo señalar que mi artículo es una explicación sociológica de la movilidad social, y como la intención es divulgativa, he acudido a los ejemplos de nuestro mutuo amigo estratosférico con poco pelo y el mío propio para ilustrar con una imagen clara el concepto principal que pretendo explicar. A lo mejor he personalizado demasiado pero en el momento de escribirlo me pareció una buena idea.
Por lo demás, cómo os hice llegar cuando cumplimos 50 – hay que ver yo siempre dando el coñazo digital -, estoy a gusto conmigo mismo y con mis realizaciones. Con lo que no estoy tan contento, y sé que tu tampoco lo estas, es con lo que han hecho con nuestro país ni en lo que se ha convertido nuestra sociedad.
Un abrazo muy fuerte anónimo de la pregunta 9 y, cómo le dije al estratosférico, estoy preparado para seguir siendo tu amigo del alma durante los próximos 35.
Colosal, muchas gracias, Juan Carlos, y al resto de comentadores.
ResponderEliminarMe interesan las monedas sociales y complementarias, que tal vez pudieran corregir los fallos del euro cuando te ubica socialmente. Hemos hecho una educativa que premia las buenas valoraciones mutuas de entre quienes la usan cercanos.
http://www.kapitaltruth.org/presentacion/
Y llevo un pequeño canal sobre clases sociales en el cine.
https://www.youtube.com/channel/UCwlY_-KSOuNMuOgGqJDGqvg
Gracias por leerme. Como la energía, el aire o el agua limpios... La atención, ¡otro recurso escaso hoy!
Enhorabuena por la serie de cuatro artículos.
ResponderEliminarCosas de la edad, hoy he estado todo el día reflexionando sobre como la educación familiar y escolar te pueden hacer mejorar o empeorar tu estatus. Gracias a mi curiosidad y a la facilidad de medios que tenemos hoy día para seguir aprendiendo. He podido localizar estos excelentes artículos, los cuales me han servido enormemente para aprender sobre el tema y clarificar mis ideas.
Por lo que he leído yo soy de clase media-media y mis padres, ahora jubilados, son de clase media-baja.
Cuando emigraron de Andalucía en la década de los cincuenta, con una maleta y diez mil pesetas, justo después de haberse casado, todo parece indicar que eran de clase subclase.
Emigraron, no por hambre, sino porque aspiraban a una vida mejor en la ciudad. Él como trabajador de la industria y ella como empleada de servicios en una casa de clase alta. De haberse quedado en el pueblo seguramente hubiesen sido trabajadores agrarios.
Por lo tanto se puede decir que ellos sí que han hecho uso del ascensor social.
Lo que es justo añadir es que, ni mucho menos ha sido fácil, ya que el precio descomunal en salud que han tenido que pagar para subir de clase acompañados de cuatro hijos, les pasa factura hoy día.
Gracias a su enorme esfuerzo, mi posición de partida en el camino de ascenso ha sido mucho mejor.
He tenido acceso a estudios universitarios, soy propietario de mi vivienda y mi coche, y cumplo el tópico de mando intermedio en la empresa donde trabajo.
Sufro a diario las medidas para limitar los cambios de estrato social que nos imponen las élites e intento luchar contra ello con ayuda de mi educación.
M reflexión es la siguiente: Aunque gracias a mis padres, mi punto de partida económicamente es mucho que el de ellos. Lo que nunca podré agradecer lo suficiente, es la gran labor educativa que han realizado conmigo. Ya que sin educación y los valores que me han dado, no hubiera sido capaz de mejorar mi estatus. Lo digo porque sin apenas estudios primarios, mis padres han sido capaces de acumular una serie de conocimientos, basados en sus propias experiencias y trasmitirlos a sus hijos como filosofía de vida.
Y es ahora con casi cincuenta años cuando estoy empoderando de la importancia de esos conocimientos.
A pesar de mis estudios universitarios (una ingeniería), puedo decir que a lo largo mi formación (toda en la colegios públicos) tiene lagunas en conocimientos sobre economía familiar, sociología aplicada, filosofía y otros. Yo y tantos otros alumnos hemos sido formados con falta de conocimientos, a fin de evitar ideas no convenientes a la élite. Por lo que estoy convencido que he sufrido en mi persona las medidas de la legitimación.
Es por esto último que quiero utilizar el escrito para agradecer a mis padres la educación complementaria en estos temas y que intentaré con todo mi esfuerzo trasmitirla mejorada a mis hijos.
Gracias de nuevo por los artículos.
José Solís Montaño
Enhorabuena por la serie de cuatro artículos.
ResponderEliminarCosas de la edad, hoy he estado todo el día reflexionando sobre como la educación familiar y escolar te pueden hacer mejorar o empeorar tu estatus. Gracias a mi curiosidad y a la facilidad de medios que tenemos hoy día para seguir aprendiendo. He podido localizar estos excelentes artículos, los cuales me han servido enormemente para aprender sobre el tema y clarificar mis ideas.
Por lo que he leído yo soy de clase media-media y mis padres, ahora jubilados, son de clase media-baja.
Cuando emigraron de Andalucía en la década de los cincuenta, con una maleta y diez mil pesetas, justo después de haberse casado, todo parece indicar que eran de clase subclase.
Emigraron, no por hambre, sino porque aspiraban a una vida mejor en la ciudad. Él como trabajador de la industria y ella como empleada de servicios en una casa de clase alta. De haberse quedado en el pueblo seguramente hubiesen sido trabajadores agrarios.
Por lo tanto se puede decir que ellos sí que han hecho uso del ascensor social.
Lo que es justo añadir es que, ni mucho menos ha sido fácil, ya que el precio descomunal en salud que han tenido que pagar para subir de clase acompañados de cuatro hijos, les pasa factura hoy día.
Gracias a su enorme esfuerzo, mi posición de partida en el camino de ascenso ha sido mucho mejor.
He tenido acceso a estudios universitarios, soy propietario de mi vivienda y mi coche, y cumplo el tópico de mando intermedio en la empresa donde trabajo.
Sufro a diario las medidas para limitar los cambios de estrato social que nos imponen las élites e intento luchar contra ello con ayuda de mi educación.
M reflexión es la siguiente: Aunque gracias a mis padres, mi punto de partida económicamente es mucho que el de ellos. Lo que nunca podré agradecer lo suficiente, es la gran labor educativa que han realizado conmigo. Ya que sin educación y los valores que me han dado, no hubiera sido capaz de mejorar mi estatus. Lo digo porque sin apenas estudios primarios, mis padres han sido capaces de acumular una serie de conocimientos, basados en sus propias experiencias y trasmitirlos a sus hijos como filosofía de vida.
Y es ahora con casi cincuenta años cuando estoy empoderando de la importancia de esos conocimientos.
A pesar de mis estudios universitarios (una ingeniería), puedo decir que a lo largo mi formación (toda en la colegios públicos) tiene lagunas en conocimientos sobre economía familiar, sociología aplicada, filosofía y otros. Yo y tantos otros alumnos hemos sido formados con falta de conocimientos, a fin de evitar ideas no convenientes a la élite. Por lo que estoy convencido que he sufrido en mi persona las medidas de la legitimación.
Es por esto último que quiero utilizar el escrito para agradecer a mis padres la educación complementaria en estos temas y que intentaré con todo mi esfuerzo trasmitirla mejorada a mis hijos.
Gracias de nuevo por los artículos.
José Solís Montaño.
Muchas gracias por tus comentarios. Me cuesta mucho trabsjo mantener esta plataforma, así q comentarios como los tuyos me ayudan a seguir,
EliminarPor último, darte la razón en la defensa de la generación de nuestros padres q tuvieron muy claro q todo sacrificio era pequeño con tal de proporcionarnos una buena educación.
Un abrazo Jose