Resumen
Este artículo analiza el estatuto lógico de la idea de Dios
mediante un viaje intelectual que recorre la sociología de la religión de
Durkheim, los rigores de la lógica formal, la metafísica de Russell y Epicuro,
para finalmente regresar a la profunda visión sociológica de W.I. Thomas.
Puede parecer un recorrido tedioso y exigente, pero a mi
parece un viaje intelectual maravilloso. Por eso, querido lector, te ofrezco mi
mano y, si quieres, comenzamos juntos.
Abstract
This
article analyzes the logical status of the idea of God through an intellectual
journey that traverses the sociology of religion of Durkheim, the rigors of
formal logic, the metaphysics of Russell and Epicurus, to finally return to the
profound sociological insight of W.I. Thomas.
It may seem
like a tedious and demanding path, but to me, it is a marvelous intellectual
journey. That is why, dear reader, I offer you my hand, and if you wish, we
shall begin together.
Índice
La idea de Dios
La carga de la prueba
La idea de la tetera
Epicuro y el teorema de Thomas
En conclusión
Notas
Bibliografía
La idea de Dios
La idea de un Dios único, invisible, que está en
todas partes pero que, al mismo tiempo, es inasequible y cuyo reino no es de
este mundo, es una de las más brillantes que ha parido la humanidad.
De hecho, el que la humanidad llegara a esa idea le llevó mucho
tiempo. Según el gran sociólogo Émile Durkheim (1), las buenas gentes
empezaron por atribuir a los objetos el concepto de lo sagrado y lo profano.
Durkheim era de la idea de que para estudiar el fenómeno de la religión había
que analizar las religiones que consideraba más elementales, lo
que le permitía remontarse a las raíces del estudio de todas ellas. Y esa
religión elemental era el totemismo. Un tótem es un animal, planta u
objeto al que un grupo le da un significado simbólico; es un objeto sagrado,
venerado y usado en los rituales.
Esto permitió a Durkheim sostener que la religión trata de
aquello que sobrepasa los límites del conocimiento y establecer, en primer
término, la diferencia entre lo sagrado y lo profano.
Lo sagrado sería todo aquello que es extraordinario y
que inspira un sentimiento de sobrecogimiento, reverencia y, en ocasiones,
miedo. Lo profano sería todo elemento corriente en la vida diaria. Lo
sagrado sería el elemento constituyente del ritual.
El siguiente paso fue extender ese concepto de lo sagrado a fenómenos
naturales o sobrenaturales. Así, empezaron a surgir distintos dioses que
gobernaban detrás de los objetos sagrados y que concentraban fuerzas sobre las
que los humanos no tenían control. Por lo tanto, había que estar a bien con
ellos y ganarse su favor a través de múltiples ritos y caminos iniciáticos.
Hace unos 3500 años, el faraón Akenatón (2) impuso el culto
exclusivo a Atón (el disco solar) durante su reinado. Fue la primera
religión monoteísta conocida por la historia, pero fue una experiencia
efímera (unos 20 años) y no sobrevivió a la muerte de Akenatón. Algunos
académicos disidentes lo consideran “monolatría” (adoración a un dios sin negar
la existencia de los demás) más que monoteísmo puro.
Hace unos 3200 años surgió el zoroastrismo (3), que
fue la primera religión monoteísta en el sentido estricto del término. Ahura
Mazda (“Señor Sabio”) es la deidad suprema, creadora del universo y del orden
cósmico (Asha). Esta religión introdujo conceptos revolucionarios como el
dualismo ético (el bien contra el mal, representado por Spenta Mainyu y Angra
Mainyu), el juicio final, el cielo y el infierno, y la resurrección.
Cuando los judíos fueron deportados a Babilonia por
Nabucodonosor II en el siglo VI a.C., estos creían que Yahvé era el dios
principal, pero convivía con otras deidades menores. Fue durante este exilio
cuando desarrollaron el judaísmo “moderno”, sin duda influenciados por
el zoroastrismo. Como es sabido, el resultado fue un monoteísmo explícito. A
partir del judaísmo nacerían el cristianismo y el islam, configurando así en la
historia un Dios intangible, inasible e inasequible.
Parece que esta idea de Dios solo apareció en la historia
una vez que las sociedades humanas alcanzaron un determinado nivel de desarrollo
cultural, llegado a un punto en el que la filosofía, el conocimiento de la
naturaleza y la teología disponían de las herramientas necesarias para realizar
abstracciones lo suficientemente complejas.
¿Y dónde está el truco en la definición de Dios como un ser
invisible y abstracto que convierte a esta idea en algo tan formidable?
Precisamente, en que es irrefutable. Eres libre de no
creer en Él, pero no puedes afirmar lógicamente, de manera categórica, que Dios
no existe.
A partir de ahí, se pueden erigir los gigantescos edificios
teológicos que constituyen las religiones. Todo lo sostiene un Dios cuya no
existencia no puede ser demostrada.
Vamos a explicar todo esto con un poco más de detalle. En
lógica formal, los enunciados existenciales negativos —aquellos que
afirman que "no existe un 'x' que cumpla la propiedad P(x), en lenguaje
formal (¬∃x P(x))— son
indemostrables dentro de un dominio abierto o infinito.
Afirmar que algo no existe equivale a declarar que para todo
'x' no se cumple P(x) (∀x ¬P(x)).
Para probar esto de manera categórica, necesitarías examinar cada rincón del dominio
de definición y demostrar que en ninguno de
ellos existe un objeto que satisfaga P(x).
Pongamos un ejemplo, supongamos que afirmo: "los
unicornios no existen", entendiendo como dominio el universo entero.
Es cierto que en la Tierra no existen los unicornios —al menos no en su forma
de criaturas rosadas con cola de arcoíris y cuerno de galleta—, pero ¿quién
puede asegurar que no hay unicornios en el exoplaneta Kepler-1649c, un mundo
muy similar al nuestro que orbita alrededor de su estrella a 301 años luz de
distancia? ¿Acaso has estado allí? ¿Puedes afirmar con total certeza que esa
bella criatura no existe en ese planeta?
Pues ese, amigos míos, es el truco.
La carga de la
prueba
Ya sabemos que no se puede demostrar que Dios no existe.
Pero, entonces, ¿podemos demostrar que sí existe?
En lógica formal, los enunciados existenciales positivos
—afirmar que existe un "x" que cumple la propiedad P(x) (∃x
P(x))— sí son
demostrables. Basta con encontrar un solo ejemplo que satisfaga la
proposición o encontrar un contraejemplo que no la satisfaga.
Sin embargo, aquí radica la complejidad del caso de
Dios.
Todas las religiones monoteístas lo han venido diciendo:
Dios es externo a este universo, es trascendente; Su reino no es de este
mundo. Si se piensa, es lógico. Un pintor crea un cuadro y puede modificarlo a
su voluntad, pero no puede entrar dentro del cuadro.
Y aquí radica el problema fundamental: si Dios es
trascendente, no forma parte de la cadena causal ni pertenece a la realidad
física. Queda fuera del dominio de los objetos empíricos que podemos observar,
medir o ejemplificar. Por lo tanto, es imposible encontrar un ejemplo de Dios
dentro de este mundo, que es el único dominio que podemos escudriñar. Con la
ciencia no se puede llegar a Dios.
¿Y aquí acaba todo? No, si no funciona la lógica-física,
podría funcionar la argumentación filosófica o lógico-metafísica. Y han ello se
han dedicado muchos filósofos, destacando en esta tarea la escuela escolástica
de la Iglesia Católica (5), que emplearon mucho tiempo en encajar la lógica
con la fe.
El problema fundamental de las demostraciones puramente
filosóficas es que siempre parten de supuestos o asunciones que deben aceptarse
como ciertos previamente. Y aceptar un supuesto, al fin y al cabo, no deja de
ser un acto de creencia.
Tomemos, como ejemplo paradigmático, la demostración
ontológica de Dios () elaborada por el gran matemático Kurt Gödel (6).
Gödel, basándose en el razonamiento previo de San Anselmo de Canterbury (7),
construyó una demostración en lógica modal de la existencia de Dios que es, en
su estructura, formalmente impecable (8).
He aquí la clave: Si aceptas el lenguaje modal que usa Gödel
(un cálculo modal de segundo orden, típicamente el sistema S5), si aceptas los
axiomas específicos que él introduce y si aceptas su definición formal de
"ser divino", entonces la inferencia está correctamente derivada. La
conclusión —la existencia necesaria de Dios— se sigue de las premisas mediante
las reglas de la lógica modal. Es, en otras palabras, un teorema dentro de ese
marco formal.
Pero fíjate, querido lector, en la letra pequeña: la enorme
cantidad de cosas que hay que aceptar a priori. Y si las aceptas, ya estás
creyendo. Ya tienes fe. La demostración es válida, pero su verdad factual
depende por completo de la verdad de sus premisas, que escapan a la propia
demostración.
La fe no encaja del todo, por mucho esfuerzo que se haga,
con la razón. Por lo tanto, llegados a este punto podemos afirmar que a los
efectos prácticos el par de proposiciones “Dios existe/Dios no existe”, que se
podría sustituir perfectamente por la proposición “¿existe Dios?”, es
indecidible. No puedo ni afirmarla ni negarla.
Y es aquí donde desembocamos, de manera inevitable, en el
problema nuclear de la carga de la prueba.
¿Quién debe probar la existencia de Dios? La
respuesta, en buena lógica –nunca mejor dicho–, es clara: aquel que hace la
afirmación.
El que afirma la existencia de una entidad, de un hecho o de
un fenómeno extraordinario es quien debe aportar las evidencias que lo
sustenten. El escepticismo, por defecto, no tiene por qué demostrar la no
existencia; su postura es la de la no aceptación por falta de pruebas
convincentes.
El genio de la tetera de Russell reside precisamente en
esto: desplazar el peso de la prueba hacia el lugar que le corresponde. Nos
fuerza a reconocer que la mera imposibilidad de una refutación absoluta no
constituye, ni por asomo, un argumento a favor de la existencia de algo.
La idea de la
tetera
Pero ¿cuál es la parábola de la tetera de Russel? ¿no va
siendo hora de que la examinemos? Pues vamos a transcribirla literalmente:
“Si yo sugiriese que entre la Tierra y Marte hay una
tetera de porcelana girando alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie
podría refutar mi afirmación, siempre que me cuidase de añadir que la tetera es
demasiado pequeña para ser revelada incluso por nuestros telescopios más
potentes. Pero si yo añadiese que, puesto que mi afirmación no puede ser
refutada, sería una intolerable presunción por parte de la razón humana dudar
de ella, con toda razón se pensaría que estoy diciendo tonterías. Sin embargo,
si la existencia de tal tetera estuviera afirmada en antiguos libros, enseñada
como verdad sagrada todos los domingos e inculcada en la mente de los niños en
la escuela, entonces la duda sobre su existencia se convertiría en un signo de
excentricidad y daría derecho al escéptico, en una época ilustrada, a la
atención del psiquiatra, o en tiempos pasados, a la del inquisidor.”
Russell, que da la impresión de ser bastante ateo, utilizaba
el agnosticismo —es decir, ni afirmar ni negar dogmáticamente la
existencia de Dios— como una posición lógicamente impecable. Desde esta
atalaya, podía desmontar las afirmaciones de los teístas sin necesidad de caer
en la afirmación positiva ("Dios no existe"), que también habría
requerido asumir una carga de la prueba.
Su legado es el de haber proporcionado el arma retórica
definitiva para el escepticismo: no hace falta demostrar que Dios no
existe; basta con señalar que no hay ninguna buena razón para creer que sí.
Además, reforzaba su posición con un argumento
sociológico impecable: el relativismo cultural —cada sociedad tiene sus
propios mitos y creencias— y el análisis del proceso de socialización por el
cual, a lo largo de la vida, se internaliza la cultura de la sociedad a la que
se pertenece. La tetera, nos dice Russell, solo necesita ser enseñada durante
generaciones para volverse incuestionable.
Epicuro y el
teorema de Thomas
Vamos ahora con Epicuro de Samos (9), mi filósofo
favorito, para examinar un nuevo punto de vista. Confieso que me gusta el epicureísmo
porque es un intento de tranquilizar a aquellos que, como yo, no afrontamos la
idea de la propia muerte con mucha valentía y no acabamos de creernos ciertas
promesas de salvación. Epicuro definió la muerte como la carencia de toda
sensación; por tanto, consideraba absurdo preocuparse por un trance físico
caracterizado por la más absoluta insensibilidad.
Del mismo modo, nuestro filósofo arremetió contra la
superstición, contra los infiernos que nos esperan del otro lado, contra los
dioses estúpidos o vengativos; todo lo cual no le hizo especialmente popular
entre los que viven de este tipo de comercios.
Su genialidad no estuvo en negar a los dioses, sino en
observar su poder real donde otros solo veían fe. Podríamos parafrasear su
punto de vista así: "¿Cómo voy a ignorar a los dioses, si residen en la
mente de miles de mis congéneres y, por tanto, moldean sus actos?".
He aquí la conexión crucial. Epicuro intuyó lo que el
sociólogo W. I. Thomas (10) formularía muchos siglos después —el único teorema
que conozco dentro de la Sociología—, el Teorema de Thomas. Podemos
formularlo de la siguiente manera: si las personas definen una situación como
real, esta será real en sus consecuencias. No importa si la creencia es
"verdadera" en un sentido objetivo; su poder reside en su capacidad
para motivar conductas.
El razonamiento epicúreo era práctico: si la gente cree que
los dioses premian y castigan, actuará con miedo o esperanza, construirá
templos, seguirá ritos y organizará su sociedad en torno a esa idea. La
creencia, al ser compartida, genera una realidad social tangible. Por eso, para
Epicuro, el problema no era la existencia metafísica de los dioses, sino la
ansiedad que su culto generaba. Su filosofía buscaba liberar al ser humano
de ese temor infundado, pero socialmente muy real.
De este modo, Epicuro no se enredaba en discusiones sobre la
carga de la prueba. Se adelantaba al sociólogo: comprendía que el verdadero
poder de los dioses no radica en su existencia en el más allá, sino en su
existencia como fuerza motriz en la mente y, por ende, en las acciones
de los hombres. La creencia, demostrada o no, tiene consecuencias.
En conclusión
Hemos recorrido, pues, un camino que va desde la
imposibilidad lógica de negar a Dios hasta la imposibilidad práctica de
demostrar su existencia. Nos hemos topado con el muro de la indecidibilidad.
Frente a este callejón sin salida metafísico, la tetera de
Russell nos devuelve al sentido común: la carga de la prueba recae sobre quien
afirma. Y la genialidad de Epicuro, avalada por la sociología, nos recuerda
que, más allá de la veracidad de la creencia, su poder real y tangible reside
en su capacidad para moldear el mundo a través de quienes actúan convencidos de
ella.
Si el amable lector ha llegado hasta aquí puede constatar
que en ningún momento he afirmado o negado la existencia de Dios. Teístas,
ateos: ¡dejadme vivir en paz!
Sociólogo
Notas
- Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia.
- Neferjeperura Amenhotep, Amenhotep IV o Amenofis IV fue el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto; en su cuarto año de reinado, cambió su nombre a Neferjeperura Ajenatón, Ajenatón, Akhenatón o Akenatón (lit., «resplandor del sol»). Su reinado está datado en torno al 1353-1336 a. C. y pertenece al periodo denominado Imperio Nuevo. Es célebre por haber impulsado transformaciones radicales en la sociedad egipcia, al convertir al dios Atón en la única deidad del culto oficial del Estado, en perjuicio del, hasta el momento, predominante culto a Amón. El nuevo culto se centraba en la superioridad de Atón por encima de los demás dioses egipcios, es decir, una religión con una base monoteísta, dejando al resto del panteón egipcio fuera de todo culto. El propio faraón sería el intermediario del dios. Este cambio tuvo grandes consecuencias. Hubo fuertes discrepancias entre la sociedad, ya que se había eliminado de cuajo el culto a los antiguos dioses, muy arraigado entre la población que hasta ese momento era politeísta. Es el primer reformador religioso del que se tiene registro histórico. Su reinado no solo implicó cambios en el ámbito religioso, sino también reformas políticas y artísticas.
- El zoroastrismo, por el nombre de su fundador e iniciador, es la denominación de la religión que, derivada de una religión anterior denominada mazdeísmo (devoción a Ahura Mazda), se funda en las enseñanzas del profeta y reformador Zoroastro (Zarathustra), que reconocen como divinidad a Ahura Mazda, considerado por Zoroastro como el único creador increado de todo. El Supremo, y el Absoluto.
- La escolástica (palabra originada en el latín medieval scholasticus, a través del latín tardío scholastĭcus, 'erudito' o 'escolar', como préstamo del griego σχολαστικός [scholastikós], adjetivo derivado de σχολή [skholé], 'ocio' o 'tiempo libre') es una corriente teológica y filosófica medieval que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. Fue la corriente teológico-filosófica predominante del pensamiento medieval, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae, «la filosofía es sierva de la teología»).
- KurtGödel o también Kurt Goedel (en alemán [ˈkʊʁt ˈɡøːdəl]), (28 de abril de 1906 Brünn, Imperio austrohúngaro, actual República Checa – 14 de enero de 1978, Princeton, Estados Unidos) fue un lógico, matemático y filósofo austriaco-estadounidense. Reconocido como uno de los más importantes lógicos de todos los tiempos, el trabajo de Gödel ha tenido un impacto inmenso en el pensamiento científico y filosófico del siglo XX. Gödel, al igual que otros pensadores como Gottlob Frege, Bertrand Russell, A. N. Whitehead y David Hilbert intentó emplear la lógica y la teoría de conjuntos para comprender los fundamentos de la matemática. A Gödel se le conoce mejor por sus dos teoremas de la incompletitud, publicados en 1931 a los 25 años de edad, un año después de finalizar su doctorado en la Universidad de Viena. El más célebre de sus teoremas de la incompletitud establece que para todo sistema axiomático recursivo auto-consistente lo suficientemente poderoso como para describir la aritmética de los números naturales (la aritmética de Peano), existen proposiciones verdaderas sobre los naturales que no pueden demostrarse a partir de los axiomas. Para demostrar este teorema desarrolló una técnica denominada ahora como numeración de Gödel, la cual codifica expresiones formales como números naturales.
- SanAnselmo de Canterbury (Aosta, 1033 - Canterbury, 21 de abril de 1109), conocido también como Anselmo de Aosta, por el lugar donde nació, o Anselmo de Bec, si se atiende a la población donde estaba enclavado el monasterio del cual llegó a ser prior, fue un monje benedictino que ejerció como arzobispo de Canterbury durante el periodo 1093-1109. Destacó como teólogo y filósofo escolástico. Doctor de la Iglesia. Como teólogo, fue un gran defensor de la Inmaculada Concepción de María y como filósofo se le recuerda, además de por su célebre argumento ontológico, por ser padre de la escolástica.
- Bertrand Arthur William Russell (Trellech, Monmouthshire; 18 de mayo de 1872-Penrhyndeudraeth, Gwynedd, 2 de febrero de 1970) fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico, ganador del Premio Nobel de Literatura. Tercer conde de Russell, pertenecía a una de las familias aristocráticas más prominentes del Reino Unido. Era hijo del vizconde de Amberley, John Russell, y ahijado del filósofo utilitarista John Stuart Mill, cuyos escritos tuvieron una gran influencia en su vida. Contrajo matrimonio cuatro veces y tuvo tres hijos. A principios del siglo XX, Russell encabezó la «revuelta contra el idealismo» británica. Es conocido por su influencia en la filosofía analítica junto con Gottlob Frege, su compañero G. E. Moore y su alumno Ludwig Wittgenstein y A. N. Whitehead, coautor de su obra Principia Mathematica. Apoyó la idea de una filosofía científica y propuso aplicar el análisis lógico a problemas tradicionales, como el problema mente-cuerpo o la existencia del mundo físico. Su ensayo filosófico Sobre la denotación ha sido considerado un «paradigma de la filosofía». Su trabajo ha tenido una influencia considerable en matemática, lógica, teoría de conjuntos, inteligencia artificial, ciencia cognitiva, informática, filosofía del lenguaje, epistemología, metafísica, ética y política.
- En su obra Proslogion (1077-1078), Anselmo plantea el famoso argumento ontológico, que se resume así: Dios es “aquello mayor que lo cual nada puede pensarse”.Incluso el insensato (insipiens), que dice que Dios no existe, entiende esa definición en su mente. Pero algo que existe en la realidad es mayor que si existiera solo en la mente. Por tanto, Dios, al ser el ser mayor pensable, debe existir en la realidad. Es un argumento a priori, basado únicamente en la razón y no en la experiencia sensible. Más tarde, Tomás de Aquino y otros escolásticos lo criticaron (Tomás prefirió las “cinco vías” basadas en la experiencia), mientras que autores como Descartes y Leibniz retomaron y reformularon el argumento en la Edad Moderna. La demostración de Gödel basada en el argumento de San Anselmo está en: Los Argumentos OntolóGicos De San Anselmo Y Kurt | PPT | Christianity | Religion & Spirituality
- Epicuro (en griego: Ἐπίκουρος, Epíkouros) también conocido como Epicuro de Samos, (Samos, 341 a. C. - Atenas, 271 a. C./270 a. C.) fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo. Influido por Demócrito, Aristipo, Pirrón, y posiblemente Aristóteles y los cínicos, se volvió contra el platonismo y estableció su propia escuela en Atenas, conocida como el "Jardín" (kêpos; hortus), donde permitió el acceso de mujeres, prostitutas y esclavos. Se dice que escribió más de 300 obras sobre diversos temas, pero la gran mayoría de estos escritos se han perdido. Solo tres cartas escritas por él, la Carta a Heródoto, Pítocles y Meneceo; y dos colecciones de citas, las Máximas capitales y las Sentencias Vaticanas, han sobrevivido intactas.
- WilliamI. Thomas (n. 13 de agosto de 1863, Russell County, Virginia - m. 5 de diciembre de 1947, lugar), sociólogo estadounidense. Conocido principalmente por su Teorema de Thomas clave en la sociología del conocimiento: "Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias". Murió en 1947, es uno de los fundadores junto con George Herbert Mead del Interaccionismo simbólico.
Bibliografía
Barajas Juan Carlos (2015). Sociología de la religión:conceptos básicos. Sociología Divertida
Barajas Juan Carlos (2025). Dios llegó tarde a su cita con el hombre. Micro Sociología Divertida
Deaño Alfredo (2023). Introducción a la lógica formal.
Alianza Editorial
Bertrand Russell (1952). ¿Existe Dios? (escrito para Illustrated Magazine, nunca
publicado. Más tarde se hizo una publicación póstuma de sus últimos artículos)
Barajas Juan Carlos (2014). Aurea Mediocritas. Sociología
Divertida
Lledó Emilio (2019). El epicureísmo. Editorial Taurus
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