Este artículo forma parte de un "aprendiz de libro", qué llamé provisionalmente "¡También hay vida en el planeta Burocracia", que espera en el cajón de mi escritorio a que tenga tiempo y pueda completarlo y corregirlo, a ver si me puedo jubilar pronto.
En él describo treinta y cinco leyes de funcionamiento de las organizaciones burocráticas basadas en mi experiencia y observación durante 30 años de trabajo en este tipo de organizaciones. Están escritas con humor, utilizando un lenguaje prestado de las ciencias físicas y matemáticas, poniendo -para cada ley - un enunciado y una justificación que no demostración porque, al fin y a la postre, ni es física ni son matemáticas.
En él describo treinta y cinco leyes de funcionamiento de las organizaciones burocráticas basadas en mi experiencia y observación durante 30 años de trabajo en este tipo de organizaciones. Están escritas con humor, utilizando un lenguaje prestado de las ciencias físicas y matemáticas, poniendo -para cada ley - un enunciado y una justificación que no demostración porque, al fin y a la postre, ni es física ni son matemáticas.
Ley general de la
longitud de un informe o ley del bostezo
Enunciado:
A mayor longitud de un informe medida en número de páginas menor es la
probabilidad de que alguien lo lea
Justificación:
Es evidente que cuanto más largo
es un informe más difícil es de leer. Me ha tocado leer informes tediosos,
largos, de los que inducen al bostezo y supongo que alguno también habré hecho
yo, quién esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Y aquí nos encontramos con un
problema porque hay informes cuyo asunto u objeto no es fácil de resumir, pero
hay otros que si se resumen pierden mucha información. Por lo tanto, como en
tantas otras cosas, la búsqueda de la longitud adecuada para un informe es una
cuestión de equilibrio entre diversos factores como es el asunto, el
destinatario al que va dirigido y el nivel técnico requerido entre otros.
Ahora bien si que hay técnicas
que permiten hacer más fácil la lectura de un informe, por ejemplo, técnicas
relacionadas con el formato del documento. Como un tipo de letra suficientemente
grande, un buen tamaño es de 11 o 12 puntos. Que la fuente de caracteres sea
inteligible – ni “monotipe cursiva”, ni “élfico”, ni “Klingon” están
recomendados a tal fin -, y es buena costumbre separar los párrafos con un
renglón vacío.
También es recomendable seguir buenas prácticas en la redacción, una
escritura concisa, sin abuso de adjetivos, adverbios, yendo al meollo. Poner
una única idea en un párrafo es una gran técnica de redacción. He leído
informes imposibles de entender porque se intentaba explicar varias ideas en
una frase en un encomiable intento de ir al grano pero con resultados
claramente ininteligibles.
Hay, cómo no, que tener en cuenta el idioma en el que escribes. Para aquellos como yo mismo que hemos nacido, nadado y buceado en un único idioma, pues no representa un problema si escribimos en nuestra lengua materna, pero para los bilingües o los que han estudiado en un colegio bilingüe o directamente extranjeros si puede representarlo , necesitan entrenamiento. Más que sabido es que en español, repetir en un mismo párrafo la misma palabra queda fatal, el diccionario de sinónimos del Word es una herramienta muy útil para estos menesteres.
Si eres, como yo, de los que vive en esa maravillosa prisión que es la lengua castellana y te toca hacer un informe en inglés, situación cada vez más común, no intentes escribirlo en español y traducirlo – a no ser que cuentes con un servicio de traducción – , inténtalo escribir directamente en ese pérfido idioma y ayúdate de herramientas como el traductor de Google que cada vez es mejor. El otro día por un momento pensé que tenía un traductor humano en línea y le puse trampas, le insulté y no se cabreó, se limitó a traducir los improperios, fue mi captcha particular.
Es aconsejable un buen uso gramatical y un lenguaje culto pero sin exceso. Es preferible decir "fuegos artificiales" a decir "demostración pirotécnica", aunque también es preferible decir, "no hay que pecar ni por exceso ni por defecto" a decir "te has pasado tres pueblos". Nunca hay que decir "curriculums" - por incorrecto - ni "curricula" - por pasarse tres pueblos(1) que no eres un catedrático de lenguas muertas -, es mejor dejarse de latinajos e ir al castellano puro y decir "currículos". Creo que está claro lo que quiero decir, ¿no?.
La práctica que, según mi
experiencia personal, mejor resultado da es crear un núcleo del informe de
pocas páginas, directo, conciso y lo más claro posible y poner el resto de la
información adicional, específica y de mayor peso técnico en apéndices
separados.
Esto hace que - dependiendo del
nivel técnico, de comprensión, de interés y de tiempo del lector - éste se
dirija a lo que más le interesa. De esta manera el muy interesado y con
conocimientos acabará leyendo hasta los apéndices y el menos interesado y con
prisa leerá el núcleo del informe.
Ley
de la longitud de un informe en función del destinatario del mismo
Enunciado
El número de páginas de un informe debe ser inversamente proporcional
al nivel jerárquico del destinatario.
Justificación
Puede haber jefes buenos y malos,
guapos y feos, competentes e incompetentes pero, en general tienen o aparentan
tener muy poco tiempo, por lo tanto, un informe largo les produce un primer
rechazo. El primer gesto que ves en tu jefe cuando le entregas un informe es
cómo repasa con el pulgar las hojas en una comprobación rápida de la longitud
del mismo y según veas su cara sabrás su primera impresión al respecto.
En segundo lugar, conforme vas
subiendo en la escala jerárquica el perfil de las personas es menos específico
y más generalista, un informe muy especializado provoca urticaria mental en el
directivo. A tu jefe inmediato, que probablemente es colega tuyo de profesión,
puedes – es más si es competente es muy posible que te lo exija – profundidad y
alternativas, pero el directivo agradece concisión y claridad, para poder tomar
decisiones sin ser expertos en la especialidad de que se trate. El informe
perfecto para el directivo es aquel que de forma poco extensa, bien
documentado, con argumentos sólidos, recomienda una solución con tanta
precisión que hasta toma la decisión final por él.
Por cierto, nunca hagas un
informe perfecto porque si vienen mal dadas ya tendrá a quien echar la culpa,
haz un informe bueno – como decía un gran jefe que tuve “lo mejor es enemigo de
lo bueno” – con varias alternativas de solución.
Ley
general del destinatario de un documento
Enunciado:
A la hora de redactar
cualquier tipo de documento se debe pensar en quién va a ser su destinatario
Justificación:
Bien, esta es una generalización
de las leyes anteriores, en las que hemos visto cómo una propiedad de los
informes, su longitud, está influida por el destinatario final del mismo, pero
– en realidad – todas las características de un informe están determinadas por
quién es el que va a leerlo.
Un escritor de cuentos infantiles
mientra escribe no puede dejar de pensar, en ningún momento, a qué público se
dirige, es más, debe ir más allá y pensar que muy probablemente habrá padres
que lean el cuento a sus hijos, luego también debe pensar en ellos. Debe
escribir sobre hadas, príncipes azules, princesas rosas y dragones buenos, pero
también debe tener en cuenta los aspectos educativos del cuento siguiendo los
parámetros socioculturales del momento. Es curioso ver que los cuentos del
siglo XVIII y XIX tenían terribles castigos a los niños protagonistas cuando no
hacían lo que debían – en un ambiente histórico de mayor severidad educativa –.
Los cuentos de hoy son más alegres y permisivos con las costumbres – en un
ambiente social mucho más tolerante-.
Esto que es válido para los
cuentos infantiles, la novela y la literatura en general, no es menos válido
para los informes profesionales en organizaciones burocráticas. Se tiene que
pensar en el destinatario final y en todos los posibles lectores que puede
tener el informe, nunca se sabe en qué manos puede caer. Por lo tanto tiene que
ser moderado no tanto en las críticas que se hagan como en el tono de dichas
críticas y debe estar empapado en la cultura propia de la organización en la
que se trabaja. Y tiene que estar fundamentado, basado en cifras y datos, con
una argumentación clara y unas conclusiones meditadas.
Una vez, en el siglo pasado, mi
organización me envió a un grupo de trabajo en Bruselas. El grupo, llevaba ya
seis meses trabajando. Me entregaron toda la documentación que habían redactado
en sus reuniones anteriores, algo así como un archivador de los grandes, y me
dijeron: “el viernes tienes reunión”,
esto era un lunes. Así que dejé todo lo que tenía entre manos, como mi despacho
entonces era multitudinario, me encerré en una sala que casi nadie frecuentaba,
al lado de una fotocopiadora estropeada y cajas de folios apiladas, y me puse a
estudiar toda la documentación.
El día de la reunión, tomé notas,
intenté enterarme de lo que pude. Por supuesto, no abrí la boca ni para decir
hola, lo único que dije a modo de saludo cuando el presidente de turno – un
británico – nos dio la mano al comenzar la reunión fue un “mítiu” en contestación a su educado “nice to meet you”.
Al lunes siguiente, en la misma
sala de la fotocopiadora estropeada, hice un informe. Y acerté, como podréis
suponer no os voy a contar un fracaso, acerté porque el informe fue claro, casi
básico, y corto, sólo página y media. Tan sólo decía para qué servía el grupo
de trabajo, resumía qué es lo que se había hecho hasta ese momento y
argumentaba por qué era una solemne tontería que nuestra organización asistiera
a ese grupo de trabajo.
Hice el informe pensando en el
director de informática de mi organización, pero éste lo subió y acabó en el
despacho de un director general y éste a
su vez, en una reunión en la que yo estaba básicamente porque alguien tenía que
hacer el acta, dijo: “es el mejor informe que hemos recibido de Informática”. Acerté
porque seguí al pie de la letra las tres leyes que hoy, de manera gratuita,
pongo a vuestra disposición.
Nunca se ha de empezar a hacer un
informe escribiendo directamente sobre la hoja, por muy fácil que sea el objeto
del mismo. Conviene pensarlo antes. Yo me ayudo de esquemas como los mapas
mentales para no dejarme ninguno de los asuntos que quiero tratar y me hago
algún tipo de gráfico sobre los caminos que puede seguir el informe dentro de
la organización para ver quienes pueden ser los lectores. No tardas ni quince
minutos en hacerlo y puede ahorrarte problemas en el futuro, incluso recibir
alguna felicitación que no te esperabas cuando estas tomando notas, procurando
no dejarte nada de lo dicho, porque te va a tocar redactar el acta.
Juan Carlos Barajas
Martínez
Ejemplo de mapa mental tomado de la Wikipedia |
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vida en el Planeta Burocracia”
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(1) es una broma, en un informe nada de tres pueblos.
Leyes para escribir un buen informe por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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"Lo bueno si breve, doblemente bueno" Lo que dices es cierto. Incluso los post largos dan mucha pereza porque andamos escasos de tiempo. Hay tanto que leer, comentar y blogs a vistar que no hay tiempo material para ello,
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Katy, yo por mi parte procuraré enmendarme porque tengo tendencia a hacer posts largos. Quizás el problema está en que yo hago artículos y no posts. Tomo nota. Un abrazo
EliminarJajaja, eres el Arguiñano de la burocracia!!, tienes recetas para todo.
ResponderEliminarAnselmo
Gracias Anselmo!!. Es todo un cumplido!!
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