Breve etnografía de los empleados públicos

Cuadro de René Magritte

 

Resumen

La tesis de este artículo es que la subcultura de los empleados públicos, en España, agrupados en unidades administrativas pequeñas y medias, presenta similitudes con los elementos de la subcultura de los campesinos. Para ello se apoya en el enfoque de la imagen del bien limitado del antropólogo Foster.

Summary

The thesis of this article is that the subculture of civil servants, in Spain, grouped in small and medium administrative units, presents similarities with the elements of the subculture of the peasants. To this end, it is based on the anthropologist Foster's approach of the image of the limited good.

Índice

  • ¿Qué demonios es una etnografía?
  • ¿Cuál es el objetivo que persigo?
  • ¿Por qué me apoyo en la antropología y no en la ciencia de la administración?
  • Comparación asombrosa
  • La imagen del bien limitado de Foster
  • Características de la imagen del bien limitado en el funcionariado

 

¿Qué demonios es una etnografía?

Para poder entender un artículo hay que comprender primero el título, que suele darnos una pista de lo quiere decir el autor. Así que, querido lector, si quieres comprender lo que quiero expresar y si yo quiero que tú me comprendas, hemos de empezar por saber qué es una etnografía.

Para el famoso sociólogo británico Anthony Giddens (1), la etnografía es “el estudio directo de personas y grupos durante un cierto periodo, utilizando la observación participante o las entrevistas, para conocer su comportamiento social”.​ Se trata de registrar una imagen realista y fiel del grupo estudiado. Es la técnica principal de investigación de la antropología social y cultural. El gran antropólogo francés Claude Levi-Strauss (2) la considera incluso como la primera etapa de investigación antropológica.

En un principio esta técnica se utilizó para analizar a las comunidades aborígenes, actualmente se aplica también al estudio de cualquier grupo humano que se pretenda conocer mucho mejor, ya sea la tribu de los yanomamos del Amazonas como la tribu urbana de Skin Heads de Vicálbaro o la tribu de los empleados públicos de la Administración General del Estado.

Giddens en su definición cita a la observación participante. Es esta una técnica de recolección de datos que se usa habitualmente en las ciencias sociales, especialmente, en la antropología social y cultural, que ha construido su identidad en su derredor. Su objetivo es familiarizarse estrechamente con un determinado grupo de individuos - como un grupo religioso, ocupacional, subcultural o una comunidad en particular - y sus prácticas, a través de una participación intensa con las personas en su entorno cultural, generalmente a lo largo de un periodo de tiempo extendido.

En mi caso, he estado “infiltrado” en el grupo que vamos a estudiar, los empleados públicos, desde hace treinta y cinco años, por mi condición de funcionario. Por lo tanto, no será por falta de experiencia si este pequeño estudio no llega a sus ambiciosas metas, sino, en todo caso, será por falta de talento del autor.

¿Cuál es el objetivo que persigo?

¿Y cuáles son esas ambiciosas metas que persigo? Pues, lo que intento definir, es el sistema ético-ideológico y la conducta intragrupal, que rige las relaciones personales e internas de las unidades administrativas; sobre todo, en las de tamaño pequeño y medio en las que dicha conducta está reforzada por una mayor vida en común de estas entrañables personas que somos los funcionarios.

Asimismo, fijaremos el foco en los empleados públicos de niveles administrativos medios y bajos, porque son los más numerosos y están más lejos de los comportamientos políticos que marcan otro tipo de conductas más cercanas al dirigente o al directivo.

¿Por qué me apoyo en la antropología y no en la ciencia de la administración?

Este sistema ideológico y ético que rige las conductas y las relaciones intragrupales tiene una importancia vital en el funcionamiento general de las administraciones. Sin embargo, no es objeto de estudio desde la ciencia de la administración, creo que hay al menos dos razones para que esto ocurra.

En primer lugar, porque es un mecanismo sutil que forma parte de la esencia de ser funcionario. Es algo natural en el paisaje, algo que siempre ha estado ahí formando parte del cuadro, por tanto, es muy difícil de detectar, definir y medir. Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que mediante la antropología, que está pensada precisamente para esto.

En segundo término, el objeto principal de la ciencia de la administración es la compleja y cambiante organización que constituye la Administración pública y los grupos humanos que la dominan. Está, por tanto, interesada en el estudio de una organización enorme, fragmentada en múltiples organismos dependientes más especializados, en su funcionamiento, en su normativa, en su conexión con la política y en las personas que la dirigen, no en los funcionarios de nivel medio y bajo y en su subcultura.

Comparación asombrosa

Bueno, querido lector, ha llegado el momento de lanzar mi bomba. Después de treinta y cinco años de observación participante, encuentro similitudes importantes entre la subcultura de los empleados públicos y la ideología (3) - entendida como conjunto de creencias compartidas socialmente acerca del mundo y no como pensamiento político – de los campesinos.

Esto es algo que no debería sorprender a mis lectores habituales, pues para mí, la ideología del campesino una de las de mayor influencia de la cultura española (ver Las tres ideologías básicas del Homo Hispanicus ).

Si uno mira una Unidad Administrativa de tamaño medio o pequeño, formada como mucho por unos sesenta funcionarios, estaremos observando un grupo social tremendamente parecido a una aldea campesina. No tienen nada aparentemente en común, pero comparten su esencia ética e ideológica. Es igual que esa Unidad esté localizada en el medio urbano o que su trabajo implique una alta cualificación técnica, ni que se usen procedimientos burocráticos, los funcionarios que la integran tienen una conducta muy parecida, en sus relaciones laborales, a la del campesino en sus relaciones sociales con sus paisanos.

Para ver que no estoy diciendo ninguna tontería, debemos fijarnos antes en qué consiste la subcultura campesina, y luego trazar las características que permitan encontrar los paralelismos con respecto a la conducta social de los empleados públicos.

La imagen del bien limitado de Foster

El antropólogo George Foster (4), descubrió que las economías campesinas “clásicas”, esto es, las comunidades agrícolas no industriales dentro de Naciones-Estado (en concreto estudió comunidades campesinas en el sur de Europa) se caracterizan por una determinada ideología o visión de mundo. Foster citó diversos casos etnográficos para ilustrar esta visión de mundo campesina, a la que denominó la imagen del bien limitado.

En esta ideología, todo se percibe como finito: tierra, riqueza, salud, amor, amistad, honor, respeto, status, poder, influencia, seguridad. Al ver todo como escaso, los campesinos creen existe una reserva común, un fondo imaginario de todo aquello que tiene valor en su comunidad. En este sistema de ideas, los individuos sólo pueden descollar en algo porque se apropian de una parte mayor de la que les correspondería en términos proporcionales de esa especie de reserva común, lo que implica privar a otros de lo que sería su parte.

Los campesinos aceptan la riqueza diferencial que procede de fuera de la comunidad (por ejemplo el trabajo asalariado realizado fuera de la localidad) ya que resulta evidente que no ha supuesto extraer nada de la reserva común finita de carácter local. Los beneficios pueden proceder también de la pura suerte (por ejemplo, la lotería). En todos estos casos la reserva de bienes de la comunidad permanece intacta.

En cualquier otro caso, las personas prósperas pueden verse forzadas a patrocinar ceremonias que reducen la riqueza diferencial. Los campesinos prósperos pueden convertirse en el blanco del chismorreo, la envidia, el ostracismo y la violencia física. Dadas tales respuestas, se intenta ocultar la buena fortuna: las ropas, casas y dieta, continúan como siempre.

Más aún, también se desconfía de las personas que han tenido mala suerte y se hunden por debajo de la norma comunitaria, porque se piensa que envidian a todos los demás.

Según Foster, la imagen del bien limitado se desarrolla cuando las sociedades campesinas enfatizan la organización en familias nucleares, pero no cuando son importantes los grupos de filiación corporativos.

También señaló que la imagen del bien limitado es una respuesta a la posición subordinada de los campesinos dentro de una sociedad más amplia. Cuando el acceso a la riqueza, al poder, y a la influencia es más abierto, la imagen del bien limitado decae.

Es significativo que Foster estudiara comunidades del sur de Europa. España ha sido un país mayoritariamente campesino hasta bien entrado el siglo XX, como se suele decir, “hasta hace tres días”. Si nos rascan un poco, debajo de una bonita capa de habitantes de un país desarrollado, aparecen “restos ideológicos” que se manifiestan en nuestro comportamiento, que son muy semejantes a los descritos por Foster.

Fundamentalmente estos restos de éticas anticuadas, que afloran a la superficie de vez en cuando, derivan de dos ideologías que fueron dominantes en la España moderna: la hidalga y la campesina. Pero no nos vamos a extender en esto, no forma parte del artículo, simplemente es el marco en el que está inscrito el colectivo que queremos estudiar. Sólo quiero destacar que al funcionario, como al registrador de la propiedad o al ingeniero de telecomunicaciones, si se le somete a determinadas condiciones laborales, echará mano a una ideología que tiene en su acervo cultural, mucho más próxima de lo que su aspecto y comportamiento exterior aparenta.

Características de la imagen del bien limitado en el funcionariado

En el análisis de Foster es muy importante el concepto de escasez. La razón de que la ideología campesina es como ha descrito es porque en el medio rural no había abundancia sino todo lo contrario, era una comunidad de subsistencia.

El empleado público, sobre todo de los niveles medios y bajos, también siente que su vida laboral está inmersa en un contexto en el que también prima la escasez. Los sueldos, los recursos, los medios técnicos son escasos, la movilidad del puesto de trabajo es casi inexistente, también son casi inexistentes los incentivos a la producción, los ascensos, las recompensas.

Años de tasas de reposición bajas han creado la sensación de que cada vez hay menos funcionarios y que éstos son más viejos. Los premios y honores siempre suelen recaer sobre los niveles altos, dejando sobre el resto la sensación de falta de incentivos, el sentimiento de que el día siguiente siempre va a ser igual al anterior. Un sentimiento muy parecido a la anomia que describiera Durkheim (5).

Por tanto, las condiciones de partida entre el mundo del campesino y el del funcionario son similares. Cierto es que entre el campo español anterior al período de desarrollo de la década de 1960 y el funcionariado actual de principios del siglo XXI existe una gran distancia, pero esta no es la comparación correcta.  Foster se refería a la diferencia entre el campo y la ciudad, lo que llevaba a la sociedad rural a sentirse subordinada con respecto a la sociedad más amplia. Si repasamos lo escrito en párrafos anteriores, existe una sensación de escasez y de falta de futuro en muchos sectores de la Administración que se manifiesta en un sentimiento de subordinación del empleado público respecto a la sociedad a la que sirve. Luego estamos ante el mismo tipo de sentimiento.

El hecho de que la movilidad entre puestos de trabajo sea escasa es otra característica muy importante para exponer nuestra tesis. Al hacerse los puestos permanentes, las relaciones humanas en los grupos se hacen permanentes también, se estancan en un determinado estadio que suele ser el de “llevarse mal”. Al cabo de los años, por muy buenas relaciones que se mantengan, no pueden evitarse los conflictos. Como éstos no pueden resolverse con el movimiento en el puesto de trabajo de alguno de los protagonistas, el conflicto muchas veces no se resuelve, con el tiempo pierde intensidad y queda en un segundo plano, con ganas de aflorar a la menor oportunidad. Los teóricos del conflicto además nos enseñan que es más fácil pasar de una situación de menor conflicto a otra de mayor conflicto que al contrario, con lo que al final, la resultante, es el conflicto latente permanente.  Es decir, una calma aparente y una convivencia normal, sobre un sustrato de conflicto que amenaza saltar en cualquier momento. Y que de hecho salta de vez en cuando.

En este sentido también existe una clara similitud con el campesino. A todos nos suenan las grandes querellas que solían estallar en los pueblos, en un sustrato en el que la permanencia de las personas y la quietud del sistema social era evidente, al menos, antes de que comenzara la emigración del campo a la ciudad.

El campesino, saluda a los mismos vecinos todos los días a las mismas horas, celebra los mismos ritos y da los mismos pasos para ir a su campo, realiza los mismos trabajos y se va a tomar el chato de vino al mismo bar con la misma gente. El funcionario saluda a los mismos compañeros todos los días a las mismas horas, celebra los mismos ritos y da los mismos pasos camino de la oficina, realiza los mismos trabajos y va a desayunar – todo un ceremonial por cierto – con la misma gente. Y esto día tras día y año tras año.

Foster también concedía importancia en su análisis a comunidades cuya estructuración familiar estaba constituida en base a la familia nuclear, es decir, la formada por los padres e hijos que no se han independizado. Pues bien, es otra similitud en ambos casos porque, independientemente de que hoy en día están surgiendo otros tipos de familia, la familia nuclear es el tipo más común en nuestra sociedad.

Ya tenemos todos los ingredientes que son comunes a ambos colectivos:

  • Situación de escasez de recursos
  • Un gran diferencial entre la sociedad en general y la comunidad a la que se pertenece que provoca una visión subordinada del mundo.
  • Una situación que se alarga en el tiempo hasta hacerse permanente.
  • La familia nuclear como sistema de organización familiar

De esta manera, igual que Foster explicó ciertos comportamientos en comunidades campesinas en base a la existencia de un fondo común imaginario, podemos observar en grupos relativamente pequeños de empleados públicos el mismo comportamiento.

Supongamos que un funcionario quiere descollar, el grupo intentará “disciplinarle” mediante presión. Primero desmoralizando y, si esto no es suficiente, criticando o atacando directamente. El funcionario ambicioso – en el buen sentido de la palabra – deberá disfrazar su ambición, disimular sus intenciones si es quiere llevar a buen puerto sus expectativas o, al menos, conseguirlas sin oposición.

Hagamos un sencillo experimento, despliegue usted, en caso de no tener trabajo en ese momento, un periódico sobre la mesa. No pasará nada especial. Despliegue sobre la mesa el temario de una oposición o un libro de texto, presenciará usted una reacción agresiva. Lo cierto es que ambas acciones están mal desde un punto de vista ético, pero sólo una de ellas tendrá una respuesta negativa. Ascienda usted un puesto sin cambiar de Unidad, será blanco del chismorreo, la envidia y el ostracismo en mayor o menor grado.

La diferencia con el análisis de Foster y, por tanto, la diferencia entre la aldea campesina y la aldea funcionarial es una cuestión de grado. En el ámbito administrativo no se llega a la violencia física y el conflicto suele ir por derroteros menos agresivos, probablemente porque se está más lejos del régimen económico de subsistencia.

Para terminar, hay que analizar otras variables independientes que influyen sobre el sistema ideológico que estamos tratando: el tamaño de las unidades administrativas y la categoría profesional de los funcionarios.

En cuanto al tamaño, para observar bien este fenómeno hay que fijar el ámbito de estudio en unidades o departamentos pequeños. En departamentos con un gran número de empleados se tiende a la despersonalización, a la falta de identificación con los compañeros y con la Unidad. Por tanto, a mayor tamaño menor implantación de la imagen del bien limitado.

Por otra parte, si tenemos en cuenta la categoría profesional, el fenómeno es tanto más patente cuanto menor sea el nivel medio de los funcionarios, no porque éstos sean más “malos”, sino porque en estos grupos las condiciones de partida descritas anteriormente están más presentes. Los altos funcionarios, que están muy organizados profesionalmente, con gran espíritu corporativo, que están mejor retribuidos y que tienen compensaciones de tipo psicológico, como el hecho de tomar decisiones de gran importancia socioeconómica, están más incentivados y tienen una percepción distinta del diferencial sociedad-funcionariado, y son menos proclives a tener los valores de la imagen del bien limitado.

Algún lector puede estar pensando que en la empresa privada es posible encontrar reacciones similares. Por supuesto, basta con que las condiciones de partida sean las mismas o parecidas. En nuestra cultura, nadie está inmune a este fenómeno.

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo y funcionario

 

Notas:

  1. Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas —publicando en promedio más de un libro por año—. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes
  2. Claude Lévi-Strauss (Bruselas, 28 de noviembre de 1908-París, 31 de octubre de 2009) fue un antropólogo y etnólogo francés, una de las grandes figuras de su disciplina en la segunda mitad del siglo XX. Introdujo el enfoque estructuralista en las ciencias sociales, fue de hecho el fundador de la antropología estructural, método basado en la lingüística homónima creada por Saussure y desarrollada por el formalismo ruso. Dado el peso de su obra, dentro y fuera de la antropología, fue uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX.
  3. La ideología para la sociología es el conjunto de creencias acerca del mundo que comparten ciertos grupos de personas. Son visiones cosmológicas – es decir visiones acerca de cómo se percibe el mundo - que se construyen socialmente. La ideología tiene que ver con la ética en el sentido de que la primera enmarca a la segunda. El sistema ético imperante en un grupo viene dibujado por la ideología dominante en dicho grupo.
  4. George M. Foster fue antropólogo en la Universidad de California, Berkeley, mejor conocido por sus contribuciones a las sociedades campesinas y como uno de los fundadores de la antropología médica.
  5. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “De cuando la sociología daba sus primeros pasos” en este mismo blog.


Bibliografía:


Antropología, una explicación de la diversidad humana,

Conrad Phillip Kottak,

McGraw-Hill,

Madrid 1999

 

Introducción a la Etnología

Jacques Lombard

Alianza Universidad

Madrid 1997

 

Conceptos fundamentales de Sociología

Roberto Garvía

Ciencias Sociales

Alianza Editorial, Madrid, 3ª edición 2003

 

La ideología funcionarial. La imagen del bien limitado

Juan Carlos Barajas

Artículos y estudios de sociología

http://www.carlosmanzano.net/articulos/

 

Las tres ideologías básicas del Homo Hispanicus

Juan Carlos Barajas

Sociología Divertida

https://sociologiadivertida.blogspot.com/2012/01/las-tres-ideologias-basicas-del-homo.html

 


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