La Estratificación Global 2

El Sistema Económico Mundial

Esta es la continuación del artículo anterior “La Estratificación Global”. En él empezamos a estudiar la estratificación social a nivel planetario. La secuencia de razonamientos es la siguiente: existe una sociedad internacional más o menos estructurada, existe una división internacional del trabajo (1), por lo tanto tiene que existir una estratificación social a nivel internacional. En está estratificación la unidad de análisis es el Estado-Nación no la clase social. Las teorías de la estratificación global corresponden a dos grupos, las de la modernización – que se basan en el nivel de desarrollo alcanzado por las distintas sociedades nacionales - y las de la dependencia – que se basan en las relaciones económicas internacionales asimétricas entre las naciones del centro (las más poderosas) y las demás-, y entre estas últimas destaca la del Sistema Económico Mundial o Sistema Mundo. 

En este segundo artículo vamos a entrar con más detalle en el estudio de esta segunda teoría. Intento hacer mis artículos autocontenidos, es decir, que contengan todo lo necesario para comprenderse sin necesidad de leer artículos anteriores, pero recomiendo la lectura del artículo anterior por la gran cantidad de conceptos que vamos a usar a continuación y que se explican en él. Tan sólo es necesario que pulses aquí para que mágicamente se abra en una ventana.

Mapa de la Guerra Fría en 1980 Fuente: Wikipedia


Como vimos en la primera parte de este artículo, la teoría de estratificación mundial de mis preferencias es la del Sistema Económico Mundial o Sistema Mundo, una teoría que podríamos calificarla de “coral”, es decir, con múltiples autores (2) y que dos de ellos, Snyder y Kick en un artículo de 1979 (3) definieron - a grandes rasgos – en tres características principales:

1.    El comportamiento y las experiencias de todos los países dependen de un sistema de carácter mundial – una economía mundial capitalista – estructurado en múltiples vínculos trasnacionales como son, por ejemplo, el comercio internacional, la presencia y actuación de las empresas multinacionales o los flujos de capitales financieros cuyas órdenes viajan a la velocidad de luz gracias a los modernos sistemas de telecomunicaciones.

2.    Los Estados, dentro del moderno sistema mundial, ocupan tres posiciones estructurales: centro, semiperiferia y periferia. El centro está formado por los países poderosos económicamente que son capaces de influir en los de la periferia mientras mantienen su independencia política y económica en niveles aceptables. Podríamos asimilar los países del centro a lo que es la clase alta cuando hablamos de una sociedad nacional.

Las naciones semiperiféricas se encuentran en una posición intermedia, se asemejan a la clase media. Están en el camino hacia la industrialización y hacia una economía diversificada. Sus estructuras políticas, sus parámetros de desigualdad están alejados de los que presentan los países centrales pero muy lejos de los países periféricos.

Las naciones periféricas tienen economías poco diversificadas que suelen dedicarse a producir materias primas. Tienen una gran desigualdad social con elites acaudaladas y una gran masa de pobres de solemnidad. Sus instituciones son relativamente débiles y poco estables. No pueden hacer frente a la influencia de las naciones del centro tanto económica como militarmente. Podríamos comparar a las naciones periféricas con la clase trabajadora de una sociedad en particular.

3.    Estas denominaciones no solo son descriptivas, expresan una división internacional del trabajo en la que el centro está ligado con la periferia de una manera dinámica y mediante una relación de explotación.

Por tanto, al igual que un sistema de clases dentro de un país, las posiciones de clase en relación con el sistema económico mundial generan una distribución desigual de las recompensas o recursos. Las naciones centrales o de clase alta reciben el trozo mayor de la tarta del excedente de producción, mientras que las periféricas apenas reciben nada. Además, debido a su potencia económica, las naciones centrales marcan las reglas del comercio internacional y fijan los precios de las materias primas producidas por las periféricas y les venden a precio alto sus exportaciones, generalmente tecnológicas, que en la periferia no están en condiciones de producir.

Kerbo (4) citando a Chirot (5) realiza una enumeración de los cinco beneficios más importantes que obtienen las sociedades centrales de su dominio sobre las naciones periféricas:

1.    El acceso a una gran cantidad de materias primas a precios bajos
2.    Fuerza de trabajo barata
3.    Enormes ganancias procedentes de inversiones directas de capital
4.    Un mercado para la exportación
5.  Trabajo profesional cualificado debido a la emigración de las personas más preparadas desde las naciones no centrales a las centrales

Este mundo recogido en estos párrafos es fácil de reconocer, son ideas suficientemente intuitivas como para que cualquier ciudadano medianamente formado las comprenda pero, para entender cómo hemos llegado hasta aquí, hemos de ver unas reglas de funcionamiento que se vienen aplicando desde hace unos siglos. 

Wallerstein (6) ha afirmado que en nuestra historia sólo han existido dos tipos de sistemas mundiales. Los que denomina el imperio mundial y la economía mundial.

El imperio mundial hace referencia a los imperios agrarios de la antigüedad. Éstos, aunque nunca llegaran a abarcar una escala planetaria como el actual sistema mundial, ocuparon partes extensas del mundo entonces conocido. Estamos pensando por ejemplo en el Imperio Romano, el de Alejandro Magno o el antiguo Imperio Chino.

No obstante la principal diferencia entre aquellos imperios mundiales y el actual sistema económico mundial no es de extensión geográfica sino de la forma de dominación. Las elites centrales modernas han hecho un gran descubrimiento: no hace falta ocupar militarmente a los países de la periferia. Mientras que los imperios antiguos buscaban la dominación económica y política, los grupos económicos modernos sólo están preocupados por los beneficios. En el sistema mundial actual, un país sometido no suele estar controlado de manera completa por las naciones centrales, ni ocupado militarmente, ni se le cobran tributos cómo hacían los reyes castellanos a los nazaríes de Granada. Todo esto es muy ineficaz económicamente, mantener la dominación política a esos extremos es muy caro y reduce los beneficios de la dominación.

Y la historia lo demuestra. Cuando hacia 1450 se dieron las condiciones para que comenzara el moderno sistema mundial, España y Portugal, países abiertos al mar y con una enorme energía militar derivada del período de la reconquista, tomaron la delantera. Fueron los primeros que establecieron grandes colonias en ultramar y exploraron el mundo, pero perdieron su liderazgo porque gastaron demasiado en dominar política, militar e incluso religiosamente a un elevado número de países del mundo. Los holandeses que  les relevaron tomaron nota y se lo plantearon de otra manera, mucho menos militar, menos extensa y mucho más comercial, perdieron posteriormente su posición de privilegio a favor de los británicos (7) pero nunca abandonaron del todo el centro mientras que los españoles se enfrascaron en una larga noche del subdesarrollo. Españoles y portugueses se comportaron como imperios mundiales en una época que ya presentaba las condiciones iniciales de un sistema económico mundial.

Esto no significa que algunas naciones centrales modernas no aspiren a un dominio amplio de las naciones periféricas, la diferencia entre el moderno sistema mundial y los antiguos imperios mundiales es una cuestión de grado. Boswell (8) demostró después de estudiar las tendencias históricas desde el siglo XVII que hay cierta variedad entre el control que se ejerce sobre las naciones periféricas y las colonias, en tiempos de expansión económica la presión decrece, pero durante los períodos de recesión las sociedades del centro ejercen un mayor control colonial para evitar que otras naciones centrales tengan relaciones económicas con sus naciones periféricas.

Pero si no hay dominación político-militar, ¿cómo domina el centro a la periferia y semiperiferia?. Wallerstein considera que una nación central domina a las demás cuando tiene un liderazgo simultáneo en tres dimensiones. 

La primera dimensión es la dominación en la productividad. Se trata de producir con alta calidad y bajo precio en comparación con las demás naciones. Aquí el problema está en que las elites se suelen ir por lo fácil, que es aumentar el número de horas trabajadas y depreciar los salarios, en vez de otras formas de mejorar la productividad. 

La dominación en la productividad puede llevar a la dominación en la segunda dimensión, la dominación en el mercado. La balanza comercial se inclina del lado de la nación central pues hay más naciones que compran los productos de la nación dominante que los que ésta compra a aquéllas.

Y, del mismo modo, la dominación de mercado puede llevar a la dominación en la tercera dimensión, la dominación financiera. Con una balanza comercial favorable llega la acumulación de capital. Los banqueros de la nación dominante suelen convertirse en banqueros del mundo con un mayor control de los recursos financieros del planeta.

Cuando una nación disfruta de las tres dominaciones económicas es muy probable que consiga la dominación militar. Con una buena base económica que permita mantener una estructura militar cara y, con intereses internacionales que defender, las naciones dominantes suelen acabar por construir ejércitos poderosos, pero suele ocurrir a posteriori una vez desarrollado el imperio económico. Según Kerbo, durante el moderno sistema económico mundial ninguna nación ha podido utilizar su fuerza militar como medio para obtener la dominación económica. Las grandes naciones centrales obtuvieron su poder económico con niveles relativamente bajos de gasto en defensa en su ascenso al poder global y perdieron parte del poder económico con su posterior expansión militar.

Podemos poner varios ejemplos pero vamos a centrarnos en los más recientes: los Estados Unidos y la Unión Soviética. El ejército de los Estados Unidos antes de la primera guerra mundial y, aún antes de la segunda, no era ni mucho menos el más poderoso de la tierra sino que era reducido en comparación con su potencial económico e industrial (9). 

Con Europa y Japón en ruinas después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos dominó el sistema mundial como hasta ese momento no había hecho ninguna otra nación central en la historia. Los datos son claros, producían casi la mitad de toda la producción industrial, realizaban un tercio de las exportaciones y poseían dos tercios de las reservas de oro del mundo. Junto a esta dominación económica compartieron la dominación militar con la Unión Soviética convirtiéndose en un gendarme del mundo al proteger “sus” áreas periféricas y los intereses de sus elites lo que le llevó a varios conflictos armados como Corea y Vietnam.

La Unión Soviética, a pesar de sus enormes pérdidas humanas, también salió reforzada de la Segunda Guerra Mundial. El Ejército Rojo llegó el primero a las calles de Berlín y ocupó toda la Europa Oriental a la que puso bajo su órbita. Se encontraron con un gran ejército y con un imperio territorial. Fue el otro gendarme mundial durante la guerra fría, repartiéndose el tablero de ajedrez del mundo con los Estados Unidos. Sin embargo a finales de los años ochenta y principios de los noventa la  Unión Soviética se colapsó.

La razón de esta caída hay que buscarla en la competencia que durante cuarenta y cinco mantuvo con los Estados Unidos, no pudo con los costes militares de esa competencia. Mientras los Estados Unidos desarrollaron su imperio económico durante dos siglos hasta alcanzar su fuerza militar, en el caso de los soviéticos, intentaron alcanzar la dominación en el moderno sistema mundial a través del poder militar sin lograr previamente una base económica para hacerlo.

Normalmente, las clases bajas de los países del centro viven mucho mejor que las de los países semiperiféricos y, no digamos ya, si las comparamos con las de los periféricos. Pero eso no quiere decir que no haya desigualdad en los países centrales, lo hemos visto en artículos anteriores. Y tampoco quiere decir que no haya ciclos en los que el bienestar de las clases bajas centrales no sufra un retroceso en función de los vaivenes del sistema mundial. De esta forma, con la teoría del sistema-mundo se puede explicar la revolución conservadora que sufrieron los Estados Unidos durante la década de los ochenta y por qué impusieron un programa económico neoliberal que luego se ha contagiado a la Unión Europea y al resto del mundo (10).

Probablemente casi todo lo que está pasando ahora mismo en el mundo se pueda explicar por la teoría del sistema económico mundial. Se puede explicar la pobreza y la desigualdad global; el surgimiento de las potencias emergentes, las llamadas BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (11); o cómo influyen las grandes ciudades del mundo en las cadenas en las que se extiende la división internacional del trabajo (12).

Con los postulados de la teoría del sistema mundial encuentro explicaciones plausibles a los principales fenómenos socioeconómicos de carácter mundial, pero eso es algo personal y, aunque hay mucha gente que opina como yo, no le faltan detractores, y críticas, veamos alguna de las principales.

En primer lugar, se argumenta que es falso que la riqueza de los países  de renta alta se derive una apropiación ilegítima de los recursos de los países pobres. La distribución de la riqueza no es un juego de suma nula, es decir, los excedentes generados en un área no equivalen a unas pérdidas en otra. Se aduce que la capacidad productiva del mundo se ha multiplicado por cinco desde de 1950, gracias en gran parte a los avances tecnológicos. 

A mi me parece que siendo esto cierto, no se trata de un juego de suma cero, tampoco se trata de un juego limpio. Los jugadores del centro tienen las mejores cartas, imponen las reglas y pueden apostar más porque tienen más dinero acumulado, en fin, el juego es mucho más cerrado de lo que pretenden los críticos de la teoría.

En segundo término, los críticos afirman que si la teoría del sistema mundial estuviera en lo cierto, entonces los países más pobres serían los que han mantenido vínculos más estrechos con los países desarrollados. Hay ejemplos de países periféricos como Etiopía que han tenido un contacto relativamente débil con los países ricos, también hay ejemplos de que las inversiones de capital procedente de los países del centro favorecen el crecimiento económico. 

En mi opinión, si bien es verdad que hay crecimientos económicos derivados de la inversión del capital del centro en las naciones periféricas y semiperiféricas, en la mayoría de los casos ha sido manteniendo patentes, propiedades, royalties y demás mecanismos que permiten seguir con la dirección de los asuntos económicos del lado del centro. Es más, en general, el motivo por el que se ha invertido en la periferia ha sido la deslocalización, la búsqueda de salarios más bajos para disminuir los costes de producción lo que ha afectado a las clases trabajadoras del centro. No ha sido una inversión altruista sino la búsqueda de beneficios. Por último, el caso de Etiopía no me parece relevante, sólo hay una cosa peor que ser una nación periférica en un sistema global, es ser una nación periférica aislada.

En tercer lugar, se ha calificado a la teoría del sistema mundial como simplista porque reduce, en última instancia, la desigualdad del mundo a un único factor: el impacto del sistema capitalista mundial. Al centrarse en factores externos a las sociedades no desarrolladas se tiende a considerarlas como víctimas pasivas y no se tienen en cuenta procesos que tienen lugar dentro de esos países y que contribuyen a explicar sus dificultades económicas. Por ejemplo se critica que no se tenga en cuenta los valores culturales, por ejemplo el caso de Irán,  en el que la revolución islámica cortó muchos lazos con Occidente, también se cita a los dictadores que pululan por los países en desarrollo, o la oposición a los programas de control demográfico que buscan mejorar el bienestar de las poblaciones de ciertos países de la periferia.

En este punto sí que veo motivos para la crítica, quizás porque se trate más de una teoría económica que sociológica.  Sí hay patrones culturales que se oponen al desarrollo económico tal y como lo entendemos en Occidente. El que esto sea bueno o malo ya es harina de otro costal. Aun así alguno de los ejemplos que se suelen dar no están muy justificados, cuesta admitir a muchos dictadores únicamente como productos culturales de una nación sin ninguna relación con el centro, ¿podría Pinochet haber dado el golpe de Estado sin el apoyo de los Estados Unidos?, ¿se podría haber mantenido Franco tantos años sin el consentimiento tácito y desganado de las potencias del centro?.

Por último, también se critica a esta teoría porque, frente al problema de la pobreza  y la desigualdad global, ofrece soluciones muy vagas como son la limitación de las relaciones económicas internacionales, la nacionalización de las empresas extranjeras o acabar con el sistema capitalista mundial. 

Bueno, puede ser, para mí que la función de una teoría no es tanto proporcionar soluciones como explicar los fenómenos ya sean naturales o sociales. Nuestro mundo es muy complejo, hay muchos intereses en conflicto y no creo que haya soluciones maestras pero no veo que esto se pueda achacar a la teoría del sistema mundial. Y eso es un drama en sí mismo, puesto que reduce nuestras esperanzas de conseguir un mundo mejor. Cómo dice Edgar Morín, navegamos a toda velocidad en una nave espacial, la Tierra, que está propulsada por cuatro motores asociados y a la vez incontrolados: ciencia, técnica, industria y beneficio. Como dicen por estos pagos, “la torta que nos podemos dar es morrocotuda”. Así que si yo fuera uno de esos jerarcas de las elites internacionales estaría pensando en un plan “B”.

La teoría del sistema mundial es amplia, son muchos estudios y autores que han surgido a partir de los primeros escritos de Wallerstein. He intentado dar una visión más o menos completa y comprensible de esta teoría, tengo que reconocer que no me ha resultado fácil, he consultado muchas fuentes y – alguno de los borradores se me fue a quince páginas – he tenido que resumir mucho, espero que el resultado sea comprensible. En el artículo anterior propuse algunas preguntas que he contestado en su mayoría pero no a todas, en concreto hemos visto la dinámica del sistema mundial, los mecanismos de dominación, un poco de historia y las críticas más comunes, pero alguna cosa queda en el tintero, en un futuro próximo volveremos a la teoría del sistema económico mundial.

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

1.    La división internacional del trabajo hace referencia a la especialización que hay en el sistema global. Las naciones desarrolladas fabrican productos manufacturados de alta tecnología y las naciones pobres, materias primas. También hace referencia a las cadenas de distribución de los productos cuyos nodos principales dominan las naciones poderosas.

2.    Entre los autores más importantes de la teoría del sistema económico mundial están Immanuel Wallerstein, David Snyder, Edward Kick, Peter Taylor, Colin Flint, Kees Terlouw, Ben Deurdder, Terry Boswell, Carlos Antonio Aguirre, Peter Walkin, Giovanni Arrighi, Jessica Drengel y un amplio etcétera.

3.    David Snyder y  Edward Kick que publicaron en 1979 el ensayo: “Structural Position in the World- system and Economic Growth, 1955-1970: a multiple-network analysis" 

4.    Harold Kerbo es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la California State Politechnic University (CalPol). Para más información pulse aquí

5.    Daniel Chirot es profesor de Estudios Internacionales de la Facultad de Sociología de la Universidad de Washington. Para más información pulsa aquí

6.    Immanuel Wallerstein es un científico social norteamericano, principal autor de la teoría del sistema económico mundial. Para más información pulsa aquí

7.    En el siglo XVII los Países Bajos lograron la dominación en el sistema mundial, una vez que su revolución política instauró un Estado modernizado que apoyaba a los capitalistas, un sistema financiero revolucionario para la época, así como el desarrollo de nuevas tecnologías sobre todo en el sector naval. Todo esto dio una ventaja competitiva en el comercio y en la carrera por las colonias. 

Con el tiempo los Países Bajos empezaron a sufrir un relativo declive económico. Otras naciones copiaron los nuevos métodos de producción y de banca inventados por los holandeses. La dominación de la productividad holandesa también disminuyó debido al aumento del nivel de vida lo que a su vez condujo a un incremento en los costes de producción. A partir de ahí perdió la dominación del comercio y, cómo no, la dominación financiera se vio afectada.

Sus banqueros, en busca de inversiones lucrativas, se marcharon en parte del país. Apostaron por Inglaterra y financiaron al sustituto de Holanda en la cima del sistema mundial, con lo que dañaron la posición económica de sus compatriotas pero supuso un aumento de sus ganancias. Ya sabéis como las gastan los banqueros.

8.    Terry Boswell fue profesor de sociología en la Emory University en Atlanta. Fue especialista en estratificación social, mercados de trabajo y desigualdad social. Investigó con sus colaboradores el sistema mundial, apartado en el que publicó varios estudios. Para más información pulsa aquí.

9.    Un hecho, que no por anecdótico es menos significativo, es que Dwight Eisenhower en el momento en que estalla la guerra en Europa era teniente coronel, eso sí, de estado mayor. Pocos años después era general de cinco estrellas – máximo grado que se puede alcanzar - y comandante en jefe de los aliados en Europa, un ascenso meteórico. Esto marca por un lado, lo increíblemente  pequeño que era el ejército norteamericano – de hecho era equivalente al ejército de Yugoeslavia - antes de la guerra y su no menos increíble crecimiento – según la Wikipedia llegaron a ser más de 16 millones de hombres al finalizar el conflicto-.

10.    Los años setenta no fueron muy halagüeños para los Estados Unidos, parecía que se cumplía su ciclo - Según Wallerstein y otros autores, ninguna nación ha permanecido  más de 75 años en la cima del sistema mundial - y que entraban en una relativa decadencia. Coincidiendo con la crisis del petróleo y la guerra de Vietnam, la primera guerra perdida en su historia, la productividad de los Estados Unidos creció, pero no al mismo ritmo que la de los principales países europeos y, sobre todo, de Japón. 

Los Estados Unidos estaban perdiendo la partida en la primera de las dominaciones del Wallerstein, la de la productividad, debido a – entre otras cosas –  por la falta de competencia real en una economía nacional muy concentrada, mucho gasto en defensa, la falta de reinversión, de investigación y desarrollo y al aumento del nivel de vida. 

Durante los años ochenta, la segunda dominación – la del mercado – comenzó a resentirse, su déficit comercial aumentó enormemente hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares. Y al resentirse la balanza comercial también decayó la última de las dominaciones, la financiera. A principios de los ochenta Estados Unidos contaba con los bancos más poderosos del mundo, al final de la década, sólo contaba con dos entre los diez más importantes, el resto eran japoneses. Estados Unidos estaba flaqueando en las tres dimensiones que forjaban su liderazgo económico mundial.

Sin embargo, cuando terminó la Guerra Fría y la Unión Soviética dejó de existir, se cambió por completo el panorama. La productividad aumentó considerablemente, la inversión nacional se disparó, el sistema financiero se revalorizó y al final de la década de los noventa volvió a encabezar las listas de bancos y empresas mundiales. ¿Qué es lo que pasó?.

Según Kerbo, lo que pasó fue que se fraguó una nueva estrategia nacional de los principales empresarios y políticos conservadores con el fin de lograr que los Estados Unidos fueran más competitivos. El programa estaba constituido por las siguientes políticas: La producción ajustada, el recorte de salarios, el recorte de prestaciones sociales, la temporalidad en el empleo, el alargamiento de la jornada laboral. Queridos lectores, ¿acaso os suena esta tonadilla?. Sí, es el famoso neoliberalismo.

Al socaire del declive económico las elites económicas de Estados Unidos se hicieron más activas políticamente a finales de los años setenta y principios de los ochenta, son los años de Ronald Reagan. La presión de los lobbies para lograr del gobierno menos impuestos, menos gasto en bienestar, menor regulación laboral y bancaria continuó durante años y se intensificó a partir de 1994 cuando los republicanos consiguieron el control del Congreso y del Senado por primera vez desde los años cincuenta.

El factor diferenciador que había logrado el renacer económico de los Estados Unidos fue el dumping social, el coste total de la unidad de trabajo - los costes del trabajo incluidos los salarios, beneficios e impuestos - era al final de los noventa, el más bajo los siete países capitalistas más importantes. Las condiciones laborales en el gigante norteamericano sufrieron una revolución silenciosa que permitió a las empresas producir y vender bienes en todo el mundo y en su propio país a un coste menor que las principales naciones industriales.

Después de la Segunda Guerra Mundial  se impuso un estilo de capitalismo de rostro humano que dio origen al Estado de bienestar, en Estados Unidos nunca llegó a alcanzar los niveles europeos bien es cierto. Con esta revolución silenciosa se planteó una tensión entre ambos modelos de capitalismo, la economía neoliberal y la economía social de mercado, parece que es la primera la que está ganando el pulso. Los británicos se contagiaron enseguida, tuvieron su propio producto nacional equivalente de Ronald Reagan en la señora Tatcher. 

Hubo más resistencia por parte de la Europa continental, Kerbo en su edición de 2004 habla todavía de un modelo alemán y de un modelo francés de economía en contraposición al anglosajón, pero después de la crisis de 2008 los criterios de optimización de los parámetros macroeconómicos a base de cargar los costes sobre las clases media y trabajadora ha tomado cuerpo en la Unión Europea. Actualmente Alemania ha sufrido una revolución conservadora con la señora Merkel que aplica sus recortes a su clase trabajadora y que trata a los países del sur de Europa como países periféricos y Francia, la que otrora era uno de los ejes de Europa, está confinada en sus propios problemas y no deja de ser una comparsa del gigante económico germano.

11.    A este respecto es muy interesante el artículo “En las entrañas de los BRIC. Análisis de la naturaleza semiperiférica de Brasil, Rusia, India y China”, de Daniel Efrén Morales Ruvalcaba, publicado en “Austral”, la revista brasileira de estrategias y relaciones internacionales, v 2, n.4, Jul/Dic 2013. Copia del Artículo.

12.    En este sentido son muy interesantes las aportaciones de la red de investigación GaWC (Globalization and World Cities) que se dedican a estudiar el papel de las grandes ciudades del planeta en el sistema mundial. Pertenecen a este grupo gente selecta como Manuel Castells o Saskia Sassen. Para más información pulsa aquí.

Bibliografía:

John Mancionis y Ken Plummer
Sociología
Prentice-Hall
Madrid 2005

Conrad Phillip Kottak
Antropología
Una exploración de la diversidad Humana
McGraw-Hill
Madrid 1999, 6ª edición

Harold R. Kerbo
Estratificación Social y Desigualdad
Mc Graw Hill
Madrid 2003

Daniel Efrén Morales Ruvalcaba,
Austral, revista brasileira de estrategias y relaçoes internacionais,
Brasilia v 2, n.4, Jul/Dic 2013.

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11 comentarios:

  1. He leído el articluo y releído el anterior. Si que se reconoce el mundo actual con lo que la teoría dice. Me parece que tiene mucho de verdad. Te felicito porque se nota que te lo has currado y resultado, tranquilo, por lo menos yo lo he entendido perfectamente.

    Un abrazo y muchas gracias por tus artículos
    Anselmo

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    1. Muchas gracias Anselmo, me alegro de que el artículo sea comprensible, al menos para ti. un abrazo y gracias por ser lector fiel.

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  2. Sr. Barajas,

    Otra muestra de su "vena" divulgativa a la que tenemos que sacar más provecho.

    Me quedo con la mosca detrás de la oreja pensando en si la sociedad española no camina ingenuamente a hacia la periferia... lo mismo podemos hacer algo.

    Corro a refugiarme en mi cinismo,

    El sofista.

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    1. Estimado Sr. Sofista, desde luego es para mosquearse. Si nos cemtramos en la UE somos desde luego de la periferia, somos la S de las siglas PIIGS. No se me ocurre mejor lugar para estar instalado en los momentos actuales que el cinismo. Y respecto a si podemos hacer algo, podríamos empezar por dejar de votar a los de siempre, a lo mejor un cambio nos viene bien.

      Muchas gracias por sus comentarios y por leer el artículo

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  3. Hola, Juan Carlos.

    Acabo de leer los dos, ya que me acabo de incorporar de vacaciones. Una vez más, me reafirmo en que mira que nos comemos la cabeza discutiendo de las cosas como si supieramos de lo que hablamos, cuando casi todo lo que discutimos está estudiado y hasta escrito y publicado. ¡Qué difícil de entender es este siglo XXI! Hay que estudiar para todo.

    Esta vez te has pasado un pelín, intentando explicar en pocas líneas (relativamente, que según lo mires lo de pocas es un eufemismo) algo que necesita obras enteras. Y claro, se te quedan cosas en el tintero. Eso puede ser bueno, así escribes más artículos y te puedo seguir leyendo, jeje.

    Voy a hacerte un par de comentarios nada más, sin ánimo de criticar en absoluto.

    No estoy de acuerdo con que el primer mundo tenga con el tercero una relación de explotación. A nivel macroeconómico es evidente, no lo discuto, pero a nivel de las personas (no digo ciudadanos porque hay países en los que hablar de ciudadanos es un insulto) pienso que no puede decirse que los de los países ricos exploten a los de los pobres. Para afirmar esto parto de la base de que cada uno vive en el mundo que le toca vivir, no lo elige, y de que dentro del primer mundo también hay explotación de unos pocos sobre la mayoría, que no se entera de que a pesar de que consuma mucho (y como consecuencia no se entere) sigue siendo un peón al servicio de los intereses de los de siempre. Es más, creo que la solución es común a todos los explotados del mundo, independientemente de que estén inmersos en la miseria de África o en el consumismo imbécil de USA.

    El otro comentario que me gustaría apuntar es sobre el término “capitalista”. La sociedad de hace un siglo era capitalista, sin ninguna duda. ¿Y la actual? También, sin ninguna duda. Ya, pero… ¿se parecen en algo? Creo que el término “capitalismo” ha sobrevivido injustamente definiendo una serie de sociedades muy diferentes, por una extraña conjunción de intereses. Habría que inventar otro. Me parece importante porque si buscamos un término menos odiado, aligual nos preocupamos más de construir una sociedad más decente, y menos de destruir sin saber qué hacer después, o aplicar medidas escritas hace bastante más de un siglo.

    Bueno, paro ya, que esta vez me he enrollao de verdad.

    Una vez más, gracias por compartir lo que sabes.

    Hasta la próxima



    Javi

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  4. Primero que nada Javier muchas gracias por tus comentarios que se echaban de menos. . EN segundo término estoy completamente de acuerdo en lo que dices, la relación asimétrica es esencialmente macroeconómica y el término capitalista es demasiado amplio, designa una forma socioeconómica que va desde los albores de la edad moderna hasta ahora y ha cambiado mucho con el tiempo. SOlemos ponerle el apellido de "mundial" para acercarnos más a lo que queremos decir. Supongo que sí, que está llegando la hora de encontrar otro término para referirnos al fenómeno actual, ¿"financierismo" quizás?

    Un abrazo

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  5. Aunque es cierto que vivimos en un mundo complejo, se puede sintetizar muchísimo: el mundo está dirigido por y para aquellos que tienen el poder, el auténtico poder: el dinero. Creo que no es una visión reduccionista, ya me gustaría, es la pura verdad, vivimos como nos dejan hacerlo los que poseen el dinero, y somos lo importantes o prescindibles que ellos consideren. Eso sí, quizás algo se pueda hacer, frente a ellos solo tenemos una ventaja; somos más, muchos más, pero desorganizados.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, que puede ser reduccionista pero no por ello es menos cierto, unos mandan y otros obedecemos, o mejor, unos mandan y otros sobrevivimos. Ahora estarás de acuerdo conmigo en que merece la pena estudiar cómo lo hacen, como ellos están arriba y nosotros abajo, así a lo mejor nos acabamos por organizar.
      Muchísimas gracias por leer mi artículo.

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    2. completamente de acuerdo. Aunque ejerzan el dominio ante la aparente desidia de los que habeis denominado "los más numerosos", (desidia por votar opciones que van en contra de los propios intereses,de clase e incluso diría de estricta supervivencia. Por no parecer alarmista o exagerado podría nombrar las famosas tasas judiciales, que impedian a los mas menesterosos progresar en sus asuntos judiciales (felizmente recién declaradas inconstitucionales), o el aumento de tasas universitarias, o los copagos....), pues como digo, aunque en apariencia los que somos más miremos hacia otro lado, me sumo a la opinión de que al menos se sepan cuales son los mecanismos que utilizan para mantenerse arriba y a nosotros abajo...quien sabe. Dicen que la información es poder

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  6. El artículo me deja la enseñanza que la estratificación del sistema mundial se ve reflejada al interior de los estados naciones y que hay varias formas de dominación que juegan simultáneamente.

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