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La familia vista desde distintas perspectivas

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En un artículo que escribí para este mismo blog hace poco más de un año, utilicé - como ejemplo para introducir la definición sociológica de la familia – la historia de un cumpleaños de una amiga al que mi familia y yo fuimos invitados en el sur de Francia. Era una gran fiesta familiar, que se celebra todos los años con diferentes excusas, que une a abuelos, padres, hermanos, hijos y primos venidos de todas las partes de Francia e, incluso como en el caso de nuestra amiga, desde España. El fin último de la fiesta es reforzar los lazos familiares sometidos a la distancia, ponerse al día, recordar a todos los que no están, comer bien, beber mejor y jugar a la petanca. Todo ello al estilo del sur de Francia tan próximo al nuestro, mucho más próximo de lo que tanto ellos como nosotros pensamos.

En este artículo quiero exponer las diferentes visiones de la familia dadas por las distintas escuelas sociológicas y, antes de entrar en materia, debemos repasar brevemente esas definiciones que ya vimos en el artículo del que hablábamos en el párrafo anterior. 

Según Macionis (1)  y Plummer (2), la familia es una institución social que agrupa a los individuos en grupos cooperativos encargados de tener y cuidar a los niños. Estas unidades sociales se basan en el parentesco  que es un vínculo social definido por la relación sanguínea, el matrimonio o la adopción. Esto quiere decir que son parientes los cónyuges, los hijos o los primos, pero también ese cuñado tan listillo que te da la charla todas las nochebuenas o el hijo adoptado a pesar de no existir ninguna relación consanguínea.

Como ha quedado claro en la definición, las familias se forman por el matrimonio, una relación social sancionada legal o normativamente o simplemente por las pautas socialmente admitidas, que se espera duradera y que engloba la cooperación económica, la actividad social y el cuidado de los niños. Tanto el matrimonio como la familia son universales culturales, es decir, podemos encontrar alguna forma de familia o de matrimonio en todas las sociedades aunque tengan diseños, pautas y manifestaciones diferentes.

Asimismo, en la práctica totalidad de las sociedades se puede identificar lo que los sociólogos y antropólogos denominan familia nuclear que consiste en una estructura formada por dos adultos que viven juntos en un hogar con los hijos propios o adoptados. En la mayoría de las sociedades agrarias tradicionales la familia nuclear – no como pasa en las sociedades modernas industriales en que son protagonistas absolutas del tejido social – está sumergida o difuminada en una red de parentesco más amplia. Además de la pareja casada y sus hijos conviven - o al menos tienen un contacto íntimo y continuo -  con otros parientes. Esta es la familia extensa, que incluye a los abuelos, a los hermanos y las esposas, las hermanas y los esposos, tíos y sobrinos. Estas familias extensas, antes de la revolución industrial, tenían un interés económico, eran unidades de producción, todos trabajaban el campo compartiendo recursos, como propietarios, como arrendatarios o, simplemente, como jornaleros; y trabajaban desde niños hasta ancianos. 

En las sociedades industriales y posindustriales los vínculos de la familia extensa se han hecho mucho más laxos, debido a la pérdida de la función económica que antaño tenían y la separación geográfica impuesta por la vida moderna sobre todo por la emigración del campo a la ciudad.

Y ya que hablamos de modernidad reciente hay que decir que estas definiciones se hacen los suficientemente amplias como para ajustarse, no sólo a los distintos tipos de sociedades, sino también a las nuevas formas de la familia posindustrial como las familias con parejas del mismo sexo o las derivadas de los divorcios como las monoparentales o las de varios núcleos por emparejamientos sucesivos o, las derivadas de nuevas pautas sociales, como la cohabitación de hecho.

Bien, ya asentado el concepto de familia, tenemos que decir que, como pasa en muchos otros conceptos sociológicos, las distintas perspectivas teóricas ofrecen distintos puntos de vista acerca de la familia. Así que vamos a darnos un garbeo por las diferentes escuelas a ver qué opinan sobre la familia como institución social y sobre su papel en la sociedad. Echaremos una ojeada a las perspectivas funcionalista y crítica, desde un punto de vista macrosociológico y a los análisis del interaccionismo simbólico y la teoría del intercambio, ambas de orientación microsociológica.

Funcionalismo
Como hemos visto a lo largo de varios artículos de Sociología Divertida, para el funcionalismo la sociedad puede entenderse metafóricamente como un organismo vivo que se compone de distintos órganos o estructuras cada uno de ellos con una función o funciones necesarias para que el organismo social pueda vivir. La sociedad es un sistema complejo cuyas partes “encajan” entre sí produciendo un equilibrio o estabilidad social.

Para la corriente principal del funcionalismo nuestras vidas están orientadas según la dirección que marcan ciertas estructuras sociales, entendiéndose por éstas pautas relativamente estables de relaciones sociales, por ejemplo, las relaciones familiares, las conductas ritualizadas, y otras, que implican comportamientos relativamente estables y predecibles. Así para Talcott Parsons (3), el máximo representante de este paradigma, la sociedad tiende al equilibrio y a la estabilidad. Pero para que este equilibrio se mantenga y puedan permanecer en el tiempo, las sociedades deben cumplir una serie de requisitos que denominó prerrequisitos funcionales como la adaptación al entorno, la satisfacción de los objetivos o la cohesión social entre otros.

Según el paradigma funcionalista la familia cumple cuatro objetivos básicos que la hacen ser una institución esencial para el buen funcionamiento de una sociedad.

En primer lugar la familia cumple la función de socialización de los hijos, entendida como el aprendizaje de las herramientas básicas para ser miembros bien integrados en la sociedad. No es la única institución social implicada en esta tarea, también está el sistema educativo por ejemplo, pero la familia es esencial sobre todo en los primeros años de la vida de los individuos, aunque por supuesto, la socialización familiar continúa a lo largo de toda la vida. Y curiosamente, como saben todos los padres, no sólo los hijos aprenden de éstos sino que los progenitores también aprenden de los hijos. Yo concretamente, tengo conciencia de que la música que me gusta está pasada de moda gracias a la insistente reiteración del asunto por parte de mis hijos. 

En segundo término, los funcionalistas señalan la función de regulación de la actividad sexual. Todas las culturas racionalizan la sexualidad mediante sus formas matrimoniales, que como hemos dicho pueden ser muy diferentes de una sociedad a otra, a fin de mantener un cierto orden en la organización del parentesco y los derechos de propiedad. Un universal cultural relacionado con el parentesco y la sexualidad es el tabú del incesto que es una norma que evita las relaciones sexuales o el matrimonio entre parientes y que también, a pesar de su universalidad, adquiere formas diferentes. 

La tercera función es la reproducción. La familia es el ámbito en el que nacen los niños y esta función es vital para que la sociedad perdure. La identidad social del individuo definida, entre otras características, por la etnia, la religión y la clase social viene fijada por el nacimiento en el ámbito de una familia determinada. La posición socioeconómica en el origen viene marcada por la familia.

Y, por último, los funcionalistas dicen que ante un mundo exterior hostil, la familia proporciona seguridad material y emocional. El individuo busca entre sus parientes cercanos protección física, apoyo emocional y asistencia económica y, en mayor o menor medida, casi todas las familias proporcionan estas ayudas, lo que no quiere decir que no existan conflictos económicos y relaciones difíciles en su seno. De hecho sabemos que en un país como España, en el que la familia es culturalmente muy importante, esta institución ha hecho de válvula de escape, de salvavidas, ante los rigores de la crisis económica. Muchas familias con sus miembros en paro han tenido que recurrir a los sueldos de los padres o a los abuelos y sus pensiones para poder sobrevivir y, aun sin crisis, hemos visto a los abuelos hacerse cargo de los nietos mientras los padres cumplían horarios laborales muy extensos. Podemos encontrar miles de ejemplos de esto que estamos hablando.

Los críticos al enfoque funcionalista le reprochan tener una visión idílica de la familia sin entrar a analizar que existen familias disfuncionales en las que los cónyuges mantienen relaciones sexuales fuera del matrimonio o se dan situaciones de violencia y abuso. Es más, el funcionalismo presta poca atención al grado en que otras instituciones sociales, como por ejemplo el gobierno y la administración, mediante las políticas públicas, pueden satisfacer alguna de las necesidades de las que tradicionalmente se ocupaban las familias.

Sociología del conflicto
Bajo el nombre de paradigma o sociología o teorías del conflicto se agrupan las teorías sociológicas que analizan a la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, el conflicto y el cambio social. Se resaltan las relaciones de dominación que enfrentan a las diferentes categorías de personas y, en el ámbito internacional, a los conflictos entre distintas sociedades que compiten entre sí. Se analizan también las estrategias que emplean los dominadores para mantener su posición y de los dominados para intentar mejorar su situación.

Al hablar de sociología del conflicto es inevitable citar a Carlos Marx (4), cuyas ideas han ejercido una notable influencia en los autores de esta corriente hasta nuestros días. Pero aparte de Marx hay muchos sociólogos importantes en esta corriente como Althusser (5), Dahrendorf (6) y los miembros de la Escuela de Francfort (7).

Al igual que en el funcionalismo, el paradigma del conflicto considera a la familia como una institución central de la sociedad. Pero en vez de fijar su atención en cómo la familia beneficia al conjunto de la sociedad y ayuda a que se cumplan los prerrequisitos funcionales parsonianos, los teóricos del conflicto investigan cómo la familia perpetúa la desigualdad.

En primer lugar, las familias contribuyen a la concentración y a la reproducción de la riqueza y a la reproducción de la estructura de clases entre generaciones. Dicho de un modo marxista, de padres burgueses hijos burgueses.

En segundo lugar, según Engels (8),  la familia perpetúa el patriarcado, es decir, el fenómeno por el cual la organización social se basa en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia. Engels afirmaba que el único modo de identificar a los herederos para transmitir sus propiedades era controlar la sexualidad de las mujeres, de manera que éstas se convierten en propiedad económica y sexual de los hombres.

Y por último, la familia según los teóricos críticos la familia contribuye a mantener las categorías raciales  , étnicas y de clase entre generaciones pues las personas se   suelen casar con sus iguales, tanto desde el punto de vista de la etnia como de la clase social a la que se pertenece.
  
Para los críticos con la perspectiva radical no se puede afirmar, como dijo Engels, que la familia es parte integral del capitalismo, ya que las sociedades no capitalistas también están compuestas por familias con el mismo tipo de problemas. Y que existen ciertas funciones que difícilmente se pueden realizar sin la institución de la familia.

Interaccionismo Simbólico
Dentro de la visión microsociológica de la sociedad destaca un enfoque denominado Interaccionismo simbólico que - como indicamos en el artículo anterior sobre los primeros tiempos de la sociología norteamericana -  tiene su máximo exponente en el filósofo norteamericano George Herbert Mead (9).

El interaccionismo simbólico se centró en explicar cómo las personas van construyendo su propia identidad y definiéndose a sí mismas a través de sus interacciones con otras personas. Y aún fueron más ambiciosos, para Mead y sus seguidores, la sociedad es el producto o resultado de las interacciones cotidianas de las personas, que van definiendo o dotando de sentido al mundo social que les rodea. Algo así como un agregado total de las visiones de todos los individuos.

Siguiendo esta filosofía, la vida familiar consiste en un grupo de individuos que interactúan entre sí en un contexto de intimidad y proximidad. Como resultado de compartir, en ese entorno íntimo, una amplia variedad de actividades durante un período tan dilatado de tiempo, los componentes de la familia desarrollan unos fuertes lazos emocionales entre sí. Estos lazos y relaciones cambian a lo largo del tiempo, las relaciones entre padres e hijos varían según la edad, pero, por muy mayores que sean en general siempre se sienten preocupados e implicados en el bienestar de todos.

Teoría del Intercambio
La teoría del intercambio, otro enfoque microsociológico, descrita en primer término por el sociólogo norteamericano George Homans (10), concibe la conducta social como un intercambio de actividad - tangible o intangible, más o menos gratificante o costosa - entre al menos dos personas.

Profundizando un poco más, Peter Blau (11) - otro de los autores de esta teoría - opina que toda relación social implica un proceso de negociación en el que se intercambian recompensas, que pueden ser intrínsecas - por ejemplo amor, afecto, respeto - o extrínsecas - por ejemplo dinero o trabajo físico -. Como es natural, las partes  no siempre pueden proporcionarse recompensas idénticas, cuando hay desigualdad en el intercambio emerge una diferencia de poder en la relación y surge un proceso de negociación.

En este proceso de negociación que surge en un intercambio, cuando una parte necesita algo de otra pero no tiene nada comparable que ofrecer, el individuo afectado dispone de cuatro alternativas. Puede obligar a la contraparte a que le proporcione eso que necesita, o puede identificar otra fuente en la que obtener eso tan importante, también puede intentar seguir viviendo sin eso que le es necesario y, la alternativa más importante según Blau, puede someterse a la otra parte.

El cortejo, el matrimonio y la formación de una familia son casos particulares de intercambios entre actores y, como tales, derivan en procesos de negociación. Los individuos intentan conseguir la mejor opción a la hora de seleccionar una pareja. 

Si contemplamos el conjunto de intercambios de cortejo y matrimonio podemos contemplar la existencia de un mercado matrimonial que podríamos definir como el lugar teórico de encuentro del conjunto de hombres y mujeres que en un momento dado están dispuestos a constituir legalmente una pareja.
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La atracción física constituye una dimensión muy importante en este tipo de intercambio social. En las sociedades patriarcales y, más en concreto en nuestra sociedad occidental, la belleza física ha sido uno de los recursos ofertados por las mujeres en el mercado matrimonial. El alto valor asignado a la belleza explica la tradicional preocupación de la mujer por la apariencia física y su reparo a declarar su edad. Por contraste los hombres ha sido frecuentemente juzgados por su capacidad económica. En la actualidad la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo ha debilitado su dependencia de los hombres y los términos del intercambio han variado, muchas mujeres - no todas - las cosas no cambian tan rápido, también eligen en las mismas condiciones que los hombres y, sintomáticamente, las ventas de cosméticos para éstos se han disparado.

Con los enfoques microsociológicos tenemos el punto de vista del individuo. De cómo experimenta su vida familiar y de cómo dan forma de modo creativo a esta realidad. Esto desde el funcionalismo o desde la sociología del conflicto es mucho más difícil de entender pues su objeto de estudio es la sociedad en su totalidad. Del mismo modo, corremos el riesgo de que ciertas características de orden social se nos oculten si nos fijamos sólo en el individuo. Yo no renuncio a ninguna perspectiva.

No vamos a ir más allá en nuestra explicación pues tampoco es mi intención hacer un tratado de sociología de la familia. Hemos dado un repaso a la idea de la familia según distintas escuelas de un modo bastante completo y he aprovechado para introducir a la interesante teoría del intercambio que, según recuerdo, creo que todavía no habíamos tocado en Sociología Divertida.

Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

Notas:
1. John Macionis es profesor de sociología en el Kenyon College en Ohio, EEUU.
2. Ken Plummer es profesor de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido
3. Talcott Parsons  fue un sociólogo estadounidense. Es uno de los mayores exponentes del funcionalismo estructural en Sociología
4. Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx, fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío.
5. Louis Althusser  fue un filósofo marxista,  considerado además como estructuralista.
6. Ralf Gustav Dahrendorf, Baron de Dahrendorf, fue un sociólogo, filósofo, politólogo y político germano-británico. Es considerado uno de los autores fundadores de la teoría del conflicto social.
7. Se conoce como Escuela de Fráncfort (o Escuela de Frankfurt) a un grupo de investigadores que se adherían a las teorías de Hegel, Marx y Freud y cuyo centro estaba constituido en el Instituto de Investigación Social, inaugurado en 1923 en Fráncfort del Meno. También se les considera representantes de la teoría crítica que allí se fundó. Autores importantes de esta corriente fueron: Horkheimer, Adorno y Habermas
8. Friedrich Engels, llamado a veces en español Federico Engels, fue un filósofo y revolucionario alemán. Amigo y colaborador de Karl Marx, fue coautor con él de obras fundamentales para el nacimiento de los movimientos socialista, comunista y sindical, y dirigente político de la Primera Internacional y de la Segunda Internacional.
9. George H. Mead filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación.
10. George Casper Homans fue un sociólogo estadounidense, fundador de la sociología del comportamiento y de la teoría del intercambio social.
11. Michael Peter Blau fue un sociólogo y teórico estadounidense. Produjo teorías con muchas aplicaciones dentro de los fenómenos sociales, incluida la movilidad ascendente, oportunidad de trabajo, la heterogeneidad, y cómo las estructuras de población pueden influir en el comportamiento humano

Bibliografía:

Teoría Sociológica Moderna
George Ritzer
5ª Edición
ED. McGraw-Hill
Madrid 2001

Sociología
Anthony Giddens
3ª Edición
Alianza Editorial
Madrid 2000

Sociología
John J. Macionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice Hall
Madrid 2005

El Mercado Matrimonial
Juan Carlos Barajas
Sociología Divertida 2011

¿Qué es la Sociología?
Juan Carlos Barajas
Sociología Divertida 2014

es.wikipedia.org

en.wikipedia.org


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¡Qué se mueran los feos!

Las tres Gracias, de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado, Madrid

...Voy mirándome en los charcos 
yo no necesito espejos 
sé que soy mucho más guapo
cuando no me siento feo...

Con mi amigo - y sin embargo compañero- David, mantengo curiosas discusiones sobre cómo se llamaba el príncipe protagonista de “Guerra y Paz” o cuántos hombres formaban una falange macedónica, mientras el resto de compañeros nos miran incrédulos. Es muy divertido. David es un auténtico sofista, de esos que son capaces de mantener un razonamiento con argumentos brillantes y, a continuación, mantener el razonamiento contrario con argumentos tan brillantes como los anteriores. Él lo expresa así, “ahora me pongo la gorra de…”, y acompaña la frase con un gesto de la mano como si estuviera poniendo una gorra imaginaria. 

El otro día David me recordó que “¡Qué se mueran los feos! era una novela de Boris Vian y no sólo una canción de los Sírex que era de lo que yo me acordaba. Una canción que se puso de moda cuando yo era un crío que no levantaba ni un metro del suelo. Pero me acuerdo muy bien porque mi tío Rafa se partía de la risa cada vez que la oía, cosa que yo no podía entender, pues en mi limitado razonar de entonces, catalogaba a todos los adultos como feos y me parecía que de alguna manera el título de la canción también afectaba a mi tío.

He puesto este sonoro título porque hoy vamos a tratar sobre qué dicen las ciencias sociales acerca de si la belleza o el atractivo físico – que es término más amplio – te hacen la vida más fácil y te abren muchas puertas.

Lo cierto es que los estudios que se han realizado a este respecto no han hecho sino confirmar lo que el saber popular, el refranero, nuestras abuelas - en definitiva- lo que todo el mundo da por hecho: que la gente de mayor belleza, los guapos, reciben un trato más favorable en casi todo los apartados de vida social, desde una mayor consideración en el sistema judicial hasta el hecho de tener más probabilidad de recibir ayuda en situaciones de emergencia. Desde el hecho conocido de que los políticos atractivos son más votados – en general, el caso de Rajoy es muy especial – hasta los requisitos de las empresas de ventas a sus empleados a los que se exige una apariencia física agradable porque saben lo vulnerables que somos a este mecanismo. Desde el mundo de la publicidad, que suelen poner a personas muy atractivas al lado de los productos, hasta el periodismo televisivo, en el que los locutores no se seleccionan por su arte en dar las noticias sino por lo buenos que están. Todo esto – dicho sea de paso – teniendo en cuenta que hablamos de lo general, no de lo particular y que, en algunas ocasiones, ser guapo puede ser un inconveniente.

Las características físicas de las personas que percibimos son especialmente importantes en los primeros encuentros o cuando el contacto es superficial. De hecho estas características son esenciales para que existan contactos posteriores. Cuando conocemos a alguien evaluamos si la persona tiene interés o no para nosotros, si no lo tiene la ignoramos. Los psicólogos sociales, a los que les encanta poner etiquetas a todo, lo llaman ignorancia cognitiva. De esta manera ahorramos tiempo y esfuerzo que dedicamos a las personas que consideramos interesantes, aunque bien es verdad, perdemos muchas oportunidades de conocer a personas que merecen la pena. En este sentido este es un mecanismo muy parecido al estereotipo o al prejuicio. Las personas actuamos mediante recetas preconcebidas con el fin de tomar decisiones rápidamente y reducir el riesgo de equivocación.

Pero, ¿qué es lo que hace atractiva a una persona?. Lo primero que hay que observar es que en los parámetros de belleza influyen mucho la cultura y el momento histórico. Es bien conocido que los ideales de belleza cambian de una sociedad a otra y de un tiempo histórico a otro, basta con darse un garbeo por el Museo del Prado y echar una ojeada al cuadro de “las tres gracias” de Rubens.

Las investigaciones sociales realizadas en diversos países occidentales en el momento actual, han mostrado que en general las caras que tienen rasgos infantiles, sobre todo en las mujeres, resultan más atractivas. También se ha encontrado una preferencia generalizada hacia los rostros promedio. ¿Qué es un rostro promedio?, pues metes en el ordenador un montón de fotografías reales de personas consideradas como atractivas y la máquina elabora un retrato robot calculando una media de los rasgos presentes en dichas fotos. A partir de estos resultados, algunos autores sostienen que lo que hace atractivos a los rostros es que nos resulten familiares.

Otra característica física que parece influir en el atractivo físico es la estatura pero de manera diferente según se trate de varones o mujeres. Positivamente en el caso de los hombres, ellos son más atractivos cuanto más altos y, negativamente, en el caso de las mujeres. En esto de la belleza veremos que el asunto es bastante discriminatorio respecto de las mujeres. Aunque hay que señalar que en esto de la altura también hay límites, la altura excesiva hace parecer a la gente una especie de Frankestein.

La estructura corporal también es muy importante. Los hombres tienden a valorar mucho el cuerpo a la hora de evaluar a una mujer, más incluso que el rostro. Según los estudios, el atractivo decrecía mucho cuando una cara muy atractiva se correspondía con un cuerpo nada atractivo, esta falta de consonancia entre cuerpo y cara actuaba como un “factor de castigo”.

Los resultados de las investigaciones ponen de manifiesto, además, que las personas que son semejantes en procedencia étnica, geográfica, religión, nivel cultural, clase social y edad, tienden a sentirse atraídas entre sí. Aunque las razones de esta realidad pueden ser múltiples y no excluyentes. A una persona de un grupo étnico le pueden atraer personas del mismo grupo debido a procesos de asociación y refuerzo que han vinculado las características físicas a experiencias agradables o al efecto de mera exposición[i], a patrones culturales estéticos compartidos por el grupo, o – simplemente – por mera cuestión de accesibilidad, en un principio que podríamos enunciar como "mejor que me gusten los tíos/tías que tengo más cerca".

Y, ¿por qué lo atractivo resulta atractivo?. La pregunta parece una perogrullada pero si lo analizamos no lo es tanto. En nuestra sociedad existe creencia que podría enunciarse como “lo bello es bueno”. Para ello basta con examinar nuestra cultura popular, ver nuestros héroes, superhéroes, princesas presas en torreones y custodiadas por dragones,  príncipes azules, todos son guapos. En cambio nuestros villanos son feos: ogros, brujas pellejas, madrastras y malos de película. Por poner un ejemplo conocido, la virtud de las películas de Shrek, por lo que son tan divertidas y transgresoras, no es que realicen una crítica social o política, sino que subvierten esta regla cultural de que lo bueno es bello, en esta película son precisamente los feos los que son buenos, es más, la princesa sufre una trasformación de humana a ogro, de bella a fea.

Además tenemos el asunto del “efecto halo”, que es la tendencia a suponer que quien tiene una buena cualidad también tendrá otras cualidades buenas, es decir, si fulanito es guapo y va bien vestido tiene que ser agradable, bueno, ordenado u honrado. Evidentemente, estas apreciaciones tienen sus límites, según los psicólogos tienen más influencia en cuestiones relacionadas con la competencia social, una influencia moderada cuando se trata de cuestiones relacionadas con la competencia intelectual y, una influencia baja, cuando se tata de cuestiones relacionadas con la integridad, la ética y la preocupación por los demás.

A veces, en cambio, el atractivo puede estar asociado a características negativas. En el caso de las mujeres, antes decíamos que en esto también son tratadas injustamente, las muy atractivas pueden ser juzgadas como más materialistas o vanidosas o menos afectivas y tienen más problemas con un jurado en un juicio en el que tenga un papel destacado el engaño. El psicólogo social Sigelman encontró que mientras los políticos varones atractivos eran más valorados que los políticos feos, en el caso de las mujeres, la tendencia era a la inversa.

Otro dato curioso es que los varones atractivos tienen más interacciones con mujeres y, al tener más práctica, desarrollan un sentido de la competencia social en este campo mayor que los hombres menos atractivos. En cambio, en el caso de las mujeres, no se ha encontrado que quienes eran más atractivas físicamente tuvieran más interacciones con los varones, al contrario, eran menos asertivas y más temerosas en sus relaciones con éstos que las mujeres de menos atractivo.  Cuando leí estos datos me acordé de una historia que me contaba mi tío Rafael acerca de una chica de su barrio que de tan guapa y aparentemente altanera, nadie se atrevía a  entrarla y se quedó, como se decía entonces, para vestir santos. Yo tengo mis reservas al respecto de estos resultados, me refiero a los de las mujeres bellas, mi experiencia y mi sentido común no concuerda del todo con ellos, habría que ver el contexto sociocultural en el que se realizó la investigación que fue elaborada por Reis y colaboradores en 1980-1982. Hay que tener en cuenta que culturalmente las mujeres, en sus relaciones sociales con los hombres, han mantenido un rol pasivo, pero no estoy seguro que entre las generaciones jóvenes esto siga siendo exactamente así.

Pero,  si no eres guapo – ya que parece que ser guapo da indudables ventajas sociales - ¿cómo puedes mejorar tu imagen?.  Cuando nos asociamos con una persona atractiva nuestra imagen pública, en general, sale favorecida[ii]. Así, diversos estudios han demostrado que cuando un hombre aparece acompañado de una mujer atractiva aumenta positivamente la impresión que causa. También parece confirmado que una mujer menos atractiva acompañada de una más atractiva mejora su imagen pública. En cambio, una mujer normalita – por así decirlo - acompañada de un hombre muy atractivo, parece que no tiene la misma repercusión, aunque los resultados de los diferentes estudios no son totalmente coincidentes se suele afirmar que la interfecta queda malparada en su imagen. Aquí también parece que los más de dos mil años de civilización judeocristiana han ido en contra de las mujeres.

Otras  características que favorecen el atractivo de las personas son la afabilidad, la amabilidad y la simpatía. Si además las acompañas con señales no verbales como sonreír, mirar con atención, expresar emociones o con disposiciones actitudinales como mostrar agrado por las personas y las cosas, mucho mejor. Las habilidades sociales como mantener una conversación interesante, demostrar competencia, por ejemplo, saber de lo que se habla, son también ingredientes para aumentar el atractivo de las personas.

El poder, el prestigio social y el dinero, para qué lo vamos a negar, son catalizadores muy importantes del atractivo de las personas, aunque claro no están al alcance de todo el mundo y, menos, con los tiempos que corren. A mayor cantidad de estos atributos en una persona mayor es el atractivo que tiene. El dinero tiene la virtud de embellecer a los más feos y de rejuvenecer a los más viejos sobre todo, cómo no, cuando se trata de varones.

Así que, en general, podemos concluir que la belleza representa una ventaja social cuantificable. Que tiene sus límites, no abre todas las puertas ni te garantiza la gran vida, pero que es un valor añadido en muchas situaciones.

Más o menos cuando estaba de moda la canción de los Sírex, “¡Qué se mueran los feos!”, mi padre, mi madre y yo, fuimos a ver a un prima lejana recién nacida. Todo eran halagos hacia el bebé, “¡qué guapa es!, ¡se parece a su abuelo que tenía los ojos azules!, ¡qué rica, lo pequeña que es y qué gestos hace!, ¡mira que manitas más graciosas!”. Yo contemplaba callado toda la escena pareciéndome que los adultos exageraban. Alguien cometió el error de preguntarme, yo estaba en esa edad en la que no se sabe de convenciones sociales, y dije lo que me parecía el bebé: “¡tiene la cabeza apepinada!”. Todos los adultos arremetieron contra mí, “¡cómo dices esas cosas!, ¡será grosero!”. Pero lo peor fue mi madre, aquella andaluza tremenda a la que echo de menos todos los días de mi vida, me miró con el bebé en brazos y dijo: “es que está pelusón porque la he cogido en brazos”. Aquello aplacó las iras adultas y se oyeron comentarios de comprensión. Yo estaba dolido, no entendía nada porque a mi me importaba un bledo que mi madre lo meciera en sus brazos.

En el coche, de vuelta a casa, mi madre dijo: “¡joer!, qué fea es la niña!”, “bueno mujer es un bebé ya se arreglará” - dijo mi padre. “A la pobre no hay quien la arregle” – y añadió – “espero que tenga suerte en la vida, va tener que ser muy trabajadora”.

Y yo aprendí dos cosas. La primera fue que unas cuantas dosis de hipocresía son necesarias para convivir en sociedad. Y la segunda que siendo feo todo es menos fácil y más te vale ser trabajador.


Juan Carlos Barajas Martínez



A mi amigo David, ingeniero, futuro letrado y sofista. Tan guapo como yo. Al que agradezco infinito sus desvelos por intentar hacer de mí un opositor profesional.




[i] El efecto de mera exposición consiste en el aumento de la disposición favorable de un sujeto hacia un estímulo neutral al aumentar la exposición repetida al mismo. La investigación básica de este efecto fue desarrollada por el psicólogo polaco-americano Robert Zajonc, que consiguió crear actitudes favorables hacia imágenes que carecían de signíficado para los sujetos, como sílabas sin sentido, ideogramas chinos o imágenes de personas. En la vida cotidiana, vivimos experiencias similares muy comunes. Por ejemplo, con la música, que suele gustarnos más cuando la hemos oído repetidas veces, por eso nos machacan en la radio con las mismas canciones. Lógicamente, si anteriormente ya existe una actitud negativa hacia el objeto, las exposiciones repetidas aumentan la negatividad de la evaluación. Por otra parte, la repetición exagerada de la exposición puede llevar a una especie de hartazgo que no favorecería, precisamente, los aspectos positivos de la actitud, sino todo lo contrario.
[ii] De unos años a esta parte, me parece que el primero al que vi de esta guisa fue a George Bush, se suelen poner personas de aspecto agradable sobre todo jóvenes detrás de los atriles desde los que hablan los políticos, de manera que cuando salen en televisión aparecen detrás personas guapas que asienten con la cabeza las proclamas políticas. Ahora los mítines tienen público delante – que vitorea, aplaude y agita banderas - y detrás quien asiente y es guapo.
Nota final: la falange macedónica constaba de 16384 falangitas y el príncipe de "Guerra y Paz" es el príncipe Andrei Volkonsky



Bibliografía:

Psicología Social
Morales, J.F., Huici, C. y cols.
McGraw-Hill
Madrid 1999

Conceptos fundamentales de Sociología
Roberto Garvía
Alianza Universidad, Alianza Editorial
Madrid 2003

Y como curiosidad:


Vídeo de los Sírex y la cancioncita de marras


El libro de Boris Vian del mismo título en la última edición de Tusquets


Cartel anunciador de la película "Que se mueran los feos"


Licencia Creative Commons
¡Qué se mueran los feos! por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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El amor en cualquier tiempo y lugar



Yo le doy mi querer al querer
y lo doy para toda la vida
si quisiera vivir de placer
me buscaría un amor de cantina
Fito y los Fitipaldi
Para toda la vida

La palabra “amor” debe ser de las más usadas en nuestro idioma y, bien pensado, en cualquier idioma de los que se habla en este viejo planeta. Decir “te amo” o decir “te quiero” implica que existe un torrente de buenos sentimientos y afectos desde la persona que expresa la frase hacia la persona que la recibe. Pero estos sentimientos son de carácter distinto según el tipo de relación que exista entre esas dos personas, no es lo mismo que la dirija un hijo a un padre, un madre a una hija o se dirija entre los miembros de una pareja.

En la aproximación científica al estudio del amor también hay de todo. Para algunas  ciencias como la bioquímica o la neurología, el amor es un proceso bioquímico en el cerebro del enamorado en el que intervienen sustancias como la norepinefrina, la dopamina y la feniletilamina, que al parecer nos llevan a ese estado de locura transitoria que han cantado todos los poetas que en el mundo han sido. La psicología se centra en los procesos internos de pensamiento y conductas – a veces lunáticas - que se producen durante el enamoramiento. La sociología y la antropología estudian las formas sociales que se producen como resultado del amor, es decir, las formas de matrimonio ó los tipos de familia que surgen, dependiendo de la sociedad y la cultura a la que se pertenezca y el momento histórico en que se esté.

En este artículo nos vamos a referir al amor de pareja y desde el punto de vista de las ciencias sociales, es decir, un pequeño “pot pourri” de psicología social, sociología y antropología[i].

El psicólogo norteamericano Robert J. Sternberg diseñó un gráfico que ayuda mucho a entender las distintas clases de amor de pareja que existen. Muchas de estas clases de amor, en realidad, son fases por las que van pasando las parejas desde que se encuentran y enamoran hasta el momento en que llevan conviviendo durante años. Vamos a echarle un vistazo:

Gráfico de Stenberg (haced clic encima para ampliar)

Como se puede apreciar en el gráfico Sternberg usa tres variables. La intimidad se refiere al sentimiento de cercanía, afecto y unión con el otro. La pasión consiste en un estado de excitación física y mental que roza, cuando no traspasa directamente, la línea de la obsesión por la otra persona. El compromiso, según Sternberg, consiste en que uno quiere a otra persona sin que haya intimidad o pasión. Para mí manifiesta el deseo de convivir con la otra persona y en mantener vivos y funcionando los productos de esa unión.

Steinberg señala que cada una de las tres variables tiene una evolución temporal diferente. La intimidad se desarrolla gradualmente conforme avanza la relación. La pasión es muy intensa al principio y crece de forma vertiginosa, pero suele disminuir conforme la relación avanza, estabilizándose en valores moderados. El compromiso, por último, crece despacio al principio y se estabiliza cuando las recompensas y costes de la relación aparecen con nitidez.

Empecemos con el amor romántico, amor apasionado o enamoramiento. Tal y como señala Steinberg y nuestra propia experiencia, suele producirse en los primeros tiempos de una relación, que es cuando la pasión es más intensa. En nuestra sociedad, en el momento actual, es el modelo cultural del amor, el prototipo. Es el amor de las películas, de las teleseries y de las novelas rosa, de manera que – cuando la gente piensa en el amor de manera abstracta – es muy probable que esté pensando en el amor romántico. En el pasado – y en otras culturas en la actualidad -, cuando había mucho más condicionantes socioeconómicos y religiosos en este asunto del amor, el romanticismo quedaba circunscrito al ámbito de la novela o de la canción.

Los psicólogos Hatfield y Walster definen el amor pasional como un estado de intenso deseo por la unión con otra persona. Según estos autores las características de este tipo de amor serían, en primer lugar, un estado cargado de emociones y excitación fisiológica. Este estado de excitación emocional se ciñe fundamentalmente a la persona amada pero se extiende a casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Si el amor es correspondido todo parece más bonito, el invierno parece primavera y permaneces en un estado de felicidad casi completa.

En segundo lugar, el pensamiento del enamorado se dirige con mucha frecuencia hacia la persona amada, se tiende a idealizarla, a difuminar sus defectos  y a desear conocerla en profundidad.

Y, por último, la conducta. Se expresa afecto verbalmente, gestualmente y físicamente mediante besos y caricias y, según el antropólogo Desmond Morris, se manifiestan ciertos rasgos de conducta infantil. Se hacen manifestaciones materiales de cariño como regalos, se ayuda al otro en sus tareas o se proporciona apoyo emocional y moral.

Pero, ¿por qué se enamoran las personas?. Hay diversas explicaciones. Algunas hacen referencia a los orígenes evolutivos del amor, que está orientado a la búsqueda de la pareja adecuada para la procreación, la retención de ésta y el cuidado de la prole. Otros, como los ya citados, Hatfield y Walster, hacen hincapié en procesos psicosociales, en los que son muy importantes la cultura y sociedad en la que se vive. Yo personalmente creo que hay un substrato biológico muy importante, no olvidemos nuestra naturaleza animal y no lo digo de manera peyorativa ya que es muy divertido dejar salir de vez en cuando al primate que llevas dentro, pero la influencia social es tremendamente importante. Por eso la ceremonia de cortejo, los cánones de belleza, la formas de emparejamiento y todo lo relacionado con el amor en general, es tan diferente de una cultura a otra y si se lee un libro de antropología o ves ciertos documentales del National Geographic encuentras a este respecto las conductas más sorprendentes que puedas imaginar. Es tremendamente divertido.

Si la relación avanza, nos encontramos con el amor completo o con el amor compañero, o bien, en una primera fase se vive el amor completo para pasar al amor compañero pasados algunos años de convivencia.

El amor completo es el amor perfecto o casi perfecto, combina los tres componentes definidos por Steinberg, es bastante difícil de alcanzar pero todavía es más difícil de mantener en el tiempo. Suele producirse en los primeros años de relación, cuando una vez superada la fase de enamoramiento o de amor romántico con éxito, se adquieren compromisos de pareja con más o menos formalidad dependiendo de la cultura a la que se pertenezca, desde el matrimonio hasta emparejamientos con mayor o menor formalidad jurídica.

Con el paso del tiempo, los problemas cotidianos, los roces de convivencia, el simple devenir del tiempo, la rutina, la llegada de los hijos o, como dicen los expertos en bioquímica, que el cerebro se acostumbra a las drogas que el mismo secreta o, simplemente, deja de secretarlas, la pasión disminuye y, si se mantiene el compromiso y la intimidad, se alcanza el estado de amor compañero.

En el amor compañero existe una gran preocupación por la felicidad y el bienestar del otro, existe una profunda unión, se comparte todo, posesiones, conocimientos e intimidad. El tono emocional del amor es más moderado que el del pasional, aunque esto no quiere decir que la intensidad del amor sea menor, simplemente que la ternura, el afecto o la satisfacción son emociones más comunes que las pasiones extremas. Este tipo de amor es el típico de las relaciones duraderas, de los matrimonios que cumplen bodas de plata y oro.

En aquellas culturas en las que los matrimonios se conciertan por las familias, como pasaba antaño por estos lares, se puede alcanzar este estado sin pasar por la pasión. Y no resisto la tentación de comentar en este punto que, según nos dice la sociología de la familia, este modelo cultural actual del amor romántico muchas veces no alcanza el compromiso con lo que, una vez desaparecida la pasión, unido al hecho de que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha traído su independencia económica y de que la sociedad civil se ha secularizado y el refuerzo religioso de ciertas conductas es mucho menor, es muy común que la pareja se desinfle. Sólo hay que mirar las estadísticas de separaciones y divorcios. Sin compromiso, a las primeras de cambio, cuando vienen los problemas, muchas parejas se truncan. Sin embargo, aquellas que están construidas en base al compromiso, como aquéllas que en ambientes rurales formaban nuestros bisabuelos, en las que las familias eran auténticas unidades económicas de producción, los vínculos eran muy fuertes, y las separaciones muy raras. No hay nada que una más que la propia supervivencia.

El amor fatuo es el que acaba en matrimonio enseguida, sin dar tiempo a que nazca la intimidad. Aunque se da en la realidad, es bastante hollywoodiense pues es el argumento de muchas películas del género de la comedia romántica. El ejemplo que se me ocurre es el del típico fin de semana en Las Vegas en el que un pastor de una iglesia inconcebible vestido de Elvis Presley casa al protagonista con una corista maziza de la que se ha prendado. ¿A que este patrón es reconocible en series de televisión y películas?.

El amor vacío es el amor de conveniencia, solo hay compromiso. Ambos cónyuges mantienen la relación sólo por motivos económicos o sociales, pero mantienen en la realidad vidas separadas, al menos en el ánimo. Si desaparece la causa o causas del compromiso, no queda nada que les una. El ejemplo típico sería el matrimonio burgués que mantiene la pareja por el “qué dirán” o por motivos económicos, pero también sería buen ejemplo, el matrimonio de conveniencia para resolver problemas de inmigración.

Del cuadro de Steinberg sólo restaría definir el hecho de gustar y el encaprichamiento. Gustar es un estado previo, existe cierto cariño y amistad que lleva a la sinceridad y al intercambio de confidencias, presentando cierto nivel de intimidad. El que esta situación de gustar pase a mayores ya es harina de otro costal. La cosa puede quedar en el trágico – sobre todo si el rechazado está realmente enamorado – del “Fulanito – o Menganita – es muy majo, pero …”. Ese “pero” tiene mucha semántica.

El encaprichamiento es también evidente, es el amor pasional puro, sin intimidad ni compromiso, es un viaje directo a la carnalidad que pronto se sacia y se termina después de nueve semanas y media. Aún así se pueden cometer las mayores estupideces en este estado.

Hasta ahora hemos visto los distintos tipos de amor de pareja basándonos en el gráfico de Sternberg, el artículo no quedaría completo sin comentar rápidamente las causas más comunes de ruptura, aún a riesgo de que reprochen – no sin razón – de que el artículo es demasiado largo.

¿Por qué se separan las parejas?, ¿qué pone fin al amor?. Existe todo un catálogo de razones que los psicólogos sociales han identificado en sus estudios. Los celos, la insatisfacción con la vida en pareja, la intimidad e implicación en la relación, la rutina y el aburrimiento, la evaluación negativa.

Estar celoso es un estado emocional negativo provocado cuando una persona percibe que su relación amorosa con otra se ve amenazada por una tercera, sea esta real o imaginaria. Los estudios realizados indican que las emociones típicas en estas situaciones son la ansiedad, la tristeza y la ira. La evidencia empírica indica que los celos tienen más probabilidad de presentarse en personas con baja autoestima.

Curiosamente los celos están muy mediatizados por la cultura a la que se pertenece, cuestiones que en una sociedad son fácilmente disculpables en otra son casi crímenes. Por poner un ejemplo curioso las fantasías sexuales con otras personas dejaban indiferente a los miembros de las culturas eslavas, sin embargo, los holandeses se ponían muy celosos, en cambio, bailar con otro cabreaba mucho a los eslavos y los holandeses ni se inmutaban. Eso entre dos culturas judeocristianas europeas, imaginaos las diferencias con respecto a las tribus de Papua-Nueva Guinea.

Otra cuestión curiosa y bastante controvertida entre los diversos autores se produce en torno a las diferencias de actitud ante los celos entre hombres y las mujeres. Diversos estudios indican que las mujeres experimentan con mayor probabilidad celos cuando sus compañeros desvían recursos hacia otra mujer, mientras que los hombres aparecen más preocupados por la infidelidad sexual[ii]. En todo caso, la infidelidad es un camino directo hacia la ruptura, pocas personas la aguantan.

El grado de implicación en la relación que percibe cada miembro de la pareja respecto del otro es, según los estudios, una de las variables más importantes en el mantenimiento duradero de dicha relación. Todo esto teniendo en cuenta que, según un principio psicológico básico, tendemos a dar más importancia a nuestras aportaciones que a las de los demás. Según la Teoría de la Equidad de Hatfield y Traupmann, la gente en una relación compara sus costes y beneficios con los de la otra persona. Si ambos están equilibrados, la relación produce satisfacción y, como resultado, tiene estabilidad.

Otra variable importante es la comunicación. Cuanto más expresan sus pensamientos y sentimientos, cuanto más afecto y comprensión muestran, más le hacen saber al otro que empatizan con él y suelen ser parejas más felices.

También es importante la semejanza. Las parejas funcionan mejor si proceden de ambientes culturales parecidos - las relaciones entre personas de nacionalidad distinta tienen que vencer barreras culturales -,  o de niveles de formación y socioeconómicos  semejantes. Además las parejas, de modo inconsciente, suelen ajustarse para alcanzar un mayor nivel de semejanza, se produce un proceso de cesión al otro de ciertas características de su personalidad. En castellano tenemos el refrán muy descriptivo de esta situación: “dos que se acuestan en el mismo colchón acaban siendo de la misma condición”.

La rutina y el aburrimiento es otra de las causas comunes de ruptura, si no causa directa si puede ser catalizador de otras causas más directamente implicadas en una separación. Aunque se suele citar mucho en las encuestas, no hay muchas experimentos que hayan corroborado está característica. Al parecer, lo que si se ha podido medir en lo estudios, es que las parejas que hacen muchas cosas juntos y tienen muchos en común tienen más probabilidad de durar.

Y por último, hay que hablar de la evaluación negativa. Todos hemos visto algún caso de este fenómeno. Cuando una pareja ya lleva años de convivencia y hace tiempo que pasó por la fase pasional, los defectos del otro – antes ocultos por el velo del enamoramiento – se hacen patentes. Pero, en vez de comprender y aceptar y tener en cuenta que no todos somos perfectos o intentar arreglarlo con la comunicación, se comentan en público, haciendo público escarnio del otro. Este es un camino directo y seguro hacia el conflicto o, cuando menos, un ataque a la autoestima del otro.

Yo no soy nadie para dar consejos, lo que a mi me ha ido bien, no tiene por qué funcionar en otros casos, mis intereses personales, mis carencias, mis virtudes y mis necesidades se acaban en mí, así que no puedo proporcionar una receta mágica para que las parejas funcionen. De todas formas hay una serie de consejos universales que los padres suelen comunicar solemnes a los hijos cuando se casan: el amor, el cariño, la ternura, la complicidad, el respeto mutuo.

Yo añadiría a esa receta dos ingredientes, el primero – se lo oí a Glen Close en una película – todos tenemos días malos. Pues hay que procurar tenerlos en días distintos a tu pareja y comprender cuando el otro está encerrado o atrapado en uno de esos días. El segundo, se lo oí a Paco Rabal en una entrevista, él – que por lo que cuentan no fue un buen ejemplo de marido y en absoluto me parece una conducta a imitar – decía que se había reenamorado varias veces de su mujer a lo largo de la vida. Y reflexionando me dí cuenta de que yo me había reenamorado también varias veces de la mía, no con la pasión de la juventud pero si volviendo a amar todo aquello  que tiene de maravilloso, que es mucho. Quizás ese sea el secreto de una relación larga.


Juan Carlos Barajas Martínez


A Marisa, mi esposa, mi mujer, mi vida.

Bibliografía:

Morales J.F., Huici, C. y cols.
Psicología social
McGraw-Hill
Madrid 1999

Luis Garrido y Enrique Gil Calvo
Estrategias Familiares
Alianza Editorial
Madrid 1993


Notas:

[i] Este artículo está centrado en el amor entre dos personas de distinto sexo. En el caso de la homosexualidad – según autores como Peplau y Gordon citados por Morales y Huici - el proceso es muy parecido, si bien algunos aspectos de tipo cultural, y social, por ejemplo, las actitudes de rechazo, influyen en el desarrollo de la pareja y en sus manifestaciones.
[ii] La razón para esta conducta diferente estriba, según los psicólogos evolucionistas, en los diferentes roles que hombres y mujeres han desempeñado durante la evolución de la especie. El hombre más preocupado con su herencia genética y la mujer más preocupada por la supervivencia de su prole



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