La democracia como mercado político

 

Resumen

En el texto que va a empezar a leer se describen las bases del proceso electoral y del comportamiento político en el sistema de partidos como si de un mercado se tratara. Un mercado que, en vez de intercambiar bienes y servicios por dinero, se intercambian (según la definición de Schumpeter) promesas electorales por votos

Este artículo tiene la intención de divulgar un modelo del proceso político que puede ayudar a entender el comportamiento político y electoral, por tanto, no tiene la intención de ser un estudio científico. Eso sí, como siempre en este blog, se ha intentado un compromiso entre el rigor y la claridad.

Es una versión actualizada del artículo “La playa de los seis carritos de los helados” escrito en 2012.

Abstract

The text you are about to read describes the basis of the electoral process and political behavior in the party system as if it were a market. A market in which, instead of exchanging goods and services for money, electoral promises are exchanged (according to Schumpeter's definition) for votes.

This article is intended to disseminate a model of the political process that can help to understand political and electoral behavior, therefore, it is not intended to be a scientific study. However, as always in this blog, a compromise between rigor and clarity has been attempted.

It is an updated version of the article "The beach of the six ice cream carts" written in 2012.

Índice

  • El mercado político, sus intercambios y sus fallos
  • El símil de la playa y los carritos de los helados
  • Aplicación del modelo a la política española

 

El mercado político, sus intercambios y sus fallos

El siglo XX fue el siglo de la economía. El dinero ha sido la medida de todas las cosas, el afán de lucro ha sido el motor que ha movido todo lo que es susceptible de ser móvil. Los mercados lo gobiernan todo, son el nuevo ídolo, el becerro de oro, ponen y quitan gobiernos, se autorregulan, se autorregeneran, son anónimos, no responden ante nadie, nunca se equivocan y su palabra es la ley.

El siglo XXI lleva el mismo camino, aunque probablemente – como dice Ernst von Weizsäcker (1) – cuando esté ya bien entrado, allá por 2040 por poner una fecha, se convierta en el siglo de la ecología. Llegado ese momento, cuando – debido a las consecuencias del calentamiento global - una botella de agua mineral cueste lo que una de buen cava, entonces no nos quedará otra que ser ecologistas. Claro que a buenas horas.

Así las cosas, no es de extrañar que en la última centuria la ciencia económica haya sido la más considerada de entre las ciencias sociales y que su influencia haya traspasado los límites de éstas y que algunas teorías económicas hayan sido adoptadas en la ciencia política, la sociología o en la historia. Uno de estos casos es el del estudio de la democracia como un mercado político.

El primero que escribió sobre esto fue Schumpeter (2). Partiendo de la definición de mercado como un mecanismo de decisión colectiva, es decir, de asignación de recursos escasos a fines diversos mediante la interacción entre varios actores, Schumpeter define el mercado político como un lugar donde se intercambia principalmente las promesas políticas de los candidatos por votos de los electores.

Otros intercambios presentes en el mercado del voto serían: los apoyos financieros y organizativos de los militantes de un partido o de un grupo de presión por concesiones en el programa político, los intercambios de gestión de los altos burócratas por partidas presupuestarias concedidas por los gobiernos electos, los intercambios de favores entre un gobierno central y los gobiernos regionales y muchos más intercambios menos obvios que el de propuestas por votos.

Y como todos los mercados, excepto el modelo teórico de los economistas sobre el mercado de competencia perfecta, presenta fallos de mercado.

Aparentemente, el mercado político en democracia tiene una ventaja inicial con respecto al mercado económico, la distribución inicial de los recursos es igualitaria, ya que cada ciudadano tiene un mismo poder: un voto. Sin embargo, en la práctica sabemos que no todo el mundo obtiene las mismas recompensas por su voto, no todos los individuos con derecho a voto tienen la misma capacidad de obtener satisfacción o utilidad, es más, la mayoría nos quedamos frustrados, si no la noche de recuento electoral porque el partido de nuestras preferencias ha ganado, sí nos defraudamos unos meses después cuando vemos que el partido del gobierno no cumple con nuestras expectativas.

El número de partidos es siempre limitado y mucho menor que el número de electores, por lo tanto, no se pueden satisfacer todas las aspiraciones de todos los electores. De tal forma que éstos deben elegir el que se parece más a su modelo de cómo debería gobernarse su país, su región o su ciudad dependiendo de tipo de elección de que se trate. Por lo tanto, se trata de la crónica de una frustración anunciada, en algún momento de la legislatura, más pronto que tarde, una medida o un acto del gobierno te defraudará, es prácticamente imposible que un gobierno – aunque tú lo hayas votado – responda siempre según los criterios que tu habrías elegido en el caso de que tú mismo fueras el gobierno. Y todo esto suponiendo que todos los electores son perfectamente racionales, tienen una información perfecta sobre todos los entresijos de la política, y los partidos y políticos son perfectos. En política, ni el más teórico de los modelos de mercado puede ser de competencia perfecta.

Así que en la práctica no se trata tanto de elegir a tu partido ideal como de elegir al que según tu criterio es el menos malo y no se trata de si te vas a decepcionar o no, sino de hasta qué punto te van a defraudar y en cuánto tiempo lo van a hacer.

Para entender todo este entramado, para comprender cómo sólo puede haber un número limitado de partidos y cómo compiten entre sí, los politólogos que han seguido este enfoque del mercado político han concebido un símil o metáfora muy ilustrativo: la playa y los carritos de los helados.

 

El símil de la playa y los carritos de los helados

Imaginemos una de esas playas a las que vamos todos los veranos. Yo soy madrileño, y como todos los de Madrid, soy un amante de las playas, razones geográficas nos obligan a serlo. En esa playa imaginaria se encuentran tumbados debajo de sus sombrillas grupos de bañistas.

Normalmente los jubilados y las familias con hijos pequeños, de esos de cubo y pala, que se levantan pronto, ocupan los lugares más próximos al agua, y los bañistas jóvenes, más amigos de las copas y aventuras nocturnas y que se levantan por tanto más tarde, van ocupando los lugares más alejados de la orilla y más próximos al paseo marítimo. En cualquier caso, los bañistas van ocupando uniformemente la playa, empezando por la orilla y centro.


A esa playa llega un vendedor con su carrito de los helados. Por ejemplo, ese señor de la foto que ilustra este artículo y que, según el diario El Mundo, fue el primero que hubo en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1892. Se llamaba José Bornay. ¿En qué posición le sería aconsejable a situarse para vender el mayor número posible de helados? Si no introducimos más variables que el coste de recorrer la distancia desde la toalla hasta el carrito es obvio que, para convencer al mayor número posible de bañistas, lo mejor para el Sr. Bornay sería situarse en el centro de la playa.

Supongamos ahora que, al reclamo del gran número de helados vendidos por el Sr. Bornay, se acerca a la playa de Sanlúcar un segundo vendedor. ¿Cuál será su posición ideal? Como cada uno de los vendedores intentará convencer al máximo número de bañistas colocándose de manera que éstos recorran la mínima distancia hacia el helado, lo lógico será que se sitúen relativamente próximos hacia el centro de la playa.

Si viniera un tercer vendedor, en primer lugar, el Sr. Bornay añoraría aquel año de 1892 en el que estaba sólo y, en segundo lugar, se abriría una batalla entre los vendedores ya que los tres desearían permanecer en los aledaños del centro de la playa pero ninguno querría quedarse en medio.

Ahora si sustituimos los bañistas por electores y los carritos por partidos tenemos el comportamiento electoral. Los partidos persiguen la obtención del máximo número de votos, así como los vendedores persiguen la venta del máximo número de helados. Lo electores deciden sobre todo en función de la “distancia” entre su posición favorita y las posiciones de los partidos en el espacio político izquierda-derecha. Los electores tienen preferencias situadas en posiciones relativamente estables de la misma forma que los bañistas suelen colocar las toallas casi en los mismos sitios todos los días, es cuestión de querencia.

Los partidos disponen de mayor movilidad a corto plazo que los votantes-bañistas, ya que pueden modificar sus promesas electorales o seleccionar nuevos temas de campaña de la misma manera que el vendedor puede coger el carrito y moverse un poco más a la izquierda o a la derecha.

La oferta en número de partidos es limitada, muchos carritos en la misma playa no venderían ni un ochavo y no merecería la pena ir a pasar calor a la playa sin bañarse – algo que para mí sería una tortura-. Y, por último, los partidos/carritos ocupan posiciones de equilibrio centristas y próximas entre sí.

En los modelos de competencia entre dos partidos, las posiciones de éstos se sitúan en torno a la mediana de la distribución de las preferencias de los electores. El resultado suele ser robusto, tanto para sociedades en las que prima el consenso como para sociedades polarizadas, produciéndose una convergencia de políticas en torno a posiciones moderadas y posiciones más o menos centristas.

Con tres partidos se suele producir situaciones estables con un partido más a la derecha o más a la izquierda y con menos votantes, si dos partidos intentan ocupar el mismo lugar la competencia elimina a uno de los dos volviendo a la situación de dos partidos.

Existen modelos de más de cuatro partidos en los que el equilibrio se encuentra situándose a pares a ambos lados del espectro político. Cuantos más partidos hay las posiciones de equilibrio son más difíciles de encontrar y los modelos son más cambiantes y menos duraderos.

Aplicación del modelo a la política española

En España, después de casi veinte años de bipartidismo imperfecto se desarrolló, a mediados de la década pasada, un sistema político multipartidista fruto de una crisis en la sociedad española a consecuencia del crack económico de 2008.

No es mala la metáfora la de la playa pues España tiene 7.780 km de costa. Podríamos considerarla como una larga playa con muchos carritos de helados: PP (3), PSOE (4), Unidas Podemos(5), Más País (6),  Ciudadanos (7), Vox (8), nacionalistas catalanes y nacionalistas vascos.  Estos últimos grupos, subdivididos también en el eje de izquierda-derecha, sólo están básicamente interesados en las playas catalanas y vascas lo que descoloca un poco el modelo a nivel nacional, se podría hacer un estudio específico para esas Comunidades Autónomas.

Sin ánimo de ofender o minusvalorar, con el fin de simplificar - se trata de divulgar no de hacer ciencia - vamos a escoger las fuerzas políticas de ámbito nacional, con lo que nos quedamos con ocho carritos de helado. Incluso podrían ser nueve si tenemos en cuenta las tensiones internas entre Izquierda Unida y Podemos, pero hemos dicho que estamos simplificando.

Es grande la potencia de este modelo de la playa, en el artículo anterior, escrito en 2012, dejábamos entrever la posible desaparición de la UPyD (a pesar de haber irrumpido con fuerza en el parlamento) en base a que no es nada fácil nacer y desarrollarse en el centro político teniendo que luchar por hacerse un hueco contra dos poderosos carros de helados; uno al centroizquierda, el PSOE, y el otro al centroderecha, el PP.

En aquel momento ya habían desaparecido dos partidos en ese espacio político: la UCD y el CDS. Y parece que la historia se confirma una vez más con Ciudadanos.

En cambio, es mucho más estable con dos partidos consolidados en el centro, situarse a la izquierda o a la derecha de éstos. El espacio político de Izquierda Unida (y sucesores) se ha mantenido estable a lo largo de los años y parece que Vox ha encontrado un hueco a la derecha del PP, a pesar de que los conservadores han intentado con mucho esfuerzo atraer a los bañistas situados en el ala más derechista de la playa.

Si echamos un vistazo al último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) (9) encontraremos una pregunta muy interesante para el asunto que tratamos. El CIS pregunta al encuestado que se sitúe en una escala ideológica del espectro político entre izquierda y derecha, el valor 1 es lo más a la izquierda posible, el valor 10 lo más a la derecha que se pueda ser. No hay referencia directa a los partidos políticos.




En el siguiente gráfico muestro más claramente este espectro político relacionando esta escala de auto colocación ideológica con los partidos políticos. Trazo unos segmentos de colores que abarcan la parte del espectro ideológico en el que tradicionalmente buscan sus votos los partidos, sus zonas objetivo, ojo, no se trata de colocarlos ideológicamente según sus políticas sino de dónde creen que pueden sacar sus votos, lo que se ha venido a describir con la metáfora pesquera: caladeros políticos.


Si empezamos por la izquierda del PSOE - que he preferido no especificar porque nunca se sabe si van a ir juntos o separados - podemos observar que se centran entre los valores 1 y 4 de la escala del CIS, lo que representa el 38,5% de los bañistas/electores y representaría su techo electoral. Esta situación es estable para ellos pues no tienen que competir en la parte más izquierdista del espectro. Sus problemas principales están relacionados con la división entre distintas fuerzas políticas que componen esta tendencia y la lucha contra la abstención (negarse a comprar helados) que es muy alta en esta zona de la playa.

Los socialistas del PSOE intentan vender sus helados en el espacio central de la playa y en la parte izquierda de la misma cercana al centro, su techo sería entonces de un 58,9% de los electores. Tienen una fuerte competencia en el centro, pues allí sus proclamas tienen que hacerse un hueco entre las de Ciudadanos y el Partido Popular, no obstante, tienen una situación sólida en la izquierda moderada lo que le permite tener resultados estables y ser un candidato permanente al gobierno.

Los conservadores del PP han estado muy cómodos durante décadas como único partido de la derecha, tan solo le salían rivales por el centro político. Su zona objetivo está compuesta por un 51,2% de los electores. La aparición de Vox compitiendo por su derecha ha supuesto una reordenación de sus expectativas, han intentado en primera instancia discutir ese espacio y al comprobar que Vox tiene suficiente solidez para resistir, ha normalizado ideas de derecha extrema y ha llegado a pactos de gobierno en el ámbito regional y local, lo que le ha permitido seguir gobernando a pesar de su pérdida electoral.

Tiene pinta de que Vox ha entrado en la política española para quedarse, al menos por un tiempo considerable. Soplan vientos de extrema derecha en toda Europa y el caso del Frente Nacional francés nos indica hasta que punto pueden normalizarse ciertas ideas que en otros momentos serían consideradas como agresiones a la ciudadanía y a la democracia, y de cómo han encontrado una posición fuerte y estable en el panorama electoral francés.

Vox busca sus votos en el sector más derechista de la población lo que supone un 21% de los posibles electores, incluso más, si tenemos en cuenta que una cosa es la imagen que cada uno tiene de su propia ideología y otra lo que realmente piensa y … vota, que es el concepto en el que se basa la pregunta del CIS. En las elecciones de 2019 obtuvieron un 15% de los sufragios. En cualquier caso, tienen una posición y un espacio estable a la derecha del PP.

Nos queda Ciudadanos. Este partido nació como un partido de centro, incluso con alguna presunción de socialdemocracia claramente desmentida por el día a día de la política y con un historial de lucha contra la independencia de Cataluña que era muy atractivo en el resto de España. Después de obtener unos resultados electorales impresionantes en las elecciones generales de abril de 2019 con 50 diputados, se hundió en las de noviembre del mismo año quedándose con 10 como consecuencia de abandonar el centro político, competir en la derecha y seguir planteamientos electorales que carecían de coherencia política.

Su espacio natural es el centro y la derecha, lo que representa según los datos del CIS, casi el 50% de los electores, un objetivo muy atractivo si no tuviera que competir con todos los partidos políticos a excepción de los de la izquierda del PSOE. Es un espacio electoral difícil, en el que coexisten partidos con mucha tradición y peso. En consecuencia, su discurso político intenta contentar a todos y pierde consistencia. No veo un futuro muy halagüeño para la formación naranja, como hemos visto en el símil de la playa, el centro es un mal sitio para el nacimiento de un partido político.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Notas

  1. Enrst Ulrich Von Weizsäcker (nacido el 25 junio de 1939 in Zürich, Suiza) es un científico y político ecologista alemán.
  2. Joseph Alois Schumpeter (Trest, Moravia, 8 de febrero de 1883-Taconic, Salisbury, 8 de enero de 1950)​ fue un destacado economista austro-estadounidense, ministro de Finanzas en Austria (1919-1920). Estudió en la Universidad de Viena y fue discípulo de Eugen Böhm von Bawerk y Friedrich von Wieser. Enseñó economía durante años en las universidades de Viena, Czernowitz (actual Chernovtsi, Ucrania), Graz y Bonn a partir de 1909. Se radicó en Estados Unidos en 1932 y allí fue profesor de la Universidad de Harvard hasta su fallecimiento en 1950.  Destacó por sus investigaciones sobre el ciclo económico y por sus teorías sobre la importancia vital del empresario, subrayando su papel en la innovación que determinan el aumento y la disminución de la prosperidad. Popularizó el concepto de destrucción creativa como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones. Predijo la desintegración sociopolítica del capitalismo, que, según él, se destruiría debido a su propio éxito.
  3. El Partido Popular (PP) es un partido político liberal conservador español situado entre el centroderecha y la derecha política. Fue fundado el 20 de enero de 1989 para sustituir la antigua Alianza Popular (AP).15​ Entre los años 1996 y 2004, así como entre los años 2011 y hasta 2018, fue el partido que ocupó el Gobierno de España, bajo los mandatos de José María Aznar y Mariano Rajoy, respectivamente.
  4. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) es un partido político español que se sitúa en la centroizquierda del espectro político. Desde el 18 de junio de 2017 está dirigido por el secretario general Pedro Sánchez, proclamado durante la celebración del XXXIX Congreso del partido. 
  5. Fundado en 1879 por Pablo Iglesias Posse, durante cien años se definió como un partido de clase obrera, socialista y marxista, hasta el Congreso Extraordinario de 1979, en el que abandonó el marxismo como definición ideológica. Se convirtió en uno de los dos partidos políticos mayoritarios de España, junto con el Partido Popular, habiendo gobernado el país durante la mayor parte del régimen constitucional iniciado en 1978, con las presidencias de Felipe González (1982-1996), José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) y Pedro Sánchez (2018-actualidad).
  6. Unidas Podemos (conocida por las siglas UP y, oficialmente, Podemos-IU),30​ previamente conocido como Unidos Podemos, es un espacio político y coalición electoral española de partidos políticos situados en la izquierda del espectro político formada en 2016. Desde enero de 2020, participa en el Gobierno de España a través de una Vicepresidencia y cuatro Ministerios. Desde su creación, el líder del espacio político fue Pablo Iglesias Turrión, líder también de Podemos, hasta su dimisión el 4 de mayo de 2021, cuando el liderazgo del espacio fue asumido por Yolanda Díaz, exmilitante de Izquierda Unida y militante del Partido Comunista de España.
  7. Más País es un partido político de izquierda con tendencias ecologistas presentado el 25 de septiembre de 2019 por exmilitantes de Podemos.
  8. Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía ​(Cs; anteriormente, C's) o simplemente Ciudadanos, es un partido político español fundado en 2006 en Barcelona, con germen en la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya. Es actualmente un partido de ámbito nacional, con representación en el Parlamento Europeo,​ el Senado y el Congreso de los Diputados,​ diversos parlamentos autonómicos​ y numerosos ayuntamientos.
  9. Vox («voz» en latín) ​ es un partido político español fundado a finales de 2013. Su presidente es Santiago Abascal, su vicepresidente es Jorge Buxadé y su secretario general es Javier Ortega Smith. Vox está calificado por especialistas como de ultraderecha, de derecha radical populistan. 7​ o de extrema derecha,​ aunque algunos medios de tendencia conservadora lo sitúan en la derecha del espectro político.
  10. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es un organismo autónomo, adscrito al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, cuyo fin es el estudio científico de la sociedad española, normalmente a través de la elaboración de encuestas periódicas, por propia iniciativa del Centro o por petición de otros organismos. Desde enero de 2009 el CIS difunde gratuitamente, a través de su página web, todos los archivos de microdatos de las encuestas realizadas por el Centro, junto con la información necesaria para su utilización secundaria por parte de analistas e investigadores. Además de su actividad de realización y archivo de encuestas (a las que se suman algunas investigaciones cualitativas) el CIS edita una revista de investigación, la Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis) y diversas colecciones de libros especializados en distintas materias de las ciencias sociales. Asimismo, el CIS organiza anualmente un Curso de posgrado de formación de especialistas en investigación social aplicada y análisis de datos y mantiene abiertos diversos programas de fomento de la investigación social.

Bibliografía:

Andrés de Blas Guerrero, Jaime Pastor Verdú: Fundamentos de Ciencia Política, UNED, Madrid 1997

Ernst U. Von Weizsäcker: Política de la tierra, 3ª edición, Madrid 1992

Irene Delgado Sotillos, Lourdes López Nieto: Comportamiento Político, Partidos y Grupos de Presión, Sociología Electoral, UNED, Madrid 2004

Centro de Investigaciones Sociológicas: Bárometro de abril de 2022, Madrid 2022


Licencia Creative Commons

4 comentarios:

  1. Magnifico análisis y magnífico el símil utilizado.
    Realmente creo que tu análisis es muy certero. Estando de acuerdo en todo, como siempre, me da la sensación que lo más difícil ha debido ser mantener una postura "equidistante", por decirlo de algún modo.
    Enhorabuena

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues si, ese es el drama del científico social: el esfuerzo por mantener la neutralidad

      Eliminar
  2. Cuando he empezado a leer, me ha parecido percibir una sensación de pesimismo por tu parte. Cosa que he rechazado rápidamente pues soy un optimista recalcitrante, pero me ha hecho pensar en ello.
    Algo tendré que decir al respecto.
    Abrazote.
    Por cierto, el de antes y el de ahora solos el mismo: Juancho.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, casi todo en la vida son elecciones acerca de la solución menos mala, raramente tienes que elegir entre algo bueno y algo mejor todavía. Desde luego, en política, como digo en el artículo, las opciones no pueden contentar a todo el mundo. Es como conseguir un programa de ordenador que no contenga fallos, sabemos que es matemáticamente imposible, pero intentamos lograr al menos un cierto nivel de calidad. Con esto quiero llegar a la cuestión del pesimismo, más que pesimismo es la convicción de que no se puede llegar a la perfección y mucho menos en política.
    Un abrazo Juancho

    ResponderEliminar