La salud de la
democracia, cualquiera que sea su tipo y su grado, depende de un mísero detalle
técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario
Mucho éxito ha tenido en nuestra
prensa el bautizar las próximas elecciones generales como generalísimas
aprovechando la fecha en que se van a celebrar, el próximo 20 de noviembre
fecha de la muerte de Franco, y el título que ostentaba de generalísimo de los
tres ejércitos.
La verdad es que si hay la
sensación de que van a ser especialmente importantes dada la situación de
España - acosada por la barbarie financiera - de manera que, más que generales,
las elecciones se nos aparecen como generalísimas. Pero se refiere al acto en
si envuelto en la fatalidad de la crisis porque, por otro lado, parece que todo
el pescado está vendido y que van a resultar con un triunfo más que holgado del
Partido Popular.
La ciencia política en España lo
tiene relativamente fácil - nada que ver con Bélgica o Italia que son políticamente muy complicadas - para el
estudio del sistema político, desde hace unos veinte años padecemos de un
bipartidismo imperfecto. El término imperfecto no tiene relación con los partidos,
aunque evidentemente lo son, sino porque existe un grupo de partidos
minoritarios, algunos de implantación regional, que sirven de bisagra en la
formación de mayorías. Un bipartidismo perfecto sería el sistema de partidos de
los Estados Unidos en donde los terceros en discordia no cuentan para nada, ya
que no tienen ninguna representación parlamentaria, aunque haberlos si que los
hay, incluso tienen un Partido Comunista con una entrada en la Wikipedia y una página
Web propia.
Además el comportamiento
electoral sigue un patrón que se viene repitiendo y que pasa porque el Partido
Popular cuenta con una masa fiel de votantes que ronda los 10 millones. De esta
manera en 2000, obtuvo 10.300.000 votos y logró la mayoría absoluta, en 2004,
obtuvo 9.760.000 y perdió, y en 2008, 10.030.000 y volvió a perder. En cambio
el Partido Socialista, dentro de que también tiene su público fiel, ha tenido
subidas y bajadas importantes, en 2000, obtuvo casi 8.000.000 votos y en 2004,
11.000.000. Esos votos de menos no se transfieren, o se transfieren en baja
proporción a otros partidos, en su mayoría van hacia la abstención. Luego el
escenario electoral que se repite en las últimas legislaturas es que el Partido Popular mantiene su público y es el
Partido Socialista el que gana o pierde las elecciones.
Según los expertos en sociología
electoral las campañas tienen una influencia limitada, ya que es seguida sobre
todo por los electores con mayor compromiso e interés político. Si esto es así
y, dado que las encuestas favorecen con amplitud al Partido Popular, no tendría
que haber sorpresas y la única cuestión a dilucidar es si alcanzará la mayoría
absoluta o no, o como llega a aventurar alguna que otra encuesta, si llegarán a
obtener las 3/5 partes de los escaños. Ya veremos, porque las encuestas son
encuestas y no elecciones y porque todavía a fecha de hoy hay un 24% de
electores que votaron socialista y ahora se encuentran indecisos.
En los actuales comicios existen
singularidades que no se han producido anteriormente, o bien, situaciones que
no han sido comunes en las elecciones que se han ido celebrando desde la
dictadura de Franco. Hemos de
retrotraernos a las elecciones de 2004 – ya que las de 2008 fueron “normalitas”
– para encontrar singularidades de parecido calibre aunque el escenario sea
completamente distinto.
En aquella ocasión el contexto
político durante la legislatura había sido relativamente normal, pacífico – con
la excepción de la protesta contra la guerra de Irak, el vergonzoso asunto del
accidente del Yakovlev y el hundimiento
del “Prestige” -, el juego fue más o menos disputado o competido entre los
partidos pero sin salirse, según los especialistas, de la normalidad.
Una característica singular es
que, por primera vez, el presidente del gobierno que convocaba las elecciones
no concurría a la reelección. En las presentes elecciones vuelve a pasar lo
mismo. En aquel momento se habló de que no fue Rajoy sino Aznar el que perdió
las elecciones y ahora también ocurrir otro tanto con Zapatero y Rubalcaba.
Las encuestas daban el triunfo al
partido del gobierno pero, a medida que se acercaba la fecha de las elecciones,
la mayoría de los sondeos indicaban una reducción de la distancia socialista
respecto al Partido Popular, algunas de ellas daban empate técnico, aunque ninguna
avanzaba una victoria socialista.
En estas ocurrieron los atentados
del 11 de marzo. El gobierno saliente del Partido Popular hizo una gestión
desastrosa de la información durante las horas siguientes al mismo. Todos los
expertos coinciden que este hecho atroz sesgó el resultado electoral, ya que se
movilizó parte del electorado de izquierdas que se iba a abstener.
En las presentes elecciones los
problemas han sido de otra índole pero también influyen – como dicen los
norteamericanos – de manera dramática, después de casi 8 años de gobierno, los
tres últimos en una crisis económica tremenda,
el presidente Zapatero y su Gobierno se han desgastado enormemente, hasta el
punto de que le ha obligado a anunciar que no se presentará y a adelantar cinco
meses la consulta electoral cuando su intención había sido agotar la
legislatura.
Porque a ver qué Gobierno aguanta
la catarata sin fin de casi 5 millones de parados que pesan como 5 millones de
losas. A esto hay que añadir errores graves como no reconocer que lo que se nos
venía encima no era una desaceleración sino una crisis galopante y, además, no
hacerlo hasta el último minuto. El abuso de políticas gestuales como el cheque
bebé. Proponer paquetes de medidas que parecían improvisadas y corregirlas a
continuación dando la sensación de dar bandazos, la política probablemente sea
el arte de la improvisación pero no tiene que notarse. En general, el Gobierno
ha suspendido con muy mala nota la asignatura de explicar el porqué de sus
actos.
Pero, con todo, lo peor ha sido
realizar una política más o menos keynesiana y, de un día para otro, girar 180
grados y aplicar durísimos recortes en salarios, pensiones y políticas
sociales. El presidente ha dado una imagen no desmentida de ser muy duro con
débiles y muy flojo con los fuertes y eso es lo que peor puede sentar al
electorado de izquierdas. Sé, o mejor dicho intuyo como todos, que las medidas
han venido impuestas por Bruselas, Berlín, París, Washington – Obama llegó a
llamarle por teléfono para presionarle- y el Fondo Monetario Internacional;
pero quizás él debía haber cogido el toro por los cuernos y habérselo explicado
a los ciudadanos, haber dicho que España ha ido perdiendo importantísimas cotas
de soberanía a favor de la Unión Europea , sobre todo en
Economía, y el margen de maniobra para una política económica autónoma es más
bien escaso. También debería haber exigido a todos los sectores sacrificios por
igual. A lo mejor no le iría tan mal como ahora.
Y, mientras tanto en la sombra,
Rajoy un tipo gris y mal valorado en las encuestas, sin hacer nada, sin
explicar ninguna de las medidas que dice tener en el bote, sin arriesgar ni un
ápice, tan solo viendo como se hundía su contrincante, ha pasado de estar
sitiado por los barones de su partido – sobre todo por Esperanza Aguirre – y de
tener la intención de dimitir como presidente del partido al principio de la
legislatura a líder indiscutible y candidato con opciones a obtener la mayoría
más amplia que ha conseguido la derecha.
¿Y qué pasará después?, el nuevo
gobierno – que presuponemos del Partido Popular - ¿dará un golpe de timón
económico?, ¿proseguirán los recortes en políticas sociales, en educación, en
sanidad?. ¿Se mantendrá la paz social que hasta ahora se ha venido manteniendo
dentro de unos márgenes aceptables?.
Pues no soy adivino pero creo que
la gestión de la economía seguirá por los mismos derroteros, con nuevos
ajustes, sobre todo por dos razones. En primer lugar porque esta política está
ideológicamente más cerca de los populares que de los socialistas y, en segundo
término, porque los vientos neoliberales que vienen del norte, de París, de
Bruselas y de Berlín no parece que vayan a amainar de momento. Al menos, hasta
que no haya un cambio electoral en Francia y Alemania y si no, que se lo
pregunten a los griegos. De hecho, además de votar en España, me gustaría votar
en Francia y Alemania para poder opinar sobre tantas cosas que pasan aquí y se
deciden allí.
Es muy posible que la política
económica del nuevo gobierno reciba el apoyo del empresariado y de la banca y,
en cambio, a los que ya están protestando y a los sindicatos, les será más
fácil oponerse sin interferencias ideológicas a la nueva gestión.
En cualquier caso, a mi me sigue
gustando ir a votar. Oigo a veces muchos comentarios en contra de esta
democracia, sin duda confunden la mala gestión, la corrupción, la falta de
democracia interna en los partidos o una ley electoral mejorable con la esencia
de la democracia y no es lo mismo. Yo no me dejo desanimar, es la oportunidad
de decidir aunque sea con una única opción entre las opciones de millones de
ciudadanos, se luchó mucho para que la
gente común y corriente pudiéramos decidir. Es lo que me diferencia de un
simple súbdito. Yo acudiré a votar.
La jornada electoral me sigue
pareciendo un día de fiesta. Me sigue gustando ir de paseo con mi familia hasta
el colegio electoral, saludo por el camino a mis vecinos y saludo a los vecinos
de la mesa electoral que tienen una larga jornada por delante. Me emociona
votar, vuelvo a repetirlo, porque sé lo que ha costado que yo pudiera hacerlo.
Una mañana de hace muchos años,
siendo yo un chaval, concretamente el 15 de junio de 1977 acompañé a mis padres
a votar. Y recuerdo la emoción de mi padre, los ojos llorosos y la mano
temblando. Era demócrata, tenía 51 años y era la primera vez que votaba en su
vida. A menudo esto se nos olvida.
Epílogo sobre ETA
Cuando uno espera una buena noticia durante
años, la ilusión se agota en la espera. Yo pensaba que cuando ETA dejara de
matar, descorcharía una botella de buen cava y, en función de mí estado físico
pues parecía que la cosa iba realmente para largo, bailaría una jota. Sin
embargo, ayer cuando al final de tantos años recibimos la noticia, me quedé atónito mirando la tele
toda la tarde.
Como ya había escrito el artículo sobre las
próximas elecciones y la noticia podía tener su influencia, está por ver
cuánta, pensé en reescribirlo. Pero luego he cambiado de opinión y he decidido
hacerlo de esta manera, como epílogo que no epitafio, pues por desgracia no han
tenido suficiente coraje como para disolverse.
ETA siempre quiso influir en las elecciones,
exactamente como no debía de hacerlo – que es como partido político que acepta
las reglas del juego democrático – sino como banda mafiosa de asesinos. Siempre
ponía algún muerto o herido sobre le tapete recordándonos que estaba allí y
sumiéndonos en la pesadumbre.
Ahora ha vuelto a hacerlo, sólo que gracias a
Dios de manera más positiva que nunca, anunciando que ya no van a matar más. No
es pequeño el cambio. Pero la pregunta es, para el asunto que nos ocupa en este
artículo, si este anuncio influirá en la
intención de voto de los electores.
Los candidatos de los dos partidos
mayoritarios han sido ministros del Interior, y nadie les puede negar, aunque
algunos cavernarios lo intenten, su carácter de luchadores contra ETA.
Puede que en este asunto concreto Rubalcaba
tenga ventaja porque ha sido el último Ministro del Interior, firmante del
Pacto por las libertades y contra el terrorismo y, sobre todo, por los éxitos
que bajo su mandato han obtenido la
Policía y la
Guardia Civil , y que han puesto a la banda en una situación tal que no ha
tenido más remedio que dar este paso.
No obstante, esta debilidad de ETA, ha hecho
que el terrorismo haya descendido en la clasificación de preocupaciones de los
españoles en las encuestas de opinión y barómetros sociales de los últimos tiempos.
Por lo que la incidencia en la opinión electoral puede ser menor que la que
podría haber tenido en otras épocas más dolorosas, en las que ETA parecía
invencible. Por lo tanto habrá que esperar a los sondeos que se vayan haciendo
desde ahora hasta las elecciones.
En cualquier caso es una gran noticia este
anuncio. Por el momento es una victoria de la decencia, la democracia y la
humanidad. Es hora de alegrarse, ya nos preocuparemos de cómo se gestiona el
“día siguiente”.
Ayer debería haber abierto la botella de
cava, del bueno, del caro, del que me gusta. No sé por que no lo hice. Lo
dejaré para cuando se disuelvan definitivamente. Lo de la jota es harina de
otro costal, uno no está para dispendios gimnásticos.
Juan Carlos Barajas
Martínez
Bibliografía:
Comportamiento político, partidos
y grupos de presión. Sociología electoral.
Irene Delgado Sotillos y Lourdes
López Nieto.
UNED
Madrid 2004
20-N Elecciones Generalísimas por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en sociologiadivertida.blogspot.com.
Coincido en la importancia de ir a votar, pero PP y PSOE aplican políticas parecidas. Existen otros partidos que debido a la Ley Electoral y al control de los medios de comunicación pocas veces aparecen. Por ejemplo, Izquierda Unida, UPyD, EQUO, y algún otro partido tienen cosas interesantes que decir.
ResponderEliminarRespecto al comunicado de ETA, me alegré. Pero el regusto que me queda es amargo ¿realmente hemos ganado los demócratas? Bildu está que o cabe en sí de gozo y puede ser el partido más votado en el Pais Vasco, y ETA quiere negociar de tu a tu con los estados español y francés. ¿Te imaginas negociar frente a frente con una persona que deja la pistola encima de la mesa y que dice "tranquilo, no te preocupes, que no la pienso utilizar"? Yo no me fío de estos tipos.
Solo un apunte, las leyes orgánicas se aprueban por mayoría absoluta, no de 3/5:
ResponderEliminarhttp://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/constitucion.t3.html#a81
Tienes razón Anómino error craso, introduje ese comentario en el último momento a partir de una conversación y no lo comprobé. Mal hecho. Ya está corregido.
ResponderEliminarMuy buen analisis politico y social. Personalmente espero que sea el movimiento de los indignados el que influya en las generalisimas y no "el teatro del bueno" del movimiento etarra.
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