Nota sobre el escudo al final |
España invertebrada[i]
Cuando hacía el servicio militar,
los compañeros más próximos a mí, aparte de los mi propia ciudad – los
madrileños -, eran los de Barcelona, situación que me resultó muy sorprendente
pues en aquellos años yo tenía bastantes prejuicios. La competencia entre ambas
ciudades, la rivalidad entre los clubes de fútbol – Real y Barça – que es tan
vieja como son los equipos, el asunto de los nacionalismos, y el hecho de que
no hubiera conocido antes a ninguno de por allí, me había puesto en contra de
todo lo que resultara catalán o catalaniforme.
Sin embargo, a la hora de la
verdad, no me identifiqué con los andaluces, a pesar de que mi madre y gran
parte de mi familia lo era y conozco sus virtudes y defectos, ni con los
valencianos en cuya región viví cinco años adolescentes, ni los extremeños o
los asturianos ni mucho menos con los vascos a los nunca acabé de entender. A
la hora de convivir me identifiqué con los chicos de Madrid y Barcelona. Y,
además, yo no era el único, sino que formábamos una panda. ¿Por qué?, entonces
no fui capaz de contestar a esa pregunta.
Bueno ya de mayor me he
encontrado con una respuesta. Creo que hice amistad con los barceloneses porque
tenía los mismos problemas, mi vida era muy semejante a la de ellos, éramos
jóvenes urbanos de gran ciudad, la mayoría universitarios, en búsqueda de
nuestro primer trabajo, con familias de estructura semejante, lecturas y
aficiones comunes.
En años posteriores, he trabajado
con empresas catalanas – el eje Madrid-Barcelona es un motor económico
importantísimo - y me he relacionado con muchos compañeros catalanes y me siento orgulloso de poder
calificar como amigo a más de uno de ellos. Y cuando digo amigo no digo
amiguete o conocido, quiero decir que tengo un profundo afecto por ellos y por sus
familias y creo que es mutuo.
Y lo más curioso es que todos son
y se sienten muy catalanes, aman su cultura y su idioma, pero unos son
independentistas – o al menos lo sospecho pues procuramos no entrar en temas
conflictivos – y otros se sienten tan catalanes como españoles.
Por todo ello este es un artículo
que nunca habría querido escribir, pero empiezo a redactar estas líneas el 12
de septiembre y han ocurrido tantas cosas que un fuerte impulso que no puedo
controlar se impone sobre mi falta de ganas. Y entre esas cosas a las que
aludo, no me refiero tan solo a la multitudinaria manifestación de la díada, he
ido observando a estas personas próximas a mí,
y he notado un cambio sustancial en la forma de expresarse de alguno de
ellos.
La crisis económica galopante ha
alentado la idea de la independencia como salida, se extiende entre los
catalanes la idea de que el resto de España es un lastre y que todos los males
vienen de Madrid, que es dónde el imaginario catalán sitúa el espíritu del
centralismo[ii]. Incluso
un amigo que jamás ha tenido ningún problema en autocalificarse como español y
catalán veo que habla sin grandes dudas de la independencia. Mis
cuentas en las redes sociales se han llenado de banderas independentistas en
las fotos del perfil[iii]. Como yo no me veo a mi
mismo poniendo banderas en ninguna parte me quiero expresar pensando y
escribiendo sobre el asunto, incidiendo sobre las cuestiones que creo más
difusas, sobre las que menos se ha hablado o escrito, pero lo último que quiero es que algún amigo
se ofenda.
Y es que el catalán tiende a
ofenderse, es el famoso victimismo, el “si
es que no nos quieren”. Tampoco nos quieren a los madrileños y nos da igual
porque somos muy chulos. Es el “vienes de
Madrid te has dejado la puerta abierta”, o el, “de Madrid tenías que ser”. Ante estas expresiones reaccionamos con
mayor chulería si cabe con un “¿Ah?, pero
ya tenéis luz eléctrica”, o un, “si
de Madrid ¿qué passa?”. Si no te parten la boca pones a la gente en su
sitio. Pero el catalán que no es tan chulo se refugia en su hecho diferencial, ahí se encuentra
cómodo. Así que espero que mi defensa de una idea de una España completa y
plural no sea malentendida como un ataque a una cierta idea de Cataluña que
respeto aunque no comparta.
No puedo negar que hay opiniones
para todos los gustos y que existe un determinado sector de la prensa muy
combativo que da mucha caña y da una imagen muy distorsionada de lo que puede
opinar el ciudadano medio, pero no creo que actualmente se tenga tanta manía al
catalán como el catalán en general piensa, de hecho, en una reciente encuesta,
ocho de cada diez españoles residentes fuera de Cataluña manifestaron, que esta
Comunidad debería acceder a la independencia siempre que esa decisión se tomará
en una consulta popular con una amplía mayoría absoluta y que la decisión fuera
consensuada con el resto de España. Además dos de cada tres españoles piensan que
una eventual independencia de Cataluña sería mala tanto para ésta como para el
resto de España. No está mal como punto de partida y no muestra animadversión generalizada[iv].
Para empezar, para mi una España
sin Cataluña no es España, eso es lo que he querido mostrar con el escudo que
he puesto al principio del artículo, si el futuro nos confirmara una secesión,
los que quedáramos en el solar patrio deberíamos ponernos a buscar otro nombre
para nuestro país. Menuda faena, además de estallar en mil pedazos nuestro
sistema jurídico constitucional, de quedarnos sin 32.000 km2, siete millones y medio de compatriotas y un 18,6%
del PIB, tendríamos que poner un nuevo nombre al engendro resultante y algún
gracioso muy cínico podría proponer Expaña,
lo que sería de muy mal gusto.
La senda de la independencia
tampoco estaría libre de problemas para los catalanes. Es muy curioso pero los
partidos nacionalistas nunca hablan de ello. Su estrategia desde la muerte de
Franco ha sido ir “construyendo país”.
Consistía en ir arrancando parcelas de Estado a la administración central para
construir una administración catalana de manera que llegado el día en que se
pudiera cortar los vínculos se tuviera suficiente Estado en Cataluña como para
andar solitos. Pero siempre ha parecido una postura negociadora más táctica que
estratégica, no parecía haber planificación a largo plazo.
Nunca se ha hablado o yo por lo
menos nunca he oído o leído cuales serían esos últimos pasos tendentes a cortar
las amarras. Se hablaba de cuando el pueblo catalán estuviera preparado, es
decir, cuando las encuestas redujeran el número de catalanes que no apoyan la
independencia, unido a una profundización en la Unión Europea que al
eliminar las fronteras interiores pareciera más fácil la disolución de España
en Europa. Incluso, a algunos sectores del nacionalismo moderado, les parecía
bien la figura del rey porque se podría utilizar para crear una especie de
Commonwealth o confederación de forma que, la relación que une a Canadá con el
Reino Unido, teniendo la misma jefa del Estado, podría ser la misma que entre
Cataluña y el resto de España[v].
Serían formas de lubrificar un proceso que se supone traumático, para unos y
para otros. Pero me da la sensación de que no hay hoja de ruta, no hay nada planificado,
al menos a mi no me ha llegado que soy persona bastante enterada de los asuntos
públicos, por lo que de existir, no se ha publicitado mucho.
A veces parece a nadie le interesa
saber cómo puede llevarse a cabo el proceso de la independencia, ni a unos ni a
otros, unos se centran en desear la – por ellos - ansiada libertad y otros en
desear que el separatismo no triunfe. Una vez en un programa de televisión
española, “tengo una pregunta para
usted”, Josep Lluis Carod-Rovira, entonces vicepresidente de la Generalitat
y secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya – partido
independentista -, fue entrevistado por un grupo de ciudadanos y ninguna
pregunta fue en este sentido. Sin embargo si se preocuparon sobre por qué se
llamaba Josep Lluis y no José Luis, ¿tenían delante al líder del
independentismo catalán y es lo único que se les ocurre?, claro Carod tan
contento, pues en ese tipo de debate se sentía muy cómodo y además tenía razón,
cada uno se llama como quiere.
Sin embargo yo tengo muchas dudas
y a mi si me gustaría saber. Por ejemplo, ¿cómo se solucionaría el problema de la Unión Europea y de
todo lo que representa: moneda, mercado único, los diversos espacios europeos?.
Entre ellos destaca el espacio Schengen, ¿se levantarán las fronteras?. Hasta
ahora ningún Estado miembro ha sufrido un proceso de secesión. Bélgica es
prácticamente un Estado de dos estados independientes, sin embargo –
precisamente por la
Unión Europea y por Bruselas – la comunidad flamenca no ha
dado el paso definitivo. Si fuera algo tan sencillo ya habrían resuelto el
problema porque no se aguantan. Checoslovaquia estalló en dos antes de que cada
uno por su lado, Chequia y Eslovaquia, solicitaran el ingreso. No hay antecedentes y que yo sepa no hay nada
previsto en los Tratados[vi].
¿Y que pasará con el resto de los
tratados y organizaciones internacionales a las que pertenece España?.
Probablemente un Estado catalán debería negociar y firmar de nuevo, siempre que
- según sus intereses – quisiera firmarlos.
Ningún Estado de la Europa Occidental
ha sufrido secesiones, sólo en la Europa Oriental al socaire de la caída del Telón
de Acero y bajo la tutela de los Estados Unidos y Alemania. Algunos de estos
procesos no han sido muy edificantes, no son nada que queramos repetir en
nuestra querida península ibérica, pero a veces estos procesos se descontrolan
hacia una violencia sin sentido, espero que nosotros jamás lleguemos a ese grado
de estupidez.
¿Cómo se tomarán los Estados
Unidos una Cataluña independiente?, no parece que el primer cambio de fronteras
en Europa Occidental después de la Segunda Guerra
Mundial les haga mucha ilusión, pero puede ser que estos pasaran
– preocupados como están en mantener el Imperio - a no ser que el nuevo Estado
tomara una deriva incontrolada hacia la izquierda. ¿Y Francia?, éstos se lo
tomarían peor pues le toca muy de cerca el tema del nacionalismo catalán y
vasco ya que afectan a parte de su territorio, pero no sé prever su reacción.
El nuevo Estado debería poner en
marcha un aparato administrativo de Estado, por ejemplo, un nuevo servicio exterior, debería crear
nuevas embajadas y consulados, ¿de dónde sacaría un cuerpo diplomático?, ¿quién
atendería a los ciudadanos catalanes residentes en el extranjero mientras se
improvisa uno?.
Cataluña podría ser un Estado sin
ejército, hay por ahí algunos países que no lo tienen y está situada en un
lugar más o menos estable. Aunque Eslovaquia, Croacia, Eslovenia por poner
ejemplos de independencias europeas recientes, tienen ejército, en el caso de
Eslovenia tienen incluso fuerzas navales, lo cual no deja de hacerme gracia
pues este país debe tener 20
kilómetros de costa. En cualquier caso, en el escenario
internacional, parece que un país sin ejército no es un Estado como Dios manda.
Y un ejército cuesta una pasta.
Cataluña cuenta ya con un cuerpo
policial, eso que se ahorra. Pero tendría que formar un servicio de
inteligencia. No hay país en el mundo que no lo tenga, en las relaciones
internacionales hay muchos depredadores y se necesita información fidedigna. Es
más necesario un servicio de inteligencia que un ejército.
¿Y qué pasaría con las personas?.
Por ejemplo, ¿qué pasaría con la ciudadanía?. ¿Se permitiría elegir
nacionalidad?, ¿se admitiría la doble nacionalidad?, ¿la admitiría España ?,
¿se podría seguir siendo español con plenos derechos?, ¿se podría elegir ser
catalán viviendo fuera de Cataluña?.
Se me ocurren muchas más
dificultades y problemas, he puesto los menos transitados, no he querido entrar
en los problemas económicos por que se han escrito un montón de artículos que
tratan el tema por gente que sabe más que yo y no quiero alargar mucho más este
escrito. Tampoco he querido entrar en
cuestiones de historia, derechos, identidades, agravios, expolios,
nacionalidades o naciones. Me parece un debate artificial, peligroso, que
provoca reacciones viscerales – a las que yo no soy inmune - y , no quiero ser
simple, pero al final no es lo realmente importante. Basta aplicar el Teorema
de Thomas[vii],
para saber que lo verdaderamente importante es si el pueblo de Cataluña cree
firme y mayoritariamente en su independencia.
A mi modo de ver la guinda es la
forma que tomaría el proceso de la independencia, es decir, como serían las
relaciones entre Cataluña y el resto de España durante el proceso y después del
mismo. Examinemos la cuestión desde la teoría de juegos. Hasta ahora el jugador
A, “el gobierno central”, ha estado en desventaja con respecto al jugador B,
“el gobierno de la Generalitat”. ¿Por qué?, pues porque el jugador A tiene bajo
su responsabilidad a los ciudadanos de toda España incluidos los propios
catalanes. Esto hace que los intereses que defiende, los electorados a los que
tiene que contentar, las cámaras parlamentarias ante las que tiene que
responder, es decir, el escenario sobre el que se mueve es mucho más complejo
que el del jugador B. Además el peor resultado para él, la independencia
propiamente dicha, es una derrota para el jugador A y un triunfo para B,
mientras que la derrota de B – la no independencia -, no es más que una derrota
muy parcial, se puede presentar como un paso más hacia la independencia.
Ahora bien, si B dejara claro que
se rompen los puentes y se levantan las fronteras, y lo que es más importante,
si el jugador A se convence de que ya no hay nada que hacer, la asimetría del
juego pasaría de B a A. A ya no tendría nada que perder y, sin embargo, el
juego no habría terminado pues Cataluña tendría que construir su sitio entre
los Estados Nación europeos, tomar posesión de su sitio en el mundo y es aquí donde
el Gobierno de Madrid le podría hacer mucho daño. Por poner un ejemplo claro
vetando su reingreso en la
Unión Europea si es que de la independencia se siguiera la
salida del territorio catalán de la organización supranacional.
Recordemos que algo tan simple
como puede ser el mismo nombre de un Estado puede estar mediatizado
internacionalmente. Por ejemplo, la Antigua República
Yugoslava de Macedonia, se llama así y no simplemente
Macedonia, por la presión de Grecia y Grecia no es precisamente el Estado más
influyente de la Unión
Europea.
¿Y haría eso un Gobierno español
con su antiguo territorio?. No lo sé, no soy futurólogo, pero me parece un
escenario posible. Un Gobierno zaherido por una secesión, después de un largo
proceso de negociación en el que la incontinencia verbal sería la norma, y con
un electorado probablemente tan zaherido como su Gobierno, podrían ser unos
enemigos formidables. Entonces si que habría anticatalanismo en estado puro,
las encuestas que cité en párrafos anteriores se han realizado cuando la
independencia es un mera posibilidad, habrá que ver qué opinamos después de una
larga lucha de soberanías. Y serían unos enemigos formidables en todas aquellas
cuestiones en las que hubiera que ponerse de acuerdo, desde el aprovechamiento
de los ríos comunes hasta las propiedades del Estado español en Cataluña.
Una eventual independencia de
Cataluña sería para mí un acontecimiento muy triste. Por muchas cosas pero,
sobre todo, por ser una pérdida y un fracaso, un fracaso colectivo por no
conseguir una fórmula de convivencia en la que quepamos la mayoría – pues ya sé que contentar a todos es imposible
- después de 500 años de unión.
Y no veo a los políticos actuales
con la suficiente altura de miras para alcanzar consensos ni practicar
políticas inteligentes, ni en Barcelona ni en Madrid, los creo capaces de
alimentar incendios para desviar la atención de su mala gestión de los asuntos
públicos. Veremos lo que nos depara el futuro.
La independencia, repito una vez
más, en mi opinión sería una pérdida y un fracaso. Y estoy harto de pérdidas y
de fracasos, ya acumulo demasiados en mi vida. Me reconozco sensiblero, de esos
que llora cada navidad con “Qué bello es
vivir” o cada vez que muere Manuel en “Capitanes
intrépidos”, así que seguro que de confirmarse la secesión, el que suscribe
derramaría sus lagrimitas, esperemos que – en el peor de los casos - sean de
pena y no de dolor.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Sociólogo
Dedicatoria
Dedico este artículo a todos mis amigos
catalanes de todas las tendencias e ideologías,, a Carles y Ester, a Guillermo
y Antonio, a Chechu , a
Joan, a Joan Carles, a Cipri, a
Raúl, a Conrad en la certeza de que lo único que me separa de ellos de verdad
es el Barcelona FC, excepto en un caso que sé que es del Espanyol..
Nota Inicial sobre el escudo: Sé que al quitar el
escudo de la corona de Aragón también quito la representación de Aragón,
Baleares y Valencia. No tengo esa intención, ni tampoco la de quitar a Cataluña, sólo quiero provocar una imagen.
[i] Tomo prestado el título del
famoso libro de Ortega y Gasset, de 1921,
en el que dentro de un estudio de la descomposición de las naciones,
explica su pensamiento en cuanto a la desarticulación de España, el efecto de
los regionalismos y separatismos como parte del "proceso de desintegración
que avanza en riguroso orden, desde la periferia al centro, de forma que el
desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para
el comienzo de una dispersión interpeninsular". Ortega acusa la falta de
una minoría dirigente ilustrada capaz de tomar decisiones firmes y eficaces,
parece que nuestros políticos siempre han cojeado del mismo pie.
[ii] No puedo dejar de
sospechar que el debate también se atiza, por parte de todos los políticos,
para quitar el foco de atención de otros problemas que nos atosigan
diariamente. Pero están jugando con fuego.
[iii] Por cierto, ¿por qué hay
dos banderas independentistas?. Si les sumamos la senyera de toda la vida
tenemos tres. ¿¿??.
[iv] Fuente: Diario El País 16
de septiembre de 2012
[v] Sin embargo, la
profundización en la unión de Europa es más bien escasa como para diluir nada
en ella, se ha convertido en un “cada uno que se las arregle como pueda” y la
figura del rey anda un tanto desmadejada y senil.
[vi] Es por esto que los
políticos nacionalistas, tanto vascos como catalanes, suelen hablar del estatus
de Puerto Rico como Estado Libre Asociado aplicado España. Pero claro, tienen
que tener en cuenta que eso sería cuestión de dos partes y no veo a la parte
española tragando con ello.
[vii] Una buena explicación
del teorema de Thomas, modestia aparte, viene dada en mi artículo “Mary
Poppins y el teorema de Thomas”, el teorema viene a decir, más o menos,
que si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en
sus consecuencias”. O sea, dicho de un modo menos concreto y más explicativo,
si un sector importante de una sociedad considera un determinado hecho social
como real, actuaran en consecuencia como si el hecho fuera real,
independientemente de que en efecto sea real o falso. Así que poco importa que
el sorites una lengua=una cultura=una nación=un Estado sea cierto o falso, o
sea discutible desde muchos puntos de vista en alguno de sus términos, si la
población cree en ello las consecuencias serán reales.
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