Marcelo López |
Paulita Baeza entró muy jovencita
al servicio de la casa de los Condes de Villagonzalo. Destacó por su habilidad
en las labores de la cocina, mezclando salsas primero y adaptando la cocina
popular de su tierra – el norte de la provincia de Toledo – al gusto de los
nobles cortesanos. Sus “migas” y su “ropa vieja” se hicieron pronto famosas y
en pocos años se convirtió en la primera cocinera de la casa condal.
El palacio de los Condes de
Villagonzalo, en donde Paula trabajaba, también conocido como Palacio del
Marqués de Ustáriz - su primer dueño - todavía existe. Está situado entre las
calles de Mejía Lequerica, San Mateo y Serrano Anguita. Es un noble caserón del
siglo XVIII, que sufrió una notable reforma a fines del siglo XIX. Destacaba
por sus vistosos salones, amplias estancias y, sobre todo, por una famosa
escalera neoclásica. Durante muchos años ha estado completamente abandonado,
cuando pasaba por delante me daba una pena enorme, sobre todo su jardín, antaño
uno de los más celebrados de Madrid. Actualmente se está llevando a cabo una
reforma y anda todo andamiado y tapiado.
El jefe de la casa en aquel
momento era D. Mariano Miguel Maldonado y Dávalos, séptimo conde de Villagonzalo
y marqués de la Scala ,
que era de la misma quinta que el rey Alfonso XII y con quien, al parecer, le
unía gran amistad. El caso es que D. Alfonso visitaba a menudo la casa del
conde. Comía, cenaba y acudía a diversos saraos y - como había heredado parte
del casticismo de su madre - estaba enamorado de la cocina popular de Paula.
El rey medio en serio medio en
broma, casi como un rito, le pedía al conde que le cediera a su cocinera, que
la quería a su servicio y el conde, siguiendo con la broma, le decía que no
podía, que era su tesoro y que, además, de esta manera tenía el placer de
recibirle en su casa mientras que si se llevaba a Paula dejaría de venir.
Al parecer este ritual se repetía
cada vez que Alfonso XII probaba la comida de los condes. Pero, una vez que el
rey insistió más de la cuenta, el conde le dijo que de acuerdo, que él le cedía
a la cocinera pero que Paula debía de aceptar. Don Alfonso, pensando que
cualquiera en su sano juicio preferiría servir al rey antes que al conde, bajo
con éste a las cocinas, en una situación que se parecía más a una apuesta que a
cualquier otra cosa.
Paula debió llevarse un susto de
muerte, al ver llegar a sus dominios a la testa coronada y su condal patrón.
Después de felicitarla por la calidad de su comida, el conde le explicó la
cuestión. Debía escoger entre la cocina
del Palacio Real y la cocina del conde. Supongo yo que Paula estaba viviendo
una situación alucinante y nadie supo nunca qué se le pasó por la cabeza en ese
momento pero eligió permanecer al servicio del conde, con lo que el rey se
quedó con un palmo de narices.
Se daba el caso que un joven
soldado de la Guardia
de Escoltas Reales acompañaba al rey en sus visitas al Palacio de Ustáriz.
Alfonso XII era muy dado a hacer salidas nocturnas acompañado de poca escolta y
a ese guardia – que se llamaba Marcelo López – le tenía especial estima. Así
que cada vez que el rey visitaba a su amigo el conde se llevaba a Marcelo.
Mientras duraba la cena del
monarca y sus nobles, Marcelo se refugiaba en la cocina en donde, supongo yo,
algún vaso de vino y algo de comer no le habrían de faltar.
En estas visitas se fue fraguando
una relación entre el apuesto soldado y la habilidosa cocinera de tal manera
que lo que no pudo el poderoso monarca lo consiguió el modesto guardia real,
llevarse a Paula a su casa. Y de ahí vengo yo, porque tuvieron una hija – María
-, que a su vez tuvo un hijo – Antonio – que fue mi padre, así que soy el
biznieto de Marcelo y Paula.
Y, de la misma forma que yo soy
biznieto de aquella cocinera – alguno de cuyos platos se han transmitido por
tradición oral como la misma historia que aquí contamos – el actual rey, Juan
Carlos I – mi real tocayo –, es biznieto de aquel Alfonso.
El otro día, cuando veía en las
noticias las imágenes de la manifestación del 15 de octubre en Madrid, vi una
pancarta que comparaba la época de la restauración alfonsina del siglo XIX con
la restauración juancarlina del siglo XX en la que estamos inmersos. Y por
cierto la comparación no era muy amable, pues equiparaba las peores
características de la restauración del reinado de los reyes Alfonso XII y
Alfonso XIII con los problemas que sufrimos actualmente.
Indudablemente a ambos procesos
de recuperación del trono por parte de los Borbones se les puede calificar de
restauración, porque Alfonso XII fue puesto en el trono en diciembre de 1874
por el pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto, tras la renuncia
de su madre Isabel II – que había sido echada de España por la Gloriosa Revolución
de 1868 – a los derechos dinásticos. Mientras tanto, entre 1868 y 1874 no se
aburrieron: un gobierno provisional, la monarquía democrática de Amadeo I de
Saboya, la Primera República, la guerra de Cuba, 3ª la guerra carlista y la
revolución cantonal.
Y Juan Carlos I, por su parte,
fue nombrado sucesor a título de rey por Francisco Franco en 1969. Accedió al
trono a su muerte. Adquirió legitimidad dinástica en 1977 cuando Don Juan de
Borbón, al que le hubiera correspondido ser rey, renunció a sus derechos.
Adquirió posteriormente la legitimidad democrática con la aprobación de la Constitución de 1978.
Todo esto siguió a un período histórico que se inicia cuando el pueblo echó a
su abuelo Alfonso XIII al proclamar la Segunda República en 1931,
después vino la guerra civil, los cuarenta años de la dictadura de
Franco y terminó con el fallecimiento de éste en 1975. Decididamente la
historia de España es menos aburrida que la de la Confederación
Helvética.
La historia de España en el siglo
XIX se parece mucho a la historia de una república bananera con continuos
golpes de Estado y contragolpes, revoluciones de opereta, espadones y guerras
coloniales. Todo ello sobre el sustrato de una lucha permanente entre dos
concepciones de España, cristiana y anticlerical, liberal y absolutista,
isabelina y carlista, progresista y moderada, lucha que tuvo su prórroga
durante el siglo siguiente.
El sistema político de la Restauración , cuyos
constructores fueron Cánovas y Sagasta, consistía en la alternancia de sus
partidos – Conservador y Liberal[1] – en
el Gobierno. Pero no porque fueran elegidos por el pueblo de manera democrática
sino porque empleando una herramienta perfecta, el caciquismo[2] - que
llegó a funcionar con una eficacia impresionante –, los resultados estaban
pactados previamente. Imaginaos la corrupción política que conllevaba un
sistema como este.
Con todo, lo peor fue que el
sistema no admitía más participantes como no fuera de una manera testimonial.
Los distintos movimientos sociales que se estaban desarrollando, al amparo de
una modesta e incipiente industrialización, quedaron fuera. No se incorporaron
al sistema político de la restauración ni el movimiento obrero, ni los
nacionalismos y regionalismos, movimientos ambos que nacieron en aquella época.
Partes muy importantes de la población no se sentían identificadas con su clase
política. Al final, después de altibajos y de una dictadura militar, el régimen
murió de inanición y Alfonso XIII acabó saliendo de España por Cartagena para
no volver más.
Pero, ¿cómo vivía la gente en
1880?. La esperanza de vida en España era de 29 años. Volviendo a mis
bisabuelos por vía paterna, por lo que yo sé, ni Marcelo López – el guardia
real de nuestra historia – ni el otro bisabuelo, Gregorio Barajas, llegaron a
cumplir 40 años. Eran muy bajitos, la talla media en 1900 era de aproximadamente
1,60 metros ,
el propio Gregorio medía – lo sé por sus datos militares – 1,54 metros . La mayoría
de la población vivía en las zonas rurales, trabajando como jornaleros del
campo con horario de sol a sol, durante unos 200 días al año - y no eran más gracias
a las fiestas religiosas que, por cierto, no cobraban -, todo por un salario de
miseria. De hecho, mi bisabuelo Gregorio era jornalero.
No había clase obrera en el
sentido industrial del término, ni siquiera se les llamaba obreros sino
jornaleros de fábrica. Sólo Barcelona, con la industria textil y Vizcaya con la
industria siderúrgica, presenciaron en el último cuarto del siglo XIX el crecimiento
muy limitado de un proletariado industrial moderno. Gracias a Dios la cosa ha
cambiado bastante.
¿Y qué similitudes hay con la
monarquía parlamentaria actual?. Bueno, aunque se suele decir que la historia
se repite, no existen dos procesos históricos idénticos, aunque tampoco,
completamente distintos. La
Constitución de 1978 fue un gran acuerdo por poner punto
final a los dos siglos – desde que la Revolución francesa vino a remover las
conciencias - de conflictos entre los dos conceptos de España, al menos de
conflictos fuera del juego político normal y civilizado. No fue el último parte
de Burgos el que puso final a la guerra civil, sino el texto constitucional. Y
con ello empezó el período de mayor progreso y de convivencia democrática de
nuestra historia.
Pero la chica que llevaba aquella
pancarta en la manifestación del 15 de octubre no parecía muy contenta. Después
de bastantes años de fiesta económica, en el que nos creíamos los dueños del
mundo, ha venido el batacazo. Al final no éramos tan ricos como nos creíamos y
este crudo despertar ha actuado como un disparador, como un ventilador que
airea todo lo que de malo que tiene nuestro sistema político. Hemos visto el
despilfarro, la corrupción, hemos reparado en que ahora también hay caciques en
ciertos territorios que construyen aeropuertos inconcebibles, que convierten el
tren de alta velocidad en un tranvía posmoderno, o que se inventan un partido
regional a partir de sus redes clientelares. Y claro, teniendo en cuenta que
éste ya no es un país de analfabetos, se hace muy difícil que no haya nadie que
no haga comparaciones.
Lo peor, vuelve a haber mucha
gente que no se siente identificada con el sistema. Ve con desconfianza a la clase política, que
vuelve a alternarse en el poder por otros medios y no se siente representada
por ella, desconfía de la ley electoral, desconfían de la democracia. Y más
gente todavía no se siente identificada con el sistema económico, sienten que
en el reparto de la pasta no tienen ninguna parte, muchos no tienen trabajo y no
tienen esperanza de conseguirlo. Se ha
de intentar recuperar a estas personas y, no sólo por que es de justicia darles
aquello a lo que tienen derecho, es por nosotros también, por los que todavía
no hemos perdido del todo la fe. No vaya a ser que se repita la historia.
Juan Carlos Barajas
Martínez
Bibliografía:
Estadísticas históricas de España
Siglos XIX-XX
Albert Carreras, Xavier Tafunell
y otros
Fundación BBVA
Historia económica y social,
moderna y contemporánea de España
Santos Juliá Díaz, Ana Clara
Guerrero Latorre y Sagrario Torres Ballesteros
Quinta edición, tercera
reimpresión
UNED, Madrid 1996
[1] Para más inri los nombres
oficiales eran Partido Liberal-Conservador, el de Cánovas, y Partido
Liberal-Unionista, el de Sagasta. Con lo cual no se les podía distinguir ni por
el nombre.
[2] El caciquismo es una forma
distorsionada de gobierno local donde un líder político tiene un dominio total
de una sociedad, usualmente de ámbito rural, expresada como un clientelismo
político. Los caciques pueden controlar el voto
de sus
clientes por lo que pueden negociar con los políticos centrales y ser la cara y
base del partido. De esta forma se crean "democracias" que en el papel funcionan pero que no son el
gobierno del pueblo
Alfonso XII, la Cocinera, el Guerdia de Corps y Juan Carlos I por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en sociologiadivertida.blogspot.com.
Tienes toda la razón, demasiadas casualidades. Siempre he sido un creyente de "la historia se repite". En mis tiempos de estudiante, me ayudó a entender (y aprobar) la asignatura de historia. Por suerte (creo) ha cambiado todo mucho, porque sino la chica de la pancarta estaría realizando magnicidios al estilo anarquista en vez de manifestarse pacíficamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Carles.
PD: Ah! éste más divertido tal como prometiste :-)
¡Qué curiosa historia! la de Alfonso XII , Paula y el Guardia de Corps que relatas en tu blog, nunca había oído hablar de ella auqnue yo desciendo de Mariano Maldonado y Dávalos. Una pequeña precisión, Scala es con s líquida. Me parece muy interesante la faceta costumbrista con la que reflejas una época. ¡Suerte!
ResponderEliminarTeresa Maldonado: blog Palco de la Sevigne
Lo que es curioso es que los descendientes estemos aquí hablando, Internet es increíble. Bueno a lo mejor no has oído antes ninguna referencia porque es más probable que la historia de la disputa entre el rey y tu antepasado por los servicios de una cocinera fueran más importantes para la cocinera y su familia que para los otros protagonistas. Probablemente fue el hecho más extraordinario en la vida de Paula. La historia se ha transmitido por tradición oral en mi familia a través de 4 generaciones así que también es cierto que puede haber habido algunas variaciones con el tiempo hasta convertirse en algo legendario.
ResponderEliminarGracias por la corrección de Scala por Escala, lo cambiaré. Y muchas gracias por leerme y por tus comentarios, he entrado en tu blog y me parece muy interesante.
Hola, Juan Carlos, soy otra vez Teresa. El otro día comenté a mi prima, Patricia, la anécdota sobre Paula y Alfonso XII que refieres en tu blog y me dijo que ella si la conocía y que había oído ese relato en la familia.
ResponderEliminarCordialmente
Muchas gracias Teresa, no puedes imaginarte lo que me alegra esa confirmación de la historia de Paula. La primera vez que me la contó mi padre (o por lo menos la primera vez que lo recuerdo), fue un día tremendamente lluvioso, dentro del coche aparcado en doble fila esperando a no se quién, enfrente justo del Palacio de Ustáriz, cuando yo era sólo un niño. Así que fíjate lo que significa para mi.
ResponderEliminarHe corregido lo de Scala.
Muchas gracias
Saludos cordiales
Gracias Juan Carlos por tu relato y tus reflexiones. A los que amamos la Historia y nuestras raíces, apreciamos mucho que nos las relaten. yo viví en esa casa con mis padres y hermanos, muchos años.
ResponderEliminartambién siento ahora no haber hecho más preguntas sobre vivencias allí habidas.
Gracias Patricia, por tu nombre y apellido te supongo la prima de Teresa que había oído la historia de mi bisabuela Paula.
ResponderEliminarEs un placer tenerte entre mis lectores y te agradezco infinito tus amables comentarios
Buenos días
ResponderEliminarMi bisabuelo también trabajo a las ordenes de los condes de villagonzalo como ayuda de cámara, estoy buscando información sobre los empleados de los condes en aquella época, quisiera saber si usted dispone de información alguna sobre este tema
Gracias
Envíeme un correo a sociologiadivertida@gmail.com y le proporcionaré la dirección de un descendiente del conde de Villagonzalo.
EliminarUn saludo
Veré que puedo hacer
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