Tan solo duró treinta segundos. Ocurrió
alrededor de las 14:30 horas del miércoles 26 de octubre de 1881, en un solar
situado justo detrás del Ok Corral en Tombstone (literalmente lápida en inglés),
Arizona. Dicen que se dispararon trescientas balas pero no me lo creo, porque
eso implicaría diez disparos por segundo y las armas – Colt de seis tiros y
escopetas de cartuchos – no daban para tanto.
Se enfrentaban dos clanes, los Earp – ayudados
por aquel personaje de leyenda que fue Doc Holliday –, por un lado, y los
McLaurin y los Clanton, por el otro. Saber quienes eran los buenos es muy
difícil y, en buena medida, depende de la película en la que hayas visto la
pelea. Pero yo, que soy muy clásico, tiendo a pensar que los buenos eran los
Earp.
Wyatt Earp
He llegado a leer que los Earp representaban
a la burguesía de la ciudad y los Clanton a los ganaderos-proletarios del
campo. ¡Caray, eso sí que es llevar lejos la lucha de clases!. Porque Wyatt
Earp era el sheriff de la ciudad, ¿pero qué ciudad era Tombstone en 1891?, el
típico poblado del Lejano Oeste con una sola calle y rastrojos secos cruzándola
movidos a la deriva por el viento. Imagen que está muy lejos de la ciudad
industrial típica que dio origen a una verdadera burguesía
¿Y que clase de proletarios eran los Dalton?,
cuatreros de la frontera con México, en todo caso, de ser algo, formarían parte
proletariado lumpen que decía Don Carlos Marx, es decir, bandidos sin
conciencia de clase. Lo que si parece que fue, dentro de la pequeña historia
del Oeste, un hecho crepuscular, un claro signo de que terminaba la época sin
ley y avanzaba el progreso y la civilización. Para mí que, a fin de cuentas, fue
una reyerta entre macarras que fue transformada en leyenda gracias a un medio
cultural superpoderoso: el cine.
¿Quién puede olvidar películas como “Pasión
de los fuertes” de John Ford o “Duelo de Titanes” de John Sturges?, ¿quién no
se ha sobrecogido con el inmenso talento de Henry Fonda o Burt Lancaster
haciendo de Wyatt Earp?. Lo cierto es que el lenguaje visual de esas películas
irrepetibles convirtió aquella simple reyerta en una lucha a vida o muerte
entre el bien y el mal de características épicas. No sé cuántas películas y
series de televisión han tratado la balacera de Tombstone, puede que veinte y
puede que anduviera corto.
A aquellas míticas películas que yo veía por
televisión en la sobremesa de los sábados después de Mazinger Z, Heidi u
Orzowei se les unieron, en los ´90, “Wyatt Earp” – dirigida por Lawrence Kasdan
y protagonizada por Kevin Cotsner - y
“Tombstone” – dirigida por George P. Cosmatos y protagonizada por Kurt Russell
y que pasa por ser la que trata con más rigor la historia de los pistoleros.
Y aquí es donde viene lo bueno, los
norteamericanos nos inundan el mundo con
una pelea doméstica, mientras hay países como el nuestro con una historia
milenaria con múltiples ejemplos épicos que no han tenido ni una ínfima parte
de la difusión del duelo de Tomsbtone.
¿Cuántas películas se han hecho sobre la
batalla de las Navas de Tolosa? - ninguna que yo sepa -, ¿o sobre las
Termopilas? - me parece que como mucho dos -, ¿y sobre la caída de
Constantinopla que supuso un cambio de era? - no recuerdo ninguna -. Y así la
lista puede hacerse tan grande como se quiera. Esto no se puede explicar
solamente por el talento y la calidad técnica de unos directores y unos actores
insuperables. Debe haber algo más.
En primer lugar, está el poder de difusión
cultural de la industria de Hollywood y su desarrollo durante el siglo XX – qué
curioso que una de las productoras más importantes fuera la Twentieth Century
- ha dado a Estados Unidos una herramienta de propaganda – ni mucho menos la
única pero sí la más artística - y una
plataforma para expansión de sus valores y creencias.
Conforme fue avanzando el siglo la cosa fue a
más, por la mejora en los medios de comunicación, y abarcaba todos los aspectos
del “american way of life”. De forma que la mitad de la humanidad se queja de
la invasión cultural y la otra mitad se deja seducir por sus iconos. ¡Pero si
hasta yo chapurreo el inglés con lo poco dotado que estoy para las lenguas
bárbaras!.
Este fenómeno ha recibido el nombre de
americanización. En el nivel más general la americanización es un término que
describe la influencia de Estados Unidos, sus normas, valores, estructuras e
instituciones en el resto del mundo. Y se trata de una corriente de pensamiento
bastante crítica, en parte porque la mayoría de sus autores no son
norteamericanos sino franceses.
Otros poderes hegemónicos han impuesto pautas
culturales en sus zonas de influencia, se dice que la Europa del siglo XVI
hablaba español, pero nunca se ha dado este fenómeno con tanta intensidad como
ahora porque nunca se habían usado medios de comunicación tan poderosos como
los de ahora.
El caso es que, cuando vuelvan a hacer una
película sobre los Clanton y los Earp, peleando por su forma de vida, entre las
vallas del corral y los caballos asustados. Cuando cabalgue de nuevo el tahúr-dentista
tuberculoso Doc Holliday tosiendo y disparando a la vez, sin fallar, atravesando
carne cuatrera, mientras el sol del ocaso baña de luz dorada la escena, allí estaré yo también, en la
oscuridad de la sala de cine o del salón de mi casa.
Juan Carlos Barajas Martínez
Vídeos:
Escena del OK Corral en Pasión de los fuertes,
¡30 segundos condensados en 10 minutos!: http://www.youtube.com/watch?v=OCsXASEw4VA
Misterio: ¿cómo es que no le
daban a los caballos?
Escena del OK Corral en
Tombstone, la más fidedigna: http://www.youtube.com/watch?v=2mnFsrmsA94
Información en la Wikipedia :
Tombstone (Arizona) http://es.wikipedia.org/wiki/Tombstone_(Arizona)
para que echéis un vistazo al escenario.
Tiroteo en el OK Corral http://es.wikipedia.org/wiki/OK_Corral
para que sepáis cómo acabó la cosa.
Proceso de americanización: http://es.wikipedia.org/wiki/Americanizaci%C3%B3n
La reyerta del OK Corral y la americanización por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en sociologiadivertida.blogspot.com.
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