Esta frase de sainete la hemos oído cientos de veces en la calle, en las obras de teatro costumbristas y en las películas de Paco Martínez Soria. Y la verdad es que dice mucho más de lo que parece. En primer lugar presupone, gracias al “todavía” en medio de la frase, que las clases sociales están desapareciendo o, como mínimo, suavizando sus diferencias. Por otra parte, cuando se aplica se está afirmando que el que la dice mantiene cierto estatus y, se trate de lo que se trate, el sujeto está por encima de la situación.
Hay otra frase, muy parecida a la anterior pero con cierto carácter antitético, que se suele usar en situaciones de similar costumbrismo que es “!oiga, que siempre ha habido clases¡”, que se utiliza cuando alguien ha hecho uso de algún privilegio inherente a su posición. Y la situación puede ir desde el hecho de comerse la última gamba a la plancha de una ración en una taberna hasta el acceso a un determinado puesto de trabajo.
Y yo me pregunto, ¿es cierto que siempre ha habido clases?, ¿es cierto que las clases sociales han suavizado sus diferencias?. Bueno pues vamos a ver si con este artículo contestamos a estas preguntas.
En realidad no siempre han existido clases sociales, esta forma de organización social es bastante reciente y tampoco, hay que reconocerlo, ha sido la forma peor de organizarse. Lo que ha existido desde que existe la historia – ojo, fijaos que digo desde que existe la historia y no el ser humano - son distintas formas de estratificación social.
Según Mancionis y Plummer (1) la estratificación social se define como una clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen o se les asigna. Dicho de otra manera, siempre ha habido quien manda, tiene más bienes y más prestigio – los menos - y quien obedece, dispone de menos recursos y su prestigio anda por los suelos – los más -. Un individuo está arriba o abajo dependiendo de varios parámetros pero en la mayoría de los casos no suele depender de él mismo. Además las formas de la estratificación difieren entre tipos distintos de sociedades y de épocas históricas.
Y esto me lleva a una nueva pregunta, ¿nunca, durante toda la existencia del ser humano no ha habido una sociedad verdaderamente igualitaria?. Pues sí, y paradójicamente durante mucho tiempo. Si cómo dicen los científicos el homo sapiens lleva por estos andurriales unos 200.000 años, en más de 190.000 de esos años las personas han vivido en sociedades igualitarias: las tribus de cazadores-recolectores. Sólo cuando los seres humanos abandonaron sus modos de vida nómadas, a partir del invento de la agricultura y de la ciudad durante la revolución neolítica, empezó la estratificación social, la desigualdad, las élites y la explotación. Como dice Kerbo (2), la historia de la civilización es la historia de la estratificación social.
Así que, aparte de la larga noche de los tiempos en la que entre los hombres y la mujeres apenas había diferencias - como nos muestran los registros arqueológicos y los estudios antropológicos que se han realizado sobre las pocas tribus de cazadores-recolectores que han resistido hasta la edad contemporánea -, las personas han formado parte de formas de estratificación como la esclavitud, la sociedad de castas, la sociedad estamental y las clases sociales, y todas ellas han tenido o tienen unas buenas dosis de desigualdad.
La esclavitud no necesita de presentación, todos hemos visto la película Espartaco de Kubrick, y aquella impresionante escena en la que Espartaco (Kirk Douglas) y Antonino (Tony Curtis) intentan matarse para evitar que el otro sea crucificado. La esclavitud es el sistema de estratificación social con una economía basada en la propiedad de otros seres humanos. La condición de esclavo se ha adquirido de muchas maneras a lo largo de la historia: por nacimiento, derrota militar, deudas o por captura y comercialización en su versión más moderna, la de los negreros. El régimen de la esclavitud ha sido justificado o legitimado desde un punto de vista legal, religioso e incluso ideológico, no hay que olvidar que el mismo Aristóteles dijo “es evidente que algunos hombres son por naturaleza libres y otros esclavos, y para éstos, la esclavitud es adecuada y conveniente”, ahí es nada, disculpémosle porque en su época la esclavitud era de lo más natural.
El sistema de castas es también tremendamente desigual, consiste en la creación de compartimentos sociales estancos, con funciones sociales y privilegios distintos, a los que el individuo pertenece desde su nacimiento sin posibilidad alguna de renunciar ni cambiarse de grupo, naces en una casta y te mueres dentro de ella, no existe movilidad social. El caso más conocido de sociedad de castas es la India , en donde – en contra de lo que pudiera parecer desde nuestra visión occidental – existe un elevado grado de aceptación del sistema. En la India , la religión hindú ha proporcionado esta justificación, ya que proporciona las sanciones necesarias para hacer cumplir las obligaciones y los deberes de las castas. No olvidemos como se llama la casta inferior, los intocables, si no se les puede ni tocar imaginad su posición social. El caso de la India es bien conocido pero no lo es tanto el hecho de que en Japón se dio el sistema de castas desde el siglo XVII hasta la modernización de la segunda mitad del siglo XIX. Y para terminar con las castas y para ser un poco malo, algún miembro español de algún grupo profesional corporativo, se considera a sí mismo como miembro de una casta, por supuesto en la categoría de brahmán no en la de intocable.
El sistema estamental esta basado en la propiedad de la tierra y de todo lo que hay encima de ella, animal, vegetal o mineral a manos de la clase militar o nobleza. Existían lazos de obediencia, trabajo y protección entre la nobleza y los plebeyos. Es decir, unos poseían la tierra y otros la trabajaban, tampoco era un régimen de vida muy igualitario. El sistema estamental está relacionado con el feudalismo europeo en la Edad Media , pero adquirió ciertos tintes jurídicos y de representatividad en el Estado moderno. Los estamentos eran el clero, la nobleza y los comunes o plebeyos. La movilidad era muy restringida pero al menos había excepciones, un plebeyo listo – por poner el ejemplo más común – podía hacer carrera en la Iglesia. La justificación del sistema era legal y religiosa.
La revolución industrial trajo consigo un nuevo sistema de estratificación que denominamos sistema de clases. En este sistema, al menos en teoría, existe igualdad de oportunidades, se admite como ideología que los más capaces recibirán mayores y mejores recompensas, pero la realidad demuestra que la movilidad social está bastante restringida. El nivel real de desigualdad entre las élites y la población general es menor que en los otros sistemas de estratificación pero, siempre hay un pero, en las últimas décadas la desigualdad ha vuelto a crecer a raíz de los cambios en el sistema económico mundial y parece que, con la crisis económica actual, la transferencia de renta desde las clases medias y bajas hacia las clases acomodadas está acentuándose.
El proceso de legitimación o de justificación de la desigualdad en la sociedad de clases, sobre todo en la actual, es muy complejo, ya no se trataría de una legitimación religiosa o legal, tenemos leyes, constituciones que aseguran la igualdad entre las personas y la no discriminación por raza o sexo y la Iglesia , con todo lo que es, ya no es lo que era. Por lo tanto, los mecanismos son muy sutiles y fundamentalmente ideológicos y merecen un próximo artículo específico para explicarlos, que trataría sobre cómo aceptamos las diferencias sociales, sobre todo los que estamos de la mitad para abajo (ver El Gran Montaje).
Dejando de lado a la sociedad de clases y observando a todos los sistemas de estratificación social de manera global, el sociólogo norteamericano Gerhard Lenski, postula que el nivel de desigualdad de una sociedad dada guarda relación con dos variables: el nivel de la tecnología y la cantidad de bienes excedentes que produce esa sociedad. De esta manera cuanto más alto es el nivel de la tecnología, mayor es la cantidad de bienes y servicios producida. Con un nivel tecnológico bajo y, por lo tanto, escaso o nulo excedente, nadie tendrá el poder de dominar los recursos de la sociedad, nadie puede quedarse con lo que no existe – sería el caso de las sociedades cazadoras-recolectoras – a medida que la tecnología avanza y se produce más excedente, las élites encontrarán la manera de dominar dicho excedente y la desigualdad crecerá. La tendencia sólo comenzó a invertirse ligeramente tras la revolución industrial debido a las necesidades de los mercados – entre otras causas, alguien tenía que consumir la gran cantidad de productos que se fabricaban algo que parecen haber olvidado algunos últimamente – y el incremento de la desigualdad pasó a ser una cuestión entre países más que entre clases sociales.
Por último, Lenski nos indica que la existencia de la desigualdad y el conflicto por los recursos escasos es lo que hace necesaria la estratificación social. Sin un sistema de estratificación social existiría un conflicto abierto y permanente por la distribución de esos recursos y, según este autor, eso no hay sociedad que lo resista.
Así que a las dos preguntas que nos hacíamos al principio del artículo tenemos que contestar que no siempre ha habido clases sociales, había otro tipo de estructuras sociales y que las diferencias entre estas estructuras se han ido suavizando bastante con el tiempo – ya no somos siervos de la gleba - pero la desigualdad social sigue de moda.
Juan Carlos Barajas Martínez
Bibliografía:
(1) Sociología, John Mancionis y Ken Plummer, Pearson Prentice Hall, Madrid 2005
(2) Estratificación social y desigualdad, Harold R. Kerbo, 5ª Edición, McGraw Hill, Madrid 2003
Las sociedad de cazadores recolectores debía de ser, como dices, muy igualitaria pero bastante más incómoda que la actual y con una vida media tan corta ¡ Cualquiera vuelve al Cromañón!
ResponderEliminarJajaja tenemos mucho de Cromagnon y si no, echa un vistazo a tu alrededor. Ahora en serio, yo también, pesar de todos los inconvenientes actuales, me quedo por aquí.
ResponderEliminarAl parecer todo se traduce a un ciclo, con la excepción de la prehistoria en la cual éramos nómadas y la ausencia de excedentes propiciaba la igualdad, tanto en la distribución de la riqueza producida como en la estratificación consecuente a la misma por la cuota de aporte al sistema productivo (=). Sin embargo a partir de ello, la historia se repite con distintos actores y en diferentes condiciones; amo - esclavos, señor feudal - siervo, burgués – proletario, con base en sus condiciones de producción propias de cada época. Lo cierto es que ya no somos ni esclavos, ni siervos de la gleba, podríamos decir como lo mencionas, que las condiciones han mejorado hasta cierto punto por la misma necesidad del sistema, un consumidor; pero siendo ese el caso y mencionando que actualmente existe una polarización de las clases que elimina a la clase media e incrementa la clase baja y reduce aún más la alta, sin mencionar la precariedad del medio ambiente planetario y sus recursos y siendo conscientes de que el estado proletario jamás apareció como debería me pregunto ¿hacia dónde vamos? ¿Habrá luego una nueva estratificación o simplemente estas perduraran?
ResponderEliminarUsted idealiza las tribus de cazadores-recolectores cuando sabemos por pruebas científicas que existía abuso de poder. Había una clase teocrática con chamanismo y religiones rituales con sacrificios (lo que evidencia una clase teocrática), acumulación de riqueza (hay tumbas de líderes enterrados con muchos más enseres y más lujosos que sus compañeros lo que evidencia liderazgo y clase social alta), y vestigios de violencia inherente a lucha por los recursos (han encontrado hasta fosas comunes con niños y mujeres exterminados).
ResponderEliminarPero bueno es evidente, el mundo natural es pura competición y tanto en cualquier agrupación animal como en humanos siempre va a haber competición por recursos, reproducción, donde poner los huevos...por Dios si hasta las langostas (que llevan viviendo millones de años) compiten por ampliar su trozo de fondo marino (y por supuesto hay langostas más fuertes que se llevan casi todo el territorio, hembras y comida).
Pues las tendré idealizadas, pero yo nunca me iría a vivir a una de ellas. Eso no quita para que fueran más igualitarias según los escritos de muchos antropólogos. Muchas gracias por la lectura y por sus comentarios
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