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La teoría queer


 

Resumen

La teoría queer y el activismo político influenciado por ella, viene desde los años ‘90 reivindicando la sexualidad de todos aquellos que no se sienten identificados con la corriente principal de pensamiento social acerca de la conducta sexual.

En este artículo se examinan los antecedentes teóricos y orígenes históricos de la teoría, así como, sus propuestas de la sexualidad como construcción social y la cuestión de las identidades sexuales como significantes más que como categorías sociales, la política queer como praxis de la teoría y, por último, las principales críticas cosechadas por este polémico enfoque.

Abstract

Queer theory, and the political activism influenced by it, has since the 1990s been reclaiming the sexuality of all those who do not identify with mainstream social thinking about sexual behavior.

This article examines the theoretical background and historical origins of the theory, as well as its proposals of sexuality as a social construction and the question of sexual identities as significants rather than social categories, queer politics as a praxis of the theory and, finally, the main criticisms harvested by this controversial approach.

Índice

  • Introducción
  • Antecedentes
  • La sexualidad como construcción social y la cuestión de la identidad
  • La política Queer
  • Críticas a la teoría
  • Conclusión

Introducción

 

En Sociología Divertida se ha tocado en varias ocasiones el tema de la sociedad posindustrial con el estudio de autores como Zygmunt Bauman (1), Ulrich Beck (2) o Jean Baudrillard (3) y sus respectivas obras, todas sus teorías explican una segunda modernidad desde distintos puntos de vista: la volatilidad de la sociedad actual, los riesgos a los que nos ha llevado el desarrollo tecnológico o la percepción hiperreal del mundo a la que nos dirigen esas nuevas tecnologías. Pero lo que hasta ahora no hemos abordado es una teoría que no explica este período de nuestra historia, sino que es hija de él, es producto de esta segunda modernidad o posmodernidad como prefieren llamarla otros: la teoría queer.

La teoría queer es, primero que nada, un enfoque interdisciplinario para el estudio de la sexualidad. En un corto resumen – pues más adelante entraremos en cada uno de estos puntos – la teoría queer afirma que la sexualidad es una construcción social, el género no se basa en nada primigenio como la biología y las personas no encajan en el sistema sexual binario imperante y, para poder afirmar esto, pone en tela de juicio la cuestión de las identidades personales. De estas tres premisas principales los teóricos queer sacan la conclusión de que no existe una sexualidad normal, un arquetipo de conducta sexual al que se deben subordinar todas las demás, estamos hablando claro está de la heterosexualidad. Entre los autores queer clave destacan Gayle Rubin (4), Eve Kosofsky Sedgwick (5) y Steven Seidman (6).

Antecedentes

La palabra “queer” significa “marica”, es decir, un término despectivo con el que se designa peyorativamente a los homosexuales masculinos. Los activistas políticos gais y lesbianas reivindicaron este término con la intención de quitarle la connotación peyorativa mediante la adopción del vocablo “queer” con orgullo.

En su sentido más amplio incluye a todas las categorías sociales en contra del modelo imperante hombre-mujer, es decir, aparte de los homosexuales, los transexuales, travestis, bisexuales y demás siglas de la serie LGTBQIAK (7), pongo todas las siglas para no olvidar a nadie, aunque para acortar ahora usan LGTBIQ+, lo cual es muy de agradecer para los sexagenarios y mayores que apenas tenemos memoria para acordarnos de nuestro propio nombre.

Para buscar los orígenes teóricos de este enfoque hay que viajar en el tiempo hasta la década de 1970, cuando el filósofo francés Michel Foucault (8) publica la “Historia de la Sexualidad”, obra en la que describe la sexualidad como una construcción social y califica a las identidades sexuales como productos del poder sin una relación básica con la Naturaleza. En los años ’80 se publicaron trabajos académicos como los de Teresa de Lauretis (9) y Gloria Anzaldúa (10) que cuestionaron la forma en que el orden social en los países occidentales usa normas rígidas de género y conducta sexual como método de regulación de la sociedad. La mayoría de los autores señalan también a la filósofa feminista Judith Butler (11) como fuente teórica del movimiento queer quien, en su obra de 1990 “El Género en Disputa”, aborda como hiciera Foucault antes, la construcción social del género, sólo que en su caso, nos dice que el motor es la repetición constante de actos y conductas.

De todas formas, tanto en la antropología social como en la sociología, ha habido autores que, antes de que hubiera una teoría queer, han criticado la idea convencional de que la sociedad está divida entre homosexuales y heterosexuales y que esto es un universal cultural a lo largo de la historia de la humanidad. El constructivismo social (12) y postestructuralismo (13) han hecho aportaciones en esta dirección.

Por último, hay que señalar que, en la práctica política, la crisis del SIDA y la alarma sanitaria resultante identificó a los homosexuales como protagonistas principales. Desde muchos sectores se señaló con el dedo a estos colectivos lo que trajo nuevas oleadas de aislamiento y marginación. Como respuesta a este fenómeno las ideas queer encontraron un caldo de cultivo propicio para su difusión e implantación generalizada en estos segmentos de la población.

La sexualidad como construcción social y la cuestión de la identidad

Seidman mantiene que la industrialización y la urbanización sexualizaron el espacio social, creando un ámbito público asociado al mundo del trabajo que es claramente masculino y un espacio privado relacionado con el hogar que es básicamente femenino.

Este planteamiento formalizó los patrones masculino y femenino y reguló las relaciones interpersonales y, dentro de estas, el comportamiento sexual asociando la normalidad en este aspecto a la heterosexualidad, es lo que denomina heteronormatividad. Dicho de un modo breve, la mujer en casa con la pata quebrada, el hombre como mantenedor económico de la familia, sexualmente activo tanto en el hogar como fuera de él y la homosexualidad como perversión.

El constructivismo social afirma que cualquier experiencia que los seres humanos consideran “real” es en sí misma una creación social, siendo al mismo tiempo producto y producción social.

Según este enfoque teórico, se debe distinguir en lo tocante a la sexualidad entre comportamientos e identidades. Las identidades sexuales - el género dicho de un modo más general – es cultural no natural, pero una vez socialmente establecidas o institucionalizadas existen como hechos empíricos relativamente estables y como formas válidas de representar a las personas. La identidad gay, asociada a un período histórico concreto, se refiere a un grupo social delimitado.

Los teóricos queer en este punto difieren del constructivismo, argumentan que, aunque puede ser útil para el análisis referirse a las identidades sexuales como grupos sociales limitados, también hay que prestar atención a las diferencias, lo que complica la validez empírica de las identidades.

Por otra parte, considerar a las identidades como estables ayuda a consolidar la heteronormatividad.  Así, en la mejor de las versiones posibles, el mundo heterosexual se asocia a una serie de aspectos culturales positivos como la familia, el amor romántico, el matrimonio o la virtud; mientras que el mundo homosexual se asocia a valores alternativos positivos como el sentimiento de comunidad o la afirmación positiva del placer sexual. Para la teoría queer esto no deja de ser un sistema inestable de significación cultural y lingüística.

La homosexualidad y la heterosexualidad se necesitan para definirse mutuamente, no se refieren a nada empírico, sino que, como signos de un sistema lingüístico, se refieren y derivan su significado entre sí. La heterosexualidad, para para poder articularse de forma significativa, debe hacer referencia a la homosexualidad y al mismo tiempo repudiarla.

Butler pone el ejemplo de la boda como ritual heterosexual, durante el momento de "Yo te declaro" en una boda heterosexual, la homosexualidad representa el “otro tácito”, invisible, pero siempre presente. Siempre según esta autora, la ceremonia cultural de la boda va en contra de que el sexo heterosexual es natural - algo basado en la biología - y afirma que la heterosexualidad debe ser mantenida continuamente. El hecho de que la heterosexualidad solo puede derivar culturalmente de la invocación y el repudio de la homosexualidad es la razón de que ambas identidades sexuales sean inestables.

En esta relación los homosexuales luchan por nuevos derechos y un mayor reconocimiento, su objetivo es la normalización, conseguir que sean una opción positiva y equivalente éticamente a la heterosexualidad lo que, en definitiva, perpetúa un modelo injusto para todos aquellos que no tienen una etiqueta homologable, a aquellas formas de sexualidad más ambiguas que amenazan esta relación social binaria heterosexual-homosexual. Este es precisamente el terreno de la lucha de la política queer.

La política Queer

La política queer es la praxis de la teoría queer y, por lo tanto, está estrechamente ligada a ésta. Los activistas queer se han alejado de una política normalizadora basada en las minorías y se han centrado en el modo en que el binario heterosexual/homosexual opera para hacer que la heterosexualidad sea superior y para excluir formas más ambiguas de identidad sexual.

Esta política antinormalizadora se opone a la dominación social de la sexualidad heterosexual, y también a la corriente principal  de la comunidad de gays y lesbianas que busca su homologación. La justicia sexual de este punto de vista, no puede lograrse simplemente con la idea de que los gays y las lesbianas son "normales",  porque este tipo de retórica solo consolida el estado de discriminación de los queer.

Aboga por lo que Seidman denomina “una visión menos represiva de la diferencia”, un posmodernismo social cuyo objetivo es desafiar todas las normas mediante política de reconocimiento y afirmación de la diferencia en vez de una política conservadora identitaria” de tal manera que “diferencia y democracia puedan coexistir”.

La política queer aspira a defender a los queers, a las personas con VIH/SIDA, a las mujeres, a los ancianos, a los jóvenes y a las víctimas del tercer mundo de las industrias farmacéuticas del primer mundo.

Todos estos individuos comparten, según la política queer, una característica común: ocupan cuerpos que han sido clasificados y  luego tratados como más débiles, menos capaces o discapacitados, menos poderosos o menos atractivos por un orden disciplinario que convierte la masculinidad hegemónica, la fuerza y la virilidad más deseable desde el punto de vista social.

Críticas a la teoría

La teoría queer ha ido recogiendo numerosas críticas, vamos a examinar algunas de ellas. En primer lugar, aunque cuestiona el concepto de identidad se ha convertido en una etiqueta que designa en particular a identidades sexuales discriminadas como gais, lesbianas, bisexuales o transexuales. Al final, es una etiqueta nueva para un concepto viejo, que se ha utilizado para unificar categorías muy diversas como si fueran iguales dejando de lado desigualdades y diferencias importantes.

Se la ha acusado de elitista, por el uso de una jerga muy técnica escrita por un grupo selecto de  personas con acceso a los medios, todo esto le confiere – según los críticos – un sesgo clasista. De todas formas a mi me parece que no es la única teoría escrita en una jerga técnica y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Dado que desde el propio mundo queer se ha definido el movimiento como un sitio en el que se puede alojar todo aquel que se sienta desplazado debido a sus preferencias sexuales, por esa razón hay críticos que han advertido que puede ser usado para validar conductas sexuales cuestionables como el sadismo o la pederastia.

Desde la teoría queer se ha afirmado que la pornografía es queer porque es lo opuesto a lo normal, pues presenta un catálogo de representaciones sexuales desinhibidas. Olvidando que la representación de la mujer en la mayor parte de las revistas y películas está orientada a una visión machista de la sexualidad.

Algún crítico hay que reprocha que la teoría no tiene en cuenta ni la clase ni la raza, no tiene en cuenta limitaciones, como por ejemplo el dinero, que ponen difícil el hecho de permitirse el lujo de ser transgresor.

La teoría queer afirma que ha sido la primera teoría social que distingue entre sexo y género. Esta distinción lleva bastante tiempo aceptada tanto en la antropología social como en la sociología y el feminismo había convertido esta idea en reivindicación en la década de 1970.

Desde la sociología se ha criticado el exceso en el cuestionamiento de la identidad que realiza la teoría queer, ésta la reduce a un mero significante lingüístico sin interés empírico y, al hacerlo, limitan nuestra comprensión de la forma en que las identidades se insertan en las instituciones, los roles sociales y las prácticas cotidianas.

Desde un punto de vista personal y, admitiendo con humildad que puedo estar equivocado pues tan solo soy un divulgador, hay tres cosas de la teoría queer que me chirrían. En la primera no estoy solo, coincido con los que no ven en este teoría una crítica a las desigualdades socioeconómicas, precisamente porque no es una teoría completa, sino un enfoque para el estudio de la sexualidad. No se pueden extrapolar, así como así, los análisis sexuales para explicar toda la complejidad social. Dicho de un modo chusco, no se le pueden pedir peras al olmo, pero tampoco el olmo puede presumir de tener peras.

En segundo lugar, alguno de los autores queer niegan el sustrato biológico en las relaciones sexuales lo que representa, desde un punto de vista filosófico, una negación del cuerpo; a pesar de que la noción de cuerpo es precisamente uno de sus campos de batalla. Esto es contradictorio desde el punto de vista teórico, ¿cómo se puede formalmente reinvindicar los cuerpos vilipendiados por la heteronormatividad cuando estamos negando el papel de lo  biológico, y por tanto del cuerpo, en las relaciones sexuales?.

Y, por último, me chirría la negación de la normalidad. El primer objetivo de la teoría queer es ir en contra de la noción de “normal”, lo normal no existe. Bien, habría que ver contra  qué definición de normal cargan, Emile Durkheim (14) definía la normalidad desde un punto normativo, es decir, normal era lo que era frecuente y representaba un bien para la sociedad. Contra esa definición también cargo yo. No en la parte de la frecuencia sino en la parte normativa, aquello que es bueno para la sociedad.

Ahora bien lo frecuente, lo común, lo ordinario existe y me da la impresión de que cuando niegan la normalidad su negación también incluye esta primera parte de la definición de Durkheim. Como existe la frecuencia existen mayorías y minorías, que tienen sus propias dinámicas, y es algo a tener en cuenta cuando se diseña una teoría social.

 

Conclusión

El movimiento queer ha sido un fenómeno social de primer orden en las últimas décadas, que ha puesto en tela de juicio conceptos que provocaban y provocan desigualdades y tratos discriminatorios. Tiene mucha influencia en la cultura actual, en las artes plásticas, en la literatura, en el cine y en la televisión.

Como dice el sociólogo Chet Meeks (15) el futuro de la teoría y de la política queer pasa probablemente por pensar más allá de los límites de un modelo minoritario de sexualidad y política para gays y lesbianas, más allá del constructivismo, y teorizar las posibles coaliciones con otros que luchan contra una gama variada de normas corporales y sexuales.

Meeks añade que los estudios queer en el futuro deberán ser más concretos, empíricos y sociológicos sobre la contribución de lo social a lo sexual, y de la forma en que las identidades sexuales se insertan en las instituciones y los roles sociales. Si los principales contribuyentes a la teoría queer en 1990 eran sobre todo literatos y filósofos, el futuro de la teoría queer -al menos una gran parte de ella- pertenece a la sociología.

Cualquier visión que favorezca la igualdad, promueva los derechos civiles, pretenda evitar discriminación y marginación, cualquier teoría que, en definitiva, nos haga pensar, bienvenida sea.

JuanCarlos Barajas Martínez

Sociólogo

Notas

  1. Zygmunt Bauman (Poznań, 19 de noviembre de 1925 — Leeds, 9 de enero de 2017)​ fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente. Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010
  2. Ulrich Beck (Słupsk, Pomerania, 15 de mayo de 1944-Múnich, Baviera, 1 de enero de 2015)​ fue un sociólogo alemán, profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics. Estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. En los últimos tiempos se embarcó también en la exploración de las condiciones cambiantes del trabajo en un mundo de creciente capitalismo global, de pérdida de poder de los sindicatos y de flexibilización de los procesos del trabajo, una teoría enraizada en el concepto de cosmopolitismo. También contribuyó con nuevos conceptos a la sociología alemana, incluyendo la llamada «sociedad del riesgo» y la «modernidad reflexiva».
  3. Jean Baudrillard (Reims, 27 de julio de 1929-París, 6 de marzo de 2007) fue un filósofo y sociólogo francés, crítico de la cultura francesa. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la filosofía del postestructuralismo.
  4. Gayle S. Rubin (Carolina del Sur, 1949) es una antropóloga cultural estadounidense, más conocida como activista y teórica influyente en políticas de sexo y género. Ha escrito acerca de varios temas que incluyen feminismo, sadomasoquismo, prostitución, pedofilia, pornografía y literatura lesbiana, así como estudios antropológicos e historias sobre subculturas sexuales, especialmente focalizadas en contextos urbanos. Es profesora asociada de antropología, estudios de las mujeres y literatura comparada en la Universidad de Míchigan en Ann Arbor.
  5. Eve Kosofsky Sedgwick (2 de mayo de 1950 – 12 de abril de 2009) fue una pensadora feminista de Estados Unidos, especializada en los campos de los estudios de género, teoría queer (estudios queer) y teoría crítica. Influenciada por Michel Foucault, Judith Butler, el feminismo, el psicoanálisis y el deconstructivismo, sus trabajos reflejan un constante interés en un amplio abanico de temas y asuntos, incluyendo la performatividad y la actuación (performance) queer; la escritura crítica experimental; los trabajos de Marcel Proust; el psicoanálisis no lacaniano.
  6. Steven Seidman (17 de octubre de 1948) es un sociólogo, profesor en la Universidad del Estado de Nueva York en Albany. Sus áreas de estudio son la teoría social, cultura, sexualidad, sociología comparada, teoría de la democracia, nacionalismo y globalización.
  7. LGBT o LGTB es la sigla compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas, Gais, Bisexuales y Trans (transgénero, transexuales y travestis).​ En sentido estricto, agrupa a las personas con las orientaciones sexuales e identidades de género relativas a esas cuatro palabras, así como las comunidades formadas por ellas. La expresión tuvo su origen en el idioma inglés en los años noventa, pero estas iniciales coinciden en varios idiomas, entre ellos el español. El término ha sido resultado de una evolución en la que se fueron agregando letras con el fin de incluir a diversas comunidades discriminadas por su identidad sexual. Inicialmente se utilizaba la expresión «homosexual» o «gay», pero algunas organizaciones de personas lesbianas y bisexuales la cuestionaron como insuficiente, dando paso a la creación de la sigla «LGB». Posteriormente las personas transexuales hicieron una crítica similar dando origen a la sigla «LGBT». El orden de las letras dentro de la sigla puede variar según el uso de cada comunidad o de cada país. En los últimos años han surgido nuevas ampliaciones de la sigla con el fin de incluir a otras comunidades, como a las personas intersexuales (LGBTI), queer (LGBTQ),​ asexuales (LGBTA) y kink dando origen a la sigla LGBTQIAK.
  8. Michel Foucault (pronunciación francesa: [miˈʃɛl fuˡko]), nacido como Paul-Michel Foucault (Poitiers, Francia, 15 de octubre de 1926-París, 25 de junio de 1984) fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Fue profesor en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de los sistemas de pensamiento en el Collège de France (1970-1984), en reemplazo de la cátedra de Historia del pensamiento filosófico, que ocupó hasta su muerte Jean Hyppolite.  Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias sociales y las humanidades. Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana.
  9. Teresa De Lauretis (Bolonia, 1938) es una teórica feminista que ha realizado importantes aportes a los estudios de género, queer, cinematográficos así como al psicoanálisis. Traducida a más de diecisiete idiomas, De Lauretis es conocida internacionalmente por ser autora de influyentes libros tales como “Alice Doesn’t” (1984), “Technologies of Gender” (1987) y por haber acuñado la expresión “Queer theory” (1990) para marcar una discontinuidad radical en la epistemología y las políticas sexuales feministas-LGBT.​ Actualmente es Distinguida Profesora Emérita por University of California, Santa Cruz.
  10. Gloria Evangelina Anzaldúa (Valle del Río Grande, 26 de septiembre de 1942-Santa Cruz (California), 15 de mayo del 2004), fue una académica, activista política, feminista, escritora y poeta chicana.
  11. Judith Pamela Butler (Cleveland, 24 de febrero de 1956)​ es una filósofa materialista​ y posestructuralista​ judeo-estadounidense que ha realizado importantes aportes en el campo del feminismo, la filosofía política y la ética, y ha sido una de las teóricas fundacionales de la teoría queer. Es considerada «una de las voces más influyentes en la teoría política contemporánea»6​ y la teórica de género más leída e influyente del mundo.​ Ejerce desde 1993 en la Universidad de California en Berkeley y pertenece al Departamento de Estudios Psicosociales del Birbeck College y a la European Graduate School, entre otros.
  12. El constructivismo social es una teoría que sugiere que el conocimiento científico no constituye un corpus neutro de datos independiente de las prácticas culturales y los valores, sino que se origina en el seno de la sociedad, con lo que ello conlleva. Por lo tanto, los datos y las prácticas de la ciencia son, o bien construcciones sociales en su totalidad (constructivismo duro) o bien lo son en parte (constructivismo blando). En la práctica, el constructivismo social se interesa por el trabajo en el laboratorio, las publicaciones científicas y los flujos de información en tanto qué procesos deben estudiarse desde una perspectiva sociológica y no sólo en términos puramente científicos.
  13. El posestructuralismo o postestructuralismo está asociado con los trabajos de una serie de filósofos y teóricos críticos de la región continental francesa de mediados del siglo XX que se consagraron internacionalmente en los años 1960 y 1970.​ El término se define por su relación con un movimiento intelectual anterior: el estructuralismo (desarrollado en Europa desde principios hasta mediados del siglo XX). El estructuralismo propone que uno pueda entender la cultura humana por medio de una estructura, modelada en el lenguaje (lingüística estructural), que difiere de la realidad concreta y de las ideas abstractas, un «tercer orden» que media entre los dos. Los autores posestructuralistas presentan diferentes críticas al estructuralismo, pero los temas comunes incluyen el rechazo de la autosuficiencia del estructuralismo y un cuestionamiento a las oposiciones binarias que constituyen sus estructuras.4​ Los escritores cuyas obras a menudo se caracterizan como posestructuralistas incluyen: Roland Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Judith Butler, Jean Baudrillard, Julia Kristeva y Jürgen Habermas, así como otros de la Escuela de Fráncfort, aunque muchos teóricos que han sido llamados «postestructuralistas» han rechazado la etiqueta.
  14. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “Decuando la sociología daba sus primeros pasos” en este mismo blog
  15. Chet Meeks fue un sociólogo norteamericano, profesor en la Universidad de Wyoming, trabajó en el estudio de políticas sexuales de la diferencia y sociedad civil.

Bibliografía

C. Thorpe, C. Yuil, M. Hobbs, M. Todd, S. Tomley, M. Week: El Libro de la Sociología, Akal Editores, Madrid 2016

Chet Meeks, Queer’s Theory, Encyclopedia of Sociology, Blackwell; Londres 2010

Javier Sáez del Álamo, Teoría Queer y Psicoanálisis, Editorial Síntesis, Madrid 2004

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