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El interaccionismo simbólico I: George Herbert Mead

 

 




Resumen

Este artículo es un sobrevuelo a las ideas de George Herbert Mead que dieron a luz al interaccionismo simbólico, uno de los movimientos sociológicos más importantes del siglo XX y el primero que fijó el foco en el individuo y su entorno social directo, inaugurando el desarrollo de la microsociología. Dado que alguno de los conceptos psicológicos, filosóficos y sociológicos que se manejan no son ni mucho menos triviales, se ha hecho un especial esfuerzo en clarificarlos, espero que sin perder rigor en el empeño.

Abstract

This article is an overview of George Herbert Mead's ideas that gave birth to symbolic interactionism, one of the most important sociological movements of the twentieth century and the first to focus on the individual and his direct social environment, inaugurating the development of microsociology. Given that some of the psychological, philosophical and sociological concepts involved are far from trivial, a special effort has been made to clarify them, hopefully without losing rigor in the endeavor.

 

Índice:

  • Introducción al Interaccionismo simbólico
  • Fuentes de Mead
  • Preponderancia de lo social en el pensamiento de Mead
  • El acto
  • El gesto
  • Símbolos significantes
  • La mente
  • El self


Introducción al Interaccionismo simbólico

Con el interaccionismo simbólico, por primera vez en la historia de la sociología, se cambia el foco. Hasta este momento los autores intentaban explicar la sociedad de una manera completa, dejando al individuo desamparado sin explicación sociológica de su función social o pasando de puntillas por ella. El interaccionismo en cambio, parte del individuo para llegar a la sociedad como agregado de las conciencias individuales de las personas. Por tanto, si parte del individuo debe acercarse necesariamente a la psicología, es esta una de sus características.

Una curiosidad inherente al interaccionismo simbólico es que es un movimiento exclusivamente norteamericano, todos los autores importantes tienen esa nacionalidad.

El interaccionismo simbólico presenta una perspectiva muy amplia. El núcleo inicial con el Mead (1), Cooley (2) y Thomas (3), que casi podríamos llamar como “preinteraccionistas”, pues el movimiento se inició a partir de ellos - sobre todo de las teorías de Mead - y no estoy seguro de que se les pueda meter en el saco interaccionista. Herbert Brummer (4) representa el interaccionismo simbólico tradicional. Erwing Goffman (5) desarrolló el enfoque dramatúrgico y Manford Khun (6) representa el enfoque científico del interaccionismo simbólico. También hay que destacar la notable influencia que tuvo sobre otras escuelas sociológicas como la fenomenología y la etnometodología.

Decíamos que las ideas John Herbert Mead fueron las que originaron el movimiento. Mead fue profesor de filosofía – sí, no de sociología – en la Universidad de Chicago entre 1894 y 1931. Si era de profesor de filosofía, ¿cómo acabó fundándose una escuela de pensamiento sociológico a partir de él?

Pues fue al estilo socrático, él daba sus clases y los alumnos tomaban apuntes, pero el profesor Mead no publicaba nada, su sistema era la transmisión oral, fueron los apuntes de los alumnos los que dejaron testimonio de sus ideas.

Al parecer, eran tan buenas y amenas sus clases que llenaba su aula de mucho público. La voz de que se impartían unas clases extraordinarias de filosofía social se corrió entre los estudiantes de doctorado de sociología de Chicago y, en ese simple acto, se produjo la transmisión del pensamiento entre las dos disciplinas.

Fue Herbert Blummer el que acuñó el término de interaccionismo simbólico, para expresar su “lectura” del pensamiento de Mead. Blummer lo resumió en tres premisas. En primer lugar, las personas actúan sobre la base de los significados de las cosas. En segundo término, los significados se transmiten y modifican mediante un proceso interpretativo y, por último, los significados surgen en la interacción entre las personas.

En este primer artículo sobre el interaccionismo simbólico nos vamos a centrar precisamente en el pensamiento de Mead.

Fuentes de Mead

Para explicar lo que pensaba Mead es necesario situarse en las fuentes que influyeron en su pensamiento. Fueron básicamente tres: el pragmatismo, el conductismo y las ideas del filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel (7).

El pragmatismo es una doctrina filosófica que afirma que la realidad no existe fuera del mundo real. Éste se crea activamente en la medida en que los actores actúan dentro del mundo. Para los pragmáticos el conocimiento se basa en todo aquello que se ha demostrado como útil, por lo que se abandona todo aquello que no funciona de partida o que ya no funciona aunque resultara útil en el pasado, es algo así como el refrán castellano de “si funciona no lo menees”.

Las personas, siguiendo estos razonamientos, definen los objetos físicos y sociales que les rodean de acuerdo con la utilidad práctica que tienen para ellas, de esta forma, para entenderles se debe uno concentrar en lo que efectivamente hacen en el mundo, no en lo que predican, y aquí me viene a la cabeza otro dicho, esta vez sobre los curas: “haz lo que dicen, no lo que hacen”.

El conductismo también llevó a Mead por la senda del realismo y del empirismo. A los conductistas les preocupan las conductas observables de los individuos. Se centran en el proceso que empieza por un estímulo que llega al sujeto y en la respuesta que éste ofrece a ese estímulo. De esta manera analizan la conducta del individuo.

¿Y entre medias?, ¿hay algo entre estímulo y respuesta?, ¿algún tipo de proceso? Pues si lo hay no es algo que haya preocupado mucho a los conductistas, no han dado mucha importancia a los procesos que pudieran darse dentro de la mente entre el estímulo y la respuesta. A mis 61 años ya no tengo puestas las esperanzas en la especie humana, he tirado mucho de pensamiento utópico y me queda más bien poco, pero el conductismo me parece un poco reduccionista.  Esto del estímulo-respuesta puede que sea muy válido para un ratón de laboratorio, pero se me queda corto para las personas. A Mead también debía de parecerle corto pues partiendo del conductismo se dedicó al estudio de los procesos mentales.

La tercera influencia es la del gran sociólogo alemán Georg Simmel que fue el primero en fijarse en la interacción social, es decir, el proceso según el cual una persona actúa y reacciona en relación a otras personas. Esa interacción entre dos personas puede realizarse por múltiples medios como el lenguaje hablado, la vestimenta y la apariencia en general, los modales o el lenguaje corporal y gestual. Y en múltiples contextos sociales como en casa, en el trabajo, por la calle, en una situación cara a cara o en una conversación por teléfono o en un chat de WhatsApp.

Preponderancia de lo social en el pensamiento de Mead

Como punto de partida, me parece interesante señalar que para Mead la sociedad precede a la mente individual. Expresa la naturaleza social del ser humano como la imposibilidad de la persona de ser consciente y pensante sin un grupo social que le preceda.

El acto

El acto es para Mead el elemento más básico de su teoría, algo así como el átomo que la conforma. Como hemos comentado antes, creía que entre el estímulo y la respuesta hay algo intermedio, que el estímulo no provocaba una respuesta automática del actor humano. Definía al estímulo como una oportunidad para actuar, no como un mandato o una compulsión.

Mead decía que el acto, esa unidad de acción del actor, tenía cinco fases. En primer lugar, el impulso, que definía como un estímulo sensorial inmediato. El ejemplo que ponía era el hambre. En mi caso, Mead tenía la guerra perdida con los conductistas, pues yo cuando tengo hambre como, con unas consecuencias nefastas para mi volumen y peso; pero hay humanos más responsables que yo, que pueden contener su hambre y esperar a comer en un momento más propicio.

La segunda fase es la percepción. El actor humano percibe el estímulo y busca entre sus imágenes mentales cuales pueden representar la respuesta más adecuada.

La tercera es la fase de la manipulación. Tras la recepción del estímulo y la percepción del objeto que representa, llega la manipulación del mismo, es decir, qué acciones emprende la persona con el objeto. Mead contemplaba esta fase como una pausa temporal, un retardo. El ejemplo que ponía era una persona en el bosque ante una seta, por mucha hambre que tenga, no se la come inmediatamente, sino que la ojea intentando vislumbrar si es venenosa o no. Aquí tengo que decir que yo no me comería la seta, mi compulsión estímulo-respuesta en cuanto a la comida, se reduce al ámbito de mi nevera, lo que deja claro lo que destacaba Mead que es la importancia del entorno en la toma de la decisión.

Cuando te comes o no la seta es la última fase del acto, la consumación, que es la respuesta efectiva al estímulo original.

Aunque el hecho de describir el acto en fases da la impresión de que existe una secuencialidad entre ellas, Mead afirmaba que había una relación dialéctica y no necesariamente una secuencia, dicho de otro modo, en algunos casos se da una relación lineal y consecutiva entre las fases, pero lo más normal es que aspectos concretos de cada fase estén presentes hasta la consumación del acto.

El gesto

Mientras el acto es individual, el acto social implica la interacción de dos o más personas. En este sentido el gesto es mecanismo básico del acto social y del proceso social. La comunicación entre personas está basada en el gesto.

El gesto está presente también en los animales, pero provoca una respuesta inmediata al estímulo que representa el propio gesto. El ejemplo que pone Mead para ilustrar esto es el ladrido de un perro, lo que provoca inmediatamente la contestación de otro perro, no hay proceso mental entre medias. Este tipo de comunicación también se da en las personas, Mead pone el ejemplo de un combate de boxeo en el que si a un púgil le dan una torta bien dada responderá – siempre que no le noqueen – con otro golpe, y ahí no hay reflexión que valga. A estos gestos que provocan respuesta inmediatas Mead las llamó gestos no significantes.

Evidentemente, los gestos que provocan un proceso mental previo a la respuesta son los gestos significantes, y son propios de las personas.

También Mead distingue entre gestos vocales y gestos físicos, en los primeros se emite un sonido y en los físicos se realiza alguna acción con el cuerpo. Ambos tipos pueden ser significantes o no significantes. Por ejemplo, un ladrido es un gesto vocal no significante, la lectura de un poema es un gesto vocal significante, yo aún diría más, es muy significante, todas las formas del lenguaje lo son.

Símbolos significantes

Bueno, vamos a dar un paso más. Un símbolo significante es a su vez un gesto significante, pero con una particularidad, el emisor y el receptor comparten el significado que hay detrás del gesto y el emisor se permite el lujo de prever la respuesta del receptor. Esto muy humano y no sólo esto, puede ser grupal. El símbolo puede ser manejado en función de la cultura de un grupo, de manera que un tercero no perteneciente a la misma cultura puede no enterarse de la comunicación.

El pensamiento humano para Mead sólo puede realizarse mediante símbolos significantes. El más importante es el lenguaje que nos sirve para comunicarnos con los demás, pero también con nosotros mismos. Para Mead el pensamiento es una conversación con uno mismo. En mi caso esta definición casa perfectamente, tengo un narrador interior, pero no sé si casa con todo el mundo, al parecer hay personas que carecen de ese narrador y piensan de otra manera más lejana del lenguaje y más próxima a la imagen mental.

Los símbolos significantes hacen posible la interacción simbólica lo que facilita el desarrollo de pautas y formas de interacción mucho más complejas de organización social que las que permitirían los gestos.

La mente

Para entender la teoría de la mente de Mead hay que empezar por entender la idea de proceso mental. Para mí, que soy ingeniero en informática, me es muy fácil comparar la idea del proceso mental con la idea de un proceso corriendo en la CPU de un ordenador.

En un ordenador, esta es una clasificación de brocha gorda, corren dos tipos de programas, las aplicaciones y los procesos. Las primeras interactúan con el usuario, de alguna manera deben proyectar resultados al exterior, en cambio, el proceso es interno, es necesario para el funcionamiento de la máquina, pero no provee de información a los usuarios. Pues trasladando el símil del ordenador a la mente podemos hacernos una idea de lo que quería expresar Mead.

Mead solía pensar en términos de procesos más que de estructuras o contenidos, de hecho, se le ha llamado con frecuencia el “filósofo de los procesos”.

Mead también analiza la mente desde una perspectiva más pragmática. Es decir, la mente está implicada en los procesos orientados hacia la resolución de problemas. El mundo real plantea problemas y la función de la mente es intentar solucionarlos, y permitir a las personas que se comporten con eficacia en el mundo.

La inteligencia es uno de esos procesos que residen en la mente, Mead la define como la adaptación mutua de los actos de los organismos. Dicho de este modo los animales tienen inteligencia, en definitiva, inteligencia irracional en la terminología de Mead. Bueno los animales y las personas, que también pueden actuar dentro de este nivel de inteligencia, de hecho, yo conozco a más de uno que apenas abandona este estado de falta de consciencia.

Pero aparte de trabajar en este nivel irracional de la inteligencia, los humanos también podemos usar la inteligencia reflexiva, es decir, la capacidad de adaptación mutua mediante el empleo de símbolos significantes. De esta manera, con este tipo de inteligencia somos capaces de inhibir temporalmente nuestras acciones en la búsqueda de una respuesta adecuada a un estímulo.

Para ello, para retrasar respuestas automáticas, la inteligencia reflexiva tiene tres componentes: organización, prueba implícita y solución final.

La organización es la capacidad de ordenar las posibles respuestas a un estímulo. La prueba implícita presupone la capacidad de elegir mentalmente, mediante una conversación con uno mismo, entre las distintas opciones de respuesta de que se dispone y, por último la selección final, cuando se produce la elección de una de las alternativas examinadas.

Otro de los procesos mentales que analiza Mead es la conciencia. Para Mead la conciencia tiene dos caras, dos capacidades. En primer lugar, es el repositorio de todo aquello a lo que sólo el actor tiene acceso y, en segundo término, como herramienta de trabajo para aplicar la inteligencia reflexiva.

Tradicionalmente se ha colocado a la conciencia en nuestro cerebro, aunque creo que en la antigüedad se colocaba en el corazón. Mead presenta cierta resistencia a colocar los procesos mentales en el cerebro, sino que tiene la tendencia a identificarlos como procesos sociales. Para Mead la conciencia debe analizarse como un fenómeno social. Algo que reside en el mundo objetivo mientras lo que reside en el cerebro es el proceso fisiológico. ¿Cómo algo subjetivo puede encontrarse en el mundo objetivo? Creo que cuando analicemos el concepto de self quedará más claro esta influencia social en la conciencia.

Así que, el concepto de Mead sobre la mente es que es un proceso, que se define como una conversación interna con nosotros mismos, que no se encuentra en el cerebro sino que es un fenómeno social que se desarrolla en sociedad mediante la experiencia. Y la sociedad no es producto de la mente, más bien justo lo contrario, es anterior a la mente. No hay mente sin sociedad.

El mundo real es un generador de problemas y la función de la mente es resolverlos o, al menos, intentarlo. Es la reacción al otro es, en última instancia, la reacción a la comunidad como un todo.




La interacción simbólica

El Self

El self es un concepto original y muy importante en la teoría de la mente de Mead. Como las otras ideas que hemos visto ya, se trata de un proceso mental que concede a la persona la capacidad de verse a sí misma como un objeto sin perder su condición de sujeto. De alguna forma nos permite vernos “desde fuera”, de experimentar lo que creemos que es la visión que tiene nuestro entorno social de nosotros mismos sin abandonar la perspectiva del “yo”.

La forma de ser sujeto y objeto al mismo tiempo se consigue en base a la reflexión o la capacidad de las personas a examinarse a sí mismas de igual manera que los otros les analizan a ella.

También, como en los casos anteriores, el self es un proceso social, de hecho, no se nace con él puesto, sino que aparece con el desarrollo de la mente y, por supuesto, Mead no lo sitúa en el cerebro, sino en el mundo de las relaciones sociales.

El self mantiene una relación dialéctica con la mente y es inseparable de ésta. Por un lado, el self nace con el desarrollo de la mente y la mente no se puede desarrollar sin el self y su proceso reflexivo. Este desarrollo se produce en dos etapas: la etapa del juego y la etapa del deporte.

En la etapa del juego, el niño adopta otros roles, juegan a ser indios y vaqueros o papás y mamás, de esta manera, el niño aprende a convertirse en objeto (“el mi”)  y sujeto (“el yo”) y comienza desarrollar su self. Aunque se trata de un self limitado pues sólo es capaz de ponerse en lugar de otros de forma limitada y en funciones y caracteres muy tasados.

En la etapa del deporte, sobre todo en los deportes de equipo, se lleva a término el desarrollo del self pues el niño tiene que ponerse en el lugar de todos los que forman parte de la interacción, tanto del equipo propio como del contrario. Tiene que saber qué harán todos los demás a fin de poder seguir con su propio juego. En esta etapa se empiezan a manifestar el concepto de organización y a perfilarse la personalidad. Aquí se presenta el origen del otro generalizado, que es un concepto que veremos un poco más adelante.

El caso es que una vez desarrollado el repositorio de experiencias sociales que implica el self, la persona está en condiciones de participar socialmente, adaptarse a las reglas y normas sociales e influir en las relaciones sociales. El self hace que las personas sean más eficientes socialmente, ya que a su través, las personas suelen hacer lo que se espera de ellas en un escenario determinado.

Bien, después de lo visto hasta ahora, hay muy poca individualidad en el self pero Mead resuelve este problema diciendo que el self de cada persona es diferente al de los demás. Los selfs comparten la misma estructura, pero la biografía de cada cual es diferente, ha nacido en el seno de familias distintas y ha recibido educaciones distintas, pero sobre todo, ha vivido experiencias diferentes.

Esos diferentes caminos vitales nos llevan directamente al concepto del otro generalizado, que representa una medida de la actitud del conjunto de la comunidad. Y ese otro generalizado es diferente para cada persona precisamente por las distintas experiencias vividas en las relaciones sociales de cada cual.

El esquema del self se completa con lo que Mead denomina fases o aspectos del self: el “yo” y el “mí”, que son procesos que se desarrollan dentro del proceso general del self.

El “yo” es la respuesta inmediata al otro, es el aspecto imprevisible de la personalidad, su parte creativa. No somos conscientes del “yo” hasta que ha actuado. Es la parte de nosotros que nos sorprende cuando reaccionamos sin controlar la respuesta y nos decimos “si yo no soy así”.

El “mí” es el conjunto de actitudes de los demás que uno asume, es la adopción del otro generalizado. La sociedad controla a la persona a través del “mí” cuando se impone al “yo”. En cierta forma, hay una lucha o oposición entre el “yo” y el “mí”, o lo que es lo mismo, entre el control social y la personalidad.


La sociedad

La sociedad tiene una importancia central para Mead, sin embargo, de manera paradójica no se explayó en una explicación general de la misma.

Para Mead la sociedad es un proceso social que es previa a la mente y al self, representa el conjunto organizado de respuestas que adopta el individuo cuando actúa el “mí”. En este sentido, las personas llevan a la sociedad a cuestas controlando sus acciones mediante la autocrítica.

Pero a poco más llega la teoría de Mead acerca de la sociedad, se centra en el enfoque microsociológico, describió como nadie hasta entonces la interacción social entre el individuo y el grupo social próximo, pero se le echa en falta un análisis general de la sociedad como el que, antes de él, realizaron Weber (8) o Durkheim (9) entre otros autores.

Dos son los puntos en los que Mead invadió el terreno teórico Macrosociológico: la familia como unidad fundamental en el seno de la sociedad y como base de unidades sociales mayores como el clan o el Estado; y las instituciones como formas organizadas de la actividad grupal o social.

Respecto a las instituciones la idea de Mead es que representan una respuesta común de la comunidad hacia el individuo en determinadas circunstancias. Al repetirse la respuesta se forma una institución. Y a partir de ese momento las instituciones acompañan al individuo y le constriñen, restringiendo sus posibles respuestas a los estímulos. El mecanismo por el que los hábitos comunes de la comunidad se internalizan en el individuo es la educación.

Eso sí, Mead pone límites. Las instituciones no destruyen la individualidad o la creatividad a pesar de que existen algunas que son opresivas, estereotipadas y ultraconservadoras como, el ejemplo es de él, la iglesia.

 

Juan Carlos Barajas Martínez

Sociólogo

 

Notas

  1. George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte. Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos.
  2. Charles Horton Cooley (Ann Arbor, Michigan, 1864 - 1929) fue un sociólogo estadounidense e hijo de Thomas M. Cooley, Juez del Tribunal Supremo de Michigan. Estudio y enseñó economía y sociología en la Universidad de Míchigan, además de ser un fundador de la American Sociological Association en 1905 y se convirtió en su octavo presidente en 1918.
  3. William I. Thomas (n. 13 de agosto de 1863, Russell County, Virginia - m. 5 de diciembre de 1947, lugar), sociólogo estadounidense. Conocido principalmente por su Teorema de Thomas clave en la sociología del conocimiento: "Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias". Es uno de los fundadores junto con George Herbert Mead del Interaccionismo simbólico.
  4. Herbert Blumer (nacido el 7 de marzo de 1900 en St. Louis, Missouri, fallecido el 13 de abril de 1987). Sociólogo de la Escuela de Chicago influenciado por la obra de George Herbert Mead alumno del destacado comunicador Ronnie Pintado quien presidió la American Sociological Association en 1956.
  5. Erving Goffman (11 de junio de 1922, Mannville, Alberta, Canadá - 19 de noviembre de 1982, Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos) fue un sociólogo y escritor considerado como el padre de la microsociología. Estudió las unidades mínimas de interacción entre las personas centrándose siempre en grupos reducidos. Khun
  6. Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiembre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Simmel formó parte de la primera generación de sociólogos alemanes: su enfoque neo-kantiano sentó las bases para antipositivismo sociológico, a través de su pregunta "¿Qué es la sociedad?" en una alusión directa a la pregunta de Kant "¿Qué es la naturaleza?", y la presentación de análisis pioneros sobre la individualidad y fragmentación social. Para Simmel, la cultura se refería a "la cultivación de los individuos a través de la acción de las formas externas que han sido objetivadas en el curso de la historia". Simmel analiza los fenómenos sociales y culturales en términos de "formas" y "contenido" con una relación transitoria; desde el contenido, y viceversa, en función del contexto. En este sentido, fue un precursor del estilo estructuralista de razonamiento en las ciencias sociales. Con su trabajo en Metrópolis, Simmel se convirtió en precursor de la sociología urbana, el interaccionismo simbólico y análisis de redes sociales.
  7. Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
  8. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “De cuando la sociología daba sus primeros pasos” en este mismo blog.

 

Bibliografía

Hall, Peter M.: Symbolic Interaction, Encyclopedia of Sociology, Blackwell, Londres 2010

Ritzer, George: Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw-Hill, Madrid 2001

 

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