De izquierda a derecha: Habermas, Fromm, Hokhiemer, Adorno, Marcuse y Benjamin |
Resumen
El presente
artículo es una descripción del pensamiento de la Escuela Crítica que durante cuatro
décadas tuvo una notable influencia en la sociología del siglo XX, con especial
atención a la obra de Habermas.
Summary
This
article is a description of the thinking of the Critical School which, for four
decades, had a notable influence on the sociology of the 20th century, with
special attention to Habermas's work.
Índice
La
Escuela de Fráncfort y la teoría crítica
Las críticas
que dan nombre a la teoría
Aportaciones
teóricas
Jurgen
Habermas
La Escuela de Fráncfort y la teoría
crítica
Una
regla de buena redacción en la lengua castellana es que se debe evitar repetir
la misma palabra en el mismo párrafo, el uso correcto consiste en buscar un
sinónimo. En este artículo va a ser difícil respetar esta recomendación pues la
palabra “crítica” va a aparecer continuamente, es muy difícil de evitar, la
teoría crítica se llama así por algo.
La teoría
crítica es el producto de un grupo de neomarxistas, todos alemanes, que
tenían el mismo sentimiento de insatisfacción en contra del determinismo
económico del marxismo clásico que hemos visto en autores anteriores como
Luckás (1) y Gramsci (2)(ver “La sociología marxista después
de Marx: ortodoxos y hegelianos “).
Estos
sociólogos se reunieron en torno al Instituto de Investigación Social
(3), fundado en 1923, en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, de ahí viene
el nombre de Escuela de Fráncfort como también se conoce a este
movimiento teórico, en cambio, el apelativo de teoría critica parece que viene
de la obra de Max Horkheimer (4), “Teoría tradicional y teoría crítica”.
Con el
estrangulamiento de la República de Weimar (5) por los nacionalsocialistas, los
principales autores de este enfoque teórico – con el fin de salvar el pellejo –
huyeron a los Estados Unidos en dónde continuaron con su trabajo en la
Universidad de Columbia (6). Después de la Segunda Guerra Mundial unos
volvieron a Alemania y otros encontraron acomodo en su país de acogida.
Se puede
establecer una línea temporal de esta escuela desde la precitada obra de
Max Horkheimer y la “Teoría de la acción comunicativa” de Jurgen Habermas
publicada en 1981, cuarenta y cuatro años de progresión teórica que nos señalan
la importancia que ha tenido esta escuela en la sociología del siglo XX.
Podemos
incluir dentro de este enfoque a autores tan importantes como Theodor Adorno (7),
Herbert Marcuse (8), Erich Fromm (9) y Walter Benjamin (10), aparte de los ya
citados Horkheimer y Habermas.
La obra
principal de la teoría crítica es una colección de ensayos compilada por
Horkheimer y Adorno titulada “Dialéctica de la Ilustración” y publicada
entre 1944 y 1947.
Las críticas que dan nombre a la
teoría
La
teoría critica es un conjunto de análisis críticos de diversos aspectos de la
vida social e intelectual. Según Ritzer (11) las críticas má simportantes son: la
crítica de la teoría marxista, la crítica del positivismo, la crítica de la
sociología, la crítica de la sociedad moderna y la crítica de la cultura.
Paradójicamente,
este enfoque teórico de base marxista se dedicó en parte a criticar las
teorías marxistas, sobre todo, por su determinismo económico y su
mecanicismo. A los deterministas no les reprochaban que se centraran en la
economía, sino que esa compulsión les hiciera ignorar otros aspectos de la vida
social. La escuela crítica pretendió rectificar esa desviación poniendo el foco
en el ámbito de lo cultural, que es más amplio e incluye a la economía. Además
de criticar otras teorías marxistas anteriores pusieron en solfa los modelos
sociales que surgieron de las mismas como, por ejemplo, la sociedad soviética.
Los
críticos también le dieron duro al positivismo (12). Esta escuela filosófica destaca por
defender que el método científico es de aplicación necesaria a todos los campos
de estudio. Los positivistas adoptan a las ciencias físicas como el modelo para
todas las disciplinas por ser fiables y precisas. Consideran que el
conocimiento es neutral y apartan sus valores personales de sus observaciones,
lo que es mucho decir por otra parte en el ámbito de las ciencias sociales. El
positivismo influyó mucho a la sociología en sus primeros tiempos.
Profundizando
un poco más, el positivismo tiende a reificar el mundo social y a considerarlo
como un proceso natural. Los teóricos críticos, en cambio, prefieren centrarse
en la actividad humana y en los modos en los que esa actividad influye en las
grandes estructuras sociales. A los críticos se les hacía muy cuesta arriba
aceptar la idea de que las leyes generales de la ciencia pueden aplicarse sin
considerar la acción humana. En resumen, para la sociología crítica el
positivismo ignora los actores.
Para
los críticos, la idea de que las leyes naturales son inmutables, inhabilita a
los positivistas para cambiar el mundo, de lo que puede deducirse que el
positivismo es intrínsecamente conservador. Es curioso pero gran parte
de los marxistas e incluso el propio Marx se mostraron a menudo abiertamente
positivistas y, sin embargo, no creo que se les pueda acusar de haber estado a
gusto con el status quo de su época.
No es
para menos su crítica de la sociología, a la que acusan de cientifismo,
de renunciar a su obligación de ayudar a las personas oprimidas por la sociedad
contemporánea. Yo me pregunto si esa es en
efecto la obligación de sociología o es más bien una tarea para la praxis
política a la que la sociología puede prestar sus análisis.
Voy a abrir un pequeño paréntesis porque este problema de
los valores en la observación científica de la sociedad ha sido un tema de
controversia desde los primeros tiempos de la sociología. En la observación
científica el observador no debe alterar las condiciones del experimento, un
físico que estudia el choque de dos móviles se encuentra ajeno al experimento
pues lo observa desde fuera y, por tanto, no altera de las condiciones del mismo.
Pero un sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo o formando parte
de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de móviles montado
dentro de uno de ellos. ¿Hasta qué punto el sociólogo es independiente de los
problemas que estudia?, ¿cómo se puede distanciar de los valores de su sociedad
si forma parte de ella?. ¿Es posible entonces poner juntos los términos ciencia
y social?.
El gran
sociólogo Max Weber, era partidario de una sociología libre de valores. El
sociólogo debía apartarse de los valores de su sociedad, debía hacer un
esfuerzo por observar los fenómenos sociales desde la distancia, como el físico
y los móviles. Muchos piensan que por mucho esfuerzo que se realice esto no es
posible del todo, yo como Weber, creo que al menos hay que intentarlo. En el
otro extremo se colocan los sociólogos de la Escuela de Francfort que opinan
que el sociólogo ha de inmiscuirse en los problemas, proponen una sociología
militante.
Otro
reproche a la sociología es que se centra en estudiar al conjunto de la
sociedad y no a los individuos que la componen. De esta manera los sociólogos
son incapaces de parir ideas con las que realizar cambios políticos que
conduzcan a una sociedad más justa. El problema con esta crítica es que queda
lejos de ser cierta, la mayoría de las escuelas sociológicas si contemplan la
interacción social, y no puedo por más que repetir mi descuerdo, la sociología debe
explicar la sociedad, desde el nivel micro al macro, y debe destapar las
estrategias, explicar las desigualdades, poner sobre la mesa el funcionamiento
de los sistemas sociales. Es la política la que debe cambiar las cosas.
En
cuarto lugar está la crítica de la sociedad moderna. Para esta escuela,
en el mundo moderno la dominación deja de estar ligada a la economía y se basa
en el control cultural del individuo.
En este
punto los críticos se inspiran en el concepto de racionalización de Max
Weber. Este proceso consiste en la evolución de las estructuras sociales hacia
formas más racionales a lo largo de la historia. Esta evolución, que afectó a
todas las áreas de la vida social desde la religión hasta la música, se habría
manifestado – según Weber - en el mundo occidental. En este contexto de
racionalización del mundo, la forma organizativa por excelencia es la burocracia.
En el
pensamiento de Weber acerca de la burocracia se aprecia una relación
dialéctica. Por un lado, pensaba que es el sistema de organización más
eficiente creado por el ser humano y, por otro lado, que constituye una jaula
de hierro que constriñe la libertad individual.
El
proceso de racionalización de las sociedades y la creciente burocratización del
mundo conlleva la racionalización de toda actividad, no sólo en las
organizaciones sino en todo el tejido social. Esta omnipresencia de lo
burocrático en la actividad humana hacía ver a Weber que, para el individuo, el
efecto de la burocracia es el de la limitación de su espontaneidad y de la
libertad personal.
Los
críticos abundaron en esta idea, la racionalidad formal se define
irreflexivamente como adecuación de los medios más efectivos en todas las
situaciones, pero en ese intento, se pierde de vista a la razón misma. Los
teóricos críticos pusieron como ejemplo de esta paradoja entre racionalidad
formal y razón los campos de concentración y el nazismo.
Marcuse
pensaba que la tecnología de la sociedad moderna no era neutral sino
esclavizante y su fin último era el totalitarismo. De hecho, consideraba
que ofrecía métodos de control nuevos, más eficaces e incluso más agradables,
que entraban sin dolor en la mente del individuo. El principal ejemplo era el
uso de la televisión para socializar y amansar a la población (otros ejemplos
los constituían los deportes de masas y el sexo). El resultado de todo esto es lo
que Marcuse denominó la sociedad unidimensional, en la que los individuos
perdían la capacidad de pensar de manera crítica sobre la sociedad. La única
solución para esto era para Marcuse una revolución en la que la tecnología
estuviera al servicio de la humanidad y no al revés.
La
última de las críticas citadas por Ritzer es la crítica de la cultura. Siguiendo
los pasos de Gramsci, los críticos consideraban que las estructuras que
controlan la cultura moderna como las cadenas de televisión, el cine o las
editoriales estaban racionalizadas y burocratizadas. Estas estructuras forman
un conglomerado que denominaron “industria de la cultura”, término que ha
tenido mucho éxito en el lenguaje de la calle.
La industria
de la cultura produce la “cultura de masas”, una cultura manipulada que
tiene dos características muy preocupantes. Por un lado, su falsedad y, por
otro, su capacidad para agilipollar mediante un proceso continuo de
apaciguamiento edulcorado.
No
dejaron de lado a las universidades y los institutos de investigación que
denominaron la “industria del conocimiento”, que se han convertido en
estructuras opresoras más que en instituciones educativas. La verdad es que
cuando uno mira a las universidades que han surgido de los acuerdos de Bolonia,
uno no puede dejar de pensar en lo apropiado del término de industria del
conocimiento.
Aportaciones teóricas
Las dos
principales aportaciones teóricas de la Escuela Crítica a la sociología han
sido el concepto de subjetividad y su visión dialéctica y total de la realidad
social.
Los
críticos intentaron redirigir al materialismo marxista en un sentido
subjetivo. Esto representa, por una parte, una crítica al reduccionismo
determinista del marxismo clásico y, por otro lado, también representa un paso
al frente en la comprensión de los elementos subjetivos de la vida social; un
camino que ya había iniciado George Lukács.
Había
llovido mucho desde los tiempos de Karl Marx. Se habían producido cambios
sociales muy importantes que justificaban este cambio de orientación. Sobre
todo, la prosperidad del periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial parecía contribuir a la desaparición de las
contradicciones económicas internas en general, y al conflicto de clases en particular.
Todas las clases sociales, incluso la trabajadora, se beneficiaban del sistema
capitalista. Por añadidura, se hizo evidente que la Unión Soviética, a pesar de
su economía socialista, era una sociedad tan opresora como la sociedad
capitalista.
Como los
dos modelos de sociedad tenían economías diferentes, los pensadores críticos
debían buscar en otro lugar la fuente de la opresión. De esta forma dirigieron
la mirada hacia la cultura y desarrollaron su teoría particular sobre la
ideología.
Los
pensadores críticos entienden por ideología los sistemas de ideas
producidos por las elites sociales que suelen ser falsos y cegadores. Estas
ideologías forman una superestructura diseñada para la dominación (a mí esto me
recuerda mucho al concepto de “hegemonía” de Gramsci).
El
mundo moderno ha llegado a la máxima sofisticación en el arte de la dominación
sobre los individuos. De hecho, el control es tan completo y perfecto que
ya no requiere la acción deliberada de los líderes. El control penetra en todos
los aspectos del mundo cultural y, lo que es más importante, se ha
internalizado en el actor.
Dado
que no se percibe la dominación como perjudicial y alienadora para las
personas, parece que el mundo es como debe ser. Los actores ya no pueden
ver con claridad cómo tendría que ser el mundo. Aquí los sociólogos críticos
llegan al mayor de los pesimismos, puesto que ni siquiera un análisis racional
puede contribuir a cambiar la situación.
A la
herramienta que se usa para realizar esta operación de vaciar conciencias, Habermas
la denominó legitimaciones. Estas se definen como conjuntos de ideas generadas
por las élites políticas y económicas para apoyar la existencia misma del
sistema. Están diseñadas para mistificar (14) el sistema político, para empañar
lo que en realidad está ocurriendo. El resultado es que la conciencia de las
masas está controlada por fuerzas externas. A resultas de lo cual son incapaces
de desarrollar una conciencia revolucionaria.
La
segunda aportación teórica, la visión dialéctica de la vida social, es un
enfoque sobre la totalidad social, es
decir, como dijo Paul Connerton (15) citado
por Ritzer, “Ningún aspecto parcial de la vida social y ningún fenómeno aislado
puede comprenderse a menos que se le relacione con la historia, con la
estructura social concebida como una entidad global”.
Por
tanto, se trata de no hacer análisis parciales de la vida social, incluyendo el
estudio del sistema económico, fuera de un contexto global. El análisis crítico
implica una preocupación por la interrelación entre los diversos niveles de la
realidad social, y lo que es más importante, entre la conciencia individual, la
superestructura cultural y la estructura económica.
Los
críticos señalan dos perspectivas: sincrónica y diacrónica. La perspectiva
sincrónica estudia la interrelación entre los componentes de la sociedad desde
un punto de vista contemporáneo.
La perspectiva
diacrónica realiza el análisis de la estructura social y cultural desde un
punto de vista histórico. Según Marcuse, la dominación es el resultado de un
desarrollo histórico específico y no una característica universal de la
humanidad (sociedad unidimensional).
Críticas a la teoría crítica
Casi
todas las críticas vienen del marxismo tradicional. La primera de las críticas
que se hace a esta escuela tiene que ver precisamente con esta perspectiva
histórica que acabamos de tratar. Se ha reprochado a los teóricos críticos
realizar su trabajo de análisis histórico de un modo incompleto,
de manera que el estudio de los acontecimientos históricos no se ha analizado
de manera comparada. Esta crítica es especialmente dura pues las teorías
marxistas desde su inicio han hecho especial hincapié en la perspectiva
histórica y en el estudio comparado de los acontecimientos históricos.
La
segunda crítica es que pasan bastante de la economía. Esto no deja de
tener su gracia porque los críticos hicieron de este asunto su bandera como
hemos podido comprobar.
Y, por
último, los críticos han afirmado la desaparición de la clase trabajadora
como fuerza revolucionaria lo que es contrario al ideario marxista clásico.
Aunque
la teoría crítica ha experimentado una cierta decadencia desde los años
ochenta, Jurgen Habermas y sus teorías siguen influyendo en la sociología marxista
y, me atrevería a decir, que en la corriente principal de la sociología.
Jurgen Habermas
Habermas
parte del materialismo histórico marxista y se impone la tarea de
“reconstruirlo”. En esta tarea no sólo se apoya en Marx, sino que recibe influencia
del psicoanálisis de Freud y de la idea de racionalización de Max Weber.
Parte
de los conceptos marxistas del ser genérico y del ser social. Como señala Ariel
Fazio (15) para Marx el ser genérico, lo que define a la especie humana,
es la actividad libre y consciente, y esta es una distinción que pone en el
hombre mismo la responsabilidad de sus propias posibilidades.
Por
otra parte, el segundo componente de la naturaleza humana -el hombre como ser
social, que se refiere a la relación con los otros hombres- va a ser
caracterizado por Marx a través de dos planos. El primero de ellos se refiere a
la colectividad: el ser humano sólo existe en relación con los demás y a
consecuencia de esa relación. El segundo plano, por su parte, refiere a la
determinación histórico-social: el ser humano se apropia de las capacidades,
ideas, organización, conducta que lo preceden, asimilándolas y desarrollándolas
en su propia vida productiva.
Habermas
toma ambos conceptos como punto de partida y reprocha a Marx centrarse en el
ser genérico y olvidar la naturaleza social de las personas poniendo el foco en
el factor trabajo. Habermas renombra la distinción de Marx, denominando al ser
genérico como acción racional intencional y, al ser social, como acción
comunicativa, siendo esta última lo que se conoce como la interacción
social en la corriente principal de la sociología.
Dentro
de la acción racional intencional Habermas distingue entre la acción instrumental
y la acción estratégica. Como por “el interés te quiero Andrés”, ambas implican
la búsqueda del interés personal. Pero mientras la acción instrumental
atañe a un sólo actor que calcula racionalmente los medios más adecuados para
alcanzar un determinado objetivo, la acción estratégica implica a dos o
más individuos que coordinan su acción racional intencional para alcanzar un
objetivo.
En
cambio, el objetivo de la acción comunicativa es lograr la compresión
entre los individuos. Empezando claro está por el lenguaje, pero incorporando
todas las herramientas que las personas usan para comunicarse. La acción
comunicativa y no el trabajo forma la base sobre la que se sustenta la vida
social y cultural de todas las sociedades.
Así que
mientras Marx basa su sociología en el trabajo, Habermas lo hace sobre la
comunicación. Si Marx buscaba una sociedad comunista en la que el trabajo no
estuviera distorsionado de manera que el ser humano pudiera comportarse como
ser genérico, con un trabajo libre y no alienante, Habermas buscaba una sociedad
sin comunicación distorsionada, es decir, comunicación libre que circule sin
barreras.
La sociedad
ideal de Habermas es una sociedad racional, en la que exista un sistema de
comunicación libre, en la que las ideas se expongan y se defiendan abiertamente
a las críticas sin distorsiones creadas por grupos de interés. Para nuestro
querido Jurgen, la racionalidad en una sociedad tal supondría la verdadera
emancipación de las personas y no una jaula de hierro.
Juan
Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Mapa
Mental:
Mapa mental, si pulsas encima se agranda |
Notas:
- Georg Lukács (Budapest, 13 de
abril de 1885-ibídem, 4 de junio de 1971) fue
un filósofo marxista y crítico
literario húngaro de origen judío
- Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero de
1891 - Roma, 27 de abril de 1937) fue un filósofo, teórico marxista, político y
periodista italiano. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y
lingüística. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano
- El Instituto de Investigación
Social (en
alemán Institut für Sozialforschung, IfS; en inglés Institute for Social
Research), perteneciente a la Universidad de Fráncfort del Meno, fue fundado en
1923 por los comerciantes y mecenas Hermann Weil, su hijo Felix Weil
-influenciado por el estudioso de la filósofía marxista Karl Korsch- y el
cofundador del Instituto Friedrich Pollock. Al Instituto de Investigación
Social se adscribe la denominada Escuela de Fráncfort y la teoría principal
formulada por Max Horkheimer por primera vez en su obra de 1937 Teoría
tradicional y teoría crítica, conocida como Teoría Crítica.
- Max Horkheimer (Stuttgart, Imperio
alemán, 14 de
febrero de 1895 – Núremberg, Alemania
Occidental, 7 de julio de 1973) fue
un filósofo, sociólogo y psicólogo judío alemán,
conocido por su trabajo en la denominada teoría crítica como miembro
de la Escuela de Fráncfort de investigación social. Sus obras más
importantes incluyen: Crítica de la razón instrumental (1947) y,
en colaboración con Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración (1947).
A través de la Escuela de Fráncfort, Horkheimer colaboró y llevó a cabo otros
trabajos significativos
- La República de Weimar (en alemán, Weimarer Republik)
fue el régimen político y, por extensión, el período de la historia de Alemania
comprendido entre 1918 y 1933, tras la derrota del país en la Primera Guerra
Mundial. El nombre de República de Weimar es un término aplicado por la
historiografía posterior, puesto que el país conservó su nombre de Deutsches
Reich (‘Imperio alemán’). La denominación procede de la ciudad alemana de
Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se proclamó la
nueva constitución, que fue aprobada el 31 de julio y entró en vigor el 11 de
agosto de 1919. Este período, aunque democrático, se caracterizó por la gran
inestabilidad política y social, en el que se produjeron golpes de Estado
militares y derechistas, intentos revolucionarios por parte de la izquierda y
fuertes crisis económicas. Toda esta combinación provocó el ascenso de Adolf
Hitler y el Partido Nacionalsocialista. El 5 de marzo de 1933, los nazis
obtuvieron la mayoría en las elecciones al Reichstag, con lo que pudieron
aprobar el 23 de marzo la Ley habilitante que, junto al Decreto del incendio
del Reichstag del 28 de febrero y al permitir la aprobación de leyes sin la
participación del Parlamento, se considera que significó el final de la
República de Weimar. Si bien la Constitución de Weimar del 11 de noviembre de
1919 no fue revocada hasta el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el
triunfo de Adolf Hitler y las reformas llevadas a cabo por los
nacionalsocialistas (Gleichschaltung) la invalidaron mucho antes, instaurando
el denominado Tercer Reich.
- La Universidad de Columbia (oficialmente, Universidad de
Columbia en la Ciudad de Nueva York) es una universidad privada estadounidense
ubicada en Alto Manhattan, Nueva York. Forma parte del Ivy League y es una de
las universidades más prestigiosas del mundo, situándose entre las 10 mejores
universidades del mundo según numerosos rankings.12345 Fundada en 1754, es
la institución de educación superior más antigua del estado de Nueva York, la
quinta más antigua de Estados Unidos, y uno de los nueve colegios coloniales
fundados antes de la Revolución Americana.
- Theodor Ludwig Wiesengrund
Adorno (Fráncfort, Alemania, 11
de septiembre de 1903-Viège, Valais, Suiza, 6 de
agosto de 1969) fue un filósofo alemán de
origen judío12 que también escribió
sobre sociología, comunicología, psicología y musicología.
Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y
de la teoría crítica de inspiración marxista.
- Herbert Marcuse ( Berlín, 19 de julio de
1898-Starnberg, 29 de julio de 1979) fue
un filósofo y sociólogo alemán-estadounidense. Es una de las
principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt.
- Erich Seligmann Fromm (Fráncfort del Meno, Hesse,
Alemania, 23 de marzo de 1900-Muralto, Cantón del Tesino, Suiza, 18 de marzo de
1980) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de
origen judío alemán. Durante una parte de su trayectoria se posicionó
políticamente defendiendo la variante marxista del socialismo democrático.
Miembro del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort,
Fromm participó activamente en la primera fase de las investigaciones
interdisciplinarias de la Escuela de Fráncfort, hasta que a fines de los años
40 rompió con ellos debido a la heterodoxa interpretación de la teoría
freudiana que desarrolló dicha escuela, la cual intentó sintetizar en una sola
disciplina el psicoanálisis y los postulados del marxismo (freudomarxismo). Fue
uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados
del siglo XX
- Walter Bendix Schönflies
Benjamin
(pseudónimos: Benedix Schönflies, Detlef Holz) (Berlín, Imperio alemán; 15 de
julio de 1892 – Portbou, España; 26 de septiembre de 1940) fue un filósofo,
crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío. Su pensamiento
recoge elementos del Idealismo alemán o el Romanticismo, del materialismo
histórico y del misticismo judío (cábala) que le permiten hacer contribuciones
perdurables e influyentes en la teoría estética y el Marxismo occidental. Su
pensamiento se asocia con la Escuela de Fráncfort.
- George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de
Nueva York, se graduó en sociología en la Escuela Superior de Ciencia del Bronx
en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la Universidad de
Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la
Sociología del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica
(1989-1990) y de Organizaciones y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación
Americana de Sociología.
- El positivismo o filosofía positiva es una corriente filosófica que
afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico y que
tal conocimiento solo puede surgir del método científico, siendo el ejemplo
ideal las ciencias físicas que triunfan claramente en el dominio de la
naturaleza y en las aplicaciones técnicas que de ella se derivan. Como
consecuencia de esta postura, los positivistas critican la metafísica como
pseudociencia por buscar lo que está más allá de la ciencia. Una línea de
crítica fue a partir de lo que se llamó las «trampas del lenguaje», lo que
supuso un interés en el estudio del lenguaje tanto en su dimensión formal,
empirismo lógico, como en cuanto lenguaje natural, estudiando los «juegos del
lenguaje», y dio lugar a la filosofía analítica. El positivismo deriva del
empirismo y de la epistemología que surge a inicios del siglo XIX de la mano de
los pensadores franceses Henri de Saint-Simon y Auguste Comte, y el británico
John Stuart Mill. Se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda
mitad del siglo XIX. Desde un positivismo extremo1 hasta un positivismo casi
idealista, el siglo XIX y comienzos del XX ofrecen un riquísimo panorama de
autores y escuelas todas bajo denominación positivista. El rasgo común que
caracteriza a todos ellos es la aceptación del conocimiento científico como
única forma de conocimiento legítimo y el rechazo a la metafísica como
pseudociencia. El positivismo surgió como manera de legitimar el estudio
científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente.
Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser
humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución
francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como
objetos.
- Mistificar es lo mismo que engañar, embaucar, falsear.
- Paul James Connerton (22 de abril de 1940 – 27 julio
de 2019) fue un antropólogo social británico conocido por su trabajo en la
memoria social y corporal.
- Ariel Fazio, Licenciado y Doctor en
Filosofía (UBA). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la
Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE). Coordinador Académico del Programa de
Actualización en «Problemas Filosóficos Contemporáneos» (FFyL, UBA) y Director
del proyecto de investigación «El rol de la propiedad intelectual ante la nueva
arquitectura de las mercancías: antiproducción, informatización del diseño y
reproducción del capital»
Bibliografía:
Ariel Facio
Los Conceptos de Ser Genérico y Ser
Social en Marx: Sobre los Fundamentos Ontológicos de la Emancipación
Revista Eidos no.29
Julio/diciembre de 2018
Barranquilla, Colombia
George Ritzer
Teoría Sociológica Moderna
Mac Graw-Hill
Ediciones 2ª y 3ª
Madrid 2001-2003