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El dilema del 15-M



Cuando era joven, yo sigo creyendo que lo soy pero, algún órgano vital, más de una víscera y – sobre todo – el espejo, se obstinan en llevarme la contraria. Cuando yo era joven, repito, había también otra crisis económica y también había un paro atroz, y yo era una víctima de esa situación, era un parado joven.

Así que sé perfectamente qué se siente en la cola del INEM, conozco la sensación de que te digan una y otra vez que no en las entrevistas de trabajo y me acuerdo de lo que era mirar a un futuro lleno de nubarrones.

Ahora que estoy en la llamada edad madura, una edad inconcreta que está a medio camino de todo y de la Nada, y llevo una vida más o menos cómoda – que no acomodada – puedo imaginar lo que debe ser encontrarse en el paro a mis años. En una situación en la que habiendo entregado la mayor parte de la energía vital, habiendo aprendido mil y una forma de hacer los sucesivos trabajos que has desempeñado, ya nadie quiere contratarte.

De esta manera se da la paradoja de que a los 30 años nadie quiere contratarte porque eres demasiado joven y a los 35 años empieza a ser difícil encontrar un puesto de trabajo porque empiezas a ser viejo. Vivimos en un mundo de locos, en el que abundan las paradojas.

Por otra parte, soy un ciudadano de a pie y me siento estafado por el sistema político que he mantenido con mi fe en la democracia y mi voto. Y no digamos, cómo me siento con el sistema económico y financiero, que he mantenido sin ninguna fe y a regañadientes, con mi dinero.

Por todo esto, vaya por delante, estoy indignado. No quiero una revolución, no quiero una guillotina en la plaza pública, no quiero la represión de la caballería cosaca con los sables desenvainados, tan sólo quiero un sistema económico y político que funcione medianamente bien, que no esquilme a las personas ni al planeta, quiero un rincón – para mi y para mis descendientes - en donde el beneficio sin límite y sin escrúpulos  y el dinero no sean la medida de todas las cosas. Puede parecer que pido mucho, pero en realidad no es tanto, bastaría con aplicar nuestra Constitución y crear un Estado social y democrático de derecho de verdad, por ahí hay algunos países privilegiados que aplican esta definición, mientras nosotros estamos ya de vuelta cuando todavía no habíamos llegado.

Por eso no es de extrañar que el movimiento del 15-M tenga mi simpatía aunque no esté de acuerdo con todas sus propuestas. Si tuviera que explicar mejor este sentimiento diría que más bien estoy en sintonía con el estado de ánimo que representan. Y seguiré manteniendo esta sintonía  mientras sigan evitando caer en la violencia. Algo que podría ser incluso fácil teniendo en cuenta la mala leche, el sentimiento de estafa y la cara de tontos que tenemos los de siempre, los que pagamos las crisis, la de los ’70, la de los ’90 y la de ahora, y que somos los mismos que nos beneficiamos menos en los períodos de bonanza. Sin embargo, he visto por televisión como los más violentos eran neutralizados por los propios manifestantes, dando un ejemplo de civismo y educación democrática. Sólo nos basta comparar las manifestaciones de España con las del Reino Unido.

Dicho esto, pienso que el movimiento está ante un dilema. Fijaos que digo dilema y no dificultad o problema, pues dificultades y problemas tiene muchos.

Conseguir que un movimiento asambleario no se desintegre en disputas, conseguir que encuentre una unidad de acción, un programa de medidas concretas que satisfaga a la mayoría sin que cunda la deserción o desafección de los seguidores y al mismo tiempo encuentre eco en la sociedad, es una labor muy complicada.

Conseguir que los partidos políticos, aparte de las lisonjas que dirigen al movimiento en tiempo electoral, asuman las propuestas elaboradas, cuando muchas de ellas les afean la conducta, les enmiendan y van en contra de los intereses partidarios, es otra labor digna de los héroes de la antigüedad.

Todas estas cuestiones son dificultades y problemas que el movimiento del 15-M habrá de superar entre otras muchas cosas. Sin embargo yo no me estoy refiriendo a esta clase de problemas, yo hablo de un dilema más próximo que se abre en paralelo con estas dificultades y que afecta a la eficiencia en la resolución interna de los mismos. El dilema del que yo hablo está relacionado con la propia naturaleza del movimiento, es decir, ¿qué tipo de movimiento desea ser el 15-M?, ¿un movimiento estructurado destinado a sobrevivir en el tiempo o un marcador de un estado de ánimo social momentáneo que dure mientras dure el descontento generalizado?.

Resolver esta cuestión está en la base de todo, porque si se quiere sobrevivir en el tiempo, hacer de conciencia nacional, tener peso específico en la política de la nación, el movimiento debe institucionalizarse de alguna manera y esto está en contra de los propios sentimientos de los asamblearios que, a tenor de sus proclamas y declaraciones, abominan de cualquier tipo de organización que recuerde ni de lejos a un partido político.

Y la verdad es que no les falta razón en tener prevención contra los partidos, a pesar de que son necesarios como vehículo de participación política en las democracias, en sociología sabemos ,desde que Michels formulara su ley de hierro de las oligarquías, que en los partidos políticos, por muy democrática que sean sus intenciones, sus estatutos, la sociedad que los engloba, termina emergiendo una oligarquía organizativa, una élite que utiliza los recursos disponibles en la organización para autoperpetuarse en el poder y matar la democracia interna.

Sin embargo, no conozco ningún movimiento con influencia política real y duradera que no esté dotado de una organización que lo sustente. Por este dilema, organización jerárquica vs democracia interna, han pasado todos los movimientos políticos populares desde los tiempos de la Revolución francesa.

Un caso digno de estudio es el de los Verdes en Alemania. Empezaron siendo un movimiento asambleario, pasaron a constituirse en un partido político con reminiscencias asamblearias, participaron en las elecciones y obtuvieron escaños. Para que nadie se lo creyera demasiado los diputados lo eran por períodos pequeños y rotaban, acabaron siendo diputados para toda la legislatura, después se constituyeron en un partido político clásico y entraron en el gobierno federal de la mano de los socialdemócratas. Todo un camino el recorrido por los amigos verdes.

Por lo que yo sé, el movimiento del 15-M no ha iniciado ese camino, tampoco tienen que completarlo, existen niveles intermedios entre una asamblea y un partido político en los que vivir cómodamente, pero necesitan de una estructura organizativa mínima.

La organización Ecologistas en Acción es un buen ejemplo de estructura liviana combinada con eficiencia en la difusión de su mensaje, hasta el punto de que son un referente casi obligado cuando en los medios se debate sobre asuntos relacionados con el medio ambiente.

Puedo estar equivocado pero, si no avanzan un poquito por el indeseado camino de la estructuración de su movimiento, no durarán mucho tiempo y el Sistema necesita de una conciencia ya que está demostrando ser completamente amoral.



Juan Carlos Barajas Martínez


Nota Final: Si alguien siente curiosidad por la Ley de Hierro de las Oligarquías de Robert Michels os pongo el enlace de la wikipedia: 

También hablo de la Ley de Michels en mi artículo "Burocracia y organizaciones burocráticas"

El principito, el zorro y las Islas Molucas del Sur

Acuarela original del propio autor

Tu n’es encore pour moi qu’un petit garçon tout semblable à cent mille petits garçons. Et je n’ai pas besoin de toi. Et tu n’as pas besoin de moi non plus. Je ne suis pour toi qu’un renard semblable à cent mille renards. Mais, si tu m’apprivoises, nous aurons besoin l’un de l’autre.

Antoine de Saint-Exupéry
 Le petit prince



La primera vez que leí “El principito” fue por obligación, en clase de literatura francesa en 5º de Bachiller – el bachiller antiguo, el prehistórico - y fuera del programa oficial de la asignatura, a la tierna edad de 15 años. Las clases de literatura francesa las dábamos a primera hora de la tarde, en medio del sopor digestivo y con una profesora, me parece que la estoy viendo, rubia, joven, más bien rellena por no decir directamente gorda y con un francés que mi tío Rafael que en paz descanse – que es el español al que oído hablar el francés con el mejor acento - lo hubiera calificado como de La Martinica. Es decir, penoso.


No es que yo sepa mucho francés pero siempre me he dado mucha maña para saber quién lo habla bien, quién exagera la pose aunque lo hable estupendamente y quién lo habla mal. Definitivamente aquella chica no lo hablaba bien. La consecuencia inmediata fue que sólo cuando compré el libro supe cómo se escribía exactamente el apellido del autor, ella decía “sainsisperi”. Pero el hecho de que no hablara bien francés no es óbice para que fuera una buena profesora, mucho mejor de lo que yo pudiera pensar entonces y puede que con ella no aprendiera mucho el idioma, pero si aprendí a valorar a la cultura francesa. Siento enormemente no poder recordar su nombre como si recuerdo el nombre de otros que también me influyeron, supongo que es porque en aquel momento no era consciente de esa influencia.

Así que recogí el encargo de leerlo con poca ilusión, esperando un auténtico rollo. Pero fue un descubrimiento desde la primera página, ¡qué libro más bonito!. Entre otras muchas lecturas sabias y entretenidas, contiene la mejor y más poética definición de la amistad que yo haya leído, en el capítulo XXI, una vez desembarcado en el planeta Tierra después de haber recorrido otros seis, a cual más pintoresco y con personajes más estrambóticos. Se trata del episodio en el que el principito se topa con el zorro.

El zorro le explica lo que es la amistad, aunque él lo disfraza – al fin y a la postre  es un animal salvaje – de domesticación. El zorro dice:

Para mi no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo. Seré para ti único en el mundo……

Y unas líneas más adelante prosigue:

……. Si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera como la música.

¿Bonito verdad?. Os recomiendo un relectura de este pasaje, a ser posible en francés y con buen acento. 

Ese mismo año en que aquella profesora me obligó a leer “El principito” pasaron muchas cosas. Murieron Franco, Escrivá de Balaguer – iba a hacer un chiste con esto pero mejor no meterse en camisa de once varas - y Chiang Kai-Chek, el Viking-1 salió para Marte y lo más sorprendente es que llegó, el Real Madrid ganó la liga y el Bayern Munich la Copa de Europa, en el Eurobasket Yugoslavia fue medalla de oro, “Alguien voló sobre el nido del cuco” se llevó todos o casi todos los “óscares”, …. Y yo fui recibiendo todas estas noticias de los telediarios en blanco y negro sentado en el tresillo – modelo “cuéntame” - de escay rojo del saloncito de estar de mi casa.

Hubo una noticia, a finales de año, que me sobrecogió. Sobre uno de esos hechos que parecía que nunca se darían en España. Que estábamos libres de esas fuerzas telúricas del mal que se paraban en los Pirineos y en el Estrecho de Gibraltar, amparados por el único, grande y libre paraguas de la patria tardofranquista, del mismo modo que  estábamos libres - bien que lo sentíamos mis amigos y yo en nuestros espíritus adolescentes – de revistas de señoras con poca o ninguna ropa.

Y lo que ocurrió es que el día 2 de diciembre de 1975 un grupo de terroristas surmoluqueños de la Organización para la Liberación de las Molucas del Sur secuestró el tren que hacía el recorrido Gröningen y Amsterdam, cerca de la localidad de Beilen. Durante la operación resultaron muertos el conductor y un soldado holandés que viajaba como pasajero y que había tomado el tren equivocado. El ejército y la policía rodearon el tren y comenzaron las negociaciones.

¿Cuál era la razón del conflicto?. Las Islas Molucas del Sur se independizaron de Holanda en 1950 y, a los pocos meses, Indonesia invadió el territorio y lo anexionó. La población surmoluqueña es cristiana y de origen melanesio, mientras que la mayoría de los indonesios son musulmanes asiáticos, eso francamente tampoco ayuda. La invasión provocó el exilio en Holanda de decenas de miles de surmoluqueños escapando de la represión, lo cual, teniendo en cuenta el tamaño de ambos países, constituía una minoría importante tanto para los holandeses como para los moluqueños.

En Holanda se constituyó el gobierno de la República de las Molucas del Sur en el exilio, gobierno al que Ámsterdam no llegó nunca a reconocer, situación que no acabó de gustar a muchos moluqueños exiliados que se revolvieron contra la antigua metrópoli.

El día 4 de diciembre, con el fin de presionar al gobierno holandés que había decidido no negociar los terroristas decidieron ejecutar a un rehén. La persona elegida pidió y obtuvo permiso para escribir una carta de despedida a su familia. Cuando los secuestradores leyeron la carta, decidieron no ejecutarle.

Al parecer, les movió a ello el haber conocido, a través del contenido de la carta, aspectos personales del rehén: la relación con su familia, sus proyectos para el futuro y otros detalles similares. Resulta que el zorro había dejado de ser igual a otros cien mil zorros y sus pasos ya no eran extraños e impersonales. Mientras los secuestradores no conocieron los detalles de la vida del rehén era éste un ente sin personalidad, un ciudadano de un país que había vendido a los suyos al opresor, un enemigo. Pero la carta les domesticó, no para ser tan amigos como el zorro y el principito, pero lo suficiente como para no poder matarlo.

Lo más trágico de esta historia es que un segundo rehén, elegido en el lugar del primero, no tuvo tanta suerte. Los terroristas se dieron cuenta de dónde había estado el problema con el primer rehén y no le dieron la oportunidad de que los domesticara, no se le permitió escribir una carta de despedida, resultó finalmente ejecutado. Tiraron su cadáver a la vía, esto es lo que en aquel momento más me sobrecogió, y tuvimos una nueva víctima inocente bajo el túmulo del fanatismo.

El drama duró hasta el 14 de diciembre cuando los terroristas se rindieron. En paralelo a este secuestro, otro comando asaltó el Consulado de Indonesia en Amsterdam, en dónde mataron a otro rehén cuando intentaba escapar. Este segundo secuestro terminó el 19 de diciembre con la rendición de los terroristas. Dos años después volvieron a la carga, secuestraron un tren y un colegio. Y durante esos años continuaron los  actos terroristas, aminorando su intensidad hasta que, hoy en día, fuera de Holanda apenas hay quién se acuerde de ellos. A fecha de hoy, el Gobierno de la República de las Islas Molucas del Sur en el exilio sigue funcionando.

Se puede explicar la conducta de los secuestradores con el primer rehén desde la psicología social, más concretamente desde el estudio de  la conducta de los grupos, de la categorización de las personas ajenas al grupo; pero yo prefiero explicarlo con el pasaje del libro de “El principito”, cuando éste, se encuentra con el zorro en un desierto de la Tierra y es domesticado.


Juan Carlos Barajas Martínez

Bibliografía:
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry, Ediciones Salamandra, Barcelona 2001 (edición bilingüe)
Hemerotecas digitales de El País, ABC y La Vanguardia.
Artículo “Grupos”, J. Francisco Morales (Profesor de la UNED), dentro del libro Psicología Social, McGraw-Hill, Madrid 2000

Material extra:

Se recomienda el visionado del siguiente vídeo con imágenes del secuestro y de una película que en 2007 se realizó sobre el mismo:


Hay muchos otros vídeos en Youtube pero están narrados en holandés, lengua de la que sólo entiendo la palabra “Heineken” y apuesto a que a buena parte de mis lectores les pasa lo mismo, o son de los atentados de 1977. Este vídeo al menos tiene música.


Hay una entrada posterior en este blog sobre el mismo libro: El principito, el rey y el arte de saber mandar en el que se analiza, a través del discurso del rey, cuál es la mejor manera de dar órdenes a un subordinado.


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El principito, el zorro y las Islas Molucas del Sur por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

¡Oiga usted, que todavía hay clases!



Esta frase de sainete la hemos oído cientos de veces en la calle, en las obras de teatro costumbristas y en las películas de Paco Martínez Soria. Y la verdad es que dice mucho más de lo que parece. En primer lugar presupone, gracias al “todavía” en medio de la frase, que las clases sociales están desapareciendo o, como mínimo, suavizando sus diferencias. Por otra parte, cuando se aplica se está afirmando que el que la dice mantiene cierto estatus y, se trate de lo que se trate, el sujeto está por encima de la situación.

Hay otra frase, muy parecida a la anterior pero con cierto carácter antitético, que se suele usar en situaciones de similar costumbrismo que es “!oiga, que siempre ha habido clases¡”, que se utiliza cuando alguien ha hecho uso de algún privilegio inherente a su posición. Y la situación puede ir desde el hecho de comerse la última gamba a la plancha de una ración en una taberna hasta el acceso a un determinado puesto de trabajo.

Y yo me pregunto, ¿es cierto que siempre ha habido clases?, ¿es cierto que las clases sociales han suavizado sus diferencias?. Bueno pues vamos a ver si con este artículo contestamos a estas preguntas.

En realidad no siempre han existido clases sociales, esta forma de organización social es bastante reciente y tampoco, hay que reconocerlo, ha sido la forma peor de organizarse. Lo que ha existido desde que existe la historia – ojo, fijaos que digo desde que existe la historia y no el ser humano - son distintas formas de estratificación social.

Según Mancionis y Plummer (1) la estratificación social se define como una clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen o se les asigna. Dicho de otra manera, siempre ha habido quien manda, tiene más bienes y más prestigio – los menos - y quien obedece, dispone de menos recursos y su prestigio anda por los suelos – los más -. Un individuo está arriba o abajo dependiendo de varios parámetros pero en la mayoría de los casos no suele depender de él mismo. Además las formas de la estratificación difieren entre tipos distintos de sociedades y de épocas históricas.  

Y esto me lleva a una nueva pregunta, ¿nunca, durante toda la existencia del ser humano no ha habido una sociedad verdaderamente igualitaria?. Pues sí, y paradójicamente durante mucho tiempo. Si cómo dicen los científicos el homo sapiens lleva por estos andurriales unos 200.000 años, en más de 190.000 de esos años las personas han vivido en sociedades igualitarias: las tribus de cazadores-recolectores. Sólo cuando los seres humanos abandonaron sus modos de vida nómadas, a partir del invento de la agricultura y de la ciudad durante la revolución neolítica, empezó la estratificación social, la desigualdad, las élites y la explotación. Como dice Kerbo (2), la historia de la civilización es la historia de la estratificación social.

Así que, aparte de la larga noche de los tiempos en la que entre los hombres y la mujeres apenas había diferencias - como nos muestran los registros arqueológicos y los estudios antropológicos que se han realizado sobre las pocas tribus de cazadores-recolectores que han resistido hasta la edad contemporánea -, las personas han formado parte de formas de estratificación como la esclavitud, la sociedad de castas, la sociedad estamental y las clases sociales, y todas ellas han tenido o tienen unas buenas dosis de desigualdad.

La esclavitud no necesita de presentación, todos hemos visto la película Espartaco de Kubrick, y aquella impresionante escena en la que Espartaco (Kirk Douglas) y Antonino (Tony Curtis) intentan matarse para evitar que el otro sea crucificado. La esclavitud es el sistema de estratificación social con una economía basada en la propiedad de otros seres humanos. La condición de esclavo se ha adquirido de muchas maneras a lo largo de la historia: por nacimiento, derrota militar, deudas o por captura y comercialización en su versión más moderna, la de los negreros. El régimen de la esclavitud ha sido justificado o legitimado desde un punto de vista legal, religioso e incluso ideológico, no hay que olvidar que el mismo Aristóteles dijo “es evidente que algunos hombres son por naturaleza libres y otros esclavos, y para éstos, la esclavitud es adecuada y conveniente”, ahí es nada, disculpémosle porque en su época la esclavitud era de lo más natural.

El sistema de castas es también tremendamente desigual, consiste en la creación de compartimentos sociales estancos, con funciones sociales y privilegios distintos, a los que el individuo pertenece desde su nacimiento sin posibilidad alguna de renunciar ni cambiarse de grupo, naces en una casta y te mueres dentro de ella, no existe movilidad social. El caso más conocido de sociedad de castas es la India, en donde – en contra de lo que pudiera parecer desde nuestra visión occidental – existe un elevado grado de aceptación del sistema. En la India, la religión hindú ha proporcionado esta justificación, ya que proporciona las sanciones necesarias para hacer cumplir las obligaciones y los deberes de las castas. No olvidemos como se llama la casta inferior, los intocables, si no se les puede ni tocar imaginad su posición social. El caso de la India es bien conocido pero no lo es tanto el hecho de que en Japón se dio el sistema de castas desde el siglo XVII hasta la modernización de la segunda mitad del siglo XIX. Y para terminar con las castas y para ser un poco malo, algún miembro español de algún grupo profesional corporativo, se considera a sí mismo como miembro de una casta, por supuesto en la categoría de brahmán no en la de intocable.

El sistema estamental esta basado en la propiedad de la tierra y de todo lo que hay encima de ella, animal, vegetal o mineral a manos de la clase militar o nobleza.  Existían lazos de obediencia, trabajo y protección entre la nobleza y los plebeyos. Es decir, unos poseían la tierra y otros la trabajaban, tampoco era un régimen de vida muy igualitario. El sistema estamental está relacionado con el feudalismo europeo en la Edad Media, pero adquirió ciertos tintes jurídicos y de representatividad en el Estado moderno. Los estamentos eran el clero, la nobleza y los comunes o plebeyos. La movilidad era muy restringida pero al menos había excepciones, un plebeyo listo – por poner el ejemplo más común – podía hacer carrera en la Iglesia. La justificación del sistema era legal y religiosa.

La revolución industrial trajo consigo un nuevo sistema de estratificación que denominamos sistema de clases. En este sistema, al menos en teoría, existe igualdad de oportunidades, se admite como ideología que los más capaces recibirán mayores y mejores recompensas, pero la realidad demuestra que la movilidad social está bastante restringida. El nivel real de desigualdad entre las élites y la población general es menor que en los otros sistemas de estratificación pero, siempre hay un pero, en las últimas décadas la desigualdad ha vuelto a crecer a raíz de los cambios en el sistema económico mundial y parece que, con la crisis económica actual, la transferencia de renta desde las clases medias y bajas hacia las clases acomodadas está acentuándose.

El proceso de legitimación o de justificación  de la desigualdad en la sociedad de clases, sobre todo en la actual, es muy complejo, ya no se trataría de una legitimación religiosa o legal, tenemos leyes, constituciones que aseguran la igualdad entre las personas y la no discriminación por raza o sexo y la Iglesia, con todo lo que es, ya no es lo que era. Por lo tanto, los mecanismos son muy sutiles y fundamentalmente ideológicos y merecen un próximo artículo específico para explicarlos, que trataría sobre cómo aceptamos las diferencias sociales, sobre todo los que estamos de la mitad para abajo (ver El Gran Montaje).

Dejando de lado a la sociedad de clases y observando a todos los sistemas de estratificación social de manera global, el sociólogo norteamericano Gerhard Lenski, postula que el nivel de desigualdad de una sociedad dada guarda relación con dos variables: el nivel de la tecnología y la cantidad de bienes excedentes que produce esa sociedad. De esta manera cuanto más alto es el nivel de la tecnología, mayor es la cantidad de bienes y servicios producida. Con un nivel tecnológico bajo y, por lo tanto, escaso o nulo excedente, nadie tendrá el poder de dominar los recursos de la sociedad, nadie puede quedarse con lo que no existe – sería el caso de las sociedades cazadoras-recolectoras – a medida que la tecnología avanza y se produce más excedente, las élites encontrarán la manera de dominar dicho excedente y la desigualdad crecerá. La tendencia sólo comenzó a invertirse ligeramente tras la revolución industrial debido a las necesidades de los mercados – entre otras causas, alguien tenía que consumir la gran cantidad de productos que se fabricaban algo que parecen haber olvidado algunos últimamente – y el incremento de la desigualdad pasó a ser una cuestión entre países más que entre clases sociales.

Por último, Lenski nos indica que la existencia de la desigualdad y el conflicto por los recursos escasos es lo que hace necesaria la estratificación social. Sin un sistema de estratificación social existiría un conflicto abierto y permanente por la distribución de esos recursos y, según este autor, eso no hay sociedad que lo resista.

Así que a las dos preguntas que nos hacíamos al principio del artículo tenemos que contestar que no siempre ha habido clases sociales, había otro tipo de estructuras sociales y que las diferencias entre estas estructuras se han ido suavizando bastante con el tiempo – ya no somos siervos de la gleba -  pero la desigualdad social sigue de moda.

Juan Carlos Barajas Martínez


Bibliografía:

(1) Sociología, John Mancionis y Ken Plummer, Pearson Prentice Hall, Madrid 2005
(2) Estratificación social y desigualdad, Harold R. Kerbo, 5ª Edición, McGraw Hill, Madrid 2003

Mary Poppins y el Teorema de Thomas


If men define situations as real, they are real in their consequences.
Williams I. Thomas

Qué queréis, uno tiene sus referencias culturales. En el cine, “El nacimiento de una nación” de Griffith, “Ciudadano Kane” de Welles, “Vértigo” de Hitchkock, “Ser o no ser” de Lubitsch, “2001 una odisea espacial” de Kubrick y, sobre todo, “Mary Poppins” de, de…,de ¡Julie Andrews!.

Para mí, Mary Poppins es una obra maestra que pertenece a dos géneros, el musical y el infantil y, sin embargo, no consigo recordar quien dirigió la película, es más, probablemente nunca lo he sabido. Curioso.

Entre mis primeros recuerdos, muy vagos por lo pequeño que era, está el haber ido con mis padres y mi hermano al cine Barceló de Madrid, desde hace ya bastantes años convertido en la famosa discoteca Pachá. Tuvo que ser en 1965 y lo que recuerdo, no sé si lo recuerdo directamente o porque hablamos muchas veces de ello posteriormente. Pero me veo a mi mismo con los ojos muy abiertos viendo bailar a los deshollinadores en los tejados de un mágico y falso Londres en la sala oscura del cine al lado de mis padres.

No puedo describir, y eso que no suelen faltarme las palabras, lo que significó para mí aquella película, en aquella España de diversiones limitadas a la radio de galena en el salón - la mayoría -,  una televisión racionada en blanco y negro - los más privilegiados - y al cine de barrio – todos-.

La película me impacto tanto que, aún ahora, no puedo dejar de verla cuando al zapear me encuentro con ella en alguna emisora. Creo que es el filme que he visto más veces.

Existe cierta tendencia en la literatura infantil en lengua inglesa en ir mucho más lejos de lo que aparentemente dice el texto, en usar el metalenguaje. Es el caso de “Alicia en el país de las maravillas” en el que cada párrafo tiene más de un sentido, los poemas y las canciones populares que aparecen están deformados de manera que descubren nuevos significados. Estas argucias literarias hacían las delicias de los niños británicos de la época y, una amiga bilingüe – de padre británico y madre española – me ha comentado que los poemas de ”Alicia” son maravillosos en versión original. A esto hay que añadir que Lewis Carrol, que era profesor de matemáticas en el Christ Church College de Oxford, introdujo un montón de pasatiempos lógicos en el texto. Martin Gardner, filósofo y matemático norteamericano quien dirigiera durante muchos años la sección de “juegos metamágicos” de la revista “Scientific American”, en su maravilloso libro “Alicia anotada” cuenta que es el libro de la literatura inglesa sobre el que más tesis doctorales se han realizado (1).

Otro libro infantil muy famoso con historia oculta es el “Mago de Oz” de L. Frank Baum(2). Es una historia sobre la crisis económica monetaria que sufrió Estados Unidos a  finales del siglo XIX. ¿Sabéis qué representaba el camino dorado que llevaba a la ciudad de Oz?, nada más y nada menos que el patrón oro. ¿Y Dorothy?, pues los valores americanos tradicionales, ¡cómo no!. Y no olvidemos que OZ es la abreviatura inglesa de la onza de oro.

Mary Poppins deriva también  de un libro homónimo de la escritora australiana  Pamela Lindon Travers, el primero de una serie de seis libros que Disney iba llevar a la gran pantalla. Desgraciadamente un desacuerdo de la autora con la productora llevó a que no se realizaran más películas. No he leído el libro, sé que se ha editado en español en una colección de libros de bolsillo pero nunca he llegado a comprarlo, aunque estoy en ello. Así que, para este artículo, nos conformaremos con la película como fuente de información.

Uno querría encontrar una historia oculta dentro Mary Poppins, y no sólo yo, existen estudios que relacionan el texto original con múltiples mitos, navegando por Internet se pueden encontrar varios artículos que proporcionan una visión esotérica de los libros de Travers, yo ni puedo – no tengo conocimientos de esoterismo – ni quiero entrar en ese terreno que reconozco que me supera. Yo he buscado algo más inmediato y cercano a la experiencia diaria y creo que lo he encontrado. He encontrado en el argumento un ejemplo perfecto de aplicación de una de las pocas afirmaciones que en sociología han merecido el título de teorema, el teorema de Thomas, descrito en 1928  por el sociólogo norteamericano William I. Thomas en su libro “The child in America. Behavior problems and programs”.

El Sr. Banks, fijaos en el apellido que tiene, convence o mejor dicho conmina, a su hijo Michael  a depositar  sus ahorros – dos peniques - en el banco en el que trabaja, la Banca Dowes de Ahorro, Crédito y Seguridad. El niño no quiere depositar su dinero, quiere comprar comida para las palomas a una anciana que vende migas de pan en la escalinata de la catedral de San Pablo. El presidente del Banco, representado por un extraordinario Dick van Dike, acorrala a Michael y a su hermana y les quita sus monedas, el niño grita que le devuelvan los dos peniques. Dos clientas en la caja oyen el grito desesperado del niño y entienden que el banco no quiere devolver su dinero a un cliente y se desata el miedo, en pocos segundos media City está reclamando sus depósitos en el banco formándose un tumulto en la puerta cuando los empleados intentan cerrar las puertas. Las consecuencias son que el banco quiebra y el Sr. Banks pierde el empleo, aunque al final todo se arregla durante la escena final de las cometas en el parque (3) (4).

¿Qué nos dice el Teorema de Thomas?, el enunciado es algo así como: “Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias”. O sea, dicho de un modo menos concreto y más explicativo, si un sector importante de una sociedad considera un determinado hecho social como real, actuaran en consecuencia como si el hecho fuera real, de manera que dicho hecho social falso producirá las mismas consecuencias que si hubiera sido real.

En el ejemplo de Mary Poppins, realmente se trata de un hecho aislado, en realidad un problema doméstico sobre sólo dos pequines, no tiene nada que ver con una crisis de liquidez del banco, sin embargo al consolidarse el rumor y reunirse el número suficiente de personas creyentes en el rumor, todos van a retirar su dinero con lo que la crisis de liquidez llega a producirse. Es la profecía autocumplida. Lo peor de todo es que esto es manejable, se puede convencer a partes importantes de la población si se cuenta con el poder y los medios adecuados, hay muchos ejemplos en la historia y en la actualidad.

¿No os suena todo esto?. ¿No se juega a esto cada día en los famosos mercados con la prima de riesgo española?. ¿Qué función cumplen las agencias de “rating”?. ¿No se está intentando  tranquilizar continuamente a esos famosos mercados con medidas de ajuste que siempre pagan los mismos hasta el punto delirante de tener que modificar la Constitución?. ¿Hasta dónde se va a llegar en esta operación de tranquilizar a unos especuladores que se las saben todas?. Yo me siento incapaz de contestar a estas preguntas.

Juan Carlos Barajas Martínez

Nota final: el director de “Mary Poppins” fue Robert Stevenson que también dirigió “La bruja novata”

Bibliografía
1. Alicia anotada, Martín Gardner, Editorial Akal, Madrid 1984
2. Principios de Economía, N. Gregory Mankiw, Editorial McGraw-Hill, Madrid 1999, págs. 569-570
4. Enlace a la escena de la película “Mary Poppins” sobre la crisis financiera posterior (en italiano pero se entiende)




Cartel anunciador de la película de Walt Disney "Mary Poppins"




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Mary Poppins y el teorema de Thomas por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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