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¿Una elegía a la inteligencia o una oda a la pobreza intelectual?

La guerra es paz la libertad es esclavitud la ignorancia es fortaleza
fuente: http://elobservadoridentitario.wordpress.com/2011/11/08/las-palabras-talisman-por-cristina

Hace muchos años, allá por los tiempos de la Transición, cayó en mis entonces  voraces y jóvenes manos, un libro sensacional y acongojante: 1984 de George Orwell. Me impresionaron muchas cosas de él, la enorme tiranía, la guerra permanente entre Estados totalitarios de tamaño continental, la idea – que también vemos en Matrix - de que para que funcione la ecuación sistémica de control absoluto de una sociedad es necesario organizar – no sólo el régimen represivo – sino también el movimiento de resistencia, la tortura psicológica de atacarte con tus peores y más ocultos miedos, la represión del amor y de la familia, el Gran Hermano omnipresente y omnisciente y aquellas pantallas; aquellas pantallas que no había forma de apagar y que emitían en los dos sentidos, televisión de propaganda hacia el hogar y la vida íntima desde el hogar a la policía política.

Todo esto es impresionante, pero lo que más huella me dejó fue el concepto de neolengua. La neolengua, tal y como nos la describe Orwell, es una versión limitada del idioma con intencionalidad política y uno de los pilares básicos del régimen mega-totalitario del Ingsoc, el partido absoluto. La idea era que si se simplificaba al máximo el lenguaje se eliminaba la posibilidad del doble sentido, se eliminaban los significados no deseados de cada palabra de manera que se harían inviables otras formas de pensar contrarias a los principios del partido, la ignorancia es fortaleza. Terrible y genial al mismo tiempo.

También por la misma época estaba viendo un documental en la televisión sobre Ramón Gómez de la Serna, un escritor del que yo sabía muy poco, cuando pusieron un pequeño cortometraje rodado en 1928 sobre un discurso de Don Ramón. Al principio me pareció una payasada, pero en un momento dado, saca de detrás de su espalda una mano enorme se la coloca en la mano derecha y empieza hablar de la “mano convincente”. Es un modelo de oratoria que, bajo la apariencia de la informalidad, nos dice cómo se debe pronunciar un discurso para manejar al público. Es impresionante la sencillez en la ejecución, la improvisación y el domino del lenguaje. Divertido y genial al mismo tiempo.



La idea orwelliana de la neolengua y el discurso de Gómez de la Serna representan para mí los extremos de un continuo desde el lenguaje en toda su plenitud semántica, con la ironía y el doble sentido, hasta la simplificación máxima del lenguaje del que se ha extraído todo significado más allá de una significación concreta y políticamente correcta.

Lo cierto es que en la época de Gómez de la Serna las personas buscaban expresarse con corrección. Las buenas gentes estudiaban oratoria y retórica y la ponían en práctica. Los estudiantes de bachillerato, aquel bachillerato eterno del plan de 1907 que se renovaba cada diez años hasta que llegó la Educación General Básica, se examinaban oralmente y se les exigía un buen uso de la oratoria. Cuando una persona ocupaba un medio de comunicación lo hacía porque tenía algo importante que decir o porque era una persona considerada importante y, nadie era importante, si no sabía hablar correctamente. La censura no era sólo por lo que decían sino también por cómo lo expresaban.

Los escritores como Don Ramón, los filósofos, los médicos, los ingenieros, incluso los toreros, todos, tenían un saber enciclopédico y si no lo tenían no hablaban en público.

Los políticos, que casi siempre en todas las épocas han sido el reflejo de su sociedad, eran unos grandes oradores. Azaña, Besteiro, Fernando de los Ríos, Alcalá-Zamora, Indalecio Prieto, Lerroux y otros muchos más. Tanto en el Congreso, como en los mítines, como en la calle, al ser interpelados se expresaban con propiedad, y usaban de la ironía como sables para atacar a sus rivales.

La publicidad estaba formada, más que por lemas o eslóganes, por auténticos panegíricos que resaltaban las bondades del producto con abundante uso del modo subjuntivo.

¿Y los doblajes de las películas?. Con qué propiedad hablaban amos y esclavos, coristas y príncipes regentes, ladrones, asesinos y aguerridos policías.

Pero algo cambió a partir de cierto momento. Alguien debió explicarle a algún otro que existía la teoría de la comunicación y que había un emisor, un mensaje y un receptor. Que el receptor debía entender el mensaje y no quedar embelesado por la calidad del mismo. Que lo importante era el mensaje mismo y no el lenguaje en el que se emitía. Y que había que simplificar. Había que ser menos elitista, había que bajar el listón porque así el mensaje llegaba a más gente y más rápido.

Y lo que en principio podría haber sido un buen consejo no lo fue en absoluto porque se fue convirtiendo en una obsesión. Los mensajes se fueron simplificando, los temas banalizando. Quitándole la posibilidad a los menos cultivados de tener alicientes para formarse y a los más cultos obligándoles a buscar islas de elitismo en las que ser un náufrago.

Y vino el vídeo, la cultura de la imagen. ¿Para qué describir, oralmente o por escrito, si se puede ver, si una imagen vale más que mil palabras?. El video no mató a la estrella de la radio sino a la galaxia del lenguaje.

Todavía durante la Transición pudimos ver un parlamento y unos políticos que, sin llegar a Castelar y otros semidioses de la oratoria, se desenvolvían bien en el atril del Congreso  y ante el micrófono. Pero después, gradualmente, sin prisa pero sin pausa, hemos llegado a nuestros políticos actuales, que no sólo no tienen soluciones a nuestros problemas sino que hablan a golpes, desmadejadamente, sin gracia, con el papel en la mano como los presentadores del telediario. Con toda clase de ismos, neologismos, anglicismos, vulgarismos. Practican la máxima de que hay que enviar el mensaje y tiene que llegar a todos, en vez de, educa y todos entenderán el mensaje o, al contrario, cuando no quieren ser entendidos los complican artificialmente hasta el punto de que ni ellos mismos saben lo que dicen.

Pero, como hemos dicho antes, la clase política es un reflejo de la sociedad de la época y qué podemos pretender cuando la publicidad es monosilábica. El cine es efecto especial. La novela es un refrito de templarios, de asesinatos sórdidos en criptas góticas, de vampiros adolescentes amancebados antinatura con lolitas filovampíricas,  y de personajes ahistóricos que han estado en todos los acontecimientos históricos contraviniendo el precepto teológico de que sólo Dios puede estar en todas partes. El periodismo de investigación se ha convertido en el destape de cotilleos de famosillos y el personaje que más vende en la televisión no es un filósofo, ni un médico eminente, ni siquiera un deportista, es alguien cuyo único mérito es haber tenido una hija con un torero que no es capaz de decir tres palabras seguidas.

Antes decía que existía una línea en cuyos extremos he situado al Ingsoc orweliano y a la greguería de Gómez de la Serna - dos ejemplos que me marcaron, pero podría haber elegido otros -, dos extremos entre la libertad de pensamiento y la alienación. Hoy, me da la sensación de que puestos a señalar nuestra posición actual en esa línea, estamos más cerca del Ingsoc que de la greguería pero de una manera mucho más sutil y suave que en la novela de Orwell. Mucho más sutil porque ese Gran Hermano que anda por ahí oculto ha conseguido nuestra colaboración tácita a la hora de hacernos más simples y frívolos favoreciendo, en vez de la ideologización, la desideologización. Mucho más suave porque, gracias a Dios o al demiurgo que cada uno considere, no hemos llegado a los niveles de brutalidad de la novela de Orwell.

La guerra no es paz, la libertad no es esclavitud, la ignorancia no es fortaleza
¡Únete a la Resistencia!
fuente: http://beware1984.com/2011/11/

 
Por eso llamo a la resistencia. La ignorancia no es fortaleza es debilidad, con la ignorancia nos manipulan con más facilidad, hacen de nosotros lo que quieren porque con la ignorancia no hay sentido de la crítica. Eduquémonos, formémonos, no caigamos en la simpleza, en la frivolidad, usemos los medios que tenemos – sobre todo la inmensa capacidad de Internet y su maquinaria multimedia – para  estos fines y no para alienarnos. No perdamos aquello que precisamente nos hace humanos: la capacidad de pensar.


Juan Carlos Barajas Martínez



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7 comentarios:

  1. Muy bueno el vídeo de Gomez de la Serna. No lo había visto nunca y es muy original

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  2. Ahhhhhhhhhhhh, ¡cuánta razón tienes amigo Sancho!

    Intenté responderte ayer en el calor del ensayo recién leído, pero las obligaciones propias de mi sexo y condición me lo impidieron.

    Cantidad de reflexiones y, si fuese una película, de cameos.

    Magnifico el video de R Gomez de la Serna, del que curiosamente me acordaba perfectamente y, según iba leyendo, iba asintiendo una por una todas tus palabras. No tengo tantos recuerdos del 1984 de Orwell y juraría que lo leí, también creo recordar que se hizo una peli. Lo que cuentas me suena muchísimo pero …

    Comparto, asimismo, contigo la evolución que mencionas en el modo de expresarse y cómo cada vez prestamos menos atención a lo que decimos, preocupándonos solo el mensaje final. A este respecto, hace unos días compartía con mi otra “blogera” de cabecera una reflexión en la que, tras una larga charla virtual, terminaba autocalificándome de culterano a pesar de considerarme conceptista. ¿O era al revés?

    Cuando por motivos personales o familiares tengo la oportunidad de mantener charlas de cierta profundidad y trascendencia con algunos sudamericanos, siempre me ocurre lo mismo y tras despedirme me queda un poso entre agradecido y reconfortado, pues en mi foro interno reconozco lo bien que utilizan el lenguaje, mi lenguaje. Y pienso en lo bueno que sería que el español medio aprendiese a expresarse como ellos, con lo racistas que somos.

    También he observado esto último en las conexiones televisivas cuando el reportero de turno sale a capturar la opinión de la calle y el ciudadano que pasa en aquel momento realiza una descripción mucho más que buena del acontecimiento o del suceso de marras.

    Al final, en tu ensayo, nos llevas de la mano a la creación del neolenguaje de los SMS, no dejando títere con cabeza: que si el periodismo de investigación de cotilleos de famosillos, que si las seudopeliculas para adolescentes tontos,… y que los parlamentarios y políticos son un reflejo de la sociedad. Cruda verdad.

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  3. Querido Juancho, muchas gracias por tus comentarios. Siempre oportunos. Tienes mucha razón en lo de los sudamericanos. Me acuerdo de las declaraciones de un ancianito cuando el huracán aquel que destrozó Centroamérica, con qué propiedad hablaba!.

    Si que hubo una peli protagonizada por Richard Burton y John Hurt, la última película que hizo Burton. Por cierto era muy buena.

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  4. Tienes razón. 3.500 millones de años de evolución hasta conseguir un ser vivo capaz de decidir por sí mismo, haciendo uso de inteligencia y poder de abstracción, para que cuando se consigue, la mayor parte de sus elementos decida no utilizarlo y comportarse como chimpancés, por no decir como amebas.
    Pero es el encanto que tiene...para los que tomamos la pastilla roja de Morfeo.

    Javi

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  5. Pues mira que yo creo que cada vez hay más gente que toma la pastilla roja. !Hay ruido de fondo Javi!

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