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El principito, el zorro y las Islas Molucas del Sur

Acuarela original del propio autor

Tu n’es encore pour moi qu’un petit garçon tout semblable à cent mille petits garçons. Et je n’ai pas besoin de toi. Et tu n’as pas besoin de moi non plus. Je ne suis pour toi qu’un renard semblable à cent mille renards. Mais, si tu m’apprivoises, nous aurons besoin l’un de l’autre.

Antoine de Saint-Exupéry
 Le petit prince



La primera vez que leí “El principito” fue por obligación, en clase de literatura francesa en 5º de Bachiller – el bachiller antiguo, el prehistórico - y fuera del programa oficial de la asignatura, a la tierna edad de 15 años. Las clases de literatura francesa las dábamos a primera hora de la tarde, en medio del sopor digestivo y con una profesora, me parece que la estoy viendo, rubia, joven, más bien rellena por no decir directamente gorda y con un francés que mi tío Rafael que en paz descanse – que es el español al que oído hablar el francés con el mejor acento - lo hubiera calificado como de La Martinica. Es decir, penoso.


No es que yo sepa mucho francés pero siempre me he dado mucha maña para saber quién lo habla bien, quién exagera la pose aunque lo hable estupendamente y quién lo habla mal. Definitivamente aquella chica no lo hablaba bien. La consecuencia inmediata fue que sólo cuando compré el libro supe cómo se escribía exactamente el apellido del autor, ella decía “sainsisperi”. Pero el hecho de que no hablara bien francés no es óbice para que fuera una buena profesora, mucho mejor de lo que yo pudiera pensar entonces y puede que con ella no aprendiera mucho el idioma, pero si aprendí a valorar a la cultura francesa. Siento enormemente no poder recordar su nombre como si recuerdo el nombre de otros que también me influyeron, supongo que es porque en aquel momento no era consciente de esa influencia.

Así que recogí el encargo de leerlo con poca ilusión, esperando un auténtico rollo. Pero fue un descubrimiento desde la primera página, ¡qué libro más bonito!. Entre otras muchas lecturas sabias y entretenidas, contiene la mejor y más poética definición de la amistad que yo haya leído, en el capítulo XXI, una vez desembarcado en el planeta Tierra después de haber recorrido otros seis, a cual más pintoresco y con personajes más estrambóticos. Se trata del episodio en el que el principito se topa con el zorro.

El zorro le explica lo que es la amistad, aunque él lo disfraza – al fin y a la postre  es un animal salvaje – de domesticación. El zorro dice:

Para mi no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo. Seré para ti único en el mundo……

Y unas líneas más adelante prosigue:

……. Si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera como la música.

¿Bonito verdad?. Os recomiendo un relectura de este pasaje, a ser posible en francés y con buen acento. 

Ese mismo año en que aquella profesora me obligó a leer “El principito” pasaron muchas cosas. Murieron Franco, Escrivá de Balaguer – iba a hacer un chiste con esto pero mejor no meterse en camisa de once varas - y Chiang Kai-Chek, el Viking-1 salió para Marte y lo más sorprendente es que llegó, el Real Madrid ganó la liga y el Bayern Munich la Copa de Europa, en el Eurobasket Yugoslavia fue medalla de oro, “Alguien voló sobre el nido del cuco” se llevó todos o casi todos los “óscares”, …. Y yo fui recibiendo todas estas noticias de los telediarios en blanco y negro sentado en el tresillo – modelo “cuéntame” - de escay rojo del saloncito de estar de mi casa.

Hubo una noticia, a finales de año, que me sobrecogió. Sobre uno de esos hechos que parecía que nunca se darían en España. Que estábamos libres de esas fuerzas telúricas del mal que se paraban en los Pirineos y en el Estrecho de Gibraltar, amparados por el único, grande y libre paraguas de la patria tardofranquista, del mismo modo que  estábamos libres - bien que lo sentíamos mis amigos y yo en nuestros espíritus adolescentes – de revistas de señoras con poca o ninguna ropa.

Y lo que ocurrió es que el día 2 de diciembre de 1975 un grupo de terroristas surmoluqueños de la Organización para la Liberación de las Molucas del Sur secuestró el tren que hacía el recorrido Gröningen y Amsterdam, cerca de la localidad de Beilen. Durante la operación resultaron muertos el conductor y un soldado holandés que viajaba como pasajero y que había tomado el tren equivocado. El ejército y la policía rodearon el tren y comenzaron las negociaciones.

¿Cuál era la razón del conflicto?. Las Islas Molucas del Sur se independizaron de Holanda en 1950 y, a los pocos meses, Indonesia invadió el territorio y lo anexionó. La población surmoluqueña es cristiana y de origen melanesio, mientras que la mayoría de los indonesios son musulmanes asiáticos, eso francamente tampoco ayuda. La invasión provocó el exilio en Holanda de decenas de miles de surmoluqueños escapando de la represión, lo cual, teniendo en cuenta el tamaño de ambos países, constituía una minoría importante tanto para los holandeses como para los moluqueños.

En Holanda se constituyó el gobierno de la República de las Molucas del Sur en el exilio, gobierno al que Ámsterdam no llegó nunca a reconocer, situación que no acabó de gustar a muchos moluqueños exiliados que se revolvieron contra la antigua metrópoli.

El día 4 de diciembre, con el fin de presionar al gobierno holandés que había decidido no negociar los terroristas decidieron ejecutar a un rehén. La persona elegida pidió y obtuvo permiso para escribir una carta de despedida a su familia. Cuando los secuestradores leyeron la carta, decidieron no ejecutarle.

Al parecer, les movió a ello el haber conocido, a través del contenido de la carta, aspectos personales del rehén: la relación con su familia, sus proyectos para el futuro y otros detalles similares. Resulta que el zorro había dejado de ser igual a otros cien mil zorros y sus pasos ya no eran extraños e impersonales. Mientras los secuestradores no conocieron los detalles de la vida del rehén era éste un ente sin personalidad, un ciudadano de un país que había vendido a los suyos al opresor, un enemigo. Pero la carta les domesticó, no para ser tan amigos como el zorro y el principito, pero lo suficiente como para no poder matarlo.

Lo más trágico de esta historia es que un segundo rehén, elegido en el lugar del primero, no tuvo tanta suerte. Los terroristas se dieron cuenta de dónde había estado el problema con el primer rehén y no le dieron la oportunidad de que los domesticara, no se le permitió escribir una carta de despedida, resultó finalmente ejecutado. Tiraron su cadáver a la vía, esto es lo que en aquel momento más me sobrecogió, y tuvimos una nueva víctima inocente bajo el túmulo del fanatismo.

El drama duró hasta el 14 de diciembre cuando los terroristas se rindieron. En paralelo a este secuestro, otro comando asaltó el Consulado de Indonesia en Amsterdam, en dónde mataron a otro rehén cuando intentaba escapar. Este segundo secuestro terminó el 19 de diciembre con la rendición de los terroristas. Dos años después volvieron a la carga, secuestraron un tren y un colegio. Y durante esos años continuaron los  actos terroristas, aminorando su intensidad hasta que, hoy en día, fuera de Holanda apenas hay quién se acuerde de ellos. A fecha de hoy, el Gobierno de la República de las Islas Molucas del Sur en el exilio sigue funcionando.

Se puede explicar la conducta de los secuestradores con el primer rehén desde la psicología social, más concretamente desde el estudio de  la conducta de los grupos, de la categorización de las personas ajenas al grupo; pero yo prefiero explicarlo con el pasaje del libro de “El principito”, cuando éste, se encuentra con el zorro en un desierto de la Tierra y es domesticado.


Juan Carlos Barajas Martínez

Bibliografía:
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry, Ediciones Salamandra, Barcelona 2001 (edición bilingüe)
Hemerotecas digitales de El País, ABC y La Vanguardia.
Artículo “Grupos”, J. Francisco Morales (Profesor de la UNED), dentro del libro Psicología Social, McGraw-Hill, Madrid 2000

Material extra:

Se recomienda el visionado del siguiente vídeo con imágenes del secuestro y de una película que en 2007 se realizó sobre el mismo:


Hay muchos otros vídeos en Youtube pero están narrados en holandés, lengua de la que sólo entiendo la palabra “Heineken” y apuesto a que a buena parte de mis lectores les pasa lo mismo, o son de los atentados de 1977. Este vídeo al menos tiene música.


Hay una entrada posterior en este blog sobre el mismo libro: El principito, el rey y el arte de saber mandar en el que se analiza, a través del discurso del rey, cuál es la mejor manera de dar órdenes a un subordinado.


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El principito, el zorro y las Islas Molucas del Sur por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

3 comentarios:

  1. Es genial este escrito
    Enhorabuena
    Un abrazo
    Joana

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  2. Otro excelente articulo. Tu sociologia sera todo lo divertida que tu quieras, pero me parece de lo mas seria.

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