La preguntita de marras
Es difícil clasificar
a David Broncano (1).
Es humorista pero no cuenta chistes. Es monologuista, que yo sepa, en al menos
dos idiomas. Es un entrevistador y presentador pero no hay noticias de que sea
periodista, de hecho, recomiendo que se vea en “Youtube” la antientrevista que
le hizo al escritor Ken Follet en
televisión (2) para
comprobarlo. Es un tipo culto aunque lo oculta o – al menos – no
presume de ello. Al final, el resultado de tanta ambigüedad es asombroso, o le
quieres o ….
Es tan famoso en España, que yo creo que ya no
sabe dónde meterse para que no le roben una foto, y lo sé por experiencia
porque yo le pedí una en una falla geológica – una especie de zanja basáltica -
que separa Europa de América en un recóndito lugar del planeta. Allá dónde
David coincida con un español, se verá obligado a hacerse una foto con él, y lo
hará amablemente a pesar del cansancio que la fama debe acarrearle.
“No es un
humorista, es un chico simpático”, me dijo una vez un compañero de trabajo.
Puede ser, pero yo me río mucho con sus actuaciones y en mi casa todos somos
fanes suyos. Lo de mis hijos es normal, son millenials
(3) el público
objetivo de David, pero de lo mi mujer y yo es más raro, somos chicos del baby boom (4) y aceptamos menos bromas con los límites del
humor.
El caso,
querido lector, es que te supongo intrigado por saber qué pinta David en un
blog dedicado a las ciencias sociales. Bien, ahí voy. David Broncano estrenó un
programa propio la pasada temporada, lo que llaman late show los enemigos de la lengua. Y acostumbra a preguntar a todos los invitados sobre el dinero
que tienen, la panoja que dice él en
su dialecto jienense.
Es muy curioso
ver las respuestas de las personas entrevistadas. Las reacciones son de lo más
diverso y los entrevistados, a estas alturas de la emisión, ya vienen
preparados. Unos, simplemente, se niegan a responder no sin embarazo. Otros
vienen armados con los saldos de sus cuentas bancarias. Otros dicen una
cantidad desorbitada, escondiendo de esta manera el dinero que tienen. Otros
dan una cantidad insignificante aduciendo que invierten todo lo que ganan.
El denominador común es que nadie dice la
verdad, todos ocultan su renta lo que, por cierto, son muy dueños de hacer. A
excepción del propio David, que lo ha dicho en varias ocasiones. Inevitablemente
surge la pregunta, ¿por qué nadie quiere decir la verdad en este tema?.
El dinero como tabú
Cuando existe
un cierto consenso social para no hablar de algo se le califica como tabú. Un tabú es algo prohibido, o
bien, algo de lo que no se puede hablar. Por lo tanto, el dinero sería un tabú
de la segunda especie. Esto se dice mucho en internet, encontraréis muchas
entradas al respecto, pero no se explican las razones que hay detrás de ese
comportamiento.
Lo único que
puedo reprochar a mis padres, en lo que a mi educación se refiere, está
relacionado con el sexo y el dinero.
No recibí una educación adecuada en ambos asuntos. Mis padres nunca me hablaron
de la economía doméstica, de las penalidades que podíamos estar pasando o de
las épocas de vacas gordas, lo deducías por el contexto. A los niños solo nos
llegaba la información cuando la cosa no tenía remedio. Pero más allá de esto,
es que tampoco me explicaron nada sobre cheques, bancos, gastos corrientes,
acciones y demás zarandajas, quizás por eso de mayor he sido un inútil integral
en mi relación con los bancos, menos mal que la economía de mi casa la lleva mi
chica.
En el primero
de los temas me prometí a mí mismo no
caer en los mismos errores, y lo intenté sin mucho éxito, la aversión a
hablar de mi sexualidad con mis hijos era sólo comparable a la que tenían ellos
de hablar conmigo de la suya. En el segundo de los casos, ni siquiera caí en su
momento de que debía educarles en esa materia. Así que, papá, mamá, no tengo
nada que reprocharos.
Voy a ir más
allá, no sé lo que ganan o tienen mis mejores amigos, sí conozco de sus
propiedades y sus gastos aparentes, con lo que me puedo hacer una idea, pero no sé nada de sus sueldos ni de sus saldos. Es curioso no saber una
cuestión íntima de las personas con las que más intimidad tengo.
En un entorno laboral competitivo puedo
entender que la información sobre los sueldos sea una cuestión conflictiva. Así
que filtrar y manejar esta información puede aportar ventajas competitivas y
puede ser normal no hablar de ello. Pero yo soy funcionario, no es un entorno
laboral especialmente competitivo, nuestros ingresos son públicos y, si no lo
son, mala cosa, algo no está funcionando. Sin embargo, tampoco hablamos de lo
que ganamos. Esta experiencia mía en relación con el dinero es muy parecida a
la de otras personas con las que he hablado de este asunto.
Después de estos cuatro últimos párrafos, va a
ser que sí, que tiene pinta de que al dinero podemos considerarlo como un tema
tabú.
Al menos en
España, porque hay por ahí gentes muy viajadas que dicen que esto forma parte
de nuestra idiosincrasia que, si te vas a Estados
Unidos, es tema normal de conversación porque el rasero social que mide el
prestigio no es “quién eres” (médico, juez, fontanero o cupletista) sino
“cuánto ganas”.
Puede ser, no
he estado en muchos saraos norteamericanos y cuando he estado, ha sido entre
hispanos, por lo que no puedo opinar. Por otra parte, encuentras muchos datos y
opiniones contradictorias. Desde una
hipotética encuesta de una empresa financiera que dice que sólo 1 de cada 10
norteamericanos (5)
está cómodo hablando de sus ganancias a quienes afirman que un norteamericano
medio no tiene ningún reparo en decirte sus ingresos anuales. Lo que sí puedo
afirmar, es que después de ver muchos late
shows de ese país en la tele, no he visto un tipo como David Broncano
preguntándole a la basca sobre su peculio. No he visto a Conan O’Brian (6) o Jimmy Fallon (7) preguntándole a un
actor de Hollywood cuánta pasta tiene en el banco, debe ser que no tiene la
misma gracia decirlo en televisión ante millones de espectadores.
Ante tanta
pregunta sin respuesta lo primero que hice fue buscar en mi biblioteca algún
autor consagrado que hubiera hablado del asunto, ya sabéis que recurro siempre
a las autoridades en busca de amparo. Me releí la “Filosofía del Dinero” de Simmel (8), algún compendio de Marx (9) porque Marx
directamente es inabarcable, desempolvé a mi querido Weber (10) y sus “Ensayos sobre Sociología de la Religión”
e, incluso, me aventuré a leer la “Psicología
del Dinero” de Claudia Hammond (11), que está más cercano a un libro de autoayuda que a un
tratado serio. Y no obtuve nada que me permitiera contestar la pregunta.
Mucha
simbología, significado, mucho sobre cómo funciona, cómo usarlo bien, cómo
protegerte de las alteraciones psicológicas que produce por exceso o por
defecto, incluso, por qué razón monetaria la selección inglesa de fútbol pierde siempre cuando se recurre a la
tanda de penaltis. Realmente se ha escrito mucho sobre el dinero y lo sabemos
casi todo de él. Pero yo no he encontrado nada que pudiera relacionarlo
directamente con la cuestión que nos ocupa. Entiéndaseme bien, no digo que no
haya nadie que haya tratado el tema, simplemente que yo no lo he encontrado.
Así que me he puesto a pensar por mi cuenta, con el riesgo que eso siempre
entraña para la salud.
¿Qué es lo que
nos impide hablar de lo que ganamos o de lo que tenemos en el banco?. Lo
primero en lo que pensé es en la seguridad,
es decir, el hecho de que si soy gente de posibles y lo hago público, estén
detrás de la próxima esquina esperándome para robarme o ser víctima de un
secuestro exprés.
No creo que
sea esta la razón, si así fuera los ricos no harían pública ostentación de sus
bienes. Los ricos tienen miedo de los pobres recalcitrantes poco dados a
aceptar de buen grado la desigualdad, pero esa es la razón de que existan empresas de seguridad no del silencio
dinerario.
Dinero, religión y cultura
Luego pensé en
una cuestión cultural, que el tabú
del dinero fuera algo peculiar nuestro y no un universal cultural. Este camino
resulto ser más productivo.
Supongamos que
el tabú del dinero en España es incontrovertible y supongamos, asimismo, que la
encuesta que nos dice que el 10% de los norteamericanos se sienten cómodos para
hacer público el dinero que tienen es cierta, entonces debemos concluir que el
tabú del dinero no se da en los Estados Unidos pues, que uno de cada diez
ciudadanos diga sin complejos lo que gana, significa que está lejos de ser
un tema completamente prohibido.
Entonces pensé
en la religión. Algún lector puede
decir que tengo con la religión una monomanía, pero es que la religión tiene
una influencia enorme en la cultura de una sociedad y, poniendo el foco en la
religión, se suele acertar.
Mi admirado
Max Weber opinaba que el dinero es lo más abstracto
e impersonal que existe en la vida humana. Las religiones de salvación han
mirado con gran desconfianza la expansión de los poderes económicos, igualmente
impersonales y opuestos a la fraternidad.
Para Weber,
ante esta situación de tensión, la ética
religiosa de los virtuosos – que los no virtuosos ya sabemos que siempre
estuvieron del lado de los poderosos - reaccionó
del modo aparentemente más radical, rechazando la posesión económica de bienes.
Pero la paradoja de toda ascética racional, en la que ha tropezado de igual
forma el monacato de todos los tiempos, consiste en que ella misma ha creado la
riqueza que rechazaba. En todas partes los templos y los monasterios se
convirtieron en sedes de una economía racional.
La Iglesia
entonces se movía entre la complacencia de la jerarquía con el dinero y la
economía racional de las órdenes cuyos monjes habían renunciado individualmente
al dinero y que, sin embargo, generaba riqueza. El problema era la tensión en
el ámbito de los principios y en el ámbito interno, la contradicción entre lo que se predicaba y lo que se poseía.
Cuando llegó
la Reforma de Lutero, Calvino y
compañía dieron una nueva solución al problema, es decir, la paradoja de la
ética profesional puritana, que renunció al universalismo del amor y aceptó así
también, como decía Weber, la objetivación del cosmos económico como querida
por Dios. Es decir, que ser rico no era pecado sino obrar en consonancia con la
voluntad del Señor.
Mientras que
las Iglesias de la Reforma abandonaron el voto de pobreza. La iglesia de la Contrarreforma siguió predicando que es
más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre
en el Reino de los Cielos (12).
Y, por tanto, mantuvo la tensión entre prédica y práctica.
Los Estados
Unidos fueron fundados por un grupo de puritanos
protestantes que llevaron consigo su ética y que todavía empapa su
idiosincrasia política y económica. Sus católicas majestades, en cambio,
dirigieron el brazo armado de la Iglesia de la Contrarreforma.
No hace mucho
tiempo, España – o una parte de ella - se creía la reserva espiritual de Occidente. Esto no pasa de un día para otro y, aun siendo una sociedad compleja y moderna, quedan contradicciones no
resueltas como que los tribunales todavía persigan la blasfemia.
Así que no es extraño,
por su impronta cultural, que los norteamericanos hablen del dinero que ganan
con más liberalidad que los españoles. Para los primeros, el acumular capital
no es inmoral sino todo lo contrario, es una manera de colaborar con la obra
divina, mientras que para los segundos, independientemente de sus creencias
actuales, tienen un acervo cultural en el que el dinero pesa moralmente. Eso no
quita para que muchos hagan pública ostentación de su riqueza, personas que no
confesarían su sueldo ni el potro de tortura luego son los primeros en
comprarse un coche de gama alta. Al fin y al cabo, la propia Iglesia – amante
de la pobreza como ideal de Salvación
- cae en ostentaciones y contradicciones de parecido cuño.
El dinero y las tres ideologías básicas del español
Hace ya
algunos años publiqué un artículo en este mismo blog – “Las tres ideologías
básicas del homo hispanicus” – en el que manifestaba mi convencimiento de que
hay tres ideologías que influyen en la cultura española por encima de otras
que, o bien, tienen menor antigüedad, o bien, han sido importadas. Son: el
hidalgo, el tendero y el aldeano.
Aquí no uso el
término “ideología” en el sentido
político, sino en el sentido
sociológico, sinónimo de visión del mundo, como conjunto de creencias que –
construidas socialmente – moldean la forma de pensar de la gente.
Estas tres
ideologías comparten el mismo sustrato
religioso del catolicismo, por tanto, parten con idea de que el dinero
merece la pena pero que tiene un peso moral que hay que asumir y las tres, de
igual manera, hunden sus raíces en la Edad Media.
La mentalidad hidalga, es una forma de
pensamiento tributaria de aquella nobleza pobre y autóctona, que fue el sostén
de las guerras de reconquista e imperiales de la monarquía hispánica.
Da un valor
desmedido al honor, no tanto como
conjunto de valores a mantener, como un código moral interior con el que
conducirse por la vida, sino como creencias que hay que mantener ante el otro.
Por eso tanta preocupación por el qué dirán, así, le gusta ostentar signos
externos de riqueza, pero no de dinero en efectivo, ya que el vil metal mancha
las manos y hablar de él es una ordinariez. El hidalgo te enseñará el Mercedes
que se acaba de comprar, pero no de dónde lo ha sacado, lo mismo su familia
lleva seis meses comiendo macarrones o ha rehipotecado su casa.
El tendero es cortoplacista por
definición, invierte en la mercancía que ofrece y la vende en el menor plazo
posible sacando la ganancia de su margen comercial. De eso vive y por eso
necesita un capital mínimo permanente. El tendero no está preocupado por el
honor sino por el fisco. Tenderos de todas las épocas han sido las víctimas de
los recaudadores de todos los tiempos, así que, la mentalidad del tendero es
poco proclive a hablar de dinero, nunca dirá que su tienda va bien, no hará
grandes ostentaciones en público y después de tres minutos de conversación se
quejará amargamente de la Hacienda Pública.
Por
último, está la ideología del aldeano,
el tipo ideal de mentalidad más influyente en nuestra cultura. No olvidemos que
hasta hace poco tiempo, hablando en términos históricos, el nuestro era
esencialmente un país de economía agrícola con miles de pueblos pequeños
repartidos por el territorio. Si me pongo de ejemplo, todos mis bisabuelos eran
gente de campo. Yo soy fundamentalmente un aldeano con trazas de hidalgo y nada
de tendero.
Al
describir al aldeano me siento reconfortado por el hecho de que es un tipo de
ideología muy bien descrita desde la antropología, al contrario de los otros
dos tipos que son criaturas de mi observación personal. Y, como he dicho al
principio, me gusta ampararme en autores consagrados. La ideología del aldeano
coincide básicamente con la ideología campesina descrita por el antropólogo
George Foster (13).
George
Foster descubrió que las comunidades
campesinas en el sur de Europa se caracterizan por una determinada
ideología o visión de mundo. Foster citó diversos casos etnográficos para
ilustrar esta visión de mundo campesina, a la que denominó la imagen del bien
limitado.
En
esta ideología, todo se percibe como finito: tierra, riqueza, salud, amor,
amistad, honor, respeto, estatus, poder, influencia, seguridad. Al ver todo
como escaso, los campesinos creen existe una reserva común, un fondo imaginario de todo aquello que tiene valor
en su comunidad. En este sistema de ideas, los individuos sólo pueden descollar
en algo porque se apropian de una parte mayor de la que les correspondería en
términos proporcionales de esa especie de reserva común, lo que implica privar
a otros de lo que sería su parte.
Los
campesinos aceptan la riqueza
diferencial que procede de fuera de la comunidad (por ejemplo el trabajo
asalariado realizado fuera de la localidad) ya que resulta evidente que no ha
supuesto extraer nada de la reserva común finita de carácter local. Los
beneficios pueden proceder también de la pura suerte (por ejemplo la lotería).
En todos estos casos la reserva de bienes de la comunidad permanece intacta.
Sin
embargo, los campesinos prósperos que no salen de su localidad pueden convertirse
en el blanco del chismorreo, la envidia, el ostracismo y la violencia física. Pues
su prosperidad representa que ha tomado una parte mayor de la que le corresponde de la reserva común. Dadas
tales respuestas, se intenta ocultar la buena fortuna: las ropas, el interior
de la casa, la dieta y, por supuesto, el dinero.
Conclusión, despedida y
cierre
Pues
ya llegamos al final. Podemos concluir que nadie o casi nadie va a contestar a
David. Más que nada porque vivimos en una sociedad cuya religión mayoritaria que considera el dinero como una carga moral, que se puede atesorar pero que ya
verás tú como te las arreglarás cuando dejes este valle de lágrimas y te
presentes ante el Padre. Y si esto no fuera suficiente, nos educan en una
cultura en la que las principales ideologías - por miedo a la envidia, a las
recaudaciones o la vulgaridad – hablar del dinero propio representa un
problema.
Claro
que - como decía el policía Hernández del Comic Tintín - "esta es mi opinión y yo la comparto", la he hecho pública sin ningún ánimo de hacer proselitismo,
cada uno que piense lo que quiera.
Y, precisamente querido lector, ahora la
pelota está en tu tejado. ¿Contestarías
la pregunta tabú de David Broncano?, yo no.
Juan Carlos Barajas
Martínez
Sociólogo
Notas:
- David Broncano Aguilera (Santiago de Compostela, La Coruña, 30 de diciembre de 1985) es un cómico y presentador de televisión y radio español.
- Entrevista en “Late Motiv” del canal #0 de Movistar a Ken Follet conducida por David Broncano. En esta entrevista se puede apreciar el estilo enloquecido de David. https://www.youtube.com/watch?v=8XDCsFoFpY0
- La generación Y, también conocida como generación del milenio o milénica o millenials —del inglés millennial generation —, es la cohorte demográfica que sigue a la generación X. No hay precisión o consenso respecto de las fechas de inicio y fin de esta generación. Los comentaristas utilizan la década de 1980 como referencia y la de 1990 cómo la de desenlace.
- Explosión de natalidad es la expresión en lengua castellana equivalente a la expresión baby boom o baby boomer en lengua inglesa, surgida tras la Segunda Guerra Mundial, para definir el fenómeno demográfico durante el período comprendido entre 1946 y 1964, y caracterizado por un incremento notable de la natalidad. A los miembros de esa generación se los conoce como baby boomers
- “Hablar de dinero, un tabú en las conversaciones de los americanos” artículo en Telemundo: https://www.telemundo.com/el-poder-en-ti/2018/08/13/hablar-de-dinero-un-tabu-en-las-conversaciones-de-los-americanos?image=8734192
- Conan Christopher O'Brien (n. 18 de abril de 1963) es un presentador de televisión, comediante, escritor, productor, músico y actor de voz estadounidense. Es principalmente reconocido por haber presentado el programa de conversación nocturno Late Night with Conan O'Brien en la cadena estadounidense NBC entre el 1 de junio de 2009 al 22 de enero de 2010.
- James Thomas Fallon, Jr., más conocido como Jimmy Fallon (Brooklyn, Nueva York, 19 de septiembre de 1974), es un humorista, presentador de televisión y actor estadounidense. Es el conductor del programa de televisión The Tonight Show Starring Jimmy Fallon, un talk show nocturno que se transmite de lunes a viernes en el canal NBC
- Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiembre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Simmel formó parte de la primera generación de sociólogos alemanes: su enfoque neo-kantiano sentó las bases para antipositivismo sociológico, a través de su pregunta "¿Qué es la sociedad?" en una alusión directa a la pregunta de Kant "¿Qué es la naturaleza?", y la presentación de análisis pioneros sobre la individualidad y fragmentación social. Para Simmel, la cultura se refería a "la cultivación de los individuos a través de la acción de las formas externas que han sido objetivadas en el curso de la historia". Simmel analiza los fenómenos sociales y culturales en términos de "formas" y "contenido" con una relación transitoria; desde el contenido, y viceversa, en función del contexto. En este sentido, fue un precursor del estilo estructuralista de razonamiento en las ciencias sociales. Con su trabajo en Metrópolis, Simmel se convirtió en precursor de la sociología urbana, el interaccionismo simbólico y análisis de redes sociales.
- Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
- Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.
- Claudia Hammond es una autora británica, ocasional presentadora de televisión y presentadora de radio frecuente en BBC World Service y BBC Radio
- Errores de traducción históricos (I): El camello y la aguja, blog Ab Absurdum https://adadabsurdum.blogspot.com/2014/05/errores-de-traduccion-historicos-i-el.html
- George M. Foster (9 de octubre de 1913 – 18 de mayo de 2006) fue antropólogo en la Universidad de California, Berkeley, mejor conocido por sus contribuciones al estudio de las sociedades campesinas y como uno de los fundadores de la antropología médica.
Bibliografía:
María C. Iglesias, Julio R. Aramberri, Luis R.
Zúñiga
Los Orígenes de la Teoría Sociológica
Akal Editores
Madrid 1989
George Ritzer
Teoría Sociológica Clásica
McGraw Hill
Madrid 2001
Max Weber
Ensayos sobre sociología de la Religión I
Taurus
Madrid 2001
Roberto Kroker y Fernando Múgica
Georg Simmel: Civilización y diferenciación social II
Cuadernos Anuario de Filosofía
Universidad de Navarra
Pamplona 2003
Claudia Hammond
La Psicología del Dinero
Ebook Taurus
Madrid 2016
Conrad Phillip Kottak
Antropología
Una exploración de la diversidad humana
McGraw Hill
Madrid 1999
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