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¿Qué es la Sociedad?



Esta pregunta, ¿qué es la sociedad?, se la hicieron en 1987  a la primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher (1) durante una entrevista que no debió tener ningún desperdicio dado el carácter de la buena señora.

“¿La sociedad?, no existe tal cosa. Hay individuos, hombres y mujeres, y hay familias.”

Lo curioso fue que durante el resto de la entrevista Thatcher hizo hincapié en la importancia de las obligaciones sociales recíprocas y de los vínculos entre las personas lo que demostraría la existencia de la sociedad, ¿verdad?.

La respuesta es muy representativa de cierto tipo de ideología neoliberal que anda campando por sus respetos por este mundo nuestro y del sustrato de individualismo radical que subyace en ella. Y también es representativa de cierta pobreza intelectual por mucho genio político – como dicen sus exegetas – que fuera la “premier” conservadora británica.

Pero lo cierto es que no es fácil dar una definición de lo que son las sociedades humanas, de hecho, muchos libros de sociología se ponen a describir los tipos de sociedad o las estructuras sociales sin definir claramente antes lo que es la sociedad, amparándose en que todos tenemos una idea preconcebida de lo que significa. Lo que representa un pequeño drama personal para los que estudiamos una ingeniería o una de las llamadas “ciencias duras” antes de ponerse a estudiar sociología y que estamos acostumbrados a que se nos defina todo antes de empezar a hablar con detalle de algo. 

Y no es fácil definir este concepto por varias razones. En primer lugar porque existe una idea intuitiva de lo que es la sociedad. Para mí no hay definición más difícil que la que explica algo evidente o casi evidente o, como en este caso, algo que parece evidente y que luego no lo es tanto. Y en segundo lugar porque, dejando aparte intuiciones, el concepto es muy complejo, como dejé escrito en el artículo sobre instituciones sociales, es un concepto poliédrico (2), con múltiples caras y aristas, que presenta formas diferentes según el punto de vista desde el que se observe.

Si vemos a la sociedad desde un punto de vista intuitivo podríamos acudir a la definición del Diccionario de la Real Academia (3), que por vocación se ve en la obligación de definir todo vocablo. El diccionario define a la sociedad como la reunión mayor o menor de personas, familias, pueblos o naciones. Y como esto no fuera suficiente, añade una segunda acepción que es menos intuitiva, agrupación natural o pactada de personas que constituyen una unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la cooperación, todos o algunos de los fines de la vida.

Ya podemos observar varias características del concepto de sociedad. Por un lado es una agrupación de personas que puede observarse desde toda una escala de tamaños: familias, pueblos, naciones. Y es cierto porque sin duda podemos hablar de una sociedad madrileña o española o de una alta sociedad o de una sociedad marginal. 

Por otra parte, si atendemos a la segunda acepción del diccionario, podemos ver a la sociedad como una agrupación natural, dada la naturaleza social del ser humano, que cumple una serie de finalidades o funciones necesarias para la vida.

Pero seguimos sin completar el poliedro, falta por ejemplo, que las sociedades varían con el tiempo y que han dado lugar a diversos tipos o modelos que se resisten a desaparecer del todo de los libros de historia, o cómo se relacionan los distintos elementos que la conforman, o cuáles son las estructuras genéricas presentes en todas las sociedades, o qué relación hay entre la psicología del individuo y las relaciones sociales. No, no es sencilla una definición y comprendo la tentación de ir directamente a la descripción sin pasar por la casilla de salida.

El concepto de sociedad, como no podía ser de otro modo, ha sido el protagonista de la teoría sociológica y sujeto de discusión continua dentro de su ámbito. La idea  de sociedad como un término de uso generalizado para describir las relaciones sociales es relativamente nueva y apareció  cuando apareció la sociología, durante período transición entre la sociedad preindustrial y la sociedad industrial. 

Si nos vamos a los clásicos griegos y a otros filósofos pre modernos encontraremos una confusión entre el concepto de sociedad y el concepto de organización política o Estado, haciéndolos indistinguibles. Sólo muy al final del siglo XVII empezamos a encontrar autores que empiezan a relacionar el término sociedad como un conjunto de relaciones sociales que incluyen al Estado pero que no terminan en éste. 

A medida que la sociedad se iba haciendo más compleja, debido al paso de la sociedad preindustrial a la industrial, iba siendo cada vez más evidente que existía un campo o ámbito de relaciones obligatorias y voluntarias que protagonizaban las personas independientemente del Estado. Se empezaba a distinguir entre la sociedad civil y la sociedad política en un equilibrio constante de intereses individuales y colectivos.

Los primeros sociólogos y, sobre todo Durkeim (4), vieron a la sociedad como un todo orgánico,  como un organismo vivo que se compone de distintos órganos o estructuras o subsistemas cada uno de ellos con una función o funciones necesarias para que el organismo social pueda vivir. La sociedad, en este enfoque, sería un sistema complejo cuyas partes “encajan” entre sí produciendo un equilibrio o estabilidad social. Este esquema fue heredado y ampliado por el movimiento funcionalista. 

Para la corriente principal del funcionalismo (5) nuestras vidas están orientadas según la dirección que marcan ciertas estructuras sociales, entendiéndose por éstas pautas relativamente estables de relaciones sociales, por ejemplo, las relaciones familiares, las conductas ritualizadas, y otras, que implican comportamientos relativamente estables y predecibles. Así para Talcott Parsons (6), el máximo representante de este paradigma, la sociedad tiende al equilibrio y a la estabilidad. Pero para que puedan permanecer en el tiempo, las sociedades deben cumplir una serie de requisitos que denominó prerrequisitos funcionales como la adaptación al entorno, la satisfacción de los objetivos o la cohesión social entre otros.

Esta aproximación funcionalista al concepto de sociedad ha sido criticada al menos desde dos perspectivas, desde las teorías críticas y desde las teorías de la interacción social.

En el marxismo (7) y en otras teorías críticas o, como también se las conoce, en la sociología del conflicto, se  hace hincapié en el concepto de sociedad como un campo de juego o un “ring” en el que se dirimen los conflictos entre los distintos grupos sociales. En este paradigma se agrupan las teorías sociológicas que analizan a la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, la explotación, el conflicto y el cambio social. Se resaltan las relaciones de dominación que enfrentan a las diferentes categorías de personas y, en el ámbito internacional, a los conflictos entre distintas sociedades que compiten entre sí. Se analizan también las estrategias que emplean los dominadores para mantener su posición y de los dominados para intentar mejorar su situación.

Las teorías de la interacción social con autores como Simmel (8), Mead (9), Garfinkel (10) o Goffman (11) ven a la sociedad como una agregación de interacciones entre personas en vez de una entidad sui generis. Dentro de esta visión microsociológica de la sociedad destaca un enfoque denominado, el Interaccionismo Simbólico (12), cuyo máximo exponente es el filósofo norteamericano George Herbert Mead. Las reflexiones de Mead se centraron en explicar cómo las personas van construyendo su propia identidad y definiéndose a sí mismas a través de sus experiencias sociales. Para este enfoque la sociedad es el resultado de las interacciones cotidianas de las personas, que van dotando de significado al mundo social que les rodea.

Así que, como hemos visto en esta rápida revisión de la historia de la teoría sociológica, cómo comprender la sociedad, si como un todo orgánico o como un espacio de conflicto o como un agregado de todas las interacciones sociales ha sido el debate central de la sociología.

Y a estas alturas, casi doscientos años después del comienzo de algo que se podría llamar como sociología, se puede decir que el término “sociedad” se refiere a varias cosas al mismo tiempo. 

Se refiere a  todas las formas de comunicación mutua e intersubjetiva entre las personas,  en la que las percepciones y el comportamiento de los actores están orientados a las percepciones y comportamientos de los demás. Y los “demás” están constituidos por “otros” específicos - como la familia, socios, colegas, amigos, rivales, enemigos, y las figuras de autoridad - o pueden ser “otros” generalizados que toman forma a partir de las experiencias, internalizadas por el sujeto, al enfrentarse diariamente con las prácticas culturales, morales, de orden práctico y comunicativas. 

Estas redes intersubjetivas pueden existir en una multiplicidad de niveles - personal e impersonal, local y global, dentro de las regiones, naciones, y a través de las fronteras.  Existen a través de un continuo desde las relaciones informales, muchas veces voluntarias - como la amistad-, pasando por las interacciones institucionales formales y, muchas veces obligatorias  - por ejemplo, en los lugares de trabajo o en las relaciones con la administración pública -, hasta las que son muy coercitivas, como las que se dan en las prisiones. Relaciones que van desde de los encuentros fugaces hasta las relaciones para toda la vida.  

Todas estas relaciones pueden ser muy personales e influenciadas por las características particulares de los demás y estar insertas en el dominio de lo afectivo o  por encuentros muy impersonales y formales, como un intercambio de dinero o llamar a un centro de llamadas para avisar de una avería, que estarían en el dominio de lo puramente instrumental.

La '' Sociedad '', por lo tanto, se refiere a los patrones complejos de las relaciones sociales que se mantendrán a través del tiempo y el espacio pero que, por supuesto, están sujetos a cambios.  Existe  como decía Comte (13), una dinámica social de manera que entre dos momentos distintos en el tiempo se pueden establecer múltiples diferencias, baste pensar en la evolución de las relaciones entre padres e hijos o entre los cónyuges en las últimas décadas. 

Y dentro de estos patrones o estructuras sociales podemos distinguir las clases u otras formas de estratificación social, los gruposy redes sociales, los roles sociales, o las instituciones sociales

La “sociedad '' también se refiere a las estructuras latentes lingüísticas, culturales y a las reglas normativas que están presentes en cualquier interacción real. Y, cómo no, a los sistemas de poder y a las relaciones dominación también presentes dentro de estas estructuras.

Y el caso es que todo este espacio de relaciones que es la sociedad se las apaña, como poliedro que es, para dar distintas vistas según el observador  y la posición que ocupa en el espacio como ocurre con la figura geométrica que se compone de caras de diferentes números de lados. No es extraño, por tanto, que se pueda fijar el foco en los grupos de relaciones que cumplen una función social y extraer una visión sistémica y funcional de la sociedad. Tampoco es difícil poner la atención en las relaciones que provocan conflictos de intereses entre grupos sociales. O fijar el objeto de estudio en el individuo y observar cómo percibe el entorno social que le rodea. Vamos, que no es casualidad que haya surgido el funcionalismo, ni la sociología del conflicto ni las teorías que se basan en la interacción social y, a mí que soy persona a la que le gustan los saberes acumulativos, comparto gran parte de los enunciados de todas estas teorías y no las quiero ver como opuestas sino como parcialmente coincidentes.

Juan Carlos Barajas Martínez



Notas:

1.       Margaret Hilda Thatcher, baronesa Thatcher de Kesteven, (de soltera Roberts; Grantham, 13 de octubre de 1925 - Londres, 8 de abril de 20132 ) fue una política británica que ejerció como primera ministra del Reino Unido desde 1979 a 1990, siendo la persona en ese cargo por mayor tiempo durante el siglo XX y la única mujer que ha ocupado este puesto en su país. Su firmeza para dirigir los asuntos de Estado, su estricto dominio sobre los ministros de su gabinete y su fuerte política monetarista le valieron el sobrenombre de «La Dama de Hierro». Como jefa de gobierno su llegada al poder supuso una completa transformación del Reino Unido al apoyar la privatización de empresas estatales; de la educación y de los medios de ayuda social. Sus políticas conservadoras llegaron a ser conocidas como thatcherismo.
2.       Un poliedro es, en el sentido dado por la geometría clásica al término, un cuerpo geométrico cuyas caras son planas y encierran un volumen finito. Ejemplo de poliedro con caras de diferentes número de lados:

3.       La Real AcademiaEspañola, también conocida por sus siglas RAE, es una institución cultural con sede en Madrid, capital de España. Junto con otras veintiuna academias correspondientes a sendos países donde se habla español, conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española. Se dedica a la regularización lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática dentro y entre los diversos territorios.
4.       Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril 1858 – París, 15 de noviembre 1917) fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y se le  considera uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Durkheim creó el primer departamento de sociología en la Universidad de Burdeos en 1895, publicando Las reglas del método sociológico. En 1896 creó la primera revista dedicada a la sociología, “L'Année Sociologique”. Su influyente monografía, El suicidio (1897), un estudio de los tipos de suicidios de acuerdo a las causas que lo generan, fue pionera en la investigación social y sirvió para distinguir la ciencia social de la psicología y la filosofía política. En su obra clásica, Las formas elementales de la vida religiosa (1912), comparó la dimensión sociocultural de las vidas de las sociedades aborígenes y modernas, con lo que ganó aún más reputación.
5.       El estructural-funcionalismo (también llamado funcionalismo estructural, funcionalismo o estructuralismo) es un marco de construcción teórica que ve a la sociedad como un sistema complejo cuyas partes trabajan juntas para promover la solidaridad y la estabilidad. Se entiende como el estudio de una sociedad social conocida como estructura o sistema social. Este enfoque ve la sociedad desde una orientación de nivel macro, que es un enfoque amplio en las estructuras sociales que conforman la sociedad en su conjunto, y cree que la sociedad ha evolucionado, al igual que los organismos.
6.       Talcott Parsons (13 de diciembre de 1902 – 8 de mayo de 1979) fue un sociólogo estadounidense. Cursó estudios en el Amherst College, la London School of Economics y la Universidad de Heidelberg (Alemania). Dio clases de sociología en la Universidad Harvard de 1927 hasta 1974 como director del Departamento de Sociología de dicha universidad (1944). Más tarde fue nombrado presidente del nuevo Departamento de Relaciones Sociales en 1946 y posteriormente presidente de la American Sociological Association en 1949. Es uno de los mayores exponentes del funcionalismo estructural en Sociología. Dicha teoría social sostiene que las sociedades tienden hacia la autorregulación, así como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas, funciones, etc.). La autosuficiencia de una sociedad está determinada por necesidades básicas, entre las que se incluían la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y servicios, la educación como socialización y la protección de la infancia.
7.       El marxismo es el conjunto de movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío, quien contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho y la historia, y de su allegado Friedrich Engels, quien le ayudó en muchas de sus teorías.
8.       Georg Simmel (Berlín, 1 de marzo de 1858 – Estrasburgo, 28 de septiembre de 1918) fue un filósofo y sociólogo alemán. Simmel formó parte de la primera generación de sociólogos alemanes: su enfoque neo-kantiano sentó las bases para antipositivismo sociológico, a través de su pregunta "¿Qué es la sociedad?" en una alusión directa a la pregunta de Kant "¿Qué es la naturaleza?", y la presentación de análisis pioneros sobre la individualidad y fragmentación social. Para Simmel, la cultura se refería a "la cultivación de los individuos a través de la acción de las formas externas que han sido objetivadas en el curso de la historia". Simmel analiza los fenómenos sociales y culturales en términos de "formas" y "contenido" con una relación transitoria; desde el contenido, y viceversa, en función del contexto. En este sentido, fue un precursor del estilo estructuralista de razonamiento en las ciencias sociales. Con su trabajo en Metrópolis, Simmel se convirtió en precursor de la sociología urbana, el interaccionismo simbólico y análisis de redes sociales.
9.       George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte. Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico).
10.   Harold Garfinkel (Newark, Nueva Jersey, 1917- 2011) era un Profesor emérito de sociología en la Universidad de California, Los Ángeles. Garfinkel es uno de los promotores clave de la tradición fenomenológica en la sociología estadounidense.
11.   Erving Goffman (11 de junio de 1922, Mannville, Alberta, Canadá - 19 de noviembre de 1982, Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos) fue un sociólogo y escritor considerado como el padre de la microsociología. Estudió las unidades mínimas de interacción entre las personas centrándose siempre en grupos reducidos, diferenciándose así de la mayoría de estudios sociológicos que se habían hecho hasta el momento, siempre a gran escala.
12.   El Interaccionismo simbólico es una de las corrientes de pensamiento microsociológica, relacionada también con la antropología y la psicología social, que se basa en la comprensión de la sociedad a través de la comunicación y que ha influido enormemente en los estudios sobre los medios. El Interaccionismo simbólico se sitúa dentro del paradigma interpretativo. Éste, analiza el sentido de la acción social desde la perspectiva de los participantes. Este paradigma concibe a la comunicación como una producción de sentido dentro de un universo simbólico determinado.
13.   Auguste Comte, cuyo nombre completo Isidore Marie Auguste François Xavier Comte (Montpellier, Francia, 19 de enero de 1798-París, 5 de septiembre de 1857), es considerado el creador del positivismo y de la sociología, aunque hay sociólogos que solo le atribuyen haberle puesto el nombre.

Bibliografía

Larry Ray
Society
Artículo dentro de Encyclopedia of Sociology
Coordinada por George Ritzer
Blackwell
Londres 2010

José Felix Tezanos
La Explicación Sociológica
Una Introducción a la Sociología
2ª Edición 4ª Rempresión
UNED
Madrid 1998

Juan Carlos Barajas Martínez
2005-2014

 


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La Muerte de Juan Sin Miedo




Let me assert my firm belief that the only thing 
we have to fear is fear itself
Déjenme manifestar mi firme creencia de que a lo
único que debemos tener miedo es al miedo mismo
Franklin Delano Roosvelt
Presidente de los Estados Unidos
Discurso 4 de marzo de 1933


Yo fui uno de esos niños a los que les da miedo la oscuridad. Creo recordar que les di más de una “noche toledana” (1) a mis padres con los dichosos miedos así que, cuando me tocó a mí, cuando mis hijos alguna noche no me dejaron dormir, procuré pensar en mis progenitores en mi misma situación y a mis hijos en mi lugar de entonces. Eso hacía más llevadera la situación, uno expurga sus pecados de hijo cuando es padre.

El caso es que ser un niño miedoso hacía que mi cuento favorito fuera “Juan Sin Miedo” (2) de los hermanos Grimm (3). Me encantaba la idea de un niño sin ningún tipo de temor, capaz de enfrentar aquella oscuridad que a mí me atemorizaba y, no sólo eso, capaz de afrontar  durante tres noches a los fantasmas y demás criaturas infernales que habitaban el castillo encantado. Por esa misma razón, y ya desde una perspectiva más realista, me encantaba el personaje de Tintín (4) que era capaz de nadar entre tiburones o de enfrentarse a todos los gánsteres de Chicago él solito.

Y ya de mayor, aunque ya la oscuridad no me atemoriza, sí que tengo múltiples preocupaciones y un buen número de miedos, me da miedo reconocerlo, o quizás tan solo sea vergüenza. Pero miro a mí alrededor y veo mucha gente asustada, asustada con su presente y, sobre todo, empavorecida con su futuro o, sobre todo, con el futuro de sus hijos. 

Vivimos en una sociedad asustada, puede que hubiera un Juan Sin Miedo en la Edad Media, ¡aquellos eran hombres!, como se dice en España de los soldados de la guerra de Cuba (5), pero dudo mucho que ahora haya alguno de estos “juanes” paseando por ahí. Juan Sin Miedo parece que hace mucho tiempo que murió, nadie hoy en día puede estar tan desinformado como para no conocer el miedo
.
La revolución industrial trajo de su mano un nuevo mundo, el mundo moderno. Los sociólogos dividen este período histórico de la sociedad contemporánea entre modernidad inicial y modernidad avanzada o modernidad clásica y modernidad reflexiva o entre modernidad sólida y modernidad líquida o entre modernidad y posmodernidad, hay un debate acalorado al respecto. El caso es que sacando mínimo común divisor de todas estas ideas habría una modernidad asociada a los comienzos de la sociedad industrial, de relaciones más estables, más asentadas en un determinado territorio, con tecnologías menos cambiantes y una nueva modernidad mucho más variable, flexible, informe como un líquido, no relacionada únicamente con el tejido industrial sino con la información y el conocimiento, ni con un territorio concreto y en lo que no sirve se tira ya sean animales, vegetales o minerales. Y lo curioso es que, como los cambios se sociales se acumulan como los estratos en un terreno, podemos reconocer a nuestro alrededor elementos de ambos tipos de modernidades.

El recientemente fallecido Ulrich Beck (6) asociaba esta nueva modernidad flexible con lo que denominaba sociedad del riesgo. La cuestión principal en la modernidad clásica era la riqueza y el modo más equitativo de distribuirla. En la modernidad avanzada la cuestión es el riesgo y cómo evitarse, minimizarse o canalizarse.

Podemos entender el riesgo como la proximidad de sufrir algún daño, es decir, como la probabilidad de que se produzca un problema pero que cabe la posibilidad de que éste no llegue a materializarse. Esto es importante porque el riesgo es una amenaza pero no necesariamente una realidad, nos pasamos la vida temiendo sucesos que no llegan a ocurrir.  Esa amenaza constante genera un miedo constante y difuso, miedo al riesgo de padecer una enfermedad, al desempleo, al terrorismo yihadista y a tantas cosas más, reales o irreales.

Los riesgos son hijos de las fuentes de riqueza de la sociedad moderna, por ejemplo, la industria y sus efectos colaterales están produciendo una serie de consecuencias peligrosas. Los riesgos no tienen limitaciones ni en el espacio – no están sujetos a un territorio, ni la contaminación nuclear ni el terrorismo global se paran en las fronteras  – ni en el tiempo – las consecuencias pueden presentarse durante generaciones.

Para Beck el riesgo y la clase social guardan una cierta relación. El riesgo, como la riqueza, sigue una pauta clasista, sólo que inversa. Mientras la riqueza se acumula arriba, los riesgos lo hacen abajo. En este sentido parecen reforzar, no abolir, la sociedad de clases. La pobreza atrae a una elevada y desafortunada cantidad de riesgos, en cambio, la riqueza – en renta, en educación o poder – puede comprar seguridad y liberación de los riesgos. 

Lo que ocurre en las clases sociales también se da entre las naciones. Los riesgos se concentran en las naciones pobres mientras que las naciones ricas es más fácil que los eviten - no hace mucho hemos tenido el claro ejemplo del Ébola - y encima se benefician de los riesgos que ellas generan. Sin embargo, ni los individuos ni las naciones ricas están completamente a salvo de los riesgos, es lo que Beck denomina efecto bumerang, los propios agentes de la modernización están atrapados por los peligros que ellos mismos han desatado, al menos mientras que nadie se pueda bajar en marcha de esta nave espacial que es nuestro planeta.

Y, ¿cómo afronta nuestra sociedad la gestión del riesgo?. Para Beck, al mismo tiempo que la modernidad avanzada produce riesgos, genera la reflexividad con la que se cuestiona a sí misma. De hecho, tanto el propio Beck como el sociólogo británico Anthony Giddens (7) hablan de modernidad reflexiva. Suelen ser las propias personas, las víctimas de los riesgos, quienes empiezan a reflexionar sobre ellos. Empiezan a observar y recoger datos sobre los riesgos y sus consecuencias para las personas. Lo hacen, en parte, porque no pueden seguir confiando en que los científicos o los poderes públicos lo hagan por ellos, ya que como mínimo han venido demostrando connivencia con los que generan los riesgos. Los unos y los otros han perdido su prestigio, en palabras de Beck: “han dilapidado hasta nuevo aviso su reputación histórica de racionalidad”. 

Es la sociedad civil la que se organiza, se informa y se opone. El ámbito de la política, el gobierno, está perdiendo poder porque los principales riesgos proceden de lo que Beck llama “subpolíticas”, por ejemplo, las grandes compañías multinacionales, los grandes laboratorios científicos que actúan al margen de los sistemas parlamentarios y del control ciudadano. De esta forma, para Beck, de una manera dialéctica, la modernidad avanzada ha generado por un lado riesgos sin precedentes y, por otro, ha acumulado esfuerzos sin precedentes para afrontar esos riesgos.

Otra visión de la modernidad, de la vida del ciudadano en esta sociedad contemporánea, de sus necesidades, sus miedos y sus obsesiones es la del sociólogo polaco Zygmunt Bauman (8). Bauman define la modernidad como un “tiempo líquido”, esta expresión describe el tránsito de una modernidad sólida – estable y repetitiva – a una modernidad líquida – flexible, voluble – en la que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse e institucionalizarse en los modos de comportamiento de las personas. 

Vivimos bajo el imperio de la caducidad, somos cortoplacistas porque se renuncia a la planificación a largo plazo, sufrimos continuas transformaciones y pérdidas, vivimos en la incertidumbre lejos de los sistemas de seguridad que antaño protegían al individuo y se plantea el desarraigo afectivo como una condición para el éxito.

Un principio básico es evitar convertir en habitual todo asiento individual. Nos dicen que hay que despedirse de los empleos para toda la vida, de los amores para toda la vida, de los domicilios para toda la vida.

Somos cada vez más individualistas. Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender sólo de los beneficios que se espera obtener. No entendemos de soluciones colectivas. La esfera comercial lo impregna todo, las relaciones se miden en términos de costo y beneficio, de liquidez en el más puro sentido financiero de la palabra.

Hoy no hay ningún pudor en considerar a colectivos humanos enteros como superfluos. Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva de trabajo activo que aguardaba en la retaguardia una oportunidad en el mundo laboral, ahora se habla de “excedentes” lo que significa para Bauman que la gente es superflua, innecesaria, porque mientras menos trabajadores haya, mejor funciona la economía o, al menos, la macroeconomía. 

Así que en una sociedad como la que describe Bauman es lógico que las personas sientan miedo. Ante la falta de seguridad por la inestabilidad en que vivimos, como consecuencia lógica, nos obsesionamos con lo que menos tenemos: con la seguridad.  Vivimos una sociedad obsesionada por la seguridad, por las pólizas, por los compartimentos estancos, por el control absoluto, corriendo el riesgo de perder nuestra libertad. 

Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, la ciudad antaño amurallada, ya no es un refugio, sino la fuente esencial de los peligros. Nos hemos convertido en ciudadanos adictos a la seguridad pero siempre inseguros y lo aceptamos como algo inevitable, en opinión de Bauman, “normalizamos el estado de emergencia”.

El miedo es difuso, flota libre, sin causa nítida, lo que lo hace más temible. La amenaza puede ser entrevista en cualquier parte pero resulta imposible fijarla en un lugar concreto. Bauman dice que el miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre.  Los temores son muchos, reales e imaginarios, individuales y globales. Nos golpean uno a uno en una sucesión constante, desafiando nuestros esfuerzos de lucha contra ellos.

Y, por último, el miedo es una herramienta poderosa de gobierno. La angustia colectiva, cuidadosamente mantenida, hace que la mayoría de los mimados consumidores de seguridad de Occidente consientan las tendencias más autoritarias y las medidas más coercitivas. Bauman cita el ejemplo de las reacciones neoliberales contra el terror del fantasma de AL Qaeda pero son hechos de la misma naturaleza el que consigue reducir el sueldo a los trabajadores por miedo al desempleo aunque la empresa tenga beneficios o a votar a tal o cual opción política porque las otras traerán el caos y la ruina.

Juan Sin Miedo, en este estado de las cosas, no puede existir, ha muerto hace tiempo, puede que viviera cuando la vida era sólida - según la terminología de Bauman - y cuando no se jugaba a crear nuevos riesgos – según diría Beck -  más allá de las calamidades que Dios les enviaba.

Juan Carlos Barajas Martínez


Notas:
  1.  El dicho popular “pasar una noche toledana” hace referencia a cuando se ha pasado mala noche y no se ha podido dormir. Pulsando el enlace podréis ver el origen de la frase.
  2. Juan sin miedo o Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo (Märchen von einem, der auszog, das Fürchten zu lernen) es un cuento de hadas de los hermanos Grimm.
  3. Los Hermanos Grimm es el nombre usado para referirse a los escritores Jacob Grimm (4 de enero de 1785, Hanau (Hesse, Alemania) - Berlín, 20 de septiembre de 1863) y Wilhelm Grimm (24 de febrero de 1786, Hanau - 16 de diciembre de 1859, Berlín). Fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños y también por su Diccionario alemán, las Leyendas alemanas, la Gramática alemana, la Mitología alemana y los Cuentos de la infancia y del hogar (1812-1815), lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la filología alemana.
  4.  Las aventurasde Tintín (cuyo nombre original, en francés, es Les Aventures de Tintin et Milou) es una de las más influyentes series europeas de historieta del siglo XX. Creada por el autor belga Georges Remi (Hergé), y característica del estilo gráfico y narrativo conocido como "línea clara", está constituida por un total de 24 álbumes, el primero de los cuales se publicó en 1930 y el penúltimo en 19761 (el último, Tintín y el Arte-Alfa, no llegó a terminarse, aunque se publicaron posteriormente los bocetos realizados por el autor). Tengo un artículo en este mismo blog sobre mi experiencia personal con la lectura de este cómic, un homenaje a Tintín, a Hergé y a mi hermano Antonio, un capitán Haddock que terminó su singladura demasiado pronto. El artículo es “Yosoy Tintín y mi hermano el capitán Haddock
  5. “Más se perdió en Cuba y aquéllos eran hombres” o “más se perdió en Cuba y volvieron cantando”, es un dicho popular que hace referencia a la guerra hispanoamericana de 1898, en la que España perdió sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Sobre todo en el caso de Cuba y Puerto Rico había y sigue habiendo lazos especiales entre los pueblos de ambos lados del charco. Esta pérdida supuso un enorme mazazo en la conciencia nacional española. Las tropas perdedoras regresaron a la metrópoli en barcos y desde las cubiertas seguían cantando a pesar de la derrota y los sinsabores de la repatriación. 
  6.  Ulrich Beck (Słupsk, Pomerania, 15 de mayo de 1944 - 1 de enero de 2015)1 fue un sociólogo alemán, profesor de la Universidad de Múnich y de la “London School of Economics”. Beck estudió aspectos como la modernización, los problemas ecológicos, la individualización y la globalización. Beck también contribuyó con nuevos conceptos a la Sociología alemana, incluyendo la llamada "sociedad del riesgo" y la "segunda modernidad".
  7. Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos de 29 idiomas -publicando en promedio más de un libro por año-. También se lo ha descrito como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes.
  8.   Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente.1 Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.
  9. Es interesante leer este artículo de Beck elogiando a Bauman: http://ssociologos.com/2015/02/03/el-ultimo-ensayo-de-ulrich-beck-elogiando-bauman-un-voto-favor-del-regreso-de-la-historia-social/

Bibliografía:

George Ritzer
Teoría Sociológica Moderna
5ª Edición
McGraw-Hill
Madrid 2001

Adolfo Vásquez Rocca
Zygmunt Bauman: Modernidad Líquida y Fragilidad Humana
Nómadas
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
Universidad Complutense de Madrid
Marzo 2008

Licencia Creative Commons