Adán y Eva de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado, Madrid |
Expulsó pues a Adán y puso querubines al este del Edén
Génesis 3, 24
Salió, pues, Caín de delante de Dios, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén
Génesis 4, 16
Haber nacido durante el nacionalcatolicismo (1) tuvo serios inconvenientes. Aparte de que nunca me llegué a recuperar del todo de la represión sexual originada en aquellos años, de la que no me curé incluso en los días de vino y rosas de la juventud, tuve que superar conflictos intelectuales y contradicciones lógicas que interfirieron en mi educación.
En mis tiempos parvularios la historia sagrada y el catecismo eran las asignaturas más importantes, más que el estudio de las ciencias naturales o de la aritmética. El catecismo, por ejemplo, me sumía muchas veces en un estado de profunda confusión. Aún hoy, pasados casi cincuenta años, me acuerdo todavía de que el demonio era uno de los enemigos del hombre y recuerdo que esto podía entenderlo perfectamente. Ya me habían hablado lo suficiente del Diablo como para entender que estuviera clasificado como enemigo por méritos propios. Pero mi capacidad de comprensión quedaba anulada cuando analizaba por qué eran también enemigos del alma “el mundo” y “la carne”.
Tengo un débil recuerdo de haber estado mirando el globo terráqueo que mi hermano tenía encima de su mesa de estudio, preguntándome que es lo que tenía de malo ese planetita tan acogedor del que mi padre decía que los antiguos pensaban que era cuadrado.
Pero con respecto a la carne todavía tenía más problemas de entendimiento pues la carne era mucho más próxima a mi experiencia diaria que el Diablo o el mundo. ¿Cómo podían ser enemigos del hombre aquellos filetes de ternera que preparaba con tanto tino profesional nuestra cocinera Goya?. Y es que, a pesar de haber sido un niño bastante preguntón y haber removido Roma con Santiago para obtener una respuesta, ningún adulto tuvo la bondad de abrirme los ojos con otros significados de la palabra carne. Y no fue por falta de adultos a mano, aparte de mi familia había varios empleados en el hostal donde vivíamos, huéspedes opositores a aduanas y un profesor de filosofía de la Universidad Complutense. Simplemente esas cosas - en la España de los sesenta, en un lugar en el que los bebés no los traían las mamás sino las cigüeñas desde París - no se contestaban a los niños preguntones.
Con la Santísima Trinidad tuve menos problemas de aceptación. Al tener el pensamiento mágico de los niños pequeños, no me costaba nada aceptar que Dios, que todo lo podía, pudiera ser uno y tres al mismo tiempo, aunque se diera la conducta extravagante de que uno de ellos fuera una paloma, de haber dependido de mi habría elegido ser un águila que es ave de mayor fundamento heráldico. Con este dogma, tuve más problemas de entendederas cuando fui más mayorcito.
Pero lo que más quebraderos de cabeza me dio fue el asunto de Adán y Eva. Y mira que pregunté. No en el colegio, allí mantuve un cauto silencio pues los debates teológicos podían conllevar el coscorrón del cura, sino en casa, con mi madre – muy devota de la Esperanza Macarena dicho sea de paso – que era la encargada de satisfacer mi curiosidad religiosa. Lo cierto es que aquello me encantaba, esos momentos de acercamiento a mi madre jamás los olvidaré.
De toda la historia de Adán y Eva era el asunto de la manzana el que no conseguía entender. Podía aceptar que el diablo tomara la forma de serpiente, podía llegar a asimilar que Eva fuera creada a partir de una costilla – “desde entonces nos han dado la lata” decía mi padre – porque qué iba a hacer Adán solo, podía aceptar la creación del mundo en siete días con descanso dominical incluido, pero, ¡tal discordia entre los hombres y Dios por una única manzana!.
Por esa manzana la mujer quedó marcada para toda la historia, por esa manzana las personas tuvieron que ganarse el pan con el sudor de su frente, por la dichosa manzana teníamos que sufrir la gripe y la varicela – que como picaba la puñetera -, por el fruto prohibido el mal vino al mundo, es decir, por esa manzana tenemos que aguantar a gentes como los Rajoy y los Merkel. Por esa manzana heredábamos el pecado original de Adán y Eva cuando nacíamos y si te morías antes de ser bautizado ibas a un sitio llamado limbo que era una especie de suspensión en el espacio-tiempo sin poder ir a ninguna parte. Por esa manzana, Dios tuvo que hacerse hombre, habitar entre nosotros y dejarse crucificar. ¡Todo esto por una manzana!. ¡Pero si ni siquiera llegaron a talar el árbol, pero si sólo era una manzana!.
Mi madre nunca consiguió convencerme de que esta historia tuviera sentido. Hubiera sido más fácil para Dios otro castigo. Recursos y soluciones tenía, y más siendo omnipotente. Sobre todo, podía haber pensado en un castigo que recayera sólo sobre los culpables. Algo así como una expulsión temporal del paraíso. Seguro que si Dios les hubiera enviado seis meses a respirar el aire de cierta oficina de la calle Génova como becarios o un mes a la vendimia dejándose los riñones entre vides, con lo bien que vivían en el Edén, seguro que hubieran dejado de lado el negocio de las manzanas prohibidas por siempre jamás.
Y yo no podía entender esta historia porque pretendían meterme en el coco una interpretación literal de lo que decía el Génesis. Confundían ser niño con ser tonto. Si me hubieran dicho que se trataba de una historia moral, de un cuento – como tantos otros que me contaban por aquella época - escrito hace miles de años, basado en tradiciones orales todavía más antiguas, para ilustrar la necesidad de obedecer al padre y al marido al tiempo que se daba una explicación al origen del mundo acorde con la época en que se escribió, hubiera sido mucho más fácil de entender para mí. Lo que intentaron inculcarme fue cierta visión fundamentalista de la Biblia.
Este fundamentalismo, digamos clásico, de la Iglesia nunca se ha llamado fundamentalismo, porque quizás no lo ha llegado a ser nunca en sentido estricto, en general se le ha denominado magisterio. La Iglesia ejerce el magisterio sobre los fieles en cuestiones de fe. Las discusiones teológicas quedan para los doctores de la Iglesia y los resultados de los sínodos, concilios y conciliábulos se explican a los fieles en las misas, en las publicaciones a ellos dirigidas y a través de las explicaciones de los sacerdotes. Siempre se ha explicado la Biblia, al menos la explicación oficial, pero nunca se ha potenciado la lectura y discusión sobre la misma, como ocurría entre los protestantes, no fuera que alguien llegara a pensar por sí mismo. No recuerdo haber tenido que llevar la Biblia a clase en mis cinco años de bachillerato en el colegio Salesiano.
Pero, ¿qué es el fundamentalismo en realidad?. El politólogo Thomas Meyer dio una definición de fundamentalismo después de estudiar un fenómeno muy parecido en diversos ámbitos religiosos. Para él, el fundamentalismo es un movimiento de exclusión arbitrario, una tendencia opuesta al proceso de apertura general del pensamiento, una tendencia enemiga a las formas de vida sociales y, por ende particulares, que caracterizan la modernidad. Y a cambio ofrece, un sostén firme, un auxilio permanente y una orientación incuestionable.
El fundamentalismo tuvo su origen en un movimiento religioso estadounidense, que agrupaba distintas confesiones protestantes, en un momento a caballo entre los siglos XIX y XX. El disparador fue el progreso científico en general y la teoría de la evolución de Darwin de manera particular, verdadera bestia negra de estos movimientos por ir directamente contra la línea de flotación del creacionismo bíblico. De una manera personal, yo viví esta tensión cuando en el colegio se me explicaba de forma literal la historia de Adán y Eva y, al llegar a casa, tenía el álbum de cromos Maga de ciencias naturales, en cuya portada se veía a un neardental y como fondo un violento volcán en erupción.
Este movimiento logró alcanzar un consenso respecto a algunos hechos religiosos fundamentales (2), de ahí le viene el nombre, en la década de 1920. El movimiento desde entonces ha pasado por diversas fases, con divisiones y reagrupaciones, alternando fases con capacidad de influir en la política norteamericana y fases de menor prestigio e influencia. Desde la década de 1970, la alianza entre el fundamentalismo antimodernista y los modernos medios de comunicación, ha provocado un renacer del movimiento que ha protagonizado un salto importante hacia la política norteamericana. Los analistas electorales atribuyeron la sorprendente victoria de Ronald Reagan en las elecciones presidenciales de 1980 a que los telepredicadores fundamentalistas hubiesen conseguido movilizar a todo el sector protestante de la derecha más conservadora. Y a partir de entonces ha habido una estrecha alianza entre los presidentes republicanos y los sectores protestantes de esa derecha ultraconservadora, que en su última edición se agrupan en torno al famoso “Tea Party”, aunque éste no sea en sí mismo un movimiento religioso.
De esta forma vemos que habría dos definiciones de fundamentalismo, la de Meyer centrada en un tipo genérico de movimientos religiosos de carácter extremo aplicable a cualquier religión y, la original, que hace referencia a un movimiento religioso concreto de carácter protestante, con gran influencia en Estados Unidos, que se organiza en torno a una interpretación literal de la Biblia.
La influencia que el fundamentalismo protestante ejerce en el ámbito europeo es limitada. Su campo de actuación preferente son los círculos protestantes evangélicos y pietistas (3) sobre todo en Alemania con actividades relacionadas con alternativas al sistema escolar mediante la creación de escuelas bíblicas y algunas emisoras de radio sin la influencia que tienen en los Estados Unidos.
En el catolicismo ya hemos hablado de que no existe el fundamentalismo como tal, al menos en su definición clásica, pero la llegada del papa Juan Pablo II implicó un incremento en la influencia de ciertos movimientos religiosos de carácter integrista, de vuelta a los ritos del pasado anteriores al Concilio Vaticano II, de antimodernismo que muy bien podrán calificarse de fundamentalistas y que iban mucho más lejos que la política oficial vaticana que se alineaba en lo posible con la visión oficial de la ciencia (4). Kienzler cita a los tradicionalistas de Lefebvre, la Hermandad de St. Petrus, la Obra Angélica y el Opus Dei, entre otros.
Y en las religiones no cristianas, ¿hay fundamentalismos?. Se habla de fundamentalismo islámico y con razón. Al igual que pasa con los cristianos el tradicionalismo musulmán se ha visto cercado por un mundo moderno que daba explicación a casi todo lo que antes explicaba la fe, con el agravante de que esa ciencia inexorable pertenece a la cultura occidental que para ellos es colonial e imperialista.
Esta identidad entre lo moderno y Occidente se ha aunado en estos movimientos religiosos con una fuerte implicación política cuyo último objetivo es establecer un Estado teocrático islámico sobre la tierra. En el programa político-religioso de estas organizaciones está presente la idea de revitalizar el orden jurídico tradicional marcado por la sharia (5), que a los occidentales nos parece cruel y medieval, sistema legal y modo de vida muy vinculado a la interpretación literal del Corán, a una vuelta a los orígenes del Islam en la época dorada de Mahoma y al rechazo frontal a cualquier tipo de influencia racional y liberal que tuviera su origen en Occidente.
El caso es que desde la revolución islámica en Irán a finales de los años ’70, protagonizada por la figura carismática del ayatolá Jomeini, se ha producido un resurgimiento espectacular del islamismo a lo largo del mundo – cuando parecía que el Islam presentaba síntomas de liberalización y agotamiento - desde Malasia hasta Senegal, desde Afganistán hasta las grandes ciudades europeas en las que viven millones de inmigrantes musulmanes, con múltiples conflictos, guerras y actos de terrorismo que todos tenemos en mente.
También por aquellos años ’70 se produjeron transformaciones sociales importantes en el Estado de Israel. La inmigración masiva de nuevos contingentes de judíos procedentes de la Unión Soviética y el norte de África cambian la composición demográfica del país. Por primera vez el Partido Laborista, principal artífice del Estado de Israel, queda apartado del poder por el Likud, un bloque ultraconservador de inspiración religiosa. De esta forma, los grupos religiosos, de los que durante mucho tiempo se pensó que no tenían importancia política, obtienen un impulso desconocido.
La religión judía se caracteriza por la máxima de que las escrituras sagradas deben “discutirse”, en cambio, los grupos fundamentalistas judíos se niegan a seguir debatiendo e intentan que su visión rigurosa sobre los principios y observancias ultraortodoxas de su religión tengan validez general (6). Los grupos religiosos del judaísmo ortodoxo, a cambio de su apoyo a los grupos políticos de derechas, no pedían carteras ministeriales sino una mayor rigurosidad en la observancia de las leyes religiosas. Y, muy probablemente, el conflicto árabe-israelí tiene mayor enconamiento si cabe, por la acción de estos grupos.
El cristianismo - en sus formas católica y protestante -, el Islam y el judaísmo no son fundamentalistas per se. Se pueden vivir y practicar de otra manera, sin caer en el fanatismo. La Biblia, el Corán y la Torá pueden tener otras lecturas que no son la interpretación literal de lo que dicen.
Curiosamente, cuando se cae en posturas fundamentalistas en todas las religiones, éstas se parecen enormemente. Son reacciones viscerales ante un mundo moderno que no entienden, por el que se sienten amenazados, cuya peor manifestación – en todas sus formas – es la intolerancia hacia las ideas, la forma de ser (7) y las creencias de los demás.
Los fundamentalismos no me gustan. Siempre he tenido dudas sobre casi todo, no he sido hombre de certezas, la única certeza que tengo – casi matemática – es que no tengo respuesta para todas las preguntas. Pero, al contrario que les pasa a otras personas, la duda no me angustia, sino que es un acicate para saber y comprender más cosas. Quizás de esa angustia vital de algunos venga esa necesidad de asirse a unos fundamentos claros y seguros aunque no tengan ninguna justificación racional. Gracias a Dios- al menos aquí y ahora, no puedo decir que de esa agua no beberé - no tengo esa necesidad.
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
(1) El nacionalcatolicismo es la denominación con la que se conoce una de las señas de identidad ideológica del franquismo, el régimen dictatorial con el que Francisco Franco gobernó España entre 1939 y 1975. Su manifestación más visible fue la hegemonía que tenía la Iglesia Católica en todos los aspectos de la vida pública e incluso privada.
(2) Los principios teológicos o cinco puntos fundamentales del movimiento son:
- Infalibilidad de las Sagradas Escrituras (en el caso del catolicismo la infalibilidad es atribuida al Papa)
- Nacimiento virginal de Jesucristo
- Sacrificio del redentor en nombre de la humanidad
- Resurrección de la carne
- Regreso de Jesucristo para establecer su reino milenario sobre la tierra previo al juicio final
(3) El movimiento pietista es una variante de la religión luterana con especial dedicación al estudio y discusión de la Biblia
(4) Por poner un ejemplo de alineamiento con la ciencia, está el reconocimiento por parte de la Iglesia de la teoría del Big Bang. Al parecer fue Pío XII el que se mostró de acuerdo con dicha teoría, aunque el reconocimiento oficial vino mucho más tarde. Probablemente no fuera ajeno a este hecho la labor del padre Georges Lemaître, que aparte de sacerdote era físico y matemático, del que Einstein dijo que era el que mejor había entendido su teoría de la relatividad y considerado uno de los padres del Big Bang. Lemaître dejó escrito:
“Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión”.
Pues bueno, este señor en mi modesta opinión no tenía nada de fundamentalista. Pero lo que no acabo de entender es porque si en los años ’50 estas cosas se discutían en el seno de la Iglesia a mi me seguían explicando la historia sagrada en sentido literal diez años después y más tarde. ¡Ay el magisterio de la Iglesia!.
(5) La sharia es Sharia al Islamiya (transliterado del árabe شريعة إسلامية šarīʿa -"vía o senda del Islam"-, hispanizado charia -aparece muy frecuentemente como sharía-) es el cuerpo de Derecho islámico. Constituye un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto, los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las reglas separadoras entre el bien y el mal. En los medios occidentales se la identifica como ley musulmana o ley islámica. Sin embargo, su identificación con la religión es matizable: aunque está en el Islam, no es un dogma ni algo indiscutible (como lo es el texto del Corán), sino objeto de interpretación.
Denota un modo de vida islámico que es más que un sistema de justicia civil o criminal. Como una cuestión de conciencia personal y guía moral de conducta, la sharia está adoptada por la mayoría de los creyentes y practicantes musulmanes, en distintos grados; pero, a diferencia de las orientaciones morales de la Biblia para los cristianos, no sólo constituye un código religioso de orientación vital, sino que codifica específicamente la conducta y rige todos los aspectos de la vida.
(6) Los principios del movimiento ortodoxo judaíco son:
- Ley del sábado: el día festivo judío
- Ley Kosher: sólo se pueden ingerir alimentos que siguen este rito en casa y establecimientos públicos
- Ley del retorno: que los inmigrantes judíos pasen un severo control ortodoxo es la única manera de obtener la nacionalidad israelí.
- La ley del matrimonio. O prohibición de contraer matrimonio de un judío con un no judío.
- Prohibición de autopsias y transplantes
(7) La vida de las mujeres y de los homosexuales, por poner dos ejemplos, no son fáciles en estas comunidades.
Nota final: Al Este del Éden es una novela de John Steinbeck y de una película de Elia Kazan, basada parcialmente en la novela, protagonizada por el mítico James Dean que hace una soberbia interpretación.Bibliografía:
Klaus Kienzler
El fundamentalismo religioso
Ciencia Política
Alianza Editorial
Madrid 2002
Pequeño homenaje a Georges Lemaître
In memoriam
En recuerdo de mi madre, Francisca Martínez Vidoy (1926-1981), quien mereció una vida mucho mejor, con menos enfermedad y sufrimiento, y en recuerdo de aquellas tardes pacíficas en las que me enseñaba historia sagrada con el amor que sólo una madre sabe dar. Ojalá esté – como ella creía – en el cielo a la derecha del Padre y al lado de mi padre, rogando por su descreído hijo. Hizo sobrados méritos en vida para merecerlo.
Al este del Edén por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://sociologiadivertida.blogspot.com.es/.