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La Desigualdad




Al igual que me ha pasado en otras ocasiones debería haber escrito este artículo mucho antes. Antes de que escribiera los ocho artículos sobre estratificación social que tiene Sociología Divertida pues, al fin y al cabo, la desigualdad social es la variable sobre la que descansa la estratificación social.

La verdad es que la desigualdad es un concepto que tiene mucho de intuitivo, todo el mundo tiene más o menos una idea formada de lo que significa, además, es un concepto que está de moda, se pone de moda recurrentemente con cada crisis económica, aunque exista siempre, haya crisis o no. Pero el hecho de ser intuitiva y de formar parte de nuestra vida no significa que a veces nos confundamos, o que la comprendamos completamente. Por ejemplo, a menudo confundimos ser diferentes con ser desiguales, o confundimos desigualdad con pobreza, o no entendemos por qué existe o si es inevitable.

Por eso vamos a dedicar este artículo a definir lo que los sociólogos entendemos por desigualdad social. Y lo vamos a hacer de manera genérica, no vamos a estudiar el caso de una sociedad concreta. También proporcionaré sólo unos pocos datos numéricos porque en este tema puedes perderte en los números y no explicar lo esencial que es la meta que me he fijado. Al final, entre las notas al texto y la bibliografía que propondré, espero rellenar esa laguna y proporcionar material para el que quiera pueda seguir ampliando.

Definición
Para entender lo que significa la desigualdad social debemos primeramente que definir lo que es diferenciación social que es, si cabe, un concepto más intuitivo todavía, pues se presenta cada vez que comparamos dos individuos. Las personas se diferencian por sus características biológicas – unos son más altos que otros, o más fuertes, o eres mujer u hombre – o por los roles sociales, tareas u ocupaciones – aquel es juez, aquella otra registradora de la propiedad o albañil o niño o adulto -.

Resulta evidente que cuanto más compleja y desarrollada tecnológicamente sea una sociedad mayor es el número de roles, tareas y ocupaciones que se pueden desempeñar, es decir, a mayor complejidad aumenta la división del trabajo y aumenta la diferenciación social.

Pero como decíamos en la introducción ser diferentes no es necesariamente lo mismo que ser desiguales aunque hay que reconocer que son variables relacionadas. Esto se aprecia en sociedades muy igualitarias como las de cazadores-recolectores pero se pueden encontrar ejemplos en sociedades tan complejas como la nuestra, en la que el lugar del adolescente y sus roles asociados no se consideran normalmente como superiores al lugar del niño y sus roles , simplemente se consideran distintos. 

Es decir, que para hablar de desigualdad, hay que hablar en términos de jerarquías de posiciones sociales. La desigualdad social es la propiedad por la cual las personas tienen acceso desigual a los recursos, los servicios y las posiciones de la estructura social que la sociedad valora. Valoración que surge de la evaluación continua de los miembros de la sociedad. Al mismo tiempo que nos interrelacionamos estamos clasificándonos mutuamente.

Decíamos que la desigualdad y la diferenciación, aunque no son lo mismo, están relacionadas. Según Harold Kerbo (1), lo están desde dos puntos de vista, en primer lugar, debido a la capacidad humana de desarrollar juicios sobre lo que es bueno, malo o lo que es mejor o peor. Así, las posiciones sociales de la personas son evaluadas y ordenadas en una escala de superior a inferior. En este caso se trata de la desigualdad debida al prestigio o el honor o desigualdad de estatus. Esta desigualdad se ha dado en todas las sociedades humanas.

El segundo punto de vista es el económico. La desigualdad puede surgir de la diferenciación social porque algunas posiciones sociales colocan a ciertas personas en condiciones de adquirir una mayor porción de bienes y servicios socialmente valorados. Es la desigualdad económica.

Por ejemplo, mezclando ya ambas desigualdades, en sociedades en las que la fuerza física es importante para conseguir lo que es necesario para vivir, el fuerte puede ser capaz de reclamar recompensas mayores y mayor respeto. En sociedades más complejas los que están en condiciones de coordinar y organizar el trabajo de otros tienen más autoridad y, por ende, puede obtener más recompensas económicas. Esto nos lleva a concluir que existe un reparto desigual de los bienes y es el sustrato sobre el que se edifica lo que llamamos estratificación social.

Según Mancionis (2) y Plummer (3) la estratificación social se define como una clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen o a la que se les asigna. Para Kerbo significa que la desigualdad ha tomado cuerpo, dicho de otra manera, se ha institucionalizado, y conlleva un sistema de relaciones que determina quién recibe qué y por qué. Está desigualdad institucionalizada puede ser aceptada o no por la mayoría de la sociedad, puede ser mantenida por el uso de la violencia o por otros métodos pero, en todo caso, es reconocida como la forma en que funcionan las cosas.

Cómo se mide la desigualdad de prestigio
Pues es muy difícil. Más que la desigualdad económica. El problema es que la desigualdad de estatus deriva de la valoración de las posiciones sociales por parte de los miembros de la sociedad y esto depende de factores culturales, históricos y de la complejidad social. Habría que estudiar cada sociedad de manera específica en un momento histórico concreto. 

Los funcionalistas como Parsons (4), consideran que la desigualdad de estatus produce una distribución desigual de bienes materiales y de servicios, que son recompensas por haber logrado un estatus alto. Sin embargo, son mayoría los sociólogos que piensan que no tiene justificación está lógica causal funcionalista. Sobre todo en las sociedades complejas, el estatus es más un efecto que una causa de la desigualdad de poder y riqueza, dicho de otro modo, el poder y la riqueza material suelen proporcionar estatus o prestigio pero no al contrario.

Ya lo hemos visto en otros artículos de Sociología Divertida, las divisiones de estatus son muy importantes para entender cómo se mantiene la estratificación social. La interacción social cotidiana necesita de ritos preestablecidos de complicidad entre personas que se consideran a sí mismas en posiciones sociales equivalentes, del mismo modo, las divisiones de estatus generan escalas en los que los miembros de la sociedad se miran, se autoevalúan  y se colocan en grados distintos, de esta manera, consultan su lugar el sistema de estratificación, regulan su autoestima en función del resultado y aceptan la legitimidad del mismo. Así que cabe concluir que estos rituales proporcionan fuerza y justificación al sistema de estratificación. 

Como se mide la desigualdad económica
Los dos tipos más importantes de desigualdad económica son las debidas a la distribución de la renta o del trabajo y a la distribución de la riqueza o capital. La renta o ingresos del trabajo es el dinero, en forma de salarios o pagos, a cambio de una ocupación o como rendimiento a una inversión. La riqueza o ingresos del capital toman varias formas. Es todo aquello que tiene valor económico y es susceptible de comprarse, almacenarse y venderse para obtener rendimientos, en esta definición entran, entre otras cosas, las propiedades, acciones, bonos o cualquier otro instrumento financiero.

Como afirma Piketty (5), en cualquier sociedad la desigualdad es resultado de la suma de estos dos componentes: la renta y la riqueza y cuanto más desigualmente están distribuidos estos componentes, mayor es la desigualdad total.

El tercer factor determinante es el vínculo entre esas dos dimensiones, dicho de otro modo, ¿en qué medida las personas que disponen de un elevado ingreso del trabajo también son las que tienen un elevado ingreso del capital?. Cuanto más grande es ese vínculo, cuando la gente que gana más tienen más propiedades, dicho de un modo más científico cuanto mayor es la correlación entre ambas variables, mayor es la desigualdad.

Los mecanismos que regulan la desigualdad de la renta incluyen la oferta y la demanda de calificaciones, el estado del sistema educativo y las reglas de funcionamiento del mercado laboral y de cálculo de los salarios.

En lo tocante a la desigualdad de la riqueza los mecanismos operantes más significativos son los comportamientos de la gente acerca de ahorro y las reglas de funcionamiento de los mercados inmobiliarios y financieros.

Todos estos mecanismos están sujetos a cambios y la legislación de los Estados no es indiferente, hay políticas redistributivas que inciden a favor o en contra de una menor o mayor desigualdad. 

La desigualdad respecto al capital casi siempre es mayor que la del trabajo. Y esto ocurre recurrentemente en todos los países y en todas las épocas y cada vez con mayor incidencia. Según Piketty, calculando grosso modo, la participación del 10% de las personas con sueldos más elevados suele ser del orden de 25-30% del total de los ingresos del trabajo, mientras que la participación del 10% de las personas poseedoras del capital más elevado es superior al 50% del total de los capitales y, en ciertas sociedades muy desiguales, sube hasta el 90%. Esto nos informa de que el capital tiende a concentrarse en pocas manos y que el mundo laboral es más permeable a la movilidad social. Una excepción a esta regla es el caso de España, que tiene una desigualdad de renta muy alta y, en cambio, respecto de la riqueza resulta ser una sociedad bastante igualitaria. Esto parece deberse en primer lugar a la obsesión cultural española de ser propietarios de su vivienda habitual (6).

Para medir la desigualdad de la renta se utiliza el índice de Gini (7), aunque según Piketty muchas veces se mezclan aspectos de ambos tipos de desigualdad de manera que es muy difícil separar claramente los diferentes mecanismos en acción y las múltiples dimensiones de las desigualdades. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad - todos tienen los mismos ingresos-  y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad -una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno – evidentemente en el mundo real no se da ni 0 ni 1. Siendo estrictos, si se multiplica el coeficiente de Gini por 100 y se le convierte en un porcentaje obtenemos el índice de Gini.


Otra herramienta que ayuda a medir y comunicar la desigualdad son los gráficos de deciles y quintiles. El primer caso consiste en dividir la renta o la riqueza en distribuciones de un 10% - decil o decila – o un 20% - quintil o quintila – . El decil o quintil que agrupa a los más pobres se le denomina inferior y el decil o quintil que agrupa a los más ricos sería el superior.



El decil superior, como dice Piketty, resulta un mundo en sí mismo, pues reproduce en su seno una escala completa de desigualdad. Reúne a personas que tienen unos ingresos apenas dos o tres veces superior al ingreso medio, junto con otros cuyos recursos son varios cientos de veces superiores. Por eso se fragmenta y se considera para los estudios el 1% o el 5% de más ingresos. Piketty habla de clase dominante los que forman el 1% más rico y los incluidos en el 9% restante los designa como clase acomodada. Habría que mucho hablar al respecto.


















El uso de esta herramienta está tan extendido que lleva a Piketty a plantearse la pregunta, ¿lucha de clases o lucha de percentiles?. De hecho, uno de los indicadores más comunes es el ratio entre el 20% de mayor renta y el 20% de menor renta – o regla de 80-20 o de Pareto de la que ya hablamos en el artículo dedicado al sociólogo italiano -.  La gran ventaja de este tipo de divisiones estriba en que permiten contrastar desigualdades y épocas incomparables de otra manera y proporcionan un lenguaje común aceptable por casi todos los autores.

Como se manifiesta la desigualdad
La desigualdad se manifiesta de muchas maneras. En sociedades multirraciales existe una desigualdad debida a la raza o la etnia, un ejemplo paradigmático de esta propiedad de la desigualdad son los Estados Unidos, según el Pew Research Institute, en el año 2015 los blancos tenían unos ingresos medios de 62.950$, los hispanos 45.158$ y los afroamericanos 36.898$ (8). 

Como vimos en el artículo que dedicamos a la Estratificación de Género, existe una desigualdad de renta debida al sexo en todas las sociedades, por ejemplo, el salario mediano de las mujeres en España representa el 77% del de los hombres.

Estas desigualdades son muy conocidas pero también existen otros tipos de desigualdad menos presentes. Por ejemplo, la desigualdad en los productos básicos, aquellos que tienen que ver con la comida o la vivienda y cuyos precios tienden a subir más rápidamente que los productos que no son esenciales. 

Las desigualdades de salud, la asistencia médica y las condiciones que promueven la mejora de la salud también está desigualmente repartidas. Cuanto más privada es la sanidad o se realizan más recortes en la sanidad pública las familias necesitan gastar más dinero en los servicios sanitarios. Los que pueden pagarla obtienen servicios sanitarios y los que no, pasan sin ella (9)

Lo mismo que hemos afirmado para las desigualdades de salud, podemos aseverarlo para la desigualdad educativa. Los niños de menor estatus socioeconómico y cultural les va peor en la escuela que a sus compañeros más afortunados socialmente. Y las cosas no cambian en la universidad a la que acceden menos jóvenes de clase trabajadora, más cuando en época de recortes, las becas concedidas por el Estado menguan. En España, aunque casi el 100% de los niños entre los seis y los dieciséis años están escolarizados no todos acceden a la educación de la misma forma ni con los mismos medios (10).

Es evidente que todo esto está relacionado con la desigualdad más importante que es la desigualdad política. Los resultados de los procesos políticos favorecen más a unos intereses de clase que a otros. Como dice Kerbo, en el análisis de las desigualdades políticas se descubre que los que están la parte más alta del sistema de estatificación reciben más servicios. El volumen de las ayudas a las corporaciones y grandes empresas supera con mucho las ayudas recibidas por los sectores más pobres de la población. El Estado es una maquinaria que puede convertirse en una institución redistributiva recaudando de unos y redistribuyendo a otros, pero requiere de influencia en el proceso político y de esto tienen más unas clases que otras.

Unas políticas públicas redistributivas que reduzcan los precios de los productos básicos, proporcionando una cobertura mejor de las necesidades primarias podría disminuir la desigualdad en los productos básicos. Lo mismo pasa con la desigualdad de salud y la desigualdad educativa,  si se orientan los recursos escasos a mejorar la sanidad y educación públicas en vez de desviarlos a la sanidad o a la educación privadas, o se reduce ese empecinamiento en hacer ineficaz lo público a favor de las instituciones privadas, conseguiremos disminuir la desigualdad en estos campos. Y, por último, una política fiscal progresiva en vez de recurrir a los impuestos indirectos ayudaría a redistribuir más igualitariamente la renta. 

Para Lenski (11) la desigualdad es inevitable. La existencia de la desigualdad y el conflicto por los recursos escasos es lo que hace necesaria la estratificación social. Sin un sistema de estratificación social existiría un conflicto abierto y permanente por la distribución de esos recursos y, según este autor, eso no hay sociedad que lo resista. Pero aunque se esté de acuerdo con Lenski en la inevitabilidad de la desigualdad eso no quiere decir que se tengan que soportar grandes niveles de desigualdad.

Pero parece que la política actual en casi todos los países no va por los derroteros de construir sociedades igualitarias, el capitalismo posindustrial tiene una gran capacidad para crear riqueza y una gran incapacidad para distribuirla justamente, y no es cosa mía, hay una gran cantidad de economistas, sociólogos o politólogos que avisan de que ese no es el camino, que el aumento de la desigualdad no nos lleva a sociedades más prósperas y estables y, ni mucho menos, más justas.

Juan Carlos Barajas Martínez
sociólogo

Notas:

  1. Harold R. Kerbo es profesor de sociología de la Universidad Politécnica de California en San Luis Obispo, especialista en estratificación social y desigualdad.
  2. John Macionis es profesor de sociología en el Kenyon College en Ohio, EEUU.
  3. Ken Plummer es profesor de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido
  4. Talcott Parsons (13 de diciembre de 1902 – 8 de mayo de 1979) fue un sociólogo estadounidense. Cursó estudios en el Amherst College, el London School of Economics y la Universidad de Heidelberg (Alemania). Dio clases de sociología en la Universidad Harvard de 1927 hasta 1974 como director del Departamento de Sociología de dicha universidad (1944). Más tarde fue nombrado presidente del nuevo Departamento de Relaciones Sociales 1946 y posteriormente presidente de la American Sociological Association en 1949. Es uno de los mayores exponentes del funcionalismo estructural en Sociología. Dicha teoría social sostiene que las sociedades tienden hacia la autorregulación, así como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas, funciones, etc.). La autosuficiencia de una sociedad está determinada por necesidades básicas, entre las que se incluían la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y servicios, la educación como socialización y la protección de la infancia.
  5. Thomas Piketty (Clichy, 7 de mayo de 1971) es un economista francés especialista en desigualdad económica y distribución de la renta. Desde el año 2000 es director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS). Actualmente es profesor asociado de la Escuela de Economía de París. Es autor del libro publicado en 2013 en francés Le Capital au XXIe siècle (El capital en el siglo XXI publicado por el Fondo de Cultura Económica en español y en inglés Capital in the Twenty-First Century publicado en 2014) en el que expone cómo se produce la concentración de la riqueza y su distribución durante los últimos 250 años
  6. A este respecto es muy interesante el artículo de Manuel Alejandro Hidalgo Pérez en Agenda Pública, “La distribución de la Riqueza en España”.
  7. Para más información acerca del coeficiente y del índice de GINI
  8. El Centro de Investigaciones Pew (en inglés: Pew Research Center)? es un think tank con sede en Washington D. C. que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo.
  9. Ya sabemos las diferencias que existen entre países en cuanto a la esperanza de vida, que está relacionada con los sistemas sanitarios y de higiene. A este respecto es curioso observar también cómo la esperanza de vida va por barrios. Un estudio del Ayuntamiento de Madrid, que recoge datos de los 129 barrios que se agrupan en 21 distritos municipales, apunta que la media de Madrid se sitúa en 82 años. El barrio con una mayor esperanza de vida es Alameda de Osuna – de renta muy alta -, con una media de 84,8 años, y el que menos, Sol, con 78 años, es decir, casi siete de años de diferencia. El barrio de Vallecas, tradicionalmente el modelo de barrio habitado por trabajadores, la esperanza de vida es de 80 años. En Barcelona, una persona que vive en el barrio pudiente de Sant Gervasi, vive ocho años más que una persona que vive en un barrio obrero como el Raval.
  10. Para contrastar la desigualdad educativa en España es muy interesante el estudio de la ONG “Save the Chidren” denominado “Iluminando el Futuro: Invertir en Educación es Luchar contra la Pobreza Infantil
  11. Gerhard Emmanuel Lenski (nacido el 13 de agosto 1924 en Washington DC) es un sociólogo norteamericano conocido por sus contribuciones a la sociología de la religión, la desigualdad social y la teoría ecológico-evolutiva.

Bibliografía

Thomas Piketty
El capital en el siglo XXI
Fondo de Cultura Económica
Madrid 2015

Harold R. Kerbo
Estratificación Social y Desigualdad
McGraw-Hill
Madrid 2003. 5ª Edición

Sociología
John J. Mancionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice Hall
Madrid 2005

Pau María Klose, Albert Juliá
Agenda Pública 2016
Conferencia en CaixaForum de Madrid  19 de abril de 2016

Manuel V. Gómez
Diario EL País de 6 de mayo de 2016

Manuel Alejandro Hidalgo Pérez
Agenda Pública 2016

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1 comentario:

  1. En las sociedades "avanzadas" no creo que sea recomendable el igualitarismo "total". Lo que hay que ser es lo más justo posible y darle a cada uno lo que se merezca, caridad y compasión humanas aparte, estoy hablando de justicia social. Todos somos diferentes y, además hay que valorar el mérito y el trabajo. Por lo tanto tenemos que ser tratados de manera justa y diferente. Creo que ni siquiera en los países comunistas había ni hay una igualdad "total" ni en lo económico, ni en lo social, ni en lo organizativo ni en lo jerarquico. La igualdad "total" quizás podría funcionar bien en comunidades pequeñas, o medianas. No se si los casos de los amish y los cuaqueros se pueden tomar como ejemplo de esto o no.

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